miércoles, 5 de julio de 2023

Lapidación de la Historia

 El Dr. Ramón Martínez en 1994, eleva ante la ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, una consulta concerniente a la definición del lugar de la Casa Natal del Gran Mariscal de Ayacucho (motivado por el Art. 5º del Decreto Presidencia no. 3223 del 8-10-1993 del Dr. Ramón J. Velásquez; relativo al Año Bicentenario de AJS). 




Dr. Guillermo Morón
En Sesión Ordinaria del 10 de febrero de 1994, la Academia Nacional de la Historia acordó una posición, que en nombre del cuerpo académico la emite su Director Dr. Guillermo Morón: 
«Esta área [La Luneta] fue sin embargo inhabilitada por Real Cédula de 1772 como residencia, dada su cercanía a las fortificaciones defensivas de la urbe» 
Cerrando el fallo de ese cuerpo académico con el sello lapidario con que esa Institución amarra la historia patria:
«Esperamos haber respondido al objeto propuesto, con este esclarecimiento que bien puede avalar nuestra Corporación, máxima autoridad en el orden especializado de la competencia que le asigna la ley».
Pero como el peso de la verdad es innegable; el Dr. Morón asoma la tesis de don Pedro Elías Marcano, solo como un supuesto secundario.

Respuesta Lapidaria: Numeral 3º de la respuesta de la Academia Nacional de la Historia al
Gobernador del Estado Sucre, Dr. Ramón Martínez; de fecha 10/02/1994.



 


viernes, 23 de junio de 2023

Pretensión francesa sobre el traspaís oriental venezolano.

 



Memorias de un Oficial del Ejército Español / Rafael Sevilla

Memorias de un militar, La guerra de AméricaMemorias de un Oficial del Ejército Español: Resume la visión del militar español Rafael de Sevilla y León (Cádiz, 1792; Puerto Rico, 1856) respecto a la guerra de emancipación en Venezuela; desde su llegada con la expedición de Don Pablo Morillo, hasta que sale expulsado junto al grueso del ejército español, por el puerto de Cumaná en 1821. Esta rara e interesante obra, representa una buena referencia para conocer la opinión del otro. El capitán Sevilla llego a ser gobernador de Puerto Rico, dejo su juventud y la vejez en América. Presenció la quema y la sucesiva explosión de la Santa Barbara del San Pedro Alcántara, navío de 64 cañones. Suceso que narra con dedicada descripción, al igual que otros, todos relativos a América; donde con un realismo único, no protege ni oculta las desmedidas acciones de uno u otro bando.

Gran parte de lo descrito sucede en la provincia y tierras cumanesas; hechos que se desarrollan en la sabana de los "lazarinos", el castillo de Santa María de la Cabeza, y a uno u otro bando del río Manzanares. Entre las acciones destacadas, están las del sitio Cumaná del 1819, describe la estructura de defensa de la ciudad, y refiere los hechos que se sucintaron en las inmediaciones del Castillo de Agua Santa (el "Castillo Viejo" de Bellerman); y la conducta honorable del general Bermudez en la capitulación de la ciudad.

Pronto nos enteramos de lo lejano que estaba Morillo de ser el "Pacificador". La obra revela facetas, conductas, y características de afamado general, que explican en gran parte su comportamiento en América, que lo conllevó a firmar junto al Libertador el pacto de regularización de la guerra o armisticio (la obra inmortal de Antonio José de Sucre).

Este libro es compañero ideal, para leer antes, después, o conjuntamente con otro monolito de nuestra historia regional; me refiero a la Historia de la Provincia de Cumaná de Francisco Javier Yanes.





jueves, 6 de abril de 2023

Reunión Ordinaria de la 𝐀𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐆𝐞𝐨 𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐄𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐒𝐮𝐜𝐫𝐞

Reunión Ordinaria de la 𝐀𝐜𝐚𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐆𝐞𝐨 𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐄𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐒𝐮𝐜𝐫𝐞. Hoy, nos reunimos en la 𝑷𝒍𝒂𝒛𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝑯𝒆𝒓𝒐𝒆𝒔 𝒚 𝑯𝒆𝒓𝒐í𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝑪𝒂𝒏𝒕𝒂𝒖𝒓𝒂 ! a orillas de la calle. Pero hicimos una sabrosa y fructífera reunión.

sábado, 1 de abril de 2023

La nación imperial caribe.

por: Rommel J. Contreras G. / rommeljose@gmail.com / Cumaná - abril de 2023. [Serie: 𝓔𝓵 𝓣𝓻𝓪𝓼𝓹𝓪í𝓼 𝓭𝓮 𝓞𝓻𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮; 𝓕𝓪𝓬𝓱𝓪𝓭𝓪 𝓐𝓽𝓵𝓪𝓷𝓽𝓲𝓬𝓪 𝓭𝓮 𝓥𝓮𝓷𝓮𝔃𝓾𝓮𝓵𝓪]. DOI: 10.6084/m9.figshare.22491805

“Mirar de través a un Caribe es pegarle y pegarle es matarlo o exponerse a que nos mate. No hacen más que lo que quieren, cuando ellos quieren y como lo quieren.”

martes, 21 de marzo de 2023

La crónica, los cronistas de Cumaná y dos sonetos de Paco Damas Blanco, mi padre

 - www.aporrea.org
 - www.aporrea.org/regionales/a320415.html

Mi padre, Paco Damas Blanco, murió teniendo yo apenas 10 años de edad. Pero ya en ese tiempo, sabía que había sido un buen poeta; lo sabía por su manera de ser, sus amistades, los comentarios que acerca de él solía escuchar, los que mucha gente ilustrada, en la Cumaná de entonces, me hacía.

