domingo, 16 de diciembre de 2012

LA MUERTE DE BOLIVAR


El 17 de diciembre de 1830, en Santa Marta, después de penosa enfermedad, muere Simón Bolívar. El diagnóstico exacto de su deceso, se discute hoy, sin que aún se diga la última palabra. Se espera ahora que con la ayuda de los conocimientos de hoy y los novedosos procedimientos científicos actualmente en boga, se pueda llegar a una conclusión definitiva. 

“Ha muerto el sol de Colombia”, se dijo entonces. Había sido llamado el Libertador, después de haber combatido mucho en distintos escenarios: bélicos, humanos, geográficos, intelectuales, ideológicos y de cumplir la proeza de derrotar al más grande imperio de la época. 

Desaparecía con él una figura controversial, que había disfrutado la admiración de los pueblos que entusiasta y amorosamente se la ofrendaba; y al lado del seguimiento ciego y convencido de sus soldados, guiados por los más leales de sus seguidores, la traición e infidelidad de otros, que trabajaron ardorosamente por el derrumbe de su obra. Amor de muchos, aversión de otros tantos, para ensombrecer los años finales de quien lo había dado todo por el fin que perseguía: su historia en pos de la Grandeza y la Gloria, su gloria de Libertador. Y a pesar de las victorias, el ideal de América como una sola Patria se esfumó. Ruborizado dijo Bolívar: “La independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás”.

Rodeado de hombres, pocos de ellos sus verdaderos amigos, disfrutando del favor de las mujeres, sin querer casarse con ninguna por propio juramento, su existencia fue en verdad la de un hombre solitario. Cuando se acercaba la hora del sepulcro, execrado por todos, proscrito, veía crecer a su derredor la soledad, y en esa convicción murió, después de recibir los auxilios religiosos del obispo Estévez y del cura de Mamatoco, Hermegildo Barranco, fallece a la 1 y cinco minutos de la tarde, rodeado de sus más fieles subalternos. Sólo hombres, sin la compañía femenina, quien había recibido el favor y el fervor de distintas mujeres: solteras y casadas. Al pie del lecho mortuorio estaban: Mariano Montilla, José María Carreño, José Laurencio Silva, Manuel Pérez de Recuero, José de la Cruz Paredes, Belford Wilson, Andrés Ibarra, Juan Glen, Lucas Meléndez, José María Molina y Fernando Bolívar, su sobrino. 

Sus restos, inhumados en la catedral de Santa Marta, permanecieron allí hasta 1842, en que, bajo el gobierno de Páez, fueron trasladados a la Catedral de Caracas. En 1873, Guzmán Blanco los depositó en el Panteón Nacional, desde donde sus cenizas proyectan sobre su pueblo el ideal de la grandeza. Y cumpliéndose cada día el célebre apotegma del cura de Pucará Dr. José Domingo Choquehuanca, el más elogioso homenaje, que es permanente como su gloria.”… Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”

Hoy podemos decir: Bolívar fue un hombre versátil, que se ajustaba a todas las circunstancias, y sabía sacar provecho de ellas. No se le considera un gran estratega, un gran militar; pero en medio de dificultades, desastres, limitaciones diversas, no fue hombre sujeto a reglas, prescripciones o preceptivas, porque por encima de todo eso fue un hombre excepcional. Genio y brillo, en sus actos, en su pensamiento y en su proyección. Simón Bolívar, el Libertador, para la historia y para el mundo. Tendía su mirada hacia el futuro, trabaja, además del presente, para la gloria, que era trabajar para los tiempos venideros. Hoy se le considera un símbolo: “El símbolo de la libertad”.

por: Gilberto J. López

domingo, 9 de diciembre de 2012

LA VISIÓN DE AYACUCHO EN UNA ÉPOCA DE CAMBIO

El 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de la Quinua, Antonio José de Sucre, comandante del Ejército Libertador Unido, derrota al último gran ejército español en América, comandado por el virrey La Serna. Se consolidaba así la independencia hispanoamericana. Y Sucre, General en Jefe en la plenitud de sus 29 años fue galardonado con el honroso título de Gran Mariscal de Ayacucho, y Bolívar en su honor escribió portentosamente su biografía. Exaltaba así la figura del primero de sus tenientes y definía la gran trascendencia de la victoria obtenida. 

