martes, 21 de marzo de 2023

La crónica, los cronistas de Cumaná y dos sonetos de Paco Damas Blanco, mi padre

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Mi padre, Paco Damas Blanco, murió teniendo yo apenas 10 años de edad. Pero ya en ese tiempo, sabía que había sido un buen poeta; lo sabía por su manera de ser, sus amistades, los comentarios que acerca de él solía escuchar, los que mucha gente ilustrada, en la Cumaná de entonces, me hacía.

También porque le solía escuchar recitar sus poemas y por bocas de otros, que si bien, por mi corta edad no sabía valorar exactamente, si prendieron en mí para recordarle y vivir como él hubiese querido que viviese.

Por razones inherentes a la vida familiar que no es pertinente comentar aquí, en casa no quedó nada de él, en lo que respecta a su trabajo literario; si un inmenso amor de parte de sus hijos Atila, Urania y yo, Eligio, hacia él, por lo hermoso que fue y una fotografía que conservo y tengo en el centro de mi biblioteca y cueva. Es mi dios, tanto que, desde niño, como solemos hacer en nuestra cultura, cuando tengo que jurar lo hago por él. Su trabajo literario quedó esparcido y pienso que, alguna gente, se quedó con alguna parte del mismo y no le dio el valor que merecía.

Hay una anécdota de mi vida que me marcó para siempre, pues es mi padre, el centro y motivo. Cuando empecé a estudiar el segundo año de bachillerato en el Liceo Antonio José de Sucre, uno de los más prestigiosos del país, por el esfuerzo de mi madre, tanto que era aquella institución la única que tenía el 5to. año en todo oriente, en el primer mes de evaluación, de 8 asignaturas me rasparon 7 y la única aprobada apenas alcanzó la mínima nota de 10 para ese fin, por cierto Historia Universal.

Era yo el único muchacho de mis barrio, el "Río Viejo" y , que, como suelo decir, "queda en el del camino hacia Las Palomas", por ser este uno de mayor número de habitantes y recursos, tanto que queda entre la desembocadura del río Manzanares y la playa de Castillito, que había alcanzado la fama y honor de entrar aquella prestigiosa institución escolar. Quería, como mi padre, ser abogado.

A temprana hora de la noche del día cuando se celebró el consejo de sección respectivo, para dictaminar de manera definitiva sobre los resultados de la evaluación, como acostumbraba desde algún tiempo atrás, me dirigía hacia el billar de Domingo Ramírez, ubicado detrás de la catedral, cuando se me atravesó "la virgen". Ella vivía en una casa que estaba justamente al frente del billar. Quizás, venía de la iglesia misma, pues le quedaba cerca y sé que era muy devota.

Aquella virgen, ya solterona, la llamo así por la edad que entonces había alcanzado, pese su belleza física, espiritual y formación intelectual, era la profesora Zenaida Varela, docente al servicio del instituto donde yo había entrado como un polizón y era su alumno en historia Universal. Por cierto, tuve la fortuna de, pasados los años, entrando ya ella en la ancianidad, de hallármela en el funeral de mi prima Noema Fuentes Serrano y poder volver a hablarle y agradecerle lo que de seguidas contaré y además, por haberme preguntado, decirle, "soy profesor de historia y lo soy, por lo mucho que usted dejó en mí".

La virgen que, como dije, salió detrás de un grueso árbol, se me atravesó en el camino y se paró frente a mí.

"¿Para dónde vas tú?" "Vas ahora, como siempre a pasar la noche en ese antro? ¿Sabes bien cómo saliste en este, tu primer mes de evaluación?"

Me informó en detalle acerca de mis notas y de lo que de mí se dijo en aquella reunión docente. Y luego continuó:

"¿Sabes una vaina? Tú no eres hijo de ningún pendejo de este pueblo. Ese liceo está lleno de muchachos hijos de gente que tiene real y pocos méritos. Tú y yo, como todo el mundo en esta ciudad, sabemos quién fue tu padre. Y por él, tú tienes un enorme compromiso. No puedes, estando en ese liceo, hacerle avergonzarse en su tumba. Sentí un dolor enorme por lo que allí se dijo del hijo de Paco Damas Blanco y la propia evaluación que yo de ti hice".

Siguió hablando, mientras yo me mantenía inalterable con la cabeza abajo, paralizado todo, salvo del poder escuchar y sentir como aquellas palabras inundaban mi cuerpo y alma toda.

A partir de ese momento comencé a ser una persona absolutamente diferente y eso influyó radicalmente en mi posterior rendimiento estudiantil y en lo que he sido a lo largo de la vida.

Sabía que papá tenía fama de ser un excelente orador, tanto que, dentro de lo logia masónica a la cual perteneció, ganó más de un concurso nacional de oratoria y que sus poemas los escribía en papeles de estraza, ese de envolver en las bodegas y los regalaba y dejaba en cualquier parte. También escribió en muchos medios y dirigió unos cuantos, de los cuales ahora apenas comienzo a saber los nombres, porque se está produciendo un milagro. Es bueno recordar además que, en los tiempos de mi padre, la logia masónica estaba llena de poetas, narradores, en general, de intelectuales.

Arévalo José Patiño, quien se graduó de maestro en la escuela normal de Cumaná y luego se graduó en la UCV y terminó siendo profesor de la ULA, todos los sábados, siendo yo un niño, declamaba poemas de mi padre en la Radio Sucre, la única emisora de la ciudad. Seis o siete poemas en cada programa. Años más tarde, muchos quizás, en dos, de las tantas oportunidades que estuve en Mérida, traté inútilmente de contactar a Patiño para saludarle y hablarle de este asunto y no fue posible. Un amigo suyo y primo mío, que sirvió de intermediario para lograr esa entrevista, terminó diciéndome, "primo, no sé por qué, pero Arévalo, te está evadiendo".

Y supe que mi padre, escribió abundantemente en el periódico cumanés, "El Renacimiento", dirigido y editado por Juan José Acuña.

Cuando tomé conciencia del valor y significado de mi padre y empecé a madurar la idea de buscar donde fuese para rescatar su trabajo creativo, se me atravesaron en el camino muchos obstáculos. Primero la pobreza material, luego el haberme involucrado en la lucha clandestina durante los gobiernos de Betancourt y Leoni. Tuve que terminar mis estudios casi tardíamente por aquellos avatares; luego lo exigente del trabajo docente, pues estuve obligado a trabajar hasta 50 horas semanales para poder cumplir mis obligaciones. Sin dejar a un lado que me convertí en esposo y padre de dos niñas. Al fin, sin abandonar aquella idea, llegado a la jubilación, a una avanzada edad, pero en condiciones físicas e intelectuales para llevar a cabo mi tarea, sobrevino lo que ahora vivimos que frustró mis propósitos. Para esos fines, además de tiempo y voluntad, necesitaba recursos, como irme a Cumaná por largos períodos a jorungar donde fuese menester.

Intente por varios medios y personas, aprovechando las redes, de hallar algo. En esos días hallé un libro de la Editorial del Caribe titulado "Cien + 20 poetas orientales" del "Fondo Editorial del Caribe". Allí, en la sección correspondiente al Estado Sucre, aparecen poetas posteriores a mi padre, pero él no. Mi padre nació a finales del siglo XIX. Aquellos tuvieron una vida distinta, familia, recursos y amigos que de su obra literaria conservaron y hasta tuvieron la suerte de ser editados.

Logré conseguir el correo electrónico de quien se encargó de la recopilación respectiva al Estado Sucre y le envié un mensaje donde le informé lo que sabía de mi padre y le pregunté sobre algún indicio que tuviese sobre él. Lamentablemente, el personaje, de quien dicen es un poeta, me respondió como un necio y hasta intentando burlarse de mí y hasta de mi padre; y actuó así porque no hizo investigación alguna, sino simplemente se limitó a recopilar lo que había sido editado en libros, no mucho tiempo atrás. Si supiera lo que ahora de él pienso.

Por ejemplo, en ese libro que he mencionado, aparece el buen poeta que fue Julio Zerpa. A quien tuve la fortuna de conocer y ser amigo de sus hijos. Se trata de un poeta posterior a mi padre, que cuando estaba escribiendo sus poemas, ya mi padre había muerto. Tengo en mi biblioteca un libro de poemas suyos, editado con anterioridad al del Fondo Editorial del Caribe.

Yo había conseguido, en la prestigiosa y rica biblioteca del Dr. Víctor Manuel Ovalles, uno de los fundadores de la escuela de Farmacia de la UCV y abuelo de los poetas Caupolicán y Lautaro Ovalles, mis amigos, un largo folleto de mi padre donde trataba un tema literario. En los avatares de la lucha clandestina, una mañana, estando en una residencia de estudiantes de la Universidad de Carabobo, en Valencia, la Digepol, aquel espacio allanó. Yo, intentando deshacerme de lo que pudiera denunciarme, lancé a un cesto de basura un montón de papeles y con ellos aquel folleto y el original de la primera novela que había escrito. Nos detuvieron a unos 10 jóvenes unos tres meses.