También porque le solía escuchar recitar sus poemas y por bocas de otros, que si bien, por mi corta edad no sabía valorar exactamente, si prendieron en mí para recordarle y vivir como él hubiese querido que viviese.

Por razones inherentes a la vida familiar que no es pertinente comentar aquí, en casa no quedó nada de él, en lo que respecta a su trabajo literario; si un inmenso amor de parte de sus hijos Atila, Urania y yo, Eligio, hacia él, por lo hermoso que fue y una fotografía que conservo y tengo en el centro de mi biblioteca y cueva. Es mi dios, tanto que, desde niño, como solemos hacer en nuestra cultura, cuando tengo que jurar lo hago por él. Su trabajo literario quedó esparcido y pienso que, alguna gente, se quedó con alguna parte del mismo y no le dio el valor que merecía.

Hay una anécdota de mi vida que me marcó para siempre, pues es mi padre, el centro y motivo. Cuando empecé a estudiar el segundo año de bachillerato en el Liceo Antonio José de Sucre, uno de los más prestigiosos del país, por el esfuerzo de mi madre, tanto que era aquella institución la única que tenía el 5to. año en todo oriente, en el primer mes de evaluación, de 8 asignaturas me rasparon 7 y la única aprobada apenas alcanzó la mínima nota de 10 para ese fin, por cierto Historia Universal.

Era yo el único muchacho de mis barrio, el "Río Viejo" y , que, como suelo decir, "queda en el del camino hacia Las Palomas", por ser este uno de mayor número de habitantes y recursos, tanto que queda entre la desembocadura del río Manzanares y la playa de Castillito, que había alcanzado la fama y honor de entrar aquella prestigiosa institución escolar. Quería, como mi padre, ser abogado.

A temprana hora de la noche del día cuando se celebró el consejo de sección respectivo, para dictaminar de manera definitiva sobre los resultados de la evaluación, como acostumbraba desde algún tiempo atrás, me dirigía hacia el billar de Domingo Ramírez, ubicado detrás de la catedral, cuando se me atravesó "la virgen". Ella vivía en una casa que estaba justamente al frente del billar. Quizás, venía de la iglesia misma, pues le quedaba cerca y sé que era muy devota.

Aquella virgen, ya solterona, la llamo así por la edad que entonces había alcanzado, pese su belleza física, espiritual y formación intelectual, era la profesora Zenaida Varela, docente al servicio del instituto donde yo había entrado como un polizón y era su alumno en historia Universal. Por cierto, tuve la fortuna de, pasados los años, entrando ya ella en la ancianidad, de hallármela en el funeral de mi prima Noema Fuentes Serrano y poder volver a hablarle y agradecerle lo que de seguidas contaré y además, por haberme preguntado, decirle, "soy profesor de historia y lo soy, por lo mucho que usted dejó en mí".

La virgen que, como dije, salió detrás de un grueso árbol, se me atravesó en el camino y se paró frente a mí.

"¿Para dónde vas tú?" "Vas ahora, como siempre a pasar la noche en ese antro? ¿Sabes bien cómo saliste en este, tu primer mes de evaluación?"

Me informó en detalle acerca de mis notas y de lo que de mí se dijo en aquella reunión docente. Y luego continuó:

"¿Sabes una vaina? Tú no eres hijo de ningún pendejo de este pueblo. Ese liceo está lleno de muchachos hijos de gente que tiene real y pocos méritos. Tú y yo, como todo el mundo en esta ciudad, sabemos quién fue tu padre. Y por él, tú tienes un enorme compromiso. No puedes, estando en ese liceo, hacerle avergonzarse en su tumba. Sentí un dolor enorme por lo que allí se dijo del hijo de Paco Damas Blanco y la propia evaluación que yo de ti hice".

Siguió hablando, mientras yo me mantenía inalterable con la cabeza abajo, paralizado todo, salvo del poder escuchar y sentir como aquellas palabras inundaban mi cuerpo y alma toda.

A partir de ese momento comencé a ser una persona absolutamente diferente y eso influyó radicalmente en mi posterior rendimiento estudiantil y en lo que he sido a lo largo de la vida.

Sabía que papá tenía fama de ser un excelente orador, tanto que, dentro de lo logia masónica a la cual perteneció, ganó más de un concurso nacional de oratoria y que sus poemas los escribía en papeles de estraza, ese de envolver en las bodegas y los regalaba y dejaba en cualquier parte. También escribió en muchos medios y dirigió unos cuantos, de los cuales ahora apenas comienzo a saber los nombres, porque se está produciendo un milagro. Es bueno recordar además que, en los tiempos de mi padre, la logia masónica estaba llena de poetas, narradores, en general, de intelectuales.

Arévalo José Patiño, quien se graduó de maestro en la escuela normal de Cumaná y luego se graduó en la UCV y terminó siendo profesor de la ULA, todos los sábados, siendo yo un niño, declamaba poemas de mi padre en la Radio Sucre, la única emisora de la ciudad. Seis o siete poemas en cada programa. Años más tarde, muchos quizás, en dos, de las tantas oportunidades que estuve en Mérida, traté inútilmente de contactar a Patiño para saludarle y hablarle de este asunto y no fue posible. Un amigo suyo y primo mío, que sirvió de intermediario para lograr esa entrevista, terminó diciéndome, "primo, no sé por qué, pero Arévalo, te está evadiendo".

Y supe que mi padre, escribió abundantemente en el periódico cumanés, "El Renacimiento", dirigido y editado por Juan José Acuña.