Sabía Bolívar, que venía ahora la gran tarea de construir, de hacer después de trescientos años de coloniaje español, la América nueva, la América como una sola patria, “una nación de repúblicas”. Era la hora de la integración americana, y se dispuso a hacerla, convocando un Congreso Anfictiónico en Panamá, que era materializar un viejo sueño, y convertir al Istmo de Panamá en el centro del Universo. Ya lo había soñado en la Carta de Jamaica. 

Pero las fuerzas internas y externas, obedeciendo a nefastos intereses, coaligadas para que no se cumplieran los deseos de Bolívar, obstaculizaron su realización, y con malsanas intenciones convirtieron sus principios en letra muerta, y el Congreso Anfictiónico fracasó estrepitosamente, y minó las bases de la obra bolivariana. Fue el primer paso para el derrumbe, que el grande hombre pudo ver acongojado antes de morir y decir lleno de desilusión: “He arado en el mar”. Sin que se lograran los grandes objetivos que el genio grandioso de Bolívar preveía. 

Pero quedó vivo el ideal. Generación tras generación se ha venido sosteniendo la idea bolivariana de la integración latinoamericana. Y el sueño de la América como una sola patria pervive en los ideales de muchos. 

Hoy, en época de interesantes cambios para la América Latina, el ideal de la integración, venciendo casi los mismos viejos obstáculos de las fuerzas regresivas, camina con nuevos bríos por los senderos de América. Pampas y llanos, cordilleras, montes y planicies, ríos y riachuelos, el ulular del viento entre los árboles conducen incesantemente el ideal. Se desparrama el sueño, convertido en inevitable materialización. ALBA, CELAC, UNASUR, MERCOSUR, PETROSUR son los nuevos instrumentos, mensajeros de la paz y fuerzas motrices de los nuevos tiempos; son las nuevas herramientas, que en manos de las masas latinoamericanas construirán sólidamente la nueva realidad. Cada nueva victoria electoral en los distintos procesos populares conducidos y que ahora se conducen es paso inevitable hacia un mismo destino. Las masas latinoamericanas de hoy tienen que cumplir el viejo ideal bolivariano: integración y unidad para que cada batalla electoral bajo la sombra augusta de Ayacucho sea un paso decisivo para que los pueblos puedan materializar todos los sueños que Bolívar legara, y se impulsen las grandes transformaciones que la época de cambio del presente está exigiendo, como meta irrenunciable del destino americano: Como una sola América, como una sola Patria. Venezuela de hoy, en nuevos tiempos bolivarianos, no puede apartarse de ese sino.