Pocos días atrás, quizás un mes, escribí un artículo que coloqué en Aporrea dirigido a alguien que aspira a ser cronista de Cumaná, en el cual le solicité, de llegar a esa posición, rescatase el archivo del diario "El Renacimiento", lo que yo pudiera aprovechar para buscar a mi padre. La respuesta que recibí, todavía no logro entenderla, pese la he leído varias veces. Antes le escribí por lo menos en dos oportunidades, al cronista de Cumana Dr. Ramón Badaracco, planteándole el mismo asunto. Por lo menos este, hermano de quien fuese un buen amigo nuestro, tuvo la decencia de no responderme nunca.

Pero "Dios aprieta, pero no ahoga" y de buena gente está lleno el mundo y lo que vale, la verdad, pese las maledicencias y las malas voluntades, sale a flote.

Pocos días atrás, un buen samaritano, habitante de Cumaná, Rommel Contreras, investigador, de quien nada sabía antes, por haber leído mi trabajo y reclamo en Aporrea al aspirante a cronista de Cumaná, me sorprendió dos veces seguidas. En la primera de ellas me envió la fotografía de un viejo diario cumanés "EL Agramante", de 1908, dirigido por mi padre y en el cual hay un largo trabajo suyo titulado "el parto de los montes", que quien lo lea percibirá la enorme cultura de su autor.

En la segunda oportunidad, quien desde ya se ha convertido en gran amigo, aunque creo lo ha sido desde siempre, sin que lo supiésemos, dados los motivos que en ambos anidan, me sorprendió enviándome dos sonetos, escritos por mi padre, en 1924. De los cuales, el cronista de Cumaná, Ramón Badaracco, sabía y no tuvo la generosidad de hacérmelo saber. Aunque debo agradecerle que, cuando los hizo conocer, en una publicación llamada "Sucre", con motivo del bicentenario de la batalla de Ayacucho, en el año 2016, dijo: "SUCRE" abre sus páginas, emocionado, recogiendo lo mejor del desarrollo de los acontecimientos. En la primera página publica dos sonetos que envidiaría el gran Rubén*, con la firma de Paco Damas Blanco.

*Por supuesto que "el gran Rubén", es Rubén Darío. Eso lo escribió Badaracco, no yo.

He aquí los dos sonetos de mi bello e inolvidable padre, aquel ser humano que me sentaba en sus piernas y me narraba las "hazañas" de Don Quijote de la Mancha.

SUCRE

La virtud en su frente reverbera

Y el amor a la patria en su memoria…

En los rojos eriales de la historia

Es un blanco jazmín de primavera.

De tal suerte Bolívar le venera

Que deponiendo su ambición de gloria

Con el comparte la final victoria

De Ayacucho al confiarle la bandera.


Más el guerrero, por sus altos dones

No aspirando acopiar tantos blasones

En la sangrienta y dolorosa vía

De la bandera en el azul celaje

Solo recoge el férvido homenaje

De siete estrellas que el Creador le envía.

 

BERMUDEZ


Al General R. Reyes Gordón.


Cíclope o desertor de extraño mundo…

Nos refiere la épica leyenda,

Que aún bajo el fuego de infernal contienda

Su acero es rayo de esplendor fecundo.

Caracas contemplole, furibundo,

Cuando al huir de su guerrera tienda,

¡Recibe en la derrota rara ofrenda!...

De extraña dama de "aguijón inmundo".


Tan rara ofrenda al paladín irrita,

Y del palacio do dama habita

Con su espada inmortal cifra la puerta,

Y al volver grupa a la contraria gente,

Arrogante y sublime aquel valiente,

Exclama con honor: ¡Para la vuelta!



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Ver Historial completo ... Blog Laberintos de Cumaná


martes, 14 de marzo de 2023

El Golfo Triste

por: Rommel J. Contreras G. / rommeljose@gmail.com / Cumaná - marzo de 2023.
[Serie: 𝓔𝓵 𝓣𝓻𝓪𝓼𝓹𝓪í𝓼 𝓭𝓮 𝓞𝓻𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮; 𝓕𝓪𝓬𝓱𝓪𝓭𝓪 𝓐𝓽𝓵𝓪𝓷𝓽𝓲𝓬𝓪 𝓭𝓮 𝓥𝓮𝓷𝓮𝔃𝓾𝓮𝓵𝓪]. 

sábado, 25 de febrero de 2023

miércoles, 22 de febrero de 2023

CONFLICTOS EN LA HISTORIA DE CUMANÁ

Cumaná ha sido una ciudad con una significativa participación en los más importantes momentos históricos de nuestro país. Ha estado, por tanto, comprometida en todas las contingencias históricas que han conmovido nuestra historia. Su propia historia está llena de confrontaciones y acontecimientos bélicos que desde su establecimiento y en los avatares de su desarrollo configuran su perfil socio-político.

Exposición del Prof. Gilberto López para el II Congreso de Geo-historia y Cultura Sucrense, realizado en Cumaná los días 3 y 4 de abril de 2014.

Las luchas indígenas

La codicia de los europeos y la belicosidad de los indios fueron los motores de la conquista y colonización de las tierras entonces llamadas Indias.

Los europeos en el marco del comercio capitalista en expansión buscaban nuevas rutas para la obtención y comercialización de las mercancías del lejano oriente. Al encontrarse inesperadamente con nuevas tierras, que en principio creyeron eran las Indias orientales, obviamente en lo que inmediatamente pensaron fue en las riquezas y en su obtención a toda costa. La búsqueda de riquezas minerales motivaron su rápido andar por las costas e islas, y en ese afán pronto se dieron cuenta que estaban ante nuevas tierras, a las que fueron paulatinamente penetrando al tocar la tierra firme, de modo que en cincuenta años ya habían recorrido todo el continente.

En el descubrimiento de las costas orientales de la tierra firme y su inmediato recorrido, las perlas fue lo primero que encontraron, en el Paraíso, como quisieron entreverla; hecho que motivó su codicia y los movió a indagar sobre dónde buscarlas y cómo obtenerlas.

De modo que el recorrido exploratorio de costas y mares por la tierra firme fue encaminado inicialmente a la ubicación de placeres perlíferos. Fueron correrías a lo largo de la costa para la búsqueda, la búsqueda de riquezas, no para la fundación de pueblos y ciudades. Pronto comenzaron lo que los españoles llamaron las entradas, el ranchear o rescate, que era el saqueo o pillaje de pueblos, y la defensa de estos por parte de sus habitantes, los indios.

De 1498 a 1513, para atenernos sólo a las cifras oficiales, se suceden las expediciones para ubicar los placeres perlíferos y obtener perlas, y echar las bases para la penetración sucesiva hacia la tierra firme.

Desde luego con la aventura y búsqueda de riquezas iba también el establecimiento de sitios apropiados para la pernocta, en el ir y venir; y habiendo un río, segura fuente de agua, cuya desembocadura era una invitación a recorrerlo, obviamente no es de dudar los primeros exploradores de mar y costa pensaran en establecer un pueblo en sus orillas, como lo señalaba la tradición europea.

Intentos necesariamente hubo de haberlos en el largo período de esos primeros 15 años; pero la codicia de los españoles buscando riquezas empeñosamente, y la belicosidad de los indios defendiendo su heredad, se interpusieron con la consecuencia de siempre: la destrucción inmediata de lo establecido. En efecto, desde temprano hubo intentos para la creación de un centro poblado en las riberas del Manzanares; y comenzó de inmediato el difícil proceso de dominación y conquista del territorio, dada la ferocidad de sus habitantes autóctonos como respuesta a la codicia y maltrato del europeo; las luchas eran incansables y siempre el mismo resultado, se levantaba una aldea o pueblo y pronto su destrucción.

La violencia instaurada con el uso de las armas disponibles por ambas partes sembró la suspicacia, el engaño, la desconfianza, el temor, el miedo, el odio, el rencor entre las partes en contienda; y para lograr el objetivo de una fundación con éxito, después de sucesivos fracasos se pensó en la actuación del religioso, para con métodos más benignos penetrar y asentarse en las nuevas tierras. Así empezaron a conformarse los pueblos misioneros, pueblos de doctrina, no exentos, desde luego, en los primeros tiempos de su destrucción, por lo que en las primeras aldeas para subsistir se recurriera también, junto al convento, a la construcción del castillo o fortaleza.

Por eso no debe sorprender la tardía fundación de Cumaná, para 1515, como se ha determinado ahora, como un centro de apostolado, cuando ya desde 1499 los españoles se movían por sus costas, y que todavía en 1569, con Fernández de Serpa se estuviera edificando la ciudad, después de los intentos de misioneros dominicos, franciscanos, de Bartolomé de Las Casas, y de Gonzalo de Ocampo y de Jácome Castellón. Agua Santas, Nueva Toledo, Nueva Córdoba, Santa Inés de Cumaná recuerdan esos primeros intentos, donde indios y misioneros lucharon arduamente, para que a la postre surgiera una ciudad.

No existe un acta de fundación, ni se inició como procedían los castellanos al hacer sus fundaciones: plantar el rollo, delimitar y repartir solares, designar los lugares para la vida normal, iglesia, ayuntamiento, plaza mayor, convento, cárcel, otorgar un nombre castellano que ha de perdurar, y dejar constancia en un Acta de lo hecho. Pero eso no obsta para que sobre la marcha y en contra de obstáculos de todo tipo, Cumaná surja como tal ciudad, y a la par de ella otras tantas ciudades con orígenes similares.

