miércoles, 27 de febrero de 2013

27 DE FEBRERO DE 1989


Los pueblos son nobles, aguantan hasta más no poder, son los gobernantes de turno que juegan con la nobleza de nuestra gente, utilizando todo su poder para agredir, humillar y reprimir entre otras cosas. Escribir o hablar sobre el 27 de febrero de 1989, es recordar un pasado lleno de lagrimas, sudor y sangre, es interesante a veces recordar lo que vivió un pueblo que se vio agredido, humillado y reprimido a causa de decir que no estaba de acuerdo con un paquetazo económico impuesto por el gobierno nacional, presidido por el Sr. Carlos Andrés Pérez, por instrucciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, organismos tutelados por los Estados Unidos de Norteamérica, lo que vivió Venezuela en 1989, lo está viviendo en estos días Grecia, España, Italia y otros países de la Comunidad Europea, países endeudados, llenos de miseria, ni siquiera podemos hablar de pobreza, su gente así lo expresa y lo podemos ver y oír a través de los medios internacionales; la oposición política venezolana planteo en su plan de gobierno de su candidato Henrique Capriles Radonsky, un paquetazo económico de ese nivel, de carácter neoliberal, donde se le da prioridad al mercantilismo y se olvida del ser humano, ellos lo plantean por que defienden los intereses de grandes capitales, que financian sus campañas políticas a través de Organizaciones no Gubernamentales (ONG), en este día hay que rendir honor a los héroes anónimos que ofrendaron su vida por ver a una Venezuela libre de opresión entre ellos: Richard José, estudiante de 17 años de edad (C.I. 10.533.040), murió el 3 de marzo de 1989, víctima de abuso de autoridad de agentes de la Policía Metropolitana. El caso se encuentra en el Tribunal Décimo Noveno de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas (Nº de expediente: 6581). Fidel Orlando Romero Castro, de 23 años de edad, C.I. 6.210.016, de ocupación obrero, murió el 28 de febrero de 1989. Su caso se encuentra en el Tribunal Segundo Militar Permanente de Caracas/ Juzgado Décimo Sexto de Primera Instancia en lo Penal del Área Metropolitana de Caracas/ (Nº de expediente: Mil 1452/ Ord. 9819/15148). José Miguel, de 21 años de edad, C.I.: 6.312.762, y archivista de ocupación, desapareció de su casa el 28 de febrero de 1989, sin que hasta el momento se conozca su paradero. Su caso se encuentra ante el Tribunal Décimo Noveno de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas (Nº expediente: 6581). Gregoria Matilde Castillo, de 20 años de edad, C.I.: 6.693.494, de ocupación secretaria fue víctima de disparos indiscriminados realizados por efectivos militares, el 1 de marzo de 1989, razón por la cual quedó con lesiones permanentes, al perder la pierna izquierda. Su caso se encuentra ante el Tribunal Segundo Militar Permanente de Caracas (Nº expediente: Mil. 1452). Wolfang Waldemar Quintana Vivas, de 20 años de edad, C.I. 10.791.117, fue asesinado dentro de su residencia el 2 de marzo de 1989, a las 6:20 de la tarde. Wolfang se encontraba en la segunda planta de su casa, ubicada en el barrio El Guarataro, Descanso a Claveles Nro. 2, en el oeste de la ciudad de Caracas, sosteniendo a su hija de 3 meses de edad cerca de la ventana de la habitación. Un soldado del ejército que se encontraba ubicado en la estación del metro de Capuchinos, lo apuntó y le disparó. Wolfang Quintana, herido, logró bajar las escaleras de su residencia con la niña en brazos y la colocó en un sillón. Sus familiares lo llevaron inmediatamente a la clínica de la Policía Metropolitana, en donde ingresó muerto; el caso se encuentra en la etapa sumarial desde hace nueve años en la jurisdicción militar. Crisanto Mederos (37 años de edad, C.I. 3.664.735) murió dentro de su casa, el día 3 de marzo de 1989 a las 10 de la noche. 10 efectivos de las Fuerzas Armadas entraron repentinamente a su residencia, ubicada en Santa Ana a Coromoto, Nro. 24, La Pastora, en Caracas, para realizar un operativo de allanamiento domiciliario. Los funcionarios le pidieron a los familiares que se encontraban en la sala de la casa que se acostaran en el piso boca abajo y procedieron a revisar la residencia, llegando a la habitación de Crisanto Mederos. Su madre, Margarita Mederos, testimonia oír un disparo, y se escucharon varios golpes y no se escuchó más la voz de Crisanto Mederos. Transcurrió una hora y se escuchó a uno de los efectivos demandar una tabla, en la cual trasladaron el cuerpo del Sr. Mederos tapado y sin vida. Víctor Hernández y Manuel Urbano Mederos, hermanos de la víctima, fueron detenidos y puestos en libertad posteriormente. Los familiares de Crisanto Mederos dan testimonio de que el cadáver tenía la frente hundida y una herida de bala en el cuello. Solamente no son estos los testimonios son centenares, de acuerdo a la cifra oficial, dejaron un saldo de 277 civiles fallecidos, quedando desvirtuada esta lista, por la aparición de 68 cadáveres inhumados en las fosas comunes de La Peste; y en los cuales se obviaron los procedimientos regulares tanto de carácter administrativo como penal. En un artículo del libro 27 de febrero "Cuando la muerte tomó las calles" editado por el Ateneo de Caracas, Roberto Briceño León, en su artículo titulado "Contabilidad de la muerte" (pág. 103) afirma que según dos listas elaboradas por la Morgue de Caracas - tras cotejarlas, porque en ambas había datos repetidos- se supo de un total de 310 personas muertas. No queremos que esto se repita en Venezuela, ver a nuestro gente asesinada, desaparecida, esto puede volver a ocurrir si a nuestro pueblo le quitan los subsidios de Mercal, Barrio Adentro, de las diferentes Misiones Educativas, de Salud, las pensiones a las personas de la tercera edad, lasa becas a los estudiantes, subsidio de la gasolina y todos los beneficios del Poder Popular. NO PODEMOS OLVIDAR…..HAY QUE RECORDAR….PARA CONSOLIDAR LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA.