Cuando tomé conciencia del valor y significado de mi padre y empecé a madurar la idea de buscar donde fuese para rescatar su trabajo creativo, se me atravesaron en el camino muchos obstáculos. Primero la pobreza material, luego el haberme involucrado en la lucha clandestina durante los gobiernos de Betancourt y Leoni. Tuve que terminar mis estudios casi tardíamente por aquellos avatares; luego lo exigente del trabajo docente, pues estuve obligado a trabajar hasta 50 horas semanales para poder cumplir mis obligaciones. Sin dejar a un lado que me convertí en esposo y padre de dos niñas. Al fin, sin abandonar aquella idea, llegado a la jubilación, a una avanzada edad, pero en condiciones físicas e intelectuales para llevar a cabo mi tarea, sobrevino lo que ahora vivimos que frustró mis propósitos. Para esos fines, además de tiempo y voluntad, necesitaba recursos, como irme a Cumaná por largos períodos a jorungar donde fuese menester.

Intente por varios medios y personas, aprovechando las redes, de hallar algo. En esos días hallé un libro de la Editorial del Caribe titulado "Cien + 20 poetas orientales" del "Fondo Editorial del Caribe". Allí, en la sección correspondiente al Estado Sucre, aparecen poetas posteriores a mi padre, pero él no. Mi padre nació a finales del siglo XIX. Aquellos tuvieron una vida distinta, familia, recursos y amigos que de su obra literaria conservaron y hasta tuvieron la suerte de ser editados.

Logré conseguir el correo electrónico de quien se encargó de la recopilación respectiva al Estado Sucre y le envié un mensaje donde le informé lo que sabía de mi padre y le pregunté sobre algún indicio que tuviese sobre él. Lamentablemente, el personaje, de quien dicen es un poeta, me respondió como un necio y hasta intentando burlarse de mí y hasta de mi padre; y actuó así porque no hizo investigación alguna, sino simplemente se limitó a recopilar lo que había sido editado en libros, no mucho tiempo atrás. Si supiera lo que ahora de él pienso.

Por ejemplo, en ese libro que he mencionado, aparece el buen poeta que fue Julio Zerpa. A quien tuve la fortuna de conocer y ser amigo de sus hijos. Se trata de un poeta posterior a mi padre, que cuando estaba escribiendo sus poemas, ya mi padre había muerto. Tengo en mi biblioteca un libro de poemas suyos, editado con anterioridad al del Fondo Editorial del Caribe.

Yo había conseguido, en la prestigiosa y rica biblioteca del Dr. Víctor Manuel Ovalles, uno de los fundadores de la escuela de Farmacia de la UCV y abuelo de los poetas Caupolicán y Lautaro Ovalles, mis amigos, un largo folleto de mi padre donde trataba un tema literario. En los avatares de la lucha clandestina, una mañana, estando en una residencia de estudiantes de la Universidad de Carabobo, en Valencia, la Digepol, aquel espacio allanó. Yo, intentando deshacerme de lo que pudiera denunciarme, lancé a un cesto de basura un montón de papeles y con ellos aquel folleto y el original de la primera novela que había escrito. Nos detuvieron a unos 10 jóvenes unos tres meses.

Pocos días atrás, quizás un mes, escribí un artículo que coloqué en Aporrea dirigido a alguien que aspira a ser cronista de Cumaná, en el cual le solicité, de llegar a esa posición, rescatase el archivo del diario "El Renacimiento", lo que yo pudiera aprovechar para buscar a mi padre. La respuesta que recibí, todavía no logro entenderla, pese la he leído varias veces. Antes le escribí por lo menos en dos oportunidades, al cronista de Cumana Dr. Ramón Badaracco, planteándole el mismo asunto. Por lo menos este, hermano de quien fuese un buen amigo nuestro, tuvo la decencia de no responderme nunca.

Pero "Dios aprieta, pero no ahoga" y de buena gente está lleno el mundo y lo que vale, la verdad, pese las maledicencias y las malas voluntades, sale a flote.

Pocos días atrás, un buen samaritano, habitante de Cumaná, Rommel Contreras, investigador, de quien nada sabía antes, por haber leído mi trabajo y reclamo en Aporrea al aspirante a cronista de Cumaná, me sorprendió dos veces seguidas. En la primera de ellas me envió la fotografía de un viejo diario cumanés "EL Agramante", de 1908, dirigido por mi padre y en el cual hay un largo trabajo suyo titulado "el parto de los montes", que quien lo lea percibirá la enorme cultura de su autor.

En la segunda oportunidad, quien desde ya se ha convertido en gran amigo, aunque creo lo ha sido desde siempre, sin que lo supiésemos, dados los motivos que en ambos anidan, me sorprendió enviándome dos sonetos, escritos por mi padre, en 1924. De los cuales, el cronista de Cumaná, Ramón Badaracco, sabía y no tuvo la generosidad de hacérmelo saber. Aunque debo agradecerle que, cuando los hizo conocer, en una publicación llamada "Sucre", con motivo del bicentenario de la batalla de Ayacucho, en el año 2016, dijo: "SUCRE" abre sus páginas, emocionado, recogiendo lo mejor del desarrollo de los acontecimientos. En la primera página publica dos sonetos que envidiaría el gran Rubén*, con la firma de Paco Damas Blanco.

*Por supuesto que "el gran Rubén", es Rubén Darío. Eso lo escribió Badaracco, no yo.

He aquí los dos sonetos de mi bello e inolvidable padre, aquel ser humano que me sentaba en sus piernas y me narraba las "hazañas" de Don Quijote de la Mancha.

SUCRE

La virtud en su frente reverbera

Y el amor a la patria en su memoria…

En los rojos eriales de la historia

Es un blanco jazmín de primavera.

De tal suerte Bolívar le venera

Que deponiendo su ambición de gloria

Con el comparte la final victoria

De Ayacucho al confiarle la bandera.


Más el guerrero, por sus altos dones

No aspirando acopiar tantos blasones

En la sangrienta y dolorosa vía

De la bandera en el azul celaje

Solo recoge el férvido homenaje

De siete estrellas que el Creador le envía.