Con la aparición de la aldea o poblado, apareció también el reparto y la encomienda; el reparto de tierra para su explotación por el blanco español, y la encomienda, distribución de indios al encomendero para su catequización y enseñanza. Con el reparto y la encomienda se rompe el orden comunal primitivo del indio, y se echan las bases para el surgimiento del latifundio, bajo el dominio del hombre fuerte y el surgimiento de una sociedad dividida en castas y clases. Son procesos conducidos por la violencia, que apuntalan un escenario de violencias donde en el transcurso del tiempo confluyen el indio, el español y el negro: tres etnias que no permanecieron ajenas entre sí, sino que en una abierta relación, acompañada por la violencia se intercambiaron profundamente sexo y habla, carne y sangre, supersticiones y creencias, ideas y concepciones, costumbres y usos para dar lugar a una nueva realidad de mestizaje biológico y cultural, que es la expresión de un nuevo tipo humano, al que se refirió Bolívar poéticamente en su singular Discurso de Angostura:”…no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles”. Bajo el signo de la violencia se impuso la colonización y conquista, y sobre ella se fundamentó el régimen colonial, como un complejo de castas y clases.

LAS LUCHAS COLONIALES

El régimen colonial se levantó sobre la posesión de la tierra por una minoría, y la explotación de las masas de indios, encomendados, en servidumbre hasta casi su extinción, y la mano de obra africana en condición de esclavo, para la explotación minera, y luego agrícola en el régimen de plantaciones que a partir de la primera mitad del siglo XVIII desplaza al régimen de encomienda.

El ámbito de la colonia venezolana fue un escenario de lucha constante y abierta entre castas y clases que configuraban el complejo orden social. Esclavos, indios, pardos, mulatos, siempre se insurreccionaron contra el opresivo y represivo régimen impuesto por los blancos españoles. Insurrecciones ocurrieron en todas las épocas en el territorio de las distintas provincias. Rebeliones de indios, de negros eran comunes, en constante lucha con su explotador, y de tiempo en tiempo la fuga para escaparse de la explotación, ocurría con la consecuente persecución del fugado y su riguroso castigo al ser recuperado. No faltaban las ocasionales visitas de piratas, que se movían incansables por el mar caribe, con sus secuelas de violencia.

Cumaná, como ciudad y como cabeza de Provincia o de Gobernación no estuvo exenta a este cuadro de violencia colonial. Asiento de importantes familias españolas de prosapia colonial, la ciudad fundamentaba su economía en la explotación pesquera, con mano de obra guaiquerí, y la explotación agrícola y pecuaria, con población esclava y mestiza, cuyos renglones de explotación lo constituían el añil, el algodón, el azúcar, el cacao, coco y copra, y los cueros, y el pescado salado. Cuando Humboldt visita la ciudad en 1799, le llama la atención el mercado esclavista en la Plaza de Cumaná, aunque no lo considera de mucha importancia. Dice Humboldt: “Por viva que fuera la impresión que nos hizo la primera venta de negros en Cumaná, más nos felicitamos de permanecer en una nación y en un continente donde este espectáculo es rarísimo y donde el número de esclavos es en general poco considerable. No excedía este número en 1800, de seis mil en las dos provincias de Cumaná y Barcelona, en la misma época en que se evaluaba la población entera en ciento diez mil habitantes”.

La lucha por la independencia

El orden colonial, sin embargo, iba a tener en su propio seno la fuerza emergente para su destrucción: los mantuanos oligarcas. Desarrollados sus intereses en controversia con los españoles peninsulares, factores fundamentales de la dominación colonial, aspiraban los blancos criollos al control político, que asegurara la posibilidad de ocupar las altas posiciones políticas que les eran negadas por el régimen español, y mantener así las condiciones de sectores sociales aventajados que hasta ese momento habían usufructuado; pero también otros sectores aspiraban la implantación de un régimen republicano basado en “la igualdad natural de todos los habitantes, la abolición de la esclavitud, el reparto de tierras entre los indios, la abolición del tributo indígena, la libertad de comercio y de cultivos, la supresión de los derechos de composición y alcabala”. Estos fueron los postulados que guiaron la conspiración de Gual y España en 1797, debelada y cruelmente sofocada por la propia oligarquía tradicional, con el Marqués de Casa León a la cabeza, que veía en este movimiento la encarnación de un nuevo orden que era el que precisamente ellos no aspiraban. Aspiraba esta oligarquía tradicional el poder político –su independencia de la Corona española- pero usufructuando su “poderío señorial” y privilegios oligárquicos acumulados en un régimen de explotación esclavista y servil que debía permanecer.

Celosa de su autonomía provincial, y con su estricto orden social colonial fundamentado en su devenir histórico, Cumaná acude solícita al llamado de la Provincia de Caracas, cabeza de la Capitanía General de Venezuela para la cita de la independencia; al igual que las otras provincias, sus intereses giraban en la supresión de las trabas que impuestas por el viejo orden colonial obstaculizaban el logro de sus conveniencias políticas, en lucha ya los blancos criollos con los blancos peninsulares. Cumaná se aprestaba para la larga lucha, en la que se manifestó todo género de violencias para alcanzar la independencia de España.

Como una antigua ciudad y como cabeza de una importante provincia por sus recursos y situación geográfica, Cumaná ocupa una señalada posición en el ámbito colonial, y en consideración de ella y su tradición de pueblo reconocido por sus logros y alcances se siente en la obligación de responder el llamado, pero imponiendo sus propias condiciones para su participación. Sus representantes Mariano de la Cova, Francisco Javier de Mayz, José Gabriel de Alcalá y Juan Bermúdez abogaron por el federalismo en las discusiones que se plantearon al respecto.

Al igual que las otras provincias, pronto empieza Cumaná a sufrir los rigores de la guerra. La devastación se hizo manifiesta con la destrucción de haciendas y conucos, con la consecuente pérdida de vastos sectores de producción, y el desmembramiento y dispersión de importantes familias, por la muerte y persecución de muchos de sus miembros. La penuria, la escasez, las enfermedades y las tribulaciones propias de la ruptura del orden constituido con la pérdida de la paz y tranquilidad fue la consecuencia inmediata tanto para los que huyeron hacia las vecinas islas caribeñas como los que permanecieron, experimentado en carne propia las iniquidades de la guerra. La máxima expresión de la violencia en tierras orientales fue el paso sangriento por ellas de Boves, y la acción de sus lugartenientes inmediatos.

Finalizada la guerra independentista, y las luchas y controversias ocasionadas por los caudillos por sus desavenencias por las vinculaciones a seguir ante el orden grancolombiano propuesto por Bolívar, muerto éste, y disuelta la Gran Colombia, en 1830 comenzaba el proceso de construir la autonomía republicana. Naturalmente en ese proceso iban ocupar lugar preponderante los caudillos que emergieron de la larga lucha independentista y que ahora aspiraban a disfrutar las mismas prerrogativas que caracterizaron al régimen social de la Colonia. La desigualdad social, la explotación y propiedad en beneficio de las clases dominantes fueron elementos consagrados en la Carta Fundamental de 1830, prácticamente sin modificación alguna. Las condiciones materiales prevalecieron: el estancamiento económico y su consecuente penuria siguieron a la orden del día, y la inestabilidad social – a través de la violencia- caracterizó a la República.

El poder político pasó a manos abiertas de los propietarios tradicionales, configurándose así el sector social históricamente conocido como la Oligarquía Conservadora. A este sector van a entrar los caudillos independentistas, convertidos ahora en terratenientes en virtud de la entrega de baldíos en recompensa a sus servicios prestados en la gesta emancipadora, a través de los llamados “haberes militares”. Se configura ahora una sociedad algo abierta, donde el poder político se basaba en la posesión de propiedad territorial, y las altas posiciones militares ganadas en los campos de batallas se convirtieron en vía expedita para el “ascenso social”. Así se explica que los ideales de estos caudillos se identificaran pronto con los de las clases dominantes.

A pesar de las luchas, la dominación impuesta en un cuadro que, sin embargo, reproducía el viejo esquema colonial, quedó en la población general el ideal de la independencia y de la igualdad, que esgrimido siempre será el detonante para roces y controversias entre gentes no contentas con el nuevo orden y víctimas de los viejos procedimientos aún imperantes en el orden sociopolítico que se imponía. Como recuerda Vallenilla Lanz, en su obra Disgregación e Integración, (p. 95), blancos peninsulares y criollos construyeron la república sobre las bases legislativas colonial, de modo que las Leyes de Indias, Las leyes de Partidas, la Novísima Recopilación, las Ordenanzas de Bilbao, las Reales Cédulas constituyeron el nuevo derecho privado y administrativo de la república establecida.

En la época post independentista, por el interés de los sobrevivientes de las viejas clases terratenientes, que basados en las viejas leyes imperantes reclamaron sus propiedades y en el interés de los caudillos militares ahora incorporados al nuevo esquema y en la búsqueda de su propio usufructo, continuaron abiertamente las luchas de esclavos y campesinos, manumisos y hombres libres contra el viejo cuadro opresivo político económico de base colonial que imperaba

Ciertamente, esclavos y pardos, que habían participado en la guerra de independencia, en busca de su libertad, ofrecida por los decretos bolivarianos de 1813, y 1816 regresaron después de la lucha a su condición de esclavos, pues sus antiguos dueños al regresar a establecer el antiguo régimen, fundamentado en las viejas leyes, que persistieron a pesar de todo lo nuevo que se quería, reclamaron sus propiedades materiales y de hombres, sin considerar en éstos sus grados y haberes militares obtenidos por los decretos del Libertador, y se los restituyeron basados los tribunales en las viejas y todavía vigentes leyes coloniales. Después de la larga y sangrienta lucha por la independencia, el cuadro económico social de la Colonia siguió incólume. Y el hombre atado a la tierra en condición de peonaje, mano de obra enfeudada, bajo el dominio de los propietarios terratenientes y burgueses usureros siguió imperturbablemente, hasta que la llegada de la economía petrolera desquició el viejo régimen agrícola colonial.