por: CNEL (GNB) Hernán Márquez 
EL CORONEL DEL PUEBLO 


martes, 19 de febrero de 2013

EL BAUTIZO DE SUCRE

Parroquial de Cumaná (mediados siglo XVIII),
estaba ubicada en  el sitio donde actualmente
se encuentra  la iglesia Santa Inés.
Era una ciudad de vida apacible, afincada a orillas del imponente golfo de Cariaco, y en las riberas de su río, impulsor fundamental de la dinámica de la vida lugareña: el portador del agua para la diaria faena, para el baño diario de niños y jóvenes, que alegres y bulliciosos corren por sus riberas, y en sus aguas cumplen proezas con habilidad de expertos nadadores, lugar para el ocio y distracción, y para la búsqueda del frescor en las noches calurosas, y admirar la luminosidad del plenilunio, y expresar rápidamente un deseo, al pasar alguna estrella fugaz, rauda por el firmamento. 

Como toda ciudad colonial española, aunque pequeña: 16 mil habitantes le calcula Humboldt, cuando la visita a fines del siglo XVIII, presenta la característica de vivir sus habitantes condicionados por una existencia reglada por el principio fundamental de las diferencias sociales, que se manifiestan en clases y castas, cuyo fundamento es la aristocracia de sangre y la posesión de tierras y esclavos, con el carácter de sociedad rígida y cerrada, donde la primacía radica en los blancos, de superiores designios; y abajo, la población mestiza, los indígenas y los esclavos, pobre y explotada, por el trabajo esclavo y servil, sin privilegios ni prebendas. 

A la aristocracia terrateniente, acomodada y de privilegios pertenece la familia Sucre-Alcalá, de vieja estirpe y lejano arraigo en la ciudad; dueña de haciendas y esclavos, de casas y solares, goza de los reconocimientos y favores que por su condición se merece. Familia de raigambre cristiana, celosa cumplidora de sus deberes religiosos, no habría de faltar en los momentos de atribulaciones e inquietudes familiares, el oportuno consejo y las directrices del padre Alcalá, cercano familiar, cuya labor de sacerdote dedicado y filántropo de valía ya era blasón de orgullo para la familia Sucre-Alcalá. 

El terrateniente y militar don Vicente Sucre y su esposa María Manuela Alcalá conforman un hogar de los respetables de la ciudad, tienen ya cuatro hijos, José María, José Joaquín, Vicente y Pedro cuando nace Antonio José, el 3 de febrero de 1795. La alegría acostumbrada en tales ocasiones hace prontamente arreglos para el bautismo en los días inmediatos, como era uso y costumbre entonces, y a los diecisiete días, el recién nacido es llevado a la Pila bautismal, en la Ermita de la Virgen del Carmen, en el lugar donde se levanta hoy la Iglesia de Santa Inés, al ser destruida aquélla por violento terremoto en 1796. 