 

BERMUDEZ


Al General R. Reyes Gordón.


Cíclope o desertor de extraño mundo…

Nos refiere la épica leyenda,

Que aún bajo el fuego de infernal contienda

Su acero es rayo de esplendor fecundo.

Caracas contemplole, furibundo,

Cuando al huir de su guerrera tienda,

¡Recibe en la derrota rara ofrenda!...

De extraña dama de "aguijón inmundo".


Tan rara ofrenda al paladín irrita,

Y del palacio do dama habita

Con su espada inmortal cifra la puerta,

Y al volver grupa a la contraria gente,

Arrogante y sublime aquel valiente,

Exclama con honor: ¡Para la vuelta!



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Ver Historial completo ... Blog Laberintos de Cumaná


martes, 14 de marzo de 2023

El Golfo Triste

por: Rommel J. Contreras G. / rommeljose@gmail.com / Cumaná - marzo de 2023.
[Serie: 𝓔𝓵 𝓣𝓻𝓪𝓼𝓹𝓪í𝓼 𝓭𝓮 𝓞𝓻𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮; 𝓕𝓪𝓬𝓱𝓪𝓭𝓪 𝓐𝓽𝓵𝓪𝓷𝓽𝓲𝓬𝓪 𝓭𝓮 𝓥𝓮𝓷𝓮𝔃𝓾𝓮𝓵𝓪]. 

sábado, 25 de febrero de 2023

miércoles, 22 de febrero de 2023

CONFLICTOS EN LA HISTORIA DE CUMANÁ

Cumaná ha sido una ciudad con una significativa participación en los más importantes momentos históricos de nuestro país. Ha estado, por tanto, comprometida en todas las contingencias históricas que han conmovido nuestra historia. Su propia historia está llena de confrontaciones y acontecimientos bélicos que desde su establecimiento y en los avatares de su desarrollo configuran su perfil socio-político.

Exposición del Prof. Gilberto López para el II Congreso de Geo-historia y Cultura Sucrense, realizado en Cumaná los días 3 y 4 de abril de 2014.

Las luchas indígenas

La codicia de los europeos y la belicosidad de los indios fueron los motores de la conquista y colonización de las tierras entonces llamadas Indias.

Los europeos en el marco del comercio capitalista en expansión buscaban nuevas rutas para la obtención y comercialización de las mercancías del lejano oriente. Al encontrarse inesperadamente con nuevas tierras, que en principio creyeron eran las Indias orientales, obviamente en lo que inmediatamente pensaron fue en las riquezas y en su obtención a toda costa. La búsqueda de riquezas minerales motivaron su rápido andar por las costas e islas, y en ese afán pronto se dieron cuenta que estaban ante nuevas tierras, a las que fueron paulatinamente penetrando al tocar la tierra firme, de modo que en cincuenta años ya habían recorrido todo el continente.

En el descubrimiento de las costas orientales de la tierra firme y su inmediato recorrido, las perlas fue lo primero que encontraron, en el Paraíso, como quisieron entreverla; hecho que motivó su codicia y los movió a indagar sobre dónde buscarlas y cómo obtenerlas.

De modo que el recorrido exploratorio de costas y mares por la tierra firme fue encaminado inicialmente a la ubicación de placeres perlíferos. Fueron correrías a lo largo de la costa para la búsqueda, la búsqueda de riquezas, no para la fundación de pueblos y ciudades. Pronto comenzaron lo que los españoles llamaron las entradas, el ranchear o rescate, que era el saqueo o pillaje de pueblos, y la defensa de estos por parte de sus habitantes, los indios.

De 1498 a 1513, para atenernos sólo a las cifras oficiales, se suceden las expediciones para ubicar los placeres perlíferos y obtener perlas, y echar las bases para la penetración sucesiva hacia la tierra firme.

Desde luego con la aventura y búsqueda de riquezas iba también el establecimiento de sitios apropiados para la pernocta, en el ir y venir; y habiendo un río, segura fuente de agua, cuya desembocadura era una invitación a recorrerlo, obviamente no es de dudar los primeros exploradores de mar y costa pensaran en establecer un pueblo en sus orillas, como lo señalaba la tradición europea.

Intentos necesariamente hubo de haberlos en el largo período de esos primeros 15 años; pero la codicia de los españoles buscando riquezas empeñosamente, y la belicosidad de los indios defendiendo su heredad, se interpusieron con la consecuencia de siempre: la destrucción inmediata de lo establecido. En efecto, desde temprano hubo intentos para la creación de un centro poblado en las riberas del Manzanares; y comenzó de inmediato el difícil proceso de dominación y conquista del territorio, dada la ferocidad de sus habitantes autóctonos como respuesta a la codicia y maltrato del europeo; las luchas eran incansables y siempre el mismo resultado, se levantaba una aldea o pueblo y pronto su destrucción.

La violencia instaurada con el uso de las armas disponibles por ambas partes sembró la suspicacia, el engaño, la desconfianza, el temor, el miedo, el odio, el rencor entre las partes en contienda; y para lograr el objetivo de una fundación con éxito, después de sucesivos fracasos se pensó en la actuación del religioso, para con métodos más benignos penetrar y asentarse en las nuevas tierras. Así empezaron a conformarse los pueblos misioneros, pueblos de doctrina, no exentos, desde luego, en los primeros tiempos de su destrucción, por lo que en las primeras aldeas para subsistir se recurriera también, junto al convento, a la construcción del castillo o fortaleza.