Al respecto, Vallenilla Lanz asienta: “Los constituyentes del año 19 en Angostura, los del 21 en el Rosario de Cúcuta; los del 30 y los del 58 en Valencia; los del 64 en Caracas… creyeron sinceramente que habían fundado una obra sólida y estable sobre las ruinas del pasado y convertido en abono fecundo la sangre derramada. No vieron, no quisieron ver jamás, que la influencia de las instituciones políticas es siempre nula, cuando ellas no se adaptan al estado social, y que los principios políticos son puras abstracciones, cuando las leyes que deben servirles de medios de aplicación, no corresponden al sistema establecido” (ídem). Y recalca Vallenilla, que el régimen político del año 30 conservó la ley de manumisión en iguales o peores condiciones que la Gran República, y en todo su vigor, la legislación civil y administrativa de la Colonia, “monopolista y absolutista por esencia (ídem.). También señala, que, en 1864, los constituyentes de la Federación sancionaron el más bello de cuantos códigos ha podido concebir el idealismo político, pero un Decreto inconsulto del caudillo vencedor hizo retroceder el país después de cincuenta años de Independencia y República, al régimen civil de la Colonia. (idem).

Y fundamentado en las viejas leyes y con el apoyo de los tribunales fue una verdadera persecución la emprendida por los dueños terratenientes contra todos los que tenían cuenta pendiente. “Y como los miserables –anota Vallenilla-, los proscritos de los goces sociales, los adeudados por el alto interés del capital y arruinados y perseguidos por las leyes de crédito, los militares desposeídos del fuero y sin pensión de retiro, los llaneros habituados al abigeato y castigados ahora con la pena de azotes, los esclavos y manumisos que habían saboreado el goce de la libertad y hasta conquistado grado y honores en la guerra, perseguidos por sus amos con el apoyo de las autoridades; todos esos grupos sociales para quienes la vida era un tormento, y cuyos cerebros eran incapaces de concebir las verdaderas causa de aquel “profundo malestar social” tenían que ver con odio a los hombres del Gobierno y considerar como “redentores” a quienes les hacían promesa de bienestar.”

En el seno de este profundo malestar social, bajo la acción hegemónica de caudillos, que fundamentados en su poder regional, imponían su férula para el manejo del país como hacienda propia, se fue incubando el descontento que desembocaría en las luchas campesinas de 1846, y posteriormente en la Guerra Federal o Guerra Larga. La acción política desmedida en el ejercicio del mando por parte de un caudillo conllevaba a la acción conjunta de otros, para la búsqueda de su desplazamiento, y que fue el fermento para nuestras guerras civiles y distintos enfrentamientos con hondas repercusiones en las regiones, las cuales dejaron sentir su acción con mayor grado en la vasta hecatombe que fue la Guerra Federal.

La Federación

La Federación es el resultado inevitable de la pugna caudillesca en torno a la organización política del país según las concepciones de centralismo o federación, que desde los días aurorales de la independencia dejaron sentir sus improntas en el debate político. El máximo caudillo de este vasto movimiento fue sin duda Ezequiel Zamora. Las banderas esgrimidas en esta Revolución eran: liquidación del latifundio y transformación del régimen de propiedad territorial existente, igualdad entre los hombres; reparto de tierras entre los campesinos; abolición de los privilegios de clases. Es común afirmar que la muerte repentina de Zamora cambió el curso de los acontecimientos que él esperaba condujeran a un nuevo orden económico-social. Continuaron las operaciones militares dirigidas ahora por Falcón, y mientras la crisis se mantenía y decaía el régimen de Páez, la tregua era negociada por Guzmán Blanco en condiciones que no eran favorables para los postulados de la Federación y que condujo al Convenio de Coche de abril de 1863, con el cual finalizaban las operaciones militares de la Federación.

En la Convención Nacional de Valencia, instalada el 5 de julio de 1858, prolegómeno del proceso de la Guerra Larga, la voz cantante por Cumaná la representan Estanislao Rendón y José Silverio González, ambos federalistas convencidos y destacados oradores; después de clausurada sus sesiones, estalla la guerra federal, el 20 de febrero de 1859. En la parte militar, en las acciones regionales desarrolladas por pueblos y aldeas, sobresalieron José Eusebio y Saturo Acosta, carupaneros, y Pedro Elías Rojas, Cumanés. Fueron muchas las acciones militares realizadas, donde pueblos y ciudades sufrieron el rigor de los combates, al ser tomados o abandonados por las fuerzas federales o por las gubernamentales, dejando los contendientes testimonios de valor y bravura en toda la larga y violenta contienda.

Finalizada la guerra federal, el mayor beneficiario Antonio Guzmán Blanco comienza su hegemónico proceso gubernamental, que bajo el cognomento de “autócrata civilizador” lo proyecta en nuestra historia como realizador de una significativa obra de reconstrucción sociopolítica. Con los altibajos propios de una larga acción gubernamental conduce al país en sus períodos conocidos como el septenio, quinquenio, y la aclamación, y apoyando el gobierno de hombres de su confianza en lo que se llamó el guzmancismo, y ya en su decadencia, sustituido este por el surgimiento de otro poderoso proceso político que configuró lo que se llamó la hegemonía andina, con Castro y Gómez a la cabeza, con lo que se cierra el ciclo histórico de las luchas caudillistas, ante el avance de la figura omnímoda de Juan Vicente Gómez, y se configura el gomecismo, con lo que ya en el siglo XX Venezuela entra en la contemporaneidad de la época petrolera.

La Época Contemporánea: Las luchas antigomecistas

El aparecimiento del petróleo y su explotación por compañías extranjeras señalan la impronta del capitalismo en el país, con lo que se comienza una época donde el descontento con el régimen es la nota dominante, y el inicio de las luchas contra Gómez. Con mano dura Gómez ahoga las protestas. La cárcel, el exilio, el asesinato son los procedimientos que el gobierno aplica a sus detractores y opositores.

En Sucre, y su capital, Cumaná, las luchas antigomecistas no se hacen esperar, y durante todo el período gomecista la efervescencia política se manifestó con luchas desiguales, ante la terrible opresión y represión ejercida por el gobierno.


No fue Cumaná ni la región sucrense ajena al sentir de otras regiones venezolanas. Sus luchas históricas y tradicionales, su proceso económico de tierra agrícola y pesquera, el morbo de la política siempre presente en sus habitantes hicieron obligante su presencia en la corriente de acontecimientos que iban conformando los comienzos de nuestra contemporaneidad.

En su obra “Gómez en Sucre”, el historiador José Ramírez Medina ofrece los pormenores de la oposición a Gómez en tierras del Gran Mariscal. Recoge sistemáticamente los hechos fundamentales de esa oposición, donde hacendados y labriegos, artesanos y obreros, comerciantes y pescadores, generales y caudillos, intelectuales y doctores, preocupados del devenir de Venezuela, al igual que en otras regiones hicieron sentir su descontento y sufrieron los rigores del régimen y muchos pagaron con la muerte su osadía.

La expresión del descontento se manifestó en muchos hechos, que a veces apenas fueron percibidos, pero que quedaron en la memoria de los pueblos: el alzamiento de poco alcance del pequeño hacendado, inscrito en la tradición de nuestros caudillos, el obrero que aspiraba a la organización sindical y balbuceaba sus luchas representadas en las primeras huelgas con profundos visos políticos, las iniciales protestas estudiantiles que presagiaban toda una poderosa corriente de acción para la política venezolana contemporánea, el comerciante, que manifestaba su desacuerdo ante las trabas gubernamentales que afectaban el normal desenvolvimiento de su actividad comercial. Fueron acontecimientos de índole y alcance regional, pero tramados a la gran corriente de oposición al último gran caudillo militar y político de nuestra historia.

Pero al lado de estos significativos acontecimientos, se inscribe el gran acontecimiento de la invasión armada del Falke, por Cumaná, el 11 de agosto de 1929, acción protagonizada por el general Román Delgado Chalbaud, y que enfrentada por las tropas gubernamentales, al mando del general Emilio Fernández, Presidente del Estado, escenificaron en los alrededores del Puente Guzmán Blanco, final de la calle larga, de Cumaná, una sangrienta confrontación en la que perdieron la vida los dos comandantes de las fuerzas en lucha. Hecho ampliamente historiado, con él termina la más significativa acción bélica contra el gobierno de Gómez, y comienza éste un relativo tranquilo proceso gubernamental, sin desaparecer, desde luego, la oposición a su gobierno, y su respectiva represión, hasta su reposada muerte en su lecho de enfermo, el 17 de diciembre de 1935.