por:   Gilberto J. López

jueves, 29 de noviembre de 2012

EL NACIMIENTO DE BELLO

                    
Emisión del centenario / Correo -Venezuela (*)
Desde la última curva del camino, Bello dirigió su última mirada a Caracas; años más tarde, en carta del 17-2-1846 a su hermano Carlos, lo recordaba, nostalgioso: "Tengo todavía presente la última mirada que di a Caracas desde el camino de la Guaira. ¿Quién me hubiera dicho que en efecto era la última? (O.C. t. XXVI, p.117). Se había ido con la esperanza de regresar pronto.
Así fue su salida de Caracas, como adulto joven de 29 años. Iba a Londres, acompañando a Simón Bolívar y a Luis López Méndez, en misión diplomática a Inglaterra, a solicitar el reconocimiento inglés a la independencia declarada por las provincias de la Capitanía General de Venezuela.
Había nacido en Caracas, el 29 de noviembre de 1781. Hijo de Bartolomé Bello, licenciado en derecho, y músico consumado, y compositor de temas religiosos, ejecutante en la Catedral de Caracas, y de Ana Antonia López, hija de don Juan Pedro López, pintor y escultor, cuya obra de motivos religiosos lo proyecta a nuestros días como un consagrado artista de nuestra época colonial.
Sus biógrafos nos lo pintan como un muchacho, a veces alegre, correteando por las riberas del Catuche y del Anauco, a veces retraído, lleno de reflexiones e ideas, producto de sus dedicados estudios. Juan Vicente González, que dejó páginas llenas de admiración sobre Bello, poéticamente resalta la afición de Bello al cultivo de las letras: “Dormido bajo un rosal a las orillas de Anauco, es fama que abejas depositaron en sus la­bios la miel de la palabra”.
Desde su temprana juventud, como hombre inteligente, talentoso y afanoso, fue Bello inclinado al estudio, y pronto visitado por las musas, que le inspiraron en Caracas, poesías de valor que le valieron ya el reconocimiento de poeta de amplio vuelo. Pronto se dedicó al estudio de las lenguas, el latín, convirtiéndose en un latinista reconocido por sus traducciones de Virgilio y Horacio, y el inglés y el francés, que le fueron de utilidad para su misión y, luego, larga permanencia en Londres, donde además estudió en profundidad el griego.
Al obtener con brillo su grado de bachiller en artes, inició Bello sus estudios de derecho y medicina, simultáneamente, en la Universidad de Caracas, sin concluirlos, Y se dedicó luego al trabajo, como oficial  2º de la Secretaría del Capitán General, ganándose el reconocimiento como aventajado funcionario del gobierno colonial.
Desde joven, manifestó Bello atracción por dos actividades a las que dedicó su vida con afán de apostolado: la educación y el periodismo. De su etapa de educador en Caracas se resalta su condición de maestro de Simón Bolívar. De ella dijo más tarde el que ya era el Libertador: “Yo conozco la superioridad de ese caraqueño contemporáneo mío: fue mi maestro cuando teníamos la misma edad; y yo le amaba con respeto”.  Y con el respeto y la deferencia de sus alumnos, en Londres, para subsistir en épocas de poco pan y días amargos (“esa ciudad por tantos títulos odiosa para mí, y por tantos otros digna de mi amor”), y en Chile, ya como supremo guía de la educación de un pueblo, al frente de su Universidad, y con proyección a su América, culminó su vasta obra educativa.
Como periodista, es considerado Bello uno de los primeros periodistas venezolanos. Fue asiduo redactor de la Gaceta de Caracas, creador de revistas periodísticas en Londres, “Biblioteca Americana” y el “Repertorio Americano”, y permanente columnista de “El Araucano”, en sus días chilenos.
De su etapa caraqueña, se le reconocen sus poesías, El Anauco, A la vacuna, Venezuela consolada, Mis deseos, A una artista, Égloga, A un samán, A la Victoria de Bailén, A la Nave; y su Resumen de la Historia de Venezuela, su Análisis ideológico de los tiempos de la conjugación castellana, sus columnas periodísticas, y su experiencia administrativa como funcionario del gobierno colonial.
Este venezolano, nacido en Caracas, y donde vive hasta la edad de 29 años, cuando sale hacia Londres, en 1810, es ya un consumado intelectual. Lleva el bagaje intelectual suficiente, y la habilidad de pensamiento para aprender y crear nuevos conocimientos, que lo convierten en un exitoso hombre de letras, de ciencias  y de humanidades, que en Caracas, en Londres y en Chile lega a la posteridad una vasta obra intelectual, increíble en un solo hombre y en una sola vida.

por:  Gilberto J. López

* 1965 Estampilla de Venezuela. I Centenario de la muerte. Don Andrés Bello 1865-1965. Impresa por Litografía del Comercio, Caracas.