El Acta de Bautismo da fe del hecho cumplido, según lo prescrito por el rito católico romano, quedando registrada en los siguientes términos: 

“En veinte días del mes de febrero de mil setecientos noventa y cinco: Yo beneficiado, cura castrense don Francisco Josefh del Águila, certifico que con mi licencia y asistencia del presbítero doctor Josefh Cándido Martínez, secretario de visita, puso óleo y crisma a Antonio Josefh Francisco, hijo legítimo de don Vicente Sucre, Teniente de Infantería, y de doña María Manuela de Alcalá, el cual niño tenía diecisiete días de nacido; fueron padrinos el beneficiado Don Antonio Patricio de Alcalá y doña Juana Jerónima Sánchez, a quienes advertí su obligación y espiritual parentesco; y para que conste, lo firmo, y doy de ello fe. Francisco Jfh. del Águila”. 

En los brazos de su madrina doña Juana Jerónima Sánchez salió, ya bautizado, el recién nacido, de la Ermita de la Virgen del Carmen, mientras la chiquillería, con gritos impacientes solicitaba a las puertas de la Ermita, las menudas monedas que generosamente el padrino lanzaba a la concurrencia. Luego, el concurso se trasladaría al hogar para la celebración, con abundante comida y bebidas, sin faltar lógicamente el alegre y bullicioso baile, para solaz de las parejas entusiasmadas. 

Iniciaba así su vida de cristiano Antonio José, iba a ser un niño, según sus biógrafos, introvertido, tranquilo, circunspecto, y como adulto mesurado, amable, y reflexivo, recto, metódico y rígido, de poco reír y poco dado a ruidosas explosiones de carácter; pero generoso, bondadoso y desprendido. La sencillez y bonhomía de su figura es bienamada en la historia, como el prototipo de la persona buena y humilde, a pesar de sus altos merecimientos. 

Destinado a la tradición militar de su familia, de la mano de su tío abuelo y padrino el Arcediano de la catedral de Caracas Antonio Patricio de Alcalá, eminente sacerdote y filántropo, va a Caracas a cursar estudios de ingeniería militar en la célebre academia del coronel español Tomas Mires. Para luego, a los quince años de su edad, en 1810, incorporarse al ejército patriota, donde inicia su carrera militar, algo lenta de logros al principio, para terminarla fulgurantemente, como el primer teniente de Bolívar, y el gran vencedor del último ejército español en América, en la rutilante batalla de Ayacucho, y proyectarse a la posteridad como Gran Mariscal de Ayacucho, y redentor de los hijos del sol. Ese fue el recién nacido, bautizado en un día como hoy en la Ermita de la Virgen del Carmen, y que ahora rememoramos a los 218 años de tan fausta celebración.

por: Gilberto J. López

domingo, 3 de febrero de 2013

La casa de Sucre

 Casa de Sucre - Oleo de Felipe Meneses / 19973-02-1795.- NATALICIO DE ANTONIO JOSE DE SUCRE. Nació en Cumaná el General en Jefe, ANTONIO JOSE DE SUCRE Y ALCALA, Gran Mariscal de Ayacucho, hijo del Coronel Don Vicente Sucre y García Urbaneja, y doña María Manuela de Alcalá Sánchez y Rendón Sarmiento, ambos de rancias familias cumanesas. 

PARTIDA DE BAUTISMO DEL MARISCAL.“En veinte días del mes de febrero de mil setecientos noventa y cinco años: Yo beneficiado, cura castrense Don Francisco Josef del Águila, certifico que con mi licencia y asistencia el Presbítero, Doctor Josef Cándido Martínez, Secretario de visita, bautizó solemnemente, puso óleo y crisma a Antonio Josef Francisco, hijo legítimo de Don Vicente de Sucre, Teniente de Infantería, y de Doña María Manuela Alcalá, el cual niño tenía diez y siete días de nacido: fueron padrinos el beneficiado Don Patricio de Alcalá y Doña Juana Jerónima Sánchez, a quines advertí su obligación y espiritual parentesco; y para que conste lo firmo y de ello doy fe. (Fdo.) Francisco del Águila. "

El Sucre 11 de octubre 192LA CASA DONDE NACIO EL MARISCAL. Como lo dice don Pedro Elías Marcano, en artículo publicado en el bisemanario “SUCRE” en 1924. 

Nota del editor: “En el actual momento cuando el Continente se pone de pies ante la evocación heroica que levanta la proximidad del Centenario de la Batalla de Ayacucho, cobra particular interés el siguiente artículo. Don Pedro Elías Marcano es un viejo escritor de historia Patria, admirador del Libertador y de los grandes hombres de nuestra epopeya. Actualmente edita en Cumaná un libro que aparecerá en los días centenarios, dice:"