Por eso no debe sorprender la tardía fundación de Cumaná, para 1515, como se ha determinado ahora, como un centro de apostolado, cuando ya desde 1499 los españoles se movían por sus costas, y que todavía en 1569, con Fernández de Serpa se estuviera edificando la ciudad, después de los intentos de misioneros dominicos, franciscanos, de Bartolomé de Las Casas, y de Gonzalo de Ocampo y de Jácome Castellón. Agua Santas, Nueva Toledo, Nueva Córdoba, Santa Inés de Cumaná recuerdan esos primeros intentos, donde indios y misioneros lucharon arduamente, para que a la postre surgiera una ciudad.

No existe un acta de fundación, ni se inició como procedían los castellanos al hacer sus fundaciones: plantar el rollo, delimitar y repartir solares, designar los lugares para la vida normal, iglesia, ayuntamiento, plaza mayor, convento, cárcel, otorgar un nombre castellano que ha de perdurar, y dejar constancia en un Acta de lo hecho. Pero eso no obsta para que sobre la marcha y en contra de obstáculos de todo tipo, Cumaná surja como tal ciudad, y a la par de ella otras tantas ciudades con orígenes similares.

Con la aparición de la aldea o poblado, apareció también el reparto y la encomienda; el reparto de tierra para su explotación por el blanco español, y la encomienda, distribución de indios al encomendero para su catequización y enseñanza. Con el reparto y la encomienda se rompe el orden comunal primitivo del indio, y se echan las bases para el surgimiento del latifundio, bajo el dominio del hombre fuerte y el surgimiento de una sociedad dividida en castas y clases. Son procesos conducidos por la violencia, que apuntalan un escenario de violencias donde en el transcurso del tiempo confluyen el indio, el español y el negro: tres etnias que no permanecieron ajenas entre sí, sino que en una abierta relación, acompañada por la violencia se intercambiaron profundamente sexo y habla, carne y sangre, supersticiones y creencias, ideas y concepciones, costumbres y usos para dar lugar a una nueva realidad de mestizaje biológico y cultural, que es la expresión de un nuevo tipo humano, al que se refirió Bolívar poéticamente en su singular Discurso de Angostura:”…no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles”. Bajo el signo de la violencia se impuso la colonización y conquista, y sobre ella se fundamentó el régimen colonial, como un complejo de castas y clases.

LAS LUCHAS COLONIALES

El régimen colonial se levantó sobre la posesión de la tierra por una minoría, y la explotación de las masas de indios, encomendados, en servidumbre hasta casi su extinción, y la mano de obra africana en condición de esclavo, para la explotación minera, y luego agrícola en el régimen de plantaciones que a partir de la primera mitad del siglo XVIII desplaza al régimen de encomienda.

El ámbito de la colonia venezolana fue un escenario de lucha constante y abierta entre castas y clases que configuraban el complejo orden social. Esclavos, indios, pardos, mulatos, siempre se insurreccionaron contra el opresivo y represivo régimen impuesto por los blancos españoles. Insurrecciones ocurrieron en todas las épocas en el territorio de las distintas provincias. Rebeliones de indios, de negros eran comunes, en constante lucha con su explotador, y de tiempo en tiempo la fuga para escaparse de la explotación, ocurría con la consecuente persecución del fugado y su riguroso castigo al ser recuperado. No faltaban las ocasionales visitas de piratas, que se movían incansables por el mar caribe, con sus secuelas de violencia.

Cumaná, como ciudad y como cabeza de Provincia o de Gobernación no estuvo exenta a este cuadro de violencia colonial. Asiento de importantes familias españolas de prosapia colonial, la ciudad fundamentaba su economía en la explotación pesquera, con mano de obra guaiquerí, y la explotación agrícola y pecuaria, con población esclava y mestiza, cuyos renglones de explotación lo constituían el añil, el algodón, el azúcar, el cacao, coco y copra, y los cueros, y el pescado salado. Cuando Humboldt visita la ciudad en 1799, le llama la atención el mercado esclavista en la Plaza de Cumaná, aunque no lo considera de mucha importancia. Dice Humboldt: “Por viva que fuera la impresión que nos hizo la primera venta de negros en Cumaná, más nos felicitamos de permanecer en una nación y en un continente donde este espectáculo es rarísimo y donde el número de esclavos es en general poco considerable. No excedía este número en 1800, de seis mil en las dos provincias de Cumaná y Barcelona, en la misma época en que se evaluaba la población entera en ciento diez mil habitantes”.

La lucha por la independencia

El orden colonial, sin embargo, iba a tener en su propio seno la fuerza emergente para su destrucción: los mantuanos oligarcas. Desarrollados sus intereses en controversia con los españoles peninsulares, factores fundamentales de la dominación colonial, aspiraban los blancos criollos al control político, que asegurara la posibilidad de ocupar las altas posiciones políticas que les eran negadas por el régimen español, y mantener así las condiciones de sectores sociales aventajados que hasta ese momento habían usufructuado; pero también otros sectores aspiraban la implantación de un régimen republicano basado en “la igualdad natural de todos los habitantes, la abolición de la esclavitud, el reparto de tierras entre los indios, la abolición del tributo indígena, la libertad de comercio y de cultivos, la supresión de los derechos de composición y alcabala”. Estos fueron los postulados que guiaron la conspiración de Gual y España en 1797, debelada y cruelmente sofocada por la propia oligarquía tradicional, con el Marqués de Casa León a la cabeza, que veía en este movimiento la encarnación de un nuevo orden que era el que precisamente ellos no aspiraban. Aspiraba esta oligarquía tradicional el poder político –su independencia de la Corona española- pero usufructuando su “poderío señorial” y privilegios oligárquicos acumulados en un régimen de explotación esclavista y servil que debía permanecer.