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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Sobre mandar a hacer la fortaleza de Cumaná


Título : A sus Majestades.- Los oidores e oficiales Reales. De Santo Domingo a 14 de noviembre de 1520
Autor : Villalobos, (licenciado)
Matienzo, (licenciado)
Ayllón, (licenciado)
Figueroa, (licenciado)
Palabras clave : Chichiribichi
Cubagua
Cumaná
Monasterio
Maracapana
Santa Fe
Fortaleza
Fecha de publicación : 14-nov-1520
Editorial : Colección de documentos inéditos de Indias
Citación : AGI.Patronato,26,R.14
Resumen : Traslado de una carta que escribieron a Su Majestad, el licenciado Villalobos, el almirante de las Indias, los licenciados Matienzo, Ayllón, Figueroa, los jueces de la Audiencia de La Española, y Pasamonte y Alonso Dávila, los oficiales reales de la Audiencia, sobre lo que ejecutaron los indios de Cumaná en la costa de Tierra Firme. //."Debe Vuestra Majestad mandar se haga fortaleza en Cumaná: porque demás de defender la tierra, pueden desde alli hacer entradas contra caribes. Con esto, el castigo á los traidores, é el amor é buen tratamiento a los guatiaos, volverá aquella negociación."  [Transcripción de Rommel J. Contreras G.; octubre de 2011]

martes, 13 de noviembre de 2012

Se da la orden de expulsión de los capuchinos (1652)

Título : Carta al Gobernador de Nueva Barcelona y Nueva Andalucía
Autor : Felipe IV
Prados, Alonzo de
Fecha de publicación : 13-nov-1652
Editorial : Colección Privada
Resumen : Copia. [Dirigida al gobernador de la Provincia de Nueva Andalucía Maestre de Campo don Pedro de Brizuela Caballero de la Orden de Santiago, y Alcaide de la fuerza de Araya] Cedula Real El Rey= Al Gobernador y Capitán General de la Provincia de Cumaná, El obispo de Puerto Rico me ha dado cuenta en carta de ocho de Noviembre de mil y seiscientos y cincuenta que había empezado su visita por la Provincia de la nueva Barcelona, y había llevado consigo a fray Francisco de Pamplona capuchino y dos compañeros por habérseles frustrado su intento en la isla de la Granada respecto de haberla hallado poblada de franceses, y que había procurado ayudar el suyo, y que en esa parte se atendiese La Ley Evangélica por haber por haber hallado doce leguas de la nueva Barcelona un valle de Indios algo dóciles, que se llaman Píritus, y aunque el ánimo de aquellos Religiosos había sido entrar a los principios con Amor, y blandura, y les había hecho dar lengua por medio de la cual ofrecieron venirse a poblado escogiendo sus maíces no había sido posible por ser zamudables, y poco constantes y que desenganados los dichos Religiosos le habían escrito esforzase el que fuese gente de guerra para que a vista suya por temor y sin castigo les obligasen a que poblasen, y que lo quedaba disponiendo con Dionisio Sedeño que gobernaba aquella provincia y estaba con él en Cumaná, y daría la vuelta en todo el mes de Noviembre.= Habiéndoseme consultado por los de mi Consejo General de las Indias lo que parecía en esta materia, como quiera que por Cedula de la fecha de esta envío a mandar al dicho Dionisio Sedeño no haga novedad en enviar gente de guerra a dicho Valle de Píritus en ampara y defensa de los dichos Religiosos Capuchinos, y que espere a la resolución que se ha de tomar sobre dar la pacificación y gobierno de aquella Provincia a la persona que por acierto se obligare a hacerlo por estar pendiente en el dicho mi Consejo, y haber mandado se vea que determine con brevedad, he resuelto también que fray Francisco de Pamplona y sus compañeros se vuelvan luego a España, y así os mando se dé la orden que convenga para que esos religiosos se vengan en la primera ocasión, que se ofrezca, y sea a propósito para hacer su viaje, y me daréis cuenta de haberlo cumplido así ____ en Madrid a treinta y uno de Diciembre de mil seiscientos y cincuenta y uno= Yo el Rey= por mandato del Rey nuestro señor= Gregorio de Leguía [ continua el protocolo, y certificación de la copia dada en Cumaná a trece días del mes de noviembre de 1652 ] [Transcripción de Rommel J. Contreras G.; octubre de 2011]

viernes, 9 de noviembre de 2012

JOSÉ MARÍA SUCRE Y ALCALÁ.

