jueves, 25 de abril de 2024

La última eternidad de morochito Rodríguez

Los gallos, como todas las mañanas, aquel 26 de octubre de 1968, habían despertado en Cumaná cacareando. Se anunciaba un día importante para los fanáticos del boxeo, los que tenían radios transistores compraron bien temprano en la calle Cantaura, en la bodega de Juan Ponce, pilas para escuchar la pelea de aquel muchacho jabado, como llamaba el pueblo a los que tenían el pelo claro cascorvo, y piel blanca. Morochito Rodríguez le había ganado a los mejores, había derrotado a uno de los gallos más finos de la selección de oro cubana. En el bar Start de Domingo Ramírez, los jugadores de truco y de billar se habían dado cita para verse a las siete de la noche. En el bar altagraciano Stalingrado, del Mocho Ramírez, se preparaba otro festejo. Igualmente, Espinosa en el Pui-Pui, en su cantina, preparaba sus rancheras para festejar. En la Copita se preparaban los ceremoniales que debía exhibirse después del triunfo.

Francisco Morochito era altagraciano, del barrio la Trinidad, saladeño de pura cepa, su familia era muy numerosa, 14 hermanos, vendían pescado en aquella, que, seguía siendo una agraciada ciudad, a pesar de sus percances históricos: el terremoto de enero de 1929 y la invasión del Falke en el mismo año. La ciudad en los años sesenta iniciaba el camino de consolidación de la UDO. La educación media inauguró en 1961, en la entrada de San Luis, el nuevo recinto de la Escuela Técnica Industrial. En los años sesenta se construye en el Barrio Bolivariano, el Liceo José Silverio González. Morochito había comenzado su carrera deportiva a los 11 años de edad. Es formado en el deporte de los coliflores por Ely Montes. Recibe clases en el Edificio Cabrujas, conoce allí a Orlando Natera, a El Salero, a los hermanos Pedro y Antonio Gómez, a Cruz Marcano, a Alirio Acuña, a José García y a José Luis Vallejos (La Cabañita). En las tardes soporíferas cumanesas Ely Montes, les iba impartiendo el esquema de entrenamiento del día. Había que prepararse y entrenar duro, el próximo viaje estaba pautado para Caracas y se debería vencer al Distrito Federal.

Nadie sospechaba que entre aquellos hombres la gloria había anidado, años después aparecerían en el gimnasio Jesús Esparragosa, Antonio Esparragosa, Pedro Rojas, Nelson Calzadilla, Ildemar Paisan, Freddy Moran, Alfredo Lemus, El Tun Tun, a quien apodábamos en la escuela primaria Piojillo. Él fue manisero en su infancia y posteriormente un joven dedicado en Caracas a la latonería. Un día supimos de su muerte, un hampón lo había dejado muerto en el nuevo Circo de Caracas, con una puñalada en el corazón. Morochito Rodríguez fue un boxeador con garras, con corazón, con técnica y con vocación de triunfo. A aquellas glorias deportivas las forjó Ely de la nada. Morochito había ganado la primera medalla de oro de boxeo para Venezuela, en los juegos olímpicos de 1968, en México.

Cuando le levantaron la mano al cumanés y la decisión ya era oficial, El Mocho Ramírez en el bar Stalingrado garabateo en su vaso, entre la espuma de su cerveza el nombre de su ídolo, dijo, ese muchacho es grande le ganó también a Rafael Carbonell que es un trabuco y acaba de ganar la primera medalla de oro olímpica para el país. En la Copita en el antiguo Jai Alai, corrieron las medias jarras, se festejó en los Paralelos 37 y 38 como nunca. Cumaná había escrito con letras de oro su nombre en la historia. Cuando Alfredo Marcano, y Antonio Gómez triunfaron, los empresarios japoneses pensaron llevarse a Japón a ese gran entrenador que fue Ely Montes, cosa imposible, pues el maestro tenía su arraigo mítico en aquella ciudad sísmica gloria de sus sueños. Ely fue un hombre de una gran generosidad, cuando Alfredo Lemus le ganó al cubano Orlando Garbey, la pelea por el campeonato mundial olímpico en la Habana, y a pesar de que el fallo había sido injusto, para el venezolano, le regaló al Comandante Fidel Castro en un gesto de amistad, un cuatro hecho en Cumaná.

Morochito llegó 4 días después a su ciudad querida en un avión que dio muchas vueltas para poder aterrizar, había mucho furor en el Aeropuerto, fue llevado en hombros desde San Luis al edificio Cabrujas, la caravana y el desborde de la ciudad fue inmenso. Pienso que sus restos mortales deben ser trasladados a Cumaná donde debe recibir las honras fúnebres oficiales y el homenaje del pueblo que lo vio nacer. Francisco Morochito Rodríguez nació en Cumaná un 20 de septiembre de 1945, en la Primogénita del Continente.

Morochito deseamos que la tierra sea leve para ti y descanses en paz. Siempre te recordaremos como lo que fuiste un héroe del deporte.

por:Nelson Guzmán

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