Celosa de su autonomía provincial, y con su estricto orden social colonial fundamentado en su devenir histórico, Cumaná acude solícita al llamado de la Provincia de Caracas, cabeza de la Capitanía General de Venezuela para la cita de la independencia; al igual que las otras provincias, sus intereses giraban en la supresión de las trabas que impuestas por el viejo orden colonial obstaculizaban el logro de sus conveniencias políticas, en lucha ya los blancos criollos con los blancos peninsulares. Cumaná se aprestaba para la larga lucha, en la que se manifestó todo género de violencias para alcanzar la independencia de España.

Como una antigua ciudad y como cabeza de una importante provincia por sus recursos y situación geográfica, Cumaná ocupa una señalada posición en el ámbito colonial, y en consideración de ella y su tradición de pueblo reconocido por sus logros y alcances se siente en la obligación de responder el llamado, pero imponiendo sus propias condiciones para su participación. Sus representantes Mariano de la Cova, Francisco Javier de Mayz, José Gabriel de Alcalá y Juan Bermúdez abogaron por el federalismo en las discusiones que se plantearon al respecto.

Al igual que las otras provincias, pronto empieza Cumaná a sufrir los rigores de la guerra. La devastación se hizo manifiesta con la destrucción de haciendas y conucos, con la consecuente pérdida de vastos sectores de producción, y el desmembramiento y dispersión de importantes familias, por la muerte y persecución de muchos de sus miembros. La penuria, la escasez, las enfermedades y las tribulaciones propias de la ruptura del orden constituido con la pérdida de la paz y tranquilidad fue la consecuencia inmediata tanto para los que huyeron hacia las vecinas islas caribeñas como los que permanecieron, experimentado en carne propia las iniquidades de la guerra. La máxima expresión de la violencia en tierras orientales fue el paso sangriento por ellas de Boves, y la acción de sus lugartenientes inmediatos.

Finalizada la guerra independentista, y las luchas y controversias ocasionadas por los caudillos por sus desavenencias por las vinculaciones a seguir ante el orden grancolombiano propuesto por Bolívar, muerto éste, y disuelta la Gran Colombia, en 1830 comenzaba el proceso de construir la autonomía republicana. Naturalmente en ese proceso iban ocupar lugar preponderante los caudillos que emergieron de la larga lucha independentista y que ahora aspiraban a disfrutar las mismas prerrogativas que caracterizaron al régimen social de la Colonia. La desigualdad social, la explotación y propiedad en beneficio de las clases dominantes fueron elementos consagrados en la Carta Fundamental de 1830, prácticamente sin modificación alguna. Las condiciones materiales prevalecieron: el estancamiento económico y su consecuente penuria siguieron a la orden del día, y la inestabilidad social – a través de la violencia- caracterizó a la República.

El poder político pasó a manos abiertas de los propietarios tradicionales, configurándose así el sector social históricamente conocido como la Oligarquía Conservadora. A este sector van a entrar los caudillos independentistas, convertidos ahora en terratenientes en virtud de la entrega de baldíos en recompensa a sus servicios prestados en la gesta emancipadora, a través de los llamados “haberes militares”. Se configura ahora una sociedad algo abierta, donde el poder político se basaba en la posesión de propiedad territorial, y las altas posiciones militares ganadas en los campos de batallas se convirtieron en vía expedita para el “ascenso social”. Así se explica que los ideales de estos caudillos se identificaran pronto con los de las clases dominantes.

A pesar de las luchas, la dominación impuesta en un cuadro que, sin embargo, reproducía el viejo esquema colonial, quedó en la población general el ideal de la independencia y de la igualdad, que esgrimido siempre será el detonante para roces y controversias entre gentes no contentas con el nuevo orden y víctimas de los viejos procedimientos aún imperantes en el orden sociopolítico que se imponía. Como recuerda Vallenilla Lanz, en su obra Disgregación e Integración, (p. 95), blancos peninsulares y criollos construyeron la república sobre las bases legislativas colonial, de modo que las Leyes de Indias, Las leyes de Partidas, la Novísima Recopilación, las Ordenanzas de Bilbao, las Reales Cédulas constituyeron el nuevo derecho privado y administrativo de la república establecida.

En la época post independentista, por el interés de los sobrevivientes de las viejas clases terratenientes, que basados en las viejas leyes imperantes reclamaron sus propiedades y en el interés de los caudillos militares ahora incorporados al nuevo esquema y en la búsqueda de su propio usufructo, continuaron abiertamente las luchas de esclavos y campesinos, manumisos y hombres libres contra el viejo cuadro opresivo político económico de base colonial que imperaba

Ciertamente, esclavos y pardos, que habían participado en la guerra de independencia, en busca de su libertad, ofrecida por los decretos bolivarianos de 1813, y 1816 regresaron después de la lucha a su condición de esclavos, pues sus antiguos dueños al regresar a establecer el antiguo régimen, fundamentado en las viejas leyes, que persistieron a pesar de todo lo nuevo que se quería, reclamaron sus propiedades materiales y de hombres, sin considerar en éstos sus grados y haberes militares obtenidos por los decretos del Libertador, y se los restituyeron basados los tribunales en las viejas y todavía vigentes leyes coloniales. Después de la larga y sangrienta lucha por la independencia, el cuadro económico social de la Colonia siguió incólume. Y el hombre atado a la tierra en condición de peonaje, mano de obra enfeudada, bajo el dominio de los propietarios terratenientes y burgueses usureros siguió imperturbablemente, hasta que la llegada de la economía petrolera desquició el viejo régimen agrícola colonial.