En esta fecha (9-11-1783) conmemoramos el natalicio de este formidable baluarte de la emancipación americana. Nació en Cumaná el hijo primogénito de don Vicente de Sucre y García Urbaneja, y doña Maria Manuela de Alcalá y Sánchez. Estudio en Cumana, en el Convento de San Francisco y luego abrazo la carrera de las armas.


Se destaca a los 27 años con el grado de capitán de Usares de Fernando VII, entre los principales revolucionarios de 1810 en Cumaná y Barcelona. 

Es auxiliar de su padre en la expedición sobre Barcelona en 1812, y se destaca en el movimiento emancipador de esa provincia ese mismo año; participando en el derrocamiento de la Junta de gobierno parcializada por el gobierno imperial instalada por la fracción realista; y por ende participa en el nombramiento de una Junta Patriótica en el propio Ayuntamiento Barcelonés, conformada por el mismo y José Antonio Anzoátegui, José Godoy, Juan Antonio Filipino, y Manuel de Guevara; y de inmediato procedieron al nombramiento de la Junta de Gobierno de la provincia de Barcelona, conformada por los patriotas; José Antonio Freites de Guevara, Fr. Pérez Carvajal y Fr. Pedro Ramón Godoy, y Pedro José Trias, Augusto Arrioja y Manuel Matamoros; los cuales eligieron gobernador al Dr. Francisco Espejo, Capitán General a Ramón García de Sena y el capitán José Antonio Anzoátegui, en la Jefatura Militar.

Derrocada esta Junta de Gobierno viaja Trinidad con sus hermanos Teniente Gerónimo José y Comandante de Ingenieros Antonio José de Sucre y Alcalá. 

En 1813 forma parte de los 45 expedicionarios que bajo las órdenes de Santiago Mariño, emprendieron desde Trinidad, la liberación de Venezuela, y bajo su mando hizo toda la campaña del año 13, hasta el triunfo definitivo del General Santiago Mariño, con la liberación de las provincias de Cumaná, Margarita y Barcelona, ganándose entonces los galones de Coronel. 

El Coronel José María Sucre y Alcalá, se casó en Barcelona con doña Ana Josefa Hernández, de esa ciudad, donde formó una gran familia que dejó a la Patria ilustres y distinguidos ciudadanos. 

En 1847 fue nombrado en Cumaná, Guarda Almacén Extraordinario de Artillería. Murió lleno de méritos en Cumaná, en 1855. Sus restos reposan en una humilde tumba en el cementerio principal de Cumaná.


por: Ramón Badaracco

sábado, 3 de noviembre de 2012

JOSÉ CARLOS PEÑALOSA


En esta fecha (3-11-1793) recordamos al comandante JOSÉ CARLOS PEÑALOSA LÓPEZ. Mártir de la Patria. Nació en esa fecha en Cumaná, hijo de don Juan de Dios Peñalosa, portugués casado en Cumaná con doña Inés María López de Arjona.

El comandante Peñalosa, a los 17 años, con el grado de teniente, participó activamente, desde un principio, en los eventos revolucionarios de 1810. En medio del despotismo implantado en Cumaná por Cervériz, logra en 1812, viajar a la Isla de Trinidad con los hermanos Sucre y se una a Santiago Mariño. Forma parte de los 45 héroes que iniciaron la campaña libertadora de 1813, liderada por ese héroe leyendario, el General Santiago Mariño, que partiendo de la Isla de Trinidad y desembarcando por Güiria logra la proeza de libertar a todo el oriente venezolano, la Provincia de Nueva Andalucía.

Se destaca Peñalosa por su valor y arrojo en la primara de Maturín bajo el mando de Bernardo Bermúdez, y luego en la jornada victoriosa hasta Cumaná, combatiendo contra miles de tropas realistas esparcidas por todo nuestro territorio, bajo el mando del también invicto General Manuel Carlos Piar. Se calcula que los reales tenían más de 8000 soldados bien entrenados y equipados.