Para el año 1790 habían nacido los que fueron después Generales en Jefe de la Gran Colombia, menos el más joven que, con estruendos heroicos y generoso comportamiento fraternal selló la Independencia de Sur América. Por más de un siglo generalmente se ignoró la casa en que tuvo lugar el nacimiento de Sucre, acaecido en esta ciudad el 3 de febrero de 1795, como que los coterráneos de su época e inmediatos antecedentes se descuidaron en hacer del dominio público éste y otros pormenores históricos que mucha labor ha costado en nuestros días para conocerlos y trasmitirlos a la posteridad. En no lejana ocasión se promovieron solicitudes a este respecto, y de todas ellas no se produjo conclusión favorable, bien por falta de detalles que contribuyeran a dilucidar rotundamente la cuestión, o porque de los datos obtenidos se desconfió en que saliese esclarecida la verdad. Pero revividas hoy a instancia nuestra esas solicitudes y en posesión de los informes suministrados por parientes de Sucre y por personas ancianas, ya fenecidas como Doña Carmen Alcalá de Vigas, Doña Trinidad Bermúdez de Berrizbeitia y Doña María Rosario Sucre de Sucre, hermana del Mariscal, podemos congratularnos de haber alcanzado nuestro propósito demostrándolo con el relato que aquí dejamos consignado. Don Vicente de Sucre contrajo matrimonio con Doña María Manuela Alcalá el 8 de diciembre de 1782 y desde entonces vivieron en la casa que les pertenecía situada al pie de la colina en que se halla el Castillo de San Antonio, que llaman “La Luneta” y en ella nacieron sus hijos José María, Jerónimo, Vicente, Pedro, Antonio José, Francisco, Aguasanta, María Josefa y Magdalena. Muerta Doña María Manuela de Alcalá, en esa misma casa, el 12 de julio de 1802, su marido Don Vicente, deseando mudar de domicilio, la vendió al licenciado Alonso Bruzual, como lo expresa una nota de 1804, inserta en la Instrucción Pública, periódico de esta capital, número 14 de fecha 16 diciembre de 1898; y luego, casado en segundas nupcias con Doña Narcisa Marques de Alcalá en 1803, habitó la de portales que poseía cerca del puente de la parroquia Altagracia, la cual daba hacia el río Manzanares quedando entre las calles de la Marina y El Baño (calles de Mariño y Bermúdez) y le fue arrebatada a la familia por soldados de Boves, cuando tomaron esta ciudad el 16 de octubre de 1814, destinándola a Cuartel, que fortificaron con cañones de pequeño calibre montados en sus balcones. Otra casa que hoy es de la señora Antonia Picornell de Aguirre, tuvo Don Vicente en la Calle de san Carlos (Calle de Sucre) que cambió por la de alto en la calle de Belén (Calle de Montes, en el barrio de Chiclana) Parte de las ruinas de esta última existen alrededor de la vivienda de la señora Carmelita Fuentes, y en ella vivieron su hermano Don José Manuel Sucre y su hija Aguasanta, esposa de don José Antonio Cortegoso. “En medio de la guerra de independencia la casa donde nació Sucre fue destruida por las autoridades españolas, a la par de otras en distintos puntos. Era de alto; su frente de 29 metros y 36 centímetros, miraba al Norte; y por consiguiente, su fondo que tenía 30 metros, se extendía hacia el barrio de San Francisco; a su lado oriental estaba la colina del castillo de San Antonio; y al Oeste la plaza de Armas contigua al castillo de Santa María. En su solar, que es propiedad del señor Ramón Bruzual, no se ha fabricado, como si esperara que la Patria lo trasforme en sitio de venerable recreación, para conservarlo como santuario de gloriosos recuerdos”.
Documento original de Pedro Elías Marcano

Antonio José es uno de los cinco más grandes personajes de todos los tiempos nacidos en Venezuela: junto a Bolívar, Miranda, Andrés Bello y Simón Rodríguez. Sucre fue el brazo ejecutor de los planes de libertad de Simón Bolívar, es un ejemplo incomparable del poder de la virtud del ser humano. Si Bolívar proyectó la Libertad de un mundo, Sucre lo ejecutó.

por: Ramón Badaracco
Complemento  de Rommel Contreras



domingo, 16 de diciembre de 2012

LA MUERTE DE BOLIVAR


El 17 de diciembre de 1830, en Santa Marta, después de penosa enfermedad, muere Simón Bolívar. El diagnóstico exacto de su deceso, se discute hoy, sin que aún se diga la última palabra. Se espera ahora que con la ayuda de los conocimientos de hoy y los novedosos procedimientos científicos actualmente en boga, se pueda llegar a una conclusión definitiva. 

“Ha muerto el sol de Colombia”, se dijo entonces. Había sido llamado el Libertador, después de haber combatido mucho en distintos escenarios: bélicos, humanos, geográficos, intelectuales, ideológicos y de cumplir la proeza de derrotar al más grande imperio de la época. 