Al respecto, Vallenilla Lanz asienta: “Los constituyentes del año 19 en Angostura, los del 21 en el Rosario de Cúcuta; los del 30 y los del 58 en Valencia; los del 64 en Caracas… creyeron sinceramente que habían fundado una obra sólida y estable sobre las ruinas del pasado y convertido en abono fecundo la sangre derramada. No vieron, no quisieron ver jamás, que la influencia de las instituciones políticas es siempre nula, cuando ellas no se adaptan al estado social, y que los principios políticos son puras abstracciones, cuando las leyes que deben servirles de medios de aplicación, no corresponden al sistema establecido” (ídem). Y recalca Vallenilla, que el régimen político del año 30 conservó la ley de manumisión en iguales o peores condiciones que la Gran República, y en todo su vigor, la legislación civil y administrativa de la Colonia, “monopolista y absolutista por esencia (ídem.). También señala, que, en 1864, los constituyentes de la Federación sancionaron el más bello de cuantos códigos ha podido concebir el idealismo político, pero un Decreto inconsulto del caudillo vencedor hizo retroceder el país después de cincuenta años de Independencia y República, al régimen civil de la Colonia. (idem).

Y fundamentado en las viejas leyes y con el apoyo de los tribunales fue una verdadera persecución la emprendida por los dueños terratenientes contra todos los que tenían cuenta pendiente. “Y como los miserables –anota Vallenilla-, los proscritos de los goces sociales, los adeudados por el alto interés del capital y arruinados y perseguidos por las leyes de crédito, los militares desposeídos del fuero y sin pensión de retiro, los llaneros habituados al abigeato y castigados ahora con la pena de azotes, los esclavos y manumisos que habían saboreado el goce de la libertad y hasta conquistado grado y honores en la guerra, perseguidos por sus amos con el apoyo de las autoridades; todos esos grupos sociales para quienes la vida era un tormento, y cuyos cerebros eran incapaces de concebir las verdaderas causa de aquel “profundo malestar social” tenían que ver con odio a los hombres del Gobierno y considerar como “redentores” a quienes les hacían promesa de bienestar.”

En el seno de este profundo malestar social, bajo la acción hegemónica de caudillos, que fundamentados en su poder regional, imponían su férula para el manejo del país como hacienda propia, se fue incubando el descontento que desembocaría en las luchas campesinas de 1846, y posteriormente en la Guerra Federal o Guerra Larga. La acción política desmedida en el ejercicio del mando por parte de un caudillo conllevaba a la acción conjunta de otros, para la búsqueda de su desplazamiento, y que fue el fermento para nuestras guerras civiles y distintos enfrentamientos con hondas repercusiones en las regiones, las cuales dejaron sentir su acción con mayor grado en la vasta hecatombe que fue la Guerra Federal.

La Federación

La Federación es el resultado inevitable de la pugna caudillesca en torno a la organización política del país según las concepciones de centralismo o federación, que desde los días aurorales de la independencia dejaron sentir sus improntas en el debate político. El máximo caudillo de este vasto movimiento fue sin duda Ezequiel Zamora. Las banderas esgrimidas en esta Revolución eran: liquidación del latifundio y transformación del régimen de propiedad territorial existente, igualdad entre los hombres; reparto de tierras entre los campesinos; abolición de los privilegios de clases. Es común afirmar que la muerte repentina de Zamora cambió el curso de los acontecimientos que él esperaba condujeran a un nuevo orden económico-social. Continuaron las operaciones militares dirigidas ahora por Falcón, y mientras la crisis se mantenía y decaía el régimen de Páez, la tregua era negociada por Guzmán Blanco en condiciones que no eran favorables para los postulados de la Federación y que condujo al Convenio de Coche de abril de 1863, con el cual finalizaban las operaciones militares de la Federación.

En la Convención Nacional de Valencia, instalada el 5 de julio de 1858, prolegómeno del proceso de la Guerra Larga, la voz cantante por Cumaná la representan Estanislao Rendón y José Silverio González, ambos federalistas convencidos y destacados oradores; después de clausurada sus sesiones, estalla la guerra federal, el 20 de febrero de 1859. En la parte militar, en las acciones regionales desarrolladas por pueblos y aldeas, sobresalieron José Eusebio y Saturo Acosta, carupaneros, y Pedro Elías Rojas, Cumanés. Fueron muchas las acciones militares realizadas, donde pueblos y ciudades sufrieron el rigor de los combates, al ser tomados o abandonados por las fuerzas federales o por las gubernamentales, dejando los contendientes testimonios de valor y bravura en toda la larga y violenta contienda.

Finalizada la guerra federal, el mayor beneficiario Antonio Guzmán Blanco comienza su hegemónico proceso gubernamental, que bajo el cognomento de “autócrata civilizador” lo proyecta en nuestra historia como realizador de una significativa obra de reconstrucción sociopolítica. Con los altibajos propios de una larga acción gubernamental conduce al país en sus períodos conocidos como el septenio, quinquenio, y la aclamación, y apoyando el gobierno de hombres de su confianza en lo que se llamó el guzmancismo, y ya en su decadencia, sustituido este por el surgimiento de otro poderoso proceso político que configuró lo que se llamó la hegemonía andina, con Castro y Gómez a la cabeza, con lo que se cierra el ciclo histórico de las luchas caudillistas, ante el avance de la figura omnímoda de Juan Vicente Gómez, y se configura el gomecismo, con lo que ya en el siglo XX Venezuela entra en la contemporaneidad de la época petrolera.

La Época Contemporánea: Las luchas antigomecistas

El aparecimiento del petróleo y su explotación por compañías extranjeras señalan la impronta del capitalismo en el país, con lo que se comienza una época donde el descontento con el régimen es la nota dominante, y el inicio de las luchas contra Gómez. Con mano dura Gómez ahoga las protestas. La cárcel, el exilio, el asesinato son los procedimientos que el gobierno aplica a sus detractores y opositores.

En Sucre, y su capital, Cumaná, las luchas antigomecistas no se hacen esperar, y durante todo el período gomecista la efervescencia política se manifestó con luchas desiguales, ante la terrible opresión y represión ejercida por el gobierno.