Hizo toda esta jornada libertadora, la gran campaña de la liberación de Oriente, de triunfo en triunfo desde Chacachacari hasta Cumaná; brilló también el año 14, año trágico para la causa patriota, cuando más se necesitaba de los líderes de la emancipación, peleando contra Cerveriz, Gavasso, Suazola, Fernández de La Hoz y el invicto José Tomás Boves, en las batalla del Salado y Urica, donde pudo verlo herido del lanzazo mortal del indio Saraza.

Luego en 1814, se unió a Domingo Montes y a Villarroel en Cumanacoa y participó activamente en las guerrillas, único vestigio del poder patriota. Su nombre glorioso fue clarín de las victorias, se gritaba en las trincheras y se cantaban sus hazañas 

Fue apresado después de la batalla de Rio Caribe, el primero de septiembre de 1815. Condenado a morir, aceptó su destino con serenidad. Fue un guerrero egregio, de augusta presencia, altivo y sereno, sin vacilaciones, como lo fue en vida. Digno hasta la muerte, y ser otro mártir de la Patria.

Él, como el coronel José Ribero, murió fusilado en Cumaná, en la plaza de San Francisco, por orden ejecutada por el frío comandante Aldama, por orden de don Pablo Morillo. Su cuerpo fue mutilado, desmembrado y repartido en lugares visibles de la ciudad, como escarmiento para los audaces y heroicos paladines que se multiplicaban en todo el territorio de la Capitanía General de Venezuela.

Hombres como Peñalosa le dieron sentido a la guerra emancipadora. Espera el bronce que eternice su valor y su grandeza. 


por: Ramón Badaracco

martes, 23 de octubre de 2012

Aparece el Libro 2° de Actas del Congreso constituyente de 1811

Tal día como hoy, el 23 de Octubre de 1907, Francisco González Guinán (*)  encuentra el Acta de la Independencia de Venezuela, perdida desde 1812. 

En sus memorias hace referencia al libro que escribió sobre ese fortuito acontecimiento (1).  Relata que en la ciudad de Valencia, el Sr. Ricardo Smith, su amigo y colaborador, estando de visita  en casa de la Sra. María Josefa Gutiérrez (viuda de Spinola), observó un libro grande de aspecto vetusto, colocado sobre un mueble. 

"...Lo tomo en sus manos, y al abrirlo vio que contenía actas del Congreso de 1811. Entonces dijo a la señora, con quien cultivaba estrecha amistad: Présteme usted este libro para que de él tome notas mi amigo el Dr. González Guinán, que está escribiendo la historia de Venezuela. La señora concedió.

A las 10 de la mañana del 23 de octubre nos reunimos Smith y yo en la sala de su casa de habitaciones, situada en el barrio de Candelaria. «Aquí esta el libro», me dijo, mostrándomelo colocado sobre la mesa de mármol cercana a la puerta de la antesala; y luego me agregó:  «contiene también el original del Actas de Independencia» 

Mi sorpresa fue extraordinaria. Abrí el Libro y aceleradamente me impuse de su contenido. A medida que lo ojeaba ensanchábase mi corazón, y algo así como un vértigo invadía mi cerebro. Era el vértigo del patriotismo. ... Entonces dije a mi amigo: Ricardo, este Libro no es tuyo, no es de la señora Navas Spínola, no es mío, porque es de todos los venezolanos; y ya que la Divina Providencia ha querido que por tu valiosa mediación venga a mis manos, de ellas habrá de pasar a la Patria, su única propietaria, representada por su primer Magistrado, Señor General Castro. Además, soy miembro de la Academia Nacional de la Historia y por disposición del gobierno escribo actualmente la historia de Venezuela, y es con ese doble carácter que tomo este Sagrado Libro"

González Guinán, quien había roto relaciones con el presidente Cipriano Castro desde 1904, consideró prudente comunicar la buena nueva al citado Presidente. Refiriéndose al libro antes publicado; cuyo prólogo el creyó prudente citar al escribir su obra póstuma (2), y yo creo igualmente necesario traerlo a colación para conmemorar la efemérides de ese descubrimiento:

"Prólogo.