La Presencia de los Partidos Políticos Contemporáneos

Tras la muerte de Gómez comienza un profundo proceso sociopolítico sobre la base de la participación política de las masas, organizadas en partidos políticos. Estas modernas agrupaciones condujeron una acción política de alcance nacional con la participación de las masas en su condición de militantes y simpatizantes de tales organizaciones. Su acción con carácter hegemónico condujo a la conformación histórica del Partidismo, donde el partido político permeaba todo el entero cuerpo social y la dinámica colectiva de la vida nacional.

Por su alcance a lo largo y ancho del territorio y por el volumen de sus militantes y simpatizantes, el histórico partido Acción Democrática llegó a capitalizar la actividad política como el principal y poderoso instrumento que fundamentaba su acción en una férrea y cabal organización, cuya acción se hacía sentir al través del todo social, con un poderoso movimiento de masas, dentro del esquema de la democracia representativa.

En el transcurso del tiempo, al igual que otras regiones y ciudades, Cumaná llegó a ser singular bastión del partido Acción Democrática, con la particularidad de que su histórica rivalidad con Carúpano, hizo que el poderío del partido en la región lo llevara a establecer dos Comités Ejecutivo Seccional, uno en Carúpano, y el otro en Cumaná; único Estado del país con tal particularidad, y fiel expresión de la hegemonía ejercida por el partido en la región, en el largo período de su dominación.

El desgaste de la larga acción omnímoda de los partidos dominantes, donde hizo su nefasta presencia en el ejercicio del poder procedimientos reñidos con la moral y honradez, caracterizados por la corrupción y el manejo manirroto de los fondos públicos, condujo al descontento de sus huestes y al debilitamiento de sus fuerzas políticas dando al traste con el llamado régimen de la democracia representativa, y abriendo paso a otras posibilidades para el país.

En Cumaná, y Sucre, el descontento expresado por vía electoral, llevó a la elección del dirigente masista Ramón Martínez, como gobernador en 1992, ocasionando fuertes fricciones en el ambiente político ante la negativa de la cúpula dirigente de Acción Democrática a la entrega del poder regional al nuevo gobernador. A pesar de ser avalada la elección por la Junta Electoral, la confrontación generó una explosiva situación en la ciudad en la segunda semana de enero de 1993, pero que afortunadamente no condujo a lamentables acciones bélicas. Y el proceso de la democracia representativa continuó su desgaste hasta la victoria electoral en 1999, de Hugo Chávez Fría, líder del fallido golpe de estado del 4 de febrero de 1992. Con lo que se da inicio al proceso de la Revolución Bolivariana, hoy en marcha.

Cumaná, ahora identificada mayormente con el proceso revolucionario bolivariano, al igual que todo el país está sumida en los pormenores planteados por la controversia de chavismo y antichavismo, de cuya evolución y desenlace no podemos aventurar sino conjeturas. Con el tiempo se irán configurando nuevos acontecimientos y se incorporarán según su suceder, para conformar el proceso histórico venidero.

Artículo del Prof. Gilberto López 💚
Que en vida fuese Vice Presidente de la 
Academia de la Geo Historia del Estado Sucre

(con citas y comentarios)

martes, 29 de noviembre de 2022

Cumaná: En Prospectiva Geo Histórica, siglos XVI al XVIII

Audio e imágenes de la 𝐂𝐨𝐧𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 "Cumana en Prospectiva Geo Histórica: Siglos XVI al XVIII" 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐂á𝐦𝐚𝐫𝐚 𝐌𝐮𝐧𝐢𝐜𝐢𝐩𝐚𝐥 del municipio Sucre, en homenaje a los 507 años de la 𝐂𝐢𝐮𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐂𝐮𝐦𝐚𝐧á (parte I y II de III).


Parte I           Parte II        Parte III



domingo, 27 de noviembre de 2022

Glosa a LA CIUDAD DE ORO de Ramón Badaracco.

(este escrito es del 2013 … y estaba guardado por allí en mi computadora. Con todo respeto lo traigo para conmemorar el día supuesto de Cumaná y mi amistad con Ramón Badaracco./ Cumaná 27-11-2022)
 

Badaracco: El puerto histórico de Cumaná toca la leyenda por su antigüedad, es la historia del nauta que cuenta Bartolomé de Las Casas en 1521, y repite Juan Manzano Manzano, en 1972. Es el puerto de que hablan Ángelo Trevisan y López de Gómara, en 1494, y todos los cronistas de indias y expedicionarios que siguen la ruta de Colón. Cumaná es leyenda e historia, es el lugar sagrado de los primeros mártires cristianos, y tal vez de la primera misa.

Rommel: A finales de 1513 o principios de 1514, dos frailes dominicos: Fray Francisco de Córdoba y Fray Juan Garceto, fueron martirizados en la costa de Cumaná abajo; todos entendemos al leer también a Pedro de Cordoba que se trata de Santa Fe. Ese primer martirio no sucedió en la misión Franciscana de la boca del Río Cumaná. Bartolomé de las Casas bien lo reseña; no sé cuáles razones o documentos tiene R.B. para mover los hechos hasta Cumaná. Y si el martirio fue en Santa Fe, es de suponer que también allí se hicieron las primeras misas en la Tierra Firme.

“…fray Francisco de Córdoba, y el hermano fray Juan Garcés, lego, fueron su viaje, y díjose que con alegría iba cantando aquello de David: Montes Gelboe nec ros nec pluvia cadat super vos, ubi ceciderunt fortes Israel. Llegados a tierra firme, salieron en cierto pueblo, que por mi inadvertencia no procure saber, cuando pudiera, como se llamaba, él debía ser, según imagino, la costa de Cumaná abajo. Los indios los recibieron con alegría, y les dieron de comer y buen hospedaje, a ellos y a los marineros que los llevaron, y después de que los marineros descansaron, tornaronse á esta isla, de donde los oficiales del Rey los habían enviado”. Ver: Fray Bartolomé de las Casas. Historia de Las Indias. Imprenta de Miguel Ginestas, Madrid. 1875. Tomo IV, Pág. 42.


Badaracco: Todos los pueblos tienen derecho de escribir su historia; es decir no necesitan que vengan a escribirla historiadores de otros pueblos, sobre todo aquellos interesados en menoscabarla, en cambiarla, en beneficio de la historia de sus pueblos. Nuestra historia de la fundación ha sido hecha y escrita por dos santos maestros: Bartolomé de Las Casas y Pedro de Córdoba, con eso nos basta.

Rommel: Me pregunto: si estamos claro que Bartolomé de las Casas y Pedro de Córdoba nos legaron la crónica de nuestro inicio: ¿entonces por qué deformarla o adornarla?

Dice Arístides Rojas:

Nuestra historia no ha sido todavía escrita … pero hemos llegado ya a la época en que deben aglomerarse todos los datos, aclararse los puntos dudosos, rechazarse las fábulas, estudiarse los pormenores a la luz de la filosofía, cotejarse, restablecerse las épocas y descubrir el verdadero carácter, tendencias, influjo de cada uno.” En: Arístides Rojas. Introducción a las Leyendas Históricas de Venezuela, Edición Privada, Caracas Imprenta de la Patria, 1890.

 

Badaracco: Cumaná fue la primera ciudad fundada y desarrollada por el Imperio Español en el Continente Colombino. La primera en el continente donde un pueblo indígena, los Kaimas, aceptaron unirse a los colonizadores españoles, para formar una ciudad. El primero en toda América, porque en otros sitios anteriores a Cumaná, se intentó la misma conquista que se llevó a cabo en las islas del Caribe, una conquista sangrienta y esclavizadora. 

Rommel: Antes de Cumaná se iniciaron otras asientos y pueblos, lo relevante de Cumaná es haber pervivido y existido sin solución a pesar del clima, de los terremotos, del río y de otras desavenencias que incluso tienen que ver con su carencia de historia documentada y el amor por lo patrimonial. Como ejemplo: los cumaneses no sólo ignoran donde nació la ciudad, también ignoran donde nació el más grande de los héroes del panteón cumanés: el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre. Ahora bien, sus KAIMAS son uno de los pilares de mi crítica. Los historiadores y científicos de la Costa de las Perlas (región de la Tierra Firme) hablan de Parias, Chaimas, Tagares, Guaiqueires, Tomusas, Palenques, Chacopatas, Piritus, Cocheimas, Topocuares, Characuares, Coacas, Cores, Kariñas, Chotos, Cumanangotos, Salivas, etc., además de los invasores Caribes y de los anteriores a ellos, los arahuacos (o arawacos) ¿De dónde saca esos incognitos KAIMAS? Esos Kaimas no fueron reportados por aquellos que vieron y reconocieron lo que aquí había en el siglo XVI, entre ellos: Castellano, Bartolomé, Ocampo, Castellón, Montesinos, Serpa, De las Varillas, etc. ¿Cómo desaparecieron sin dejar rastros en los siglos subsiguientes? Usted dice que fueron “los KAIMAS los que aceptaron unirse a los colonizadores españoles”, lo que no se corresponde con la realidad: los únicos indígenas en los alrededores de la misión franciscana de Cumaná, reportados por las Casas y los sucesores cronistas, fueron hombres de la nación Guaiqueries y Chaimas. A los cuales los conquistadores bautizaron con el remoquete de “guatíos”; que significaba pacíficos, leales, amigos y serviles. Lo que no quiere decir que les faltó arrojo y valentía para legarnos estas tierras al defenderla de los invasores Caribes: En el mar aledaño a Cumaná, le sorprendió el amanecer a los Caribes, compitiendo con los castellanos por los mismos objetivos (alimentos, esclavos, y subyugación).

