Cumaná (Nueva Andalucía), país al oriente de la antigua provincia de Venezuela. |
Esa
unidad política, integraba superficialmente un territorio de profundas
diferencias, no solo en lo meramente geográfico o histórico, ni por la
expresión cultural de sus habitantes, ni siquiera en la cotidianidad de sus
quehaceres, por sobre todas esas diferencias y otras, se erige nuestro perfil
humano que nos hace contrapuestos. Tanto, que las sucesivas divisiones
políticas post independentistas, no han logrado desdibujar el país que fuimos,
y la nación que somos.
No
muy profundo en nuestra conciencia, casi a flor de piel, tras de nuestra afable
sonrisa y detrás de nuestros ojos achicatados
por los rayos del sol, a pesar del aporte genético de otras naciones que
nos trastocaron hasta el color de la piel, tras de ese hombre desparramado en
gracias, de calurosos sentimientos y solidaria amistad, detrás de ese hombre silvestre; detrás de todo eso y
más, la esencia arawaca y caribana impera.
Ese
inédito espíritu guerrero y silvestre, fue coraza y espada, en todas las luchas
de nuestra común historia. Fuimos solidarios y rebeldes manifiestos cuando el
19 de Abril de 1811 gritamos libertad, guerreros orientales ayudaron a liberar
a Venezuela antes de expulsar de su nativa tierras al Ejército Español. Fueron
copartícipes de la libertad de los pueblos del sur coronada en Ayacucho, tras
una garua de sangre que irrigó muchos campos de batalla. Jamás irrumpimos con
ejércitos u otras fuerzas organizadas, para allanar y sembrar de calamidades a
otros pueblos. Cuando nuestros hombres y ejércitos dejaron nuestras fronteras,
más allá del río Unare, siempre fue para socorrer, liberar y fortalecer las
ciudades de la otrora Gran Colombia. A sus generales subordinamos nuestros ejércitos,
y a sus políticos nuestro destino; y quizás también nuestras esperanzas. Cuando
la barbarie de los amarillos y de los azules, a cántaro saturó con sangre los
campos de oriente y de occidente, nunca se dijo con pánico en las calles de la
capital de la República, ¡vienen los orientales! Todo lo contrario, fueron
estas tierras y estos brazos orientales quienes cobijaron en las más difíciles
circunstancias a los hermanos del centro y de occidente cada vez que lo
solicitaron; la migración a oriente marcó esta región como lugar de amparo. La
Tierra de Gracias de Colón, era real y más parecida al paraíso de lo que él
supuso, lástima que ese afecto y benevolencia se haya interpretado
erróneamente.
Venezuela
nos ha dado la espalda y omite nuestra realidad. Orbitamos un poder central,
que utiliza nuestros recursos naturales y humanos para el marcado desarrollo de
un país y un entorno que péndula entre el centro y occidente. Nuestros pueblos
se convierten en “cascarones” luego de la zafra producto de los caprichos de
Caracas, lo que implica un desarrollo degenerado en mera subsistencia.
Podemos señalar como ejemplo, que algo más allá del río Unare, la vía
nacional se ensancha hasta convertirse en una vía moderna que va hasta las
fronteras más alejadas al occidente, vía que en casi todo el recorrido es
“autopista”. Poco podemos decir del camino que nos lleva a Güiria, si lo
emprendes desde Barcelona, desde Maturín, o desde donde lo emprendamos. Vivimos
en un territorio, colmado de trochas en su mayoría trazadas en las montañas “a
capricho de mula”, sobre senderos prehispánicos, ensanchados más por el uso que
por la técnica.
Esta
y otras realidades, como el grado de desarrollo de los pueblos y ciudades
orientales no son casual, más bien parece la consecuencia de una política
metódica y sistemática, que por más de un siglo ha regido nuestros destinos. Y
que a lo lejos (pero no tanto) parece indicar que el imperio aún está presente,
solo ha cambiado el lugar desde donde se dirige y gravitan nuestros
acontecimientos. No es difícil concluir que esa abusiva e indolente situación,
colmará la paciencia y revivirá más temprano que tarda nuestro inédito perfil arawaca y caribano.
Por: Rommel Contreras
(rommeljose@gmail.com)