El providencial hallazgo del Libro 2° de las actas del célebre Congreso Constituyente de Venezuela de 1811, en el cual se encuentra el Acta solemne de la Independencia, ha producido en el país una poderosa y universal impresión de júbilo patriótico. Autoridades y ciudadanos han celebrado el suceso. La prensa lo ha divulgado y comentado. El entusiasta Presidente de la República le ha otorgado la debida importancia y ordenado el digno y patriótico destino del Magno Libro; y el Presidente de Carabobo, rindiendo tributo a las glorias patrias, dispone que los talleres tipográficos del Estado recojan en un volumen todo cuanto se ha escrito, oficial y particularmente con referencia al 
providencial hallazgo. 

El lector encontrará, pues, en la presente publicación todo lo que he podido recopilar, desde mi anuncio al Sr. Presidente y Restaurador de Venezuela, hasta las felicitaciones que bondadosamente me han sido dirigidas por la parte que en el suceso me asignó la Divina Providencia. Es posible que haya omisiones, porque no han llegado a mi poder todos los periódicos que del asunto se ocuparon. 

El Acta original de nuestra independencia nacional venía perdida desde 1812, varias publicaciones se habían hecho de ella, desde la que apareció en las columnas de El Publicista Venezolano, número 2, correspondiente al 11 de julio de 1811. En todas las actas publicadas del Texto de la célebre Declaratoria aparece igual, pero hay disparidad en el número de los firmantes, circunstancia que denunció en un opúsculo publicado en Caracas en 1884 el acucioso e ilustrado Señor Dr. Arístides Rojas. .... "


(1) Hallazgo Del Acta Solemne de Independencia de Venezuela y de Otras Actas Originales. Caracas, 1909.
(2) Mis Memorias. Caracas, 1964.
(*) Mi bisabuelo.

lunes, 22 de octubre de 2012

Lope de Aguirre, llega a Barquisimeto


Lope de Aguirre
El 22 de Octubre de 1561, Lope de Aguirre luego de dejar la Isla de Margarita sumida en el desconcierto y el terror, llega a Barquisimeto.  Aguirre a su llegada a Borburata estaba acompañado de «160 arcabuceros, 20 negros que son los ejecutores de sus crueldades, 200 indios, hombres y mujeres, 6 piezas de artillería de bronce, gran cantidad de municiones, pólvora y salitre». Venía por el camino de las serranías de la Villa Rica de Nirgua, de donde habían huidos todos sus pobladoras, buscando protección  junto a las tropas del "gobierno". García Paredes (1)  reforzado con las milicias locales, había asentado su Campo y Real en las barrancas del río Buría; Aguirre toma para sí la casa de Damián del Barrio; donde se apertrechó.  Los "marañones" lo abandonan en grupo, La Ira de Dios,  El Peregrino, Príncipe de la Libertad, muere pocos días después a mano de dos de sus hombres de mayor confianza; y solo él con su muerte paga las fechorías de todos.

1) El fundador de Trujillo, García de Paredes fue hijo del «Sansón de España». Luego de la muerte de Aguirre embarca hacia Castilla para reclamar al Rey prebendas y recompensas por el desbaratamiento y muerte de Aguirre, alegatos que también pretende el Gobernador de la Provincia de Venezuela Pablo Collado. Fueron a disputas legales tanto por el reconocimiento como por los despojos, y botín recuperados a Aguirre, entre ellos su estandarte.

Cipriano Castro, entra a Caracas
Tres siglos después  el 22-10-1899, luego de una impecable campaña militar iniciada en la frontera con Colombia, Cipriano Castro entra triunfante en Caracas por la vía de Palo Grande, sin disparar un tiro, debido a la huida inesperada del Presidente Andrade. Llamado a su vez “el mono”, “el loco”, “el tirano”, “el bandido”, "El cabito". Con un programa de nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos, viene Castro, el jefe de la llamada Revolución Liberal Restauradora. Gobernaría el país hasta 1908, cuando es traicionado y sustituido por el General Juan Vicente Gómez; su compadre de mayor confianza.