 

Badaracco: Esta es nuestra verdad histórica y así debe ser respetada y promovida; no pensamos en restarle méritos a ningún pueblo de Venezuela ni de América, pero la historia es la historia, y es inmutable cuando está probada con documentos y bendecida por testigos fehacientes, y obedece a reglas, aunque se preste a interpretaciones y equívocos más o menos justificables.

Rommel: Siempre la verdad será compañera de la razón. Lo que falta mostrarnos son los documentos fuentes probatorios de algunas de sus aseveraciones. Como, por ejemplo: Los incógnitos KAIMAS. Y prueba no es aquella que proviene de la boca o de la mano de otro actor posterior a los hechos; como por ejemplo en el caso de Tavera Acosta con su libro Venezuela Pre-Coloniana; (Lit. y Tip. Casa de Especialidades, 1930).

 

Badaracco: La historia de la formación del pueblo de Cumaná, constituido por los indígenas de la tribu Kaima Caribe, los misioneros dominicos y franciscanos de Pedro de Córdoba, la servidumbre, la protección militar, los obreros especializados españoles, que se emplearon para la construcción del fuerte de Santa Cruz de La Vista y la explotación de la Sal y las perlas, y los templos que ordenó construir el Rey Fernando, etc.   y muchas familias españolas dedicadas a la explotación de perlas, que ya estaban radicadas en Puerto de Perlas, más toda aquella gente que fue ignorada por cronistas e historiadores, debido a la prohibición establecida por La Regencia, en la Cedula Real del 3-09-1516 que establece: ‘’Para que en cuanto a la voluntad de su Alteza fuere, ninguno vaya ni pase a la costa de las perlas donde están los dominicos- La reina y el rey. (Se copia más adelante).

Rommel:  Ya hemos avanzados con lo de los KAIMAS, pero Dr. Ahí es donde viene el arroz con mango, como se puede mezclar a la tribu que supuestamente recibe y hace buen trato con los conquistadores castellanos, con los indios Caribes. Los reyes de Castilla y de Aragón desde el inicio hicieron la guerra a los Caribes. El mote de Caribe era suficiente argumento para esclavizar a un indígena, a una tribu completa, o exterminar a un territorio. Los cumaneses originarios nada tienen que ver con la nación Caribe. Doscientos años antes de la llegada los españoles, se presentaron los Caribes: a hacernos la guerra y el pillaje. Una buena parte del pueblo Chaima   buscó refugio en las montañas de la Serranía Interior, donde en los subsiguientes siglos fueron alcanzados por los misioneros. Y los que se quedaron en la medianía del Golfo de las Perlas (en nuestro caso, Guaiqueríes, Chaimas, Tagares, y otros) subsistieron a pesar de su inferioridad para enfrentarlos, alertas al grito ¡Vienen los Caribes! Querido Ramón, a los muertos también hay que tenerles respeto; no podemos unir, ni en juego, a los Caribes con los Chaimas o con los Guaiqueríes; ofendemos con ello a los uno y a los otros.  Afortunadamente el yugo físico con iberia ha desaparecido, sólo nos queda el idioma y el yugo cultural; que nos es tan propio, como lo fueron los reyes españoles en los siglos subsiguientes para los habitantes de los “pueblos de indios” aledaños a Cumaná (Guaiqueries y Chaimas):  Altagracia, El Socorro, y San Juan.  Más nunca fue rey español alguno, rey de los Caribes.

“Mirar de través a un Caribe es pegarle y pegarle es matarlo o exponerse a que nos mate. No hacen más que lo que quieren, cuando ellos quieren y cómo lo quieren. [recopilado por Labat, en: Señore del Caribe. Brito García, L. Pag. 13]

Respecto a “toda aquella gente que fue ignorada por cronistas”, usted tiene toda la razón. Más quisiera agregar, que toda aquella gente que se quedaron e hicieron de esta tierra su propia patria, fueron nuestros abuelos; tanto como los indígenas y los esclavos traídos del África. A todos ellos debemos aceptarlos con sus aciertos y desaciertos, lo que implica replantearnos ante la historia como heredero de dolor, crímenes y glorias; y también de sus genes y de su sangre que a torrentes fluye en nuestras venas.

 

Badaracco: Cumaná o Puerto de Perlas, en la isla de la desembocadura del río se inició mucho antes de la llegada de los dominicos al puerto de la desembocadura del río Chiribichií, la última luenga, como dice Las Casas (Pag. 81, Tomo I, de su Historia de las Indias) y lo repite el sabio carupanero Bartolomé Tavera  Acosta, con pequeños errores de escritura en esta palabra,  en su obra “Historia de Carúpano” páginas 31 y 37: donde dice:

 

 “Cuando sus primeras incursiones en tierra firme en la vecindad del río Chiripichi o Chiribichi, cuyo nombre cambiaron los españoles por el de Manzanares”; y en la 37, lo repite, también con error, como todos los demás que lo han mencionado, por ser difícil de precisar por el oído, cuando dice:

 

 “En la península pide al Rey la conquista y población de Guayana y Caura, lo que le fue concedido. En 1569 funda Cumaná a orillas del río Chiripiche el 24 de noviembre…”

Rommel: Alto allí doctor. Usted cita a De Las Casas: “antes de la llegada de los dominicos al puerto de la desembocadura del rio Chiribichií…”, pero no es eso lo que él dice, Bartolomé escribe específicamente: los dominicos fueron al pueblo de Chiribíchi, la penúltima luenga, al cual nombraron Santa Fe. Eso lo escribió un hombre que visitó estas tierras a pocos años de los sucesos, lo dice el bachiller Bartolomé de las Casas: participante y escritor de una extensa obra sobre los primeros hechos en la tierra de gracias… y usted le cree a Tavera Acosta, que desde una silla en Carúpano escribió cuatrocientos años después basándose sólo en su interpretación de los hechos. Le transcribo fielmente a Bartolomé, edición de 1875 (pero tengo copia digital del manuscrito original De Las Casas; por si duda de esa edición):

“Salidos de aquesta isla el Padre dicho y el Clerigo, el padre fray Pedro de Córdoba, prosiguió su viaje para tierra firme, con cuatro o cinco religiosos de su Órden, muy buenos sacerdotes, y un fraile lego, y tambien con los de Sant Francisco; los cuales, puestos en tierra firme, á la punta de Araya, cuasi frontero de la Margarita, desembarcáronlos con todo su hato, y dejáronlos alií los marineros. Los franciscos y dominicos hicieron muchas y afectuosas oraciones, y ayunos y disciplinas, para que nuestro Señor les alumbrase dónde pararian ó asentarian, y, finalmente, los franciscos asentaron en el pueblo de Cumana, la última aguda, y los dominicos fueron a asentar 10 leguas abajo, al pueblo de Chiribíchi, la penúltima luenga, al cual nombraron Sancta Fe”. Ver: Fray Bartolomé de las Casas. Historia de Las Indias. Imprenta de Miguel Ginestas, Madrid. 1875. Tomo IV, Pág. 275.

 

Badaracco: Cumaná ya era un pueblo también antes de iniciarse la construcción del fuerte de Santa Cruz de La Vista, que se construyó por necesidad de proteger a los pobladores españoles y de otras nacionalidades, que concurrieron a explotar la riqueza perlera en sus mares, como lo dice el científico galardonado, Dr. Cesar Lodeiros Feijó, poblada nada menos que por los Señores de Canoa, que pagaban el quinto real.

Rommel: Me pregunto si ahora el Dr. Lodeiro es fuente documental de los hechos del siglo XVI. Ni Tavera, ni Lodeiro, ni Badaracco, ni Rommel … lo que nosotros digamos no tiene peso en los hechos … por ello es que hay que citar sólo la fuente documental o cartográfica. Y si tomamos la cita de otro que a la vez cita la fuente, hay que hacer la advertencia. Para no cometer un sacrilegio histórico.


Badaracco: Pero hay un empeño en trastocar los hechos, no sé con qué propósito. Y me pregunto yo ¿Dónde estaban los indios Kaimas? Porque en Cubagua ni en Margarita los había. O es que acaso por esos tiempos existía en Cubagua un puerto poblado que se les ha escapado a los cronistas de la antigua provincia de Venezuela?. Existía por estos contornos un Paraíso como Cumaná, o más atractivo aún, con indígenas amigos y colaboradores que yo desconozca?  Por supuesto que los indios estaban en Cumaná, y todos esos historiadores y cronistas que se hacen los que no saben, si saben que los conquistadores no podían formar pueblos sin indios, sin iglesia, sin mujeres, sin agua, sin mano de obra; ni explotar perlas, ni pescar grandes cardúmenes para su alimentación, ni explotar la piedra de Araya, ni negociar el maíz, el casabe, los caracuríes, y esas minucias, que ellos ambicionaban, que solo encontraban en su pueblo amigo de Cumaná.     

El fuerte se construyó no solo para proteger el agua para Cubagua, isla desierta en esos tiempos; cuando se ordenó su construcción en 1504, cuando se hizo imperativa, pero es verdad, su construcción se tardó a despecho del Rey, hasta 1520.