No fue Cumaná ni la región sucrense ajena al sentir de otras regiones venezolanas. Sus luchas históricas y tradicionales, su proceso económico de tierra agrícola y pesquera, el morbo de la política siempre presente en sus habitantes hicieron obligante su presencia en la corriente de acontecimientos que iban conformando los comienzos de nuestra contemporaneidad.

En su obra “Gómez en Sucre”, el historiador José Ramírez Medina ofrece los pormenores de la oposición a Gómez en tierras del Gran Mariscal. Recoge sistemáticamente los hechos fundamentales de esa oposición, donde hacendados y labriegos, artesanos y obreros, comerciantes y pescadores, generales y caudillos, intelectuales y doctores, preocupados del devenir de Venezuela, al igual que en otras regiones hicieron sentir su descontento y sufrieron los rigores del régimen y muchos pagaron con la muerte su osadía.

La expresión del descontento se manifestó en muchos hechos, que a veces apenas fueron percibidos, pero que quedaron en la memoria de los pueblos: el alzamiento de poco alcance del pequeño hacendado, inscrito en la tradición de nuestros caudillos, el obrero que aspiraba a la organización sindical y balbuceaba sus luchas representadas en las primeras huelgas con profundos visos políticos, las iniciales protestas estudiantiles que presagiaban toda una poderosa corriente de acción para la política venezolana contemporánea, el comerciante, que manifestaba su desacuerdo ante las trabas gubernamentales que afectaban el normal desenvolvimiento de su actividad comercial. Fueron acontecimientos de índole y alcance regional, pero tramados a la gran corriente de oposición al último gran caudillo militar y político de nuestra historia.

Pero al lado de estos significativos acontecimientos, se inscribe el gran acontecimiento de la invasión armada del Falke, por Cumaná, el 11 de agosto de 1929, acción protagonizada por el general Román Delgado Chalbaud, y que enfrentada por las tropas gubernamentales, al mando del general Emilio Fernández, Presidente del Estado, escenificaron en los alrededores del Puente Guzmán Blanco, final de la calle larga, de Cumaná, una sangrienta confrontación en la que perdieron la vida los dos comandantes de las fuerzas en lucha. Hecho ampliamente historiado, con él termina la más significativa acción bélica contra el gobierno de Gómez, y comienza éste un relativo tranquilo proceso gubernamental, sin desaparecer, desde luego, la oposición a su gobierno, y su respectiva represión, hasta su reposada muerte en su lecho de enfermo, el 17 de diciembre de 1935.

La Presencia de los Partidos Políticos Contemporáneos

Tras la muerte de Gómez comienza un profundo proceso sociopolítico sobre la base de la participación política de las masas, organizadas en partidos políticos. Estas modernas agrupaciones condujeron una acción política de alcance nacional con la participación de las masas en su condición de militantes y simpatizantes de tales organizaciones. Su acción con carácter hegemónico condujo a la conformación histórica del Partidismo, donde el partido político permeaba todo el entero cuerpo social y la dinámica colectiva de la vida nacional.

Por su alcance a lo largo y ancho del territorio y por el volumen de sus militantes y simpatizantes, el histórico partido Acción Democrática llegó a capitalizar la actividad política como el principal y poderoso instrumento que fundamentaba su acción en una férrea y cabal organización, cuya acción se hacía sentir al través del todo social, con un poderoso movimiento de masas, dentro del esquema de la democracia representativa.

En el transcurso del tiempo, al igual que otras regiones y ciudades, Cumaná llegó a ser singular bastión del partido Acción Democrática, con la particularidad de que su histórica rivalidad con Carúpano, hizo que el poderío del partido en la región lo llevara a establecer dos Comités Ejecutivo Seccional, uno en Carúpano, y el otro en Cumaná; único Estado del país con tal particularidad, y fiel expresión de la hegemonía ejercida por el partido en la región, en el largo período de su dominación.

El desgaste de la larga acción omnímoda de los partidos dominantes, donde hizo su nefasta presencia en el ejercicio del poder procedimientos reñidos con la moral y honradez, caracterizados por la corrupción y el manejo manirroto de los fondos públicos, condujo al descontento de sus huestes y al debilitamiento de sus fuerzas políticas dando al traste con el llamado régimen de la democracia representativa, y abriendo paso a otras posibilidades para el país.

En Cumaná, y Sucre, el descontento expresado por vía electoral, llevó a la elección del dirigente masista Ramón Martínez, como gobernador en 1992, ocasionando fuertes fricciones en el ambiente político ante la negativa de la cúpula dirigente de Acción Democrática a la entrega del poder regional al nuevo gobernador. A pesar de ser avalada la elección por la Junta Electoral, la confrontación generó una explosiva situación en la ciudad en la segunda semana de enero de 1993, pero que afortunadamente no condujo a lamentables acciones bélicas. Y el proceso de la democracia representativa continuó su desgaste hasta la victoria electoral en 1999, de Hugo Chávez Fría, líder del fallido golpe de estado del 4 de febrero de 1992. Con lo que se da inicio al proceso de la Revolución Bolivariana, hoy en marcha.

Cumaná, ahora identificada mayormente con el proceso revolucionario bolivariano, al igual que todo el país está sumida en los pormenores planteados por la controversia de chavismo y antichavismo, de cuya evolución y desenlace no podemos aventurar sino conjeturas. Con el tiempo se irán configurando nuevos acontecimientos y se incorporarán según su suceder, para conformar el proceso histórico venidero.

Artículo del Prof. Gilberto López 💚
Que en vida fuese Vice Presidente de la 
Academia de la Geo Historia del Estado Sucre

(con citas y comentarios)