Desaparecía con él una figura controversial, que había disfrutado la admiración de los pueblos que entusiasta y amorosamente se la ofrendaba; y al lado del seguimiento ciego y convencido de sus soldados, guiados por los más leales de sus seguidores, la traición e infidelidad de otros, que trabajaron ardorosamente por el derrumbe de su obra. Amor de muchos, aversión de otros tantos, para ensombrecer los años finales de quien lo había dado todo por el fin que perseguía: su historia en pos de la Grandeza y la Gloria, su gloria de Libertador. Y a pesar de las victorias, el ideal de América como una sola Patria se esfumó. Ruborizado dijo Bolívar: “La independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás”.

Rodeado de hombres, pocos de ellos sus verdaderos amigos, disfrutando del favor de las mujeres, sin querer casarse con ninguna por propio juramento, su existencia fue en verdad la de un hombre solitario. Cuando se acercaba la hora del sepulcro, execrado por todos, proscrito, veía crecer a su derredor la soledad, y en esa convicción murió, después de recibir los auxilios religiosos del obispo Estévez y del cura de Mamatoco, Hermegildo Barranco, fallece a la 1 y cinco minutos de la tarde, rodeado de sus más fieles subalternos. Sólo hombres, sin la compañía femenina, quien había recibido el favor y el fervor de distintas mujeres: solteras y casadas. Al pie del lecho mortuorio estaban: Mariano Montilla, José María Carreño, José Laurencio Silva, Manuel Pérez de Recuero, José de la Cruz Paredes, Belford Wilson, Andrés Ibarra, Juan Glen, Lucas Meléndez, José María Molina y Fernando Bolívar, su sobrino. 

Sus restos, inhumados en la catedral de Santa Marta, permanecieron allí hasta 1842, en que, bajo el gobierno de Páez, fueron trasladados a la Catedral de Caracas. En 1873, Guzmán Blanco los depositó en el Panteón Nacional, desde donde sus cenizas proyectan sobre su pueblo el ideal de la grandeza. Y cumpliéndose cada día el célebre apotegma del cura de Pucará Dr. José Domingo Choquehuanca, el más elogioso homenaje, que es permanente como su gloria.”… Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”

Hoy podemos decir: Bolívar fue un hombre versátil, que se ajustaba a todas las circunstancias, y sabía sacar provecho de ellas. No se le considera un gran estratega, un gran militar; pero en medio de dificultades, desastres, limitaciones diversas, no fue hombre sujeto a reglas, prescripciones o preceptivas, porque por encima de todo eso fue un hombre excepcional. Genio y brillo, en sus actos, en su pensamiento y en su proyección. Simón Bolívar, el Libertador, para la historia y para el mundo. Tendía su mirada hacia el futuro, trabaja, además del presente, para la gloria, que era trabajar para los tiempos venideros. Hoy se le considera un símbolo: “El símbolo de la libertad”.

por: Gilberto J. López

domingo, 9 de diciembre de 2012

LA VISIÓN DE AYACUCHO EN UNA ÉPOCA DE CAMBIO

El 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de la Quinua, Antonio José de Sucre, comandante del Ejército Libertador Unido, derrota al último gran ejército español en América, comandado por el virrey La Serna. Se consolidaba así la independencia hispanoamericana. Y Sucre, General en Jefe en la plenitud de sus 29 años fue galardonado con el honroso título de Gran Mariscal de Ayacucho, y Bolívar en su honor escribió portentosamente su biografía. Exaltaba así la figura del primero de sus tenientes y definía la gran trascendencia de la victoria obtenida. 

Sabía Bolívar, que venía ahora la gran tarea de construir, de hacer después de trescientos años de coloniaje español, la América nueva, la América como una sola patria, “una nación de repúblicas”. Era la hora de la integración americana, y se dispuso a hacerla, convocando un Congreso Anfictiónico en Panamá, que era materializar un viejo sueño, y convertir al Istmo de Panamá en el centro del Universo. Ya lo había soñado en la Carta de Jamaica. 

Pero las fuerzas internas y externas, obedeciendo a nefastos intereses, coaligadas para que no se cumplieran los deseos de Bolívar, obstaculizaron su realización, y con malsanas intenciones convirtieron sus principios en letra muerta, y el Congreso Anfictiónico fracasó estrepitosamente, y minó las bases de la obra bolivariana. Fue el primer paso para el derrumbe, que el grande hombre pudo ver acongojado antes de morir y decir lleno de desilusión: “He arado en el mar”. Sin que se lograran los grandes objetivos que el genio grandioso de Bolívar preveía. 

Pero quedó vivo el ideal. Generación tras generación se ha venido sosteniendo la idea bolivariana de la integración latinoamericana. Y el sueño de la América como una sola patria pervive en los ideales de muchos. 

Hoy, en época de interesantes cambios para la América Latina, el ideal de la integración, venciendo casi los mismos viejos obstáculos de las fuerzas regresivas, camina con nuevos bríos por los senderos de América. Pampas y llanos, cordilleras, montes y planicies, ríos y riachuelos, el ulular del viento entre los árboles conducen incesantemente el ideal. Se desparrama el sueño, convertido en inevitable materialización. ALBA, CELAC, UNASUR, MERCOSUR, PETROSUR son los nuevos instrumentos, mensajeros de la paz y fuerzas motrices de los nuevos tiempos; son las nuevas herramientas, que en manos de las masas latinoamericanas construirán sólidamente la nueva realidad. Cada nueva victoria electoral en los distintos procesos populares conducidos y que ahora se conducen es paso inevitable hacia un mismo destino. Las masas latinoamericanas de hoy tienen que cumplir el viejo ideal bolivariano: integración y unidad para que cada batalla electoral bajo la sombra augusta de Ayacucho sea un paso decisivo para que los pueblos puedan materializar todos los sueños que Bolívar legara, y se impulsen las grandes transformaciones que la época de cambio del presente está exigiendo, como meta irrenunciable del destino americano: Como una sola América, como una sola Patria. Venezuela de hoy, en nuevos tiempos bolivarianos, no puede apartarse de ese sino.

por:   Gilberto J. López

jueves, 29 de noviembre de 2012

EL NACIMIENTO DE BELLO

                    
Emisión del centenario / Correo -Venezuela (*)
Desde la última curva del camino, Bello dirigió su última mirada a Caracas; años más tarde, en carta del 17-2-1846 a su hermano Carlos, lo recordaba, nostalgioso: "Tengo todavía presente la última mirada que di a Caracas desde el camino de la Guaira. ¿Quién me hubiera dicho que en efecto era la última? (O.C. t. XXVI, p.117). Se había ido con la esperanza de regresar pronto.
Así fue su salida de Caracas, como adulto joven de 29 años. Iba a Londres, acompañando a Simón Bolívar y a Luis López Méndez, en misión diplomática a Inglaterra, a solicitar el reconocimiento inglés a la independencia declarada por las provincias de la Capitanía General de Venezuela.
Había nacido en Caracas, el 29 de noviembre de 1781. Hijo de Bartolomé Bello, licenciado en derecho, y músico consumado, y compositor de temas religiosos, ejecutante en la Catedral de Caracas, y de Ana Antonia López, hija de don Juan Pedro López, pintor y escultor, cuya obra de motivos religiosos lo proyecta a nuestros días como un consagrado artista de nuestra época colonial.
Sus biógrafos nos lo pintan como un muchacho, a veces alegre, correteando por las riberas del Catuche y del Anauco, a veces retraído, lleno de reflexiones e ideas, producto de sus dedicados estudios. Juan Vicente González, que dejó páginas llenas de admiración sobre Bello, poéticamente resalta la afición de Bello al cultivo de las letras: “Dormido bajo un rosal a las orillas de Anauco, es fama que abejas depositaron en sus la­bios la miel de la palabra”.
Desde su temprana juventud, como hombre inteligente, talentoso y afanoso, fue Bello inclinado al estudio, y pronto visitado por las musas, que le inspiraron en Caracas, poesías de valor que le valieron ya el reconocimiento de poeta de amplio vuelo. Pronto se dedicó al estudio de las lenguas, el latín, convirtiéndose en un latinista reconocido por sus traducciones de Virgilio y Horacio, y el inglés y el francés, que le fueron de utilidad para su misión y, luego, larga permanencia en Londres, donde además estudió en profundidad el griego.
Al obtener con brillo su grado de bachiller en artes, inició Bello sus estudios de derecho y medicina, simultáneamente, en la Universidad de Caracas, sin concluirlos, Y se dedicó luego al trabajo, como oficial  2º de la Secretaría del Capitán General, ganándose el reconocimiento como aventajado funcionario del gobierno colonial.
Desde joven, manifestó Bello atracción por dos actividades a las que dedicó su vida con afán de apostolado: la educación y el periodismo. De su etapa de educador en Caracas se resalta su condición de maestro de Simón Bolívar. De ella dijo más tarde el que ya era el Libertador: “Yo conozco la superioridad de ese caraqueño contemporáneo mío: fue mi maestro cuando teníamos la misma edad; y yo le amaba con respeto”.  Y con el respeto y la deferencia de sus alumnos, en Londres, para subsistir en épocas de poco pan y días amargos (“esa ciudad por tantos títulos odiosa para mí, y por tantos otros digna de mi amor”), y en Chile, ya como supremo guía de la educación de un pueblo, al frente de su Universidad, y con proyección a su América, culminó su vasta obra educativa.
Como periodista, es considerado Bello uno de los primeros periodistas venezolanos. Fue asiduo redactor de la Gaceta de Caracas, creador de revistas periodísticas en Londres, “Biblioteca Americana” y el “Repertorio Americano”, y permanente columnista de “El Araucano”, en sus días chilenos.
De su etapa caraqueña, se le reconocen sus poesías, El Anauco, A la vacuna, Venezuela consolada, Mis deseos, A una artista, Égloga, A un samán, A la Victoria de Bailén, A la Nave; y su Resumen de la Historia de Venezuela, su Análisis ideológico de los tiempos de la conjugación castellana, sus columnas periodísticas, y su experiencia administrativa como funcionario del gobierno colonial.
Este venezolano, nacido en Caracas, y donde vive hasta la edad de 29 años, cuando sale hacia Londres, en 1810, es ya un consumado intelectual. Lleva el bagaje intelectual suficiente, y la habilidad de pensamiento para aprender y crear nuevos conocimientos, que lo convierten en un exitoso hombre de letras, de ciencias  y de humanidades, que en Caracas, en Londres y en Chile lega a la posteridad una vasta obra intelectual, increíble en un solo hombre y en una sola vida.

por:  Gilberto J. López

* 1965 Estampilla de Venezuela. I Centenario de la muerte. Don Andrés Bello 1865-1965. Impresa por Litografía del Comercio, Caracas.

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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Sobre mandar a hacer la fortaleza de Cumaná


Título : A sus Majestades.- Los oidores e oficiales Reales. De Santo Domingo a 14 de noviembre de 1520
Autor : Villalobos, (licenciado)
Matienzo, (licenciado)
Ayllón, (licenciado)
Figueroa, (licenciado)
Palabras clave : Chichiribichi
Cubagua
Cumaná
Monasterio
Maracapana
Santa Fe
Fortaleza
Fecha de publicación : 14-nov-1520
Editorial : Colección de documentos inéditos de Indias
Citación : AGI.Patronato,26,R.14
Resumen : Traslado de una carta que escribieron a Su Majestad, el licenciado Villalobos, el almirante de las Indias, los licenciados Matienzo, Ayllón, Figueroa, los jueces de la Audiencia de La Española, y Pasamonte y Alonso Dávila, los oficiales reales de la Audiencia, sobre lo que ejecutaron los indios de Cumaná en la costa de Tierra Firme. //."Debe Vuestra Majestad mandar se haga fortaleza en Cumaná: porque demás de defender la tierra, pueden desde alli hacer entradas contra caribes. Con esto, el castigo á los traidores, é el amor é buen tratamiento a los guatiaos, volverá aquella negociación."  [Transcripción de Rommel J. Contreras G.; octubre de 2011]

martes, 13 de noviembre de 2012

Se da la orden de expulsión de los capuchinos (1652)

Título : Carta al Gobernador de Nueva Barcelona y Nueva Andalucía
Autor : Felipe IV
Prados, Alonzo de
Fecha de publicación : 13-nov-1652
Editorial : Colección Privada
Resumen : Copia. [Dirigida al gobernador de la Provincia de Nueva Andalucía Maestre de Campo don Pedro de Brizuela Caballero de la Orden de Santiago, y Alcaide de la fuerza de Araya] Cedula Real El Rey= Al Gobernador y Capitán General de la Provincia de Cumaná, El obispo de Puerto Rico me ha dado cuenta en carta de ocho de Noviembre de mil y seiscientos y cincuenta que había empezado su visita por la Provincia de la nueva Barcelona, y había llevado consigo a fray Francisco de Pamplona capuchino y dos compañeros por habérseles frustrado su intento en la isla de la Granada respecto de haberla hallado poblada de franceses, y que había procurado ayudar el suyo, y que en esa parte se atendiese La Ley Evangélica por haber por haber hallado doce leguas de la nueva Barcelona un valle de Indios algo dóciles, que se llaman Píritus, y aunque el ánimo de aquellos Religiosos había sido entrar a los principios con Amor, y blandura, y les había hecho dar lengua por medio de la cual ofrecieron venirse a poblado escogiendo sus maíces no había sido posible por ser zamudables, y poco constantes y que desenganados los dichos Religiosos le habían escrito esforzase el que fuese gente de guerra para que a vista suya por temor y sin castigo les obligasen a que poblasen, y que lo quedaba disponiendo con Dionisio Sedeño que gobernaba aquella provincia y estaba con él en Cumaná, y daría la vuelta en todo el mes de Noviembre.= Habiéndoseme consultado por los de mi Consejo General de las Indias lo que parecía en esta materia, como quiera que por Cedula de la fecha de esta envío a mandar al dicho Dionisio Sedeño no haga novedad en enviar gente de guerra a dicho Valle de Píritus en ampara y defensa de los dichos Religiosos Capuchinos, y que espere a la resolución que se ha de tomar sobre dar la pacificación y gobierno de aquella Provincia a la persona que por acierto se obligare a hacerlo por estar pendiente en el dicho mi Consejo, y haber mandado se vea que determine con brevedad, he resuelto también que fray Francisco de Pamplona y sus compañeros se vuelvan luego a España, y así os mando se dé la orden que convenga para que esos religiosos se vengan en la primera ocasión, que se ofrezca, y sea a propósito para hacer su viaje, y me daréis cuenta de haberlo cumplido así ____ en Madrid a treinta y uno de Diciembre de mil seiscientos y cincuenta y uno= Yo el Rey= por mandato del Rey nuestro señor= Gregorio de Leguía [ continua el protocolo, y certificación de la copia dada en Cumaná a trece días del mes de noviembre de 1652 ] [Transcripción de Rommel J. Contreras G.; octubre de 2011]

viernes, 9 de noviembre de 2012

JOSÉ MARÍA SUCRE Y ALCALÁ.

En esta fecha (9-11-1783) conmemoramos el natalicio de este formidable baluarte de la emancipación americana. Nació en Cumaná el hijo primogénito de don Vicente de Sucre y García Urbaneja, y doña Maria Manuela de Alcalá y Sánchez. Estudio en Cumana, en el Convento de San Francisco y luego abrazo la carrera de las armas.


Se destaca a los 27 años con el grado de capitán de Usares de Fernando VII, entre los principales revolucionarios de 1810 en Cumaná y Barcelona. 

Es auxiliar de su padre en la expedición sobre Barcelona en 1812, y se destaca en el movimiento emancipador de esa provincia ese mismo año; participando en el derrocamiento de la Junta de gobierno parcializada por el gobierno imperial instalada por la fracción realista; y por ende participa en el nombramiento de una Junta Patriótica en el propio Ayuntamiento Barcelonés, conformada por el mismo y José Antonio Anzoátegui, José Godoy, Juan Antonio Filipino, y Manuel de Guevara; y de inmediato procedieron al nombramiento de la Junta de Gobierno de la provincia de Barcelona, conformada por los patriotas; José Antonio Freites de Guevara, Fr. Pérez Carvajal y Fr. Pedro Ramón Godoy, y Pedro José Trias, Augusto Arrioja y Manuel Matamoros; los cuales eligieron gobernador al Dr. Francisco Espejo, Capitán General a Ramón García de Sena y el capitán José Antonio Anzoátegui, en la Jefatura Militar.

Derrocada esta Junta de Gobierno viaja Trinidad con sus hermanos Teniente Gerónimo José y Comandante de Ingenieros Antonio José de Sucre y Alcalá. 

En 1813 forma parte de los 45 expedicionarios que bajo las órdenes de Santiago Mariño, emprendieron desde Trinidad, la liberación de Venezuela, y bajo su mando hizo toda la campaña del año 13, hasta el triunfo definitivo del General Santiago Mariño, con la liberación de las provincias de Cumaná, Margarita y Barcelona, ganándose entonces los galones de Coronel. 

El Coronel José María Sucre y Alcalá, se casó en Barcelona con doña Ana Josefa Hernández, de esa ciudad, donde formó una gran familia que dejó a la Patria ilustres y distinguidos ciudadanos. 

En 1847 fue nombrado en Cumaná, Guarda Almacén Extraordinario de Artillería. Murió lleno de méritos en Cumaná, en 1855. Sus restos reposan en una humilde tumba en el cementerio principal de Cumaná.


por: Ramón Badaracco

sábado, 3 de noviembre de 2012

JOSÉ CARLOS PEÑALOSA


En esta fecha (3-11-1793) recordamos al comandante JOSÉ CARLOS PEÑALOSA LÓPEZ. Mártir de la Patria. Nació en esa fecha en Cumaná, hijo de don Juan de Dios Peñalosa, portugués casado en Cumaná con doña Inés María López de Arjona.

El comandante Peñalosa, a los 17 años, con el grado de teniente, participó activamente, desde un principio, en los eventos revolucionarios de 1810. En medio del despotismo implantado en Cumaná por Cervériz, logra en 1812, viajar a la Isla de Trinidad con los hermanos Sucre y se una a Santiago Mariño. Forma parte de los 45 héroes que iniciaron la campaña libertadora de 1813, liderada por ese héroe leyendario, el General Santiago Mariño, que partiendo de la Isla de Trinidad y desembarcando por Güiria logra la proeza de libertar a todo el oriente venezolano, la Provincia de Nueva Andalucía.

Se destaca Peñalosa por