LA REVOLUCION RESTAURADORA


 El 22 de octubre de 1899 llega a Caracas Cipriano Castro con sus huestes armadas, había salido el 23 de mayo, desde la raya fronteriza con Colombia hacia el centro del país, con la esperanza de alcanzar el poder. Ese movimiento que en nuestra historia se ha llamado la invasión de los sesenta inicia la revolución: “La Restauradora”, bajo el lema de “Nuevos hombres, nuevos ideales y nuevos procedimientos”. Era la respuesta que desde los Andes se daba a la crisis suscitada por las pugnas que llevaban al fin del guzmancismo. 

Lo más importante de esta acción es, como su consecuencia, la implantación de una nueva etapa en la vida nacional, que se ha denominado la “hegemonía andina”, y la amalgama en ella de un régimen militar fuerte con el capital foráneo, que buscaba ansioso aposentarse en el país, cuyos resultados jamás nadie se los imaginó cuando se levanta como figura dominante el segundo de la insurgencia, que a la postre llegó a ser el Benemérito General en Jefe Juan Vicente Gómez Chacón. Para la historia, en ese movimiento venían tres presidentes para el país: Castro, Gómez y López Contreras. 

Al paso victorioso del ejército castrista, sin mucho obstáculo, por la región andina hasta la batalla final en Tocuyito, Carabobo, las viejas oligarquías, valenciana y caraqueña se apresuraron a recibir al vencedor y se dispusieron a lograr beneficios del nuevo amo del poder rodeándolo y adviniéndose a los deseos y caprichos del nuevo caudillo. 

El inicial desagrado causado en la población caraqueña por la llegada de los jinetes montañeses de distintas costumbres y facha fue acrecentándose hasta la repulsa, que se incrementó con el transcurso del tiempo, cuando surgen desavenencias con el nuevo jefe por su conducta desenfrenada y su carácter irascible y atrabiliario. Era común en los inicios de ese tiempo la muerte de soldados andinos y caraqueños, que el presidente Castro expresó tajantemente: “ni cobro andino ni pago caraqueño”. Pronto los viejos caudillos multiplican sus conflictos y se crea la necesidad de desplazar al presidente Castro. Gómez como lugarteniente de Castro sale a combatir a los viejos caudillos, y paulatinamente los fue derrotando hasta imponer la pacificación del país. La situación se agrava cuando el cobro compulsivo de deudas por países extranjeros llevó al bloqueo de nuestras costas por esos países acreedores. La situación fue entonces superada, pero quedó el descontento foráneo con el régimen. Los desafueros de Castro en su vida licenciosa con el tiempo minaron su salud y tuvo la necesidad de salir al exterior en busca de alivio, ocasión aprovechada por las fuerzas opositoras, que vieron en Gómez el hombre de las circunstancias para una transitoriedad y lo auparon para entronizarlo en el poder. 

Gómez, sin embargo, con laureles militares propios y una acertada visión de la Venezuela de su época se dispuso a ejercer el poder, y para desesperación de quienes aspiraban a una transición se asentó como amo del país por 27 años, configurando lo que se ha llamado la Venezuela Gomecista. 

La consecuencia más significativa de la revolución Restauradora es que con ella irrumpe una región cuya presencia completa el panorama geohistórico del país. Al romperse el aislamiento por las condiciones de difícil comunicación de una vasta región, su incorporación es no sólo presencia física sino el ahondamiento del proceso de mestizaje biológico y cultural de la etnia andina con las etnias ya mestizadas de otras regiones de nuestra geografía. Centrales, llaneros, orientales, corianos, andinos no son simples términos de gentilicios, se refieren a regiones históricos- culturales, que en su intenso trasvase de una a otra parte configuran la nueva base étnica de la nueva Venezuela. 

Con la hegemonía andina, se agudizan las caracterizaciones de una época llevándola a su máxima expresión, para que exhaustos sus rasgos dominantes, puedan dar paso a nuevos rasgos emergentes que configuran una nueva época: la Venezuela capitalista y neocolonial.

por: Gilberto J. López