 

Rommel: Apartando lo de la Torre que lo trataremos más adelante, lo demás puede ser cierto Dr., pero no más KAIMAS, no le quite la gloria a GUAIQUERÍES y CHAIMAS…

 

Badaracco: El cronista margariteño Verni Salazar, en su obra Aproximación a la biografía del Capitán de Navío  Antonio Díaz, nos dice: "A principios de 1513 los jueces escribieron al Rey que no han encontrado una persona dispuesta a emprender la población de Cubagua, Fernando les contesta que sigan ocupándose del asunto y que él también buscará interesados en Castilla".

Rommel: La fuente de esta afirmación de Verni Salazar, se puede conseguir en las Cédulas Reales que se emitieron para contestar a Diego Colón y a los oficiales reales:

-Archivo General de Indias. Indiferente General 419, libro 4, fo. 162. y fo. 207. En el estudio preliminar de Otte al Cedulario de la Monarquía Española Relativo a la Isla de Cubagua. Tomo I. Caracas 1984, pp. XVIII

 

Badaracco: Al establecerse el rescate regular de las perlas en Cubagua, según afirma Gonzalo Fernández de Oviedo, ‘’Para 1517 había españoles, aunque pocos, por lo que se infiere que es definitivamente en este año cuando se comienza con la explotación perlífera en Cubagua y ya en el golfo de Cariaco estaba las granjas perleras, y traían esclavos negros para explotarlas, según reconoce Ricardo Castillo Hidalgo, y no tenían interés en ir hasta Cubagua. 

 

Muchos son los historiadores que citan a Margarita como si fuese un puerto o un pueblo, no se dan cuenta de su dimensión, entre ellos Ricardo Castillo Hidalgo. Los Señores de Canoa eran los dueños de todos los placeres de perlas de nuestros mares cercanos a Cumaná, ellos llenaban sus grandes barcos y volvían con sus cargamentos al puerto no se escapaban como hicieron después que decidieron mudarse para Cubagua en 1521.

 

También dice el ilustre cronista del Municipio Antonio Díaz,  que el asiento y hato que poseyó Don Marcelo de Villalobos en Margarita, en el Valle de San Juan, que es sin duda el primer establecimiento Español en Margarita.  Y anota: ‘’’Este Valle de San Juan que ya para 1525 se había convertido en hato como lo relata Pablo Ojer en su libro “La Formación del Oriente Venezolano’’

 

Rommel: En lo de perlas en Cubagua todos coinciden, incluso los científicos que como Lodeiro estudian su hábitat y su biología. Con respecto a las perlas en aguas próximas a Cumaná, tendríamos que afinar el concepto de lo próximo. En aquella soledad, no creo que Cubagua o sus placeres perlíferos se considerasen distantes a Cumaná. Pero en esto hay mucha tela que cortar; respeto sobre manera la investigación de Castillo Hidalgo y valoro su opinión al respecto, pero hay que investigar más profundo para asegurar que los placeres primarios estaban en Cumaná y no en Cubagua. Porque al igual que en el golfo de Paria, en las aguas del interior del golfo de Cariaco no se han reportados placeres perlíferos susceptibles a la explotación. Que hable la ciencia y la historia para que nos ilustren en este tema… lo que sí es seguro es que antes como ahora, los Señores de Canoa eran los dueños de todo … espero que en el futuro próximo eso también pueda cambiar.

 

Badaracco: La fundación de Cumaná la han convertido en una tela de araña, porque no leen a Bartolomé de Las Casas, a Pedro de Córdoba, a Manzano Manzano, Por eso  a mí me gusta hablar del largo proceso fundacional de Cumaná, por  tantos hechos que lo ilustran, ya que su poblamiento se inició  1504 con la Cédula de construcción del fuerte de Santa Cruz de La Vista, y el trajín de los arquitectos, especialistas y obreros, que tardó,  porque antes hubo de encontrarse las canteras de piedra de Araya, organizar su explotación y contratación de la mano de obra Kaima, que al principio fue asalariada; que hicieron posible la construcción del fuerte que vemos en los dibujos de Castellón,  y esa es la fecha en que se inició la población por españoles del puerto de Cumaná, que ya estaba poblado por los Kaimas caribes, del gran Cacique Cawaná, Don Alonso, que ahí construía sus barcos, como lo cuenta Las Casas. Él era el mayor constructor de barcos de su reino. 

 

Rommel: Estimado Ramón, si no fuera por los KAIMAS y CAWANA y las otras cosillas anteriores, esta ciudad que tanto ha querido, tendría en usted el principal pilar para entender el largo proceso fundacional que ha experimentado. Incluso pienso que la historia no debe detenerse por minucias como hombres y nombres. La historia mira las naciones, los pueblos que habitan regiones y su interrelación entre ellos y con otros. Que buen regalo sería para Cumaná si un grupo de ciudadanos preocupados por su historia pudieran escribir con letras de oro (usando palabras suyas anteriores) la gloria y las miserias de su pasado. Eso fue lo que le tomé literalmente cuando con tanto entusiasmo nos sugirió insistentemente la idea de la ahora Academia de la Geo Historia del Estado Sucre.

 

Badaracco: Sin embargo, nosotros estamos obligados por las ordenanzas municipales, y nos conformamos con historiar desde la impetración de las misiones dominicas y franciscanas, por seguir a nuestros padres, que vinieron a poblar con indios y por cierto que el cacicazgo de Cawaná, era ‘’POBLANTISIMO’’ como lo dicen Trevisan, López de Gómara, Colón, y describe López de Las Varillas; entre otros.  

 

Por ser poblantísima y ser un reino, o cacicazgo, se fundó la primera escuela en tierra firme del continente, y se inicia el proceso de transculturización y fusión de culturas, y por tener tanta información trascendente; y porque en ese enclave se inició el milagro que he llamado “El Beso de Dios”, la fusión de las dos grandes culturas: la cultura occidental y cristiana y la cultura del Nuevo Mundo, dos culturas milenarias, sintetizadas en una escuela. La impetración de las misiones dominicas y franciscanas en 1515, hicieron ese milagro; y alrededor de las cuales creció la ciudad de Nueva Córdoba.  El Cawaná, que quiere decir “gran río” de donde indudablemente viene el nombre de Cumaná; palabra del idioma Chotomaimu, o sea el más utilizado. Cawaná Kiribikií, el gran río Kiribikií –pronunciación Kaima-  de esta provincia española de Nueva Andalucía o Cumaná, que fue la primera ciudad que fundó y desarrolló el Imperio Español en el continente americano. Ciudad Sagrada, a la cual no se accedía fácilmente.   

Rommel: Dr. présteme nuevamente el libro: Venezuela Pre-Coloniana de Tavera Acosta.  Y de antemano le digo que prometo no devolverlo. Es el culpable de que usted haya tomado ese derrotero que lo acerca más al Nepal que a Cumaná… No sé qué más pueda decirle, pero si borrase los nombres que he resaltado en rojo en su texto, casi como por magia se convertiría en un valioso texto para el debate de la historia de Cumaná. A pesar de que la interpretación es libre, usted como cronista está obligado a respetar la verdad. Bien sabe que la historia de Tavera está todo chueca y desgarbada.

 

Badaracco: Veamos cómo nos lo cuentan los regentes de España, antes de que Carlos Primero ocupara el trono y se valiera por sí mismo.  Porque el Rey Fernando, que murió en enero de 1516, y Carlos I era menor de edad, los Regentes nos cuentan cómo se inició la fundación o poblamiento de Cumaná en el Puerto de Las Perlas, aunque el Rey Fernando ya había ordenado construir un fuerte en ese paraje primigenio, desde 1504; veamos:

 

Cédula Real, fechada en Madrid, l3 de septiembre de 1516, donde se deja constancia de la consumación de la expedición:

 

“Por cuanto el Rey, nuestro señor, que haya gloria, deseando que los indios de la Costa de  las Perlas, que es la provincia de Cumaná, que se declara desde Cariaco hasta Cuquibacoa, que es en tierra firme, fuesen los indios criados  y enseñados en las cosas de nuestra santa fe católica, mandó hacer todas las diligencias necesarias y porque pareció  que lo más conveniente y provechoso, era enviar personas religiosas y de muy buena vida a predicar y enseñar a los dichos indios sin otra gente ni manera de fuerza alguna, y para que lo susodicho se pudiese poner   en  obra,  habló con el devoto padre Alonso de Loaiza, provincial que a la sazón era de la Orden de Santo Domingo, y con su acuerdo y parecer y mandamiento, y por voluntad del devoto fray Pedro de Córdoba, vicario de dicha Orden en la Isla Española, que aceptó de pasar en persona con algunos religiosos de su Orden a la dicha Costa y Provincia  de las Perlas a procurar doctrinar y enseñar las cosas de la fe a los indios de ella, y viendo el dicho Rey, la voluntad y celo con que dicho fray Pedro de Córdoba se movía para ir a lo dicho, mandó al Almirante y jueces y oficiales de la dicha isla Española que diesen  al dicho fray Pedro de Córdoba  una nao en que fuesen él y los frailes que consigo llevase, y que mandasen a los maestres y marineros de tal navío que los llevasen a la parte y lugar que dicho  fray Pedro de Córdoba les señalase en la Tierra firme y les diesen los mantenimientos  que hubiese menester y ciertos indios para lenguas, cuales el dicho fray Pedro de Córdoba escogiese en la dicha isla Española, y que dende un año que el dicho fray Pedro  y los otros frailes fuesen llagados a la dicha tierra firme, el dicho Almirante y jueces y oficiales  tuviesen a cargo  y cuidado de enviar a saber de ellos, y que mandasen a la persona que fuese a saber de ellos que trajesen uno o dos frailes acá, para que informasen de todo lo que  en dicha tierra y provincia y Costa de las Perlas hubiesen hallado y sabido”. El Rey.

Rommel: Qué buen final, creo que cada vez uno se enamora más de la historia de esta tierra. Perdone mis palabras soeces y ligeras, ninguna de ellas es saeta contra nuestra amistad. Lo que le digo es porque le aprecio, no ando por allí glosando a nadie, ni creo que soy repositorio de verdades. Ni erudito, ni ilustrado, ni egoísta, ni creído, ni endiosado, ni celoso … quizás tonto y mediocre … pero nunca cretino, estúpido, o infame.

 

Su amigo que le aprecia Rommel José Contreras Gaspar

 

viernes, 22 de julio de 2022

JOROPO ORIENTAL

La sutileza de un golpe
Una conversación con Simón Decena, músico e investigador cumanés, fue el punto de partida para conocer sobre el joropo oriental y desarrollar el artículo que a continuación se presenta. Entre otras revelaciones, el médico, docente universitario, investigador y bandolinista, no sólo afirma que el complejo musical nació en el estado Sucre, sino que fue el primer joropo del país.

Chico Mono - El Limón Cajero
Todo empezó con un golpe, charrasqueo de la mano contra las cuerdas de la guitarra renacentista, entendido por los naturales como el nombre de la música que oían de los visitantes. Un impacto que motivó el desplazamiento fluido de parejas que danzan bajo una métrica de 3/4 o 6/8, las cuales poco a poco acortan sus pasos para bailar el estribillo. El joropo es un complejo musical, conformado por música, danza y canto, que tiene variantes regionales. El joropo oriental es una de ellas, que según la localidad donde se ejecuta se puede dividir en sucrense, margariteño y guayanés. Como bien lo define Simón Decena, “el joropo es sinónimo de fiesta, la asociación del término con la palabra xarop –que significa jarabe– se debe a una distorsión de la palabra sarao, consecuencia de la diferencia de idioma entre negros, indígenas y españoles”.

Historia de golpe

El joropo nace en Sucre, asevera Simón Decena, región que bautizó Colón como Tierra de Gracia en su primer paraje en tierra firme. El investigador también refiere que los primeros castellanos que arribaron las costas venezolanas tocaban la vihuela y la guitarra renacentista para alegrar sus ratos libres. La ejecución de los instrumentos era de forma charrasqueada, también conocida como golpe, lo que producía cantos y ritmos alegres que desencadenaban danzas que propiciaban el agarre de manos y el roce de los cuerpos, actos vetados por la Iglesia católica.

Según relata el bandolinista sucrense, las interrogantes de negros e indígenas, surgidas por el charrasqueo emitido por los españoles, se respondían a través de señas que expresaban “golpes” o “choques”; la comunicación que se estableció inicialmente era de forma gestual, las diferencias lingüísticas impedían el intercambio verbal de forma fluida. Esta forma de tocar, charrasqueada, fue el punto de partida para el actual joropo, que en el oriente del país se ejecutó con la bandola y más tarde con la bandolina o bandolín, siendo el cuatro, la marímbola, el tambor cuadrado y las maracas, los instrumentos acompañantes.

Con el auge de la explotación de café y cacao, comenta Decena, llegan los italianos al golfo de Cariaco –familiarizados con el cultivo de estos productos– e introducen el acordeón o cuereta, que sustituye a la bandola en esa región. Con su ejecución de la tarantela italiana, pieza alegre en 6/8, producen alteraciones en el golpe existente, convirtiéndolo en un joropo más vertiginoso; el canto busca seguir los fraseos del acordeón a través de una pronunciación rápida: “el cotorreo”, y los músicos sobre una base armónica fija, pero en 6/8 demuestran sus habilidades, surge el estribillo. De esta región es también el tambor cuadrado o cajeta, proveniente del “adufe portugués” y traído por los negros esclavizados.

Estribillo y golpe de arpa

El joropo se origina como una forma fija que proviene del fandango español, una pieza en 3/4, y otras danzas como mazurcas, gallardas, polvico, zarabandas y más tarde el vals, describe el bandolinista sucrense. Cuenta con formas fijas, o golpe que se refiere a un ciclo armónico que siempre se repite; y formas libres con facetas musicales que tienen muchas partes y ninguna se parece a otra (como en los valses con varias partes).

El estribillo es una forma fija en 6/8 que sirve para la improvisación, éste es el momento preciso para que el cantante y los músicos, el bandolinista o el acordeonista, toquen con mayor libertad. En otras palabras, cuando se finaliza el tema melódico del joropo, arranca el estribillo.

Cuenta el investigador entrevistado, que aproximadamente “hacia el año 1700, se sucede la colonización de los llanos por parte de pocos españoles ya radicados en el país, pero utilizando en su mayoría gitanos expulsados de España. Las embarcaciones ya habían iniciado el traslado de instrumentos de mayor envergadura como el arpa, es así como sobre la base del golpe existente y una gran influencia de la música gitano-andaluza surge el joropo llanero”.

En la actualidad, la influencia del joropo llanero abarca toda Venezuela: se adueña de los llanos occidentales, en el centro se nutre de la música europea de los salones y de instrumentos como el clavecín, en Guayana se funde con el joropo oriental que había llegado desde Cumaná a través del Delta, en Margarita conforma la sabana blanca y el zumba que zumba oriental, y en Sucre, a pesar de lo enraizado del joropo sucrense, motiva con el bordoneo del arpa otra manera de descarga musical al final del joropo: el golpe de arpa, forma fija en 3/4.

Muy distinto a como se hacía inicialmente, hoy día en las distintas regiones de nuestro país, el joropo tiende a pasar de golpe de arpa a estribillo o viceversa, es decir, se pueden utilizar ambas formas fijas. Por lo general se empieza con golpe de arpa y se finaliza con el estribillo, para que se evidencie el cambio, y por ser este más rápido, motiva el baile.

La sutil forma de bailar

La sutileza de los pasos, un deslizar sin zapateo, un baile sin movimientos bruscos, son sólo algunas de las características de la danza en el joropo oriental. Con figuras elegantes, donde el caballero, vestido por lo general de pantalón caqui, camisa blanca recogida en las mangas o franelas de rayas y un sombrero de ala corta; se inicia el baile, comienza la fiesta, las parejas forman un círculo que se mueve al contrario de las agujas del reloj.

Un elemento diferenciador de la región, es el papel predominante que tiene la mujer en la manifestación. En oriente, las féminas son protagonistas, ver a dos damas bailando juntas no es motivo de asombro. El valsiao, donde un paso es seguido por el otro de forma continua, el peso del cuerpo se proyecta hacia la punta de los pies y los desplazamientos son laterales, sin tomar las faldas (faldeo) ni realizar zapateos, denota la influencia árabe en el joropo oriental, a diferencia de la danza en el joropo llanero, que tiene su origen en el baile gitano-andaluz, y consta de movimientos enérgicos y el zapateo fuerte donde se ejecuta el escobillao.

La alegría de una flor

Faldas floreadas, o en su defecto unicolor, cubren las piernas de las mujeres que hacen muestra de su coquetería. Camisas de escote amplio, generalmente de color blanco, y bordados de encaje en la parte superior de la blusa, se lucen alegremente en la celebración, que más que por sobresalir, se logra por el nexo con una historia unificadora. Si bien es cierto que tradicionalmente el modo de vestir se ha caracterizado por ser de determinada manera, el joropo, en su carácter festivo acoge diversos atuendos que son de igual validez.

La música oriental, se podría decir, que se dividía en dos bloques, la que se utilizaba en la navegación y la de tierra firme. La primera, melancólica, triste, en la que se transmitía la añoranza del pueblo dejado –se podrían mencionar los polos, galerones, jotas, malagueñas, entre otros–. La segunda, la de tierra firme, representaba la alegría del hombre que se encontraba en abundancia. La felicidad, expresada a través de la música y el baile, también se presenta en el modo de vestir; el colorido del vestuario enuncia la alegría del momento, la cual se complementa con la flor que suele adornar el cabello de las mujeres.

Un cantar agudo

En el pasado no se contaba con los recursos técnicos necesarios para proyectar el sonido, la potencia y los registros agudos del cantante eran los recursos para que los asistentes escuchasen.

El joropo oriental, con letras picarescas de doble sentido, es muestra de una sociedad que a través de las fiestas revive su historia. Una música que surgió de un golpe y un baile que se rige por un cantar rápido, violento, pero con sutileza, representa una de las expresiones del oriente del país.

Autor: Harold Palacios
Título Original:   La sutileza de un golpe - JOROPO ORIENTAL
Revista Así Somos.  Caracas-Venezuela
Publicado 22nd October 2017 por Anonymous
(Tomado del Muro FB de Pedro Guarache Lezama)