miércoles, 14 de febrero de 2024

𝐇𝐞𝐥𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐮𝐧𝐚 𝐲 𝐝𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐧𝐬𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐒𝐮𝐜𝐫𝐞

Pese a ser una figura prominente en la historia de la independencia latinoamericana, Antonio José de Sucre no destaca como referente universal y primario en su lugar de origen. La historia de Sucre es una mezcla de heroísmo y tragedia que ha sido a menudo pasada por alto en Cumaná. Además del mal agradecimiento y el olvido, ha pesado que: «Acá Sucre, no hizo casi nada».

Aunque fue un líder clave en las guerras de independencia del sur, Sucre a menudo es menos conocido en su tierra natal que en otras partes del mundo. Mientras que en el extranjero se le reconoce por sus logros militares y políticos, en Venezuela, especialmente en Cumaná, donde pasó sus primeros años, su legado ha sido en gran medida poco estudiado y descuidado.

¿El muchacho que se fue de aquí, era un desconocido? Tanto como yo en Caripito, ¿quién me conoce en Caripito? Me fui a Caracas a los doce años y ya mis amigos más cercanos no sabrían quién soy, si me vieran en la calle; y estamos en el siglo 21, con Internet, con fotos, con teléfono. Pero yo puedo ser un don nadie, pero imagínense a Sucre cuando salió de Cumaná en 1817; veinte o treinta años después, nadie se acordaba de él. Los que lo vieron nacer —sus propios familiares —; casi todos habían fallecidos. La ciudad de Cumaná no era como la pintan; como que todos estaban pendientes de todo; algunas noticias llegaron cuando la Independencia y más allá. Cincuenta años después, nadie se acordaba donde nació Sucre. En aquel país de analfabetas, de Sucre se acordaban algunos intelectuales que en la prensa eventualmente publicaban alguna información para ellos mismos; había buena prensa en Cumaná. Y se perdió en el pueblo llano, el respeto al humanista y también al militar: hemos heredado una imagen borrosa del hombre y del héroe Antonio José; no es maldad, esa es una realidad todavía.

Su participación en la gesta de Chacachacare en 1813, la redacción del Acta y la consecuente invasión, asedio, toma y posterior defensa de Cumaná, le aseguran un lugar en la historia de su tierra. A eso se suma el espíritu que lo guio en 1820 para redactar y concretar el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, firmado por Bolívar y Morillo en Santa Ana de Trujillo: hacer la guerra "como la hacen los pueblos civilizados". Que Sucre en Cumaná no haya hecho casi nada, no significa que no haya hecho nada en absoluto; más bien, es que "casi no hizo" en comparación con lo que logró en el sur del continente. Allí construyó países, promulgó leyes, ocupó cargos presidenciales, y fue general en varias batallas y victorias. Sus hazañas se estudian en academias militares; no solo en Venezuela, sino también en academias extranjeras. Pero Sucre no fue únicamente un militar... ¿qué pasa con el resto de su pensamiento, su labor como estadista, su amor por el prójimo?

Fueron duros, los cinco años de guerras en el sur —Bolívar no lo hizo solo —, casi todo eso fue capitaneado por ese muchacho que salió de Cumaná jovencito. Pero, a pesar de ser una figura prominente en la historia de la independencia latinoamericana, Sucre no se destaca de la misma manera en su país de origen.

La vida del Gran Mariscal de Ayacucho estuvo marcada por tragedias personales, desde la pérdida de su familia cumanesa ... hasta su propia muerte; sobre todo el misterio con que se rodeó su asesinato. Lo que le pasó en vida fue bien tormentoso, pero lo que le sucedió luego fue mucho peor: su despojo abandonado en el camino y extraviado luego por más de setenta años, su pequeña hija asesinada (no lo puedo decir de otra manera). La ausencia de un lugar en su suelo consanguíneo donde se le rinda correcto y justo homenaje, a mi juicio, es lo peor que le ha pasado: un museo donde se le estudie y ennoblezca (ajeno a toda actividad que no le concierna) y una Casa Natal donde su espíritu y memoria impere.

Desde la Academia de Geohistoria del Estado Sucre, junto con instituciones y sectores de la comunidad de Cumaná, hemos luchado durante años para recuperar y honrar la memoria de Sucre; iniciamos buscando el reconocimiento oficial de su lugar de nacimiento. La buena noticia es que ya contamos con anuncios oficiales que respaldan y reconocen lo expresado a principios del siglo XX por el cronista Pedro Elías Marcano; una tesis que defendimos y demostramos: Antonio José de Sucre nació en la Luneta de Cumaná, al pie del cerro San Antonio.

¿Estamos tratando de recuperar eso entonces? En el trasfondo gélido de la cuna, avanzamos y suponemos que continuaremos avanzando en el estudio profundo y formal de su pensamiento; como un cuerpo astral vivo y referente; no como una pieza de museo arcaica y polvorienta.

A pesar de los desafíos y obstáculos, el legado del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, sigue siendo una parte importante de la historia venezolana que merece ser recuperada, rescatada, recordada, comprendida, enseñada y celebrada; sobre todo en su tierra natal. Esta disparidad en el reconocimiento y la valoración de las figuras históricas refleja un aspecto notable de la historia local y nacional de Venezuela.

Por: Rommel Contreras

Cumaná 14/02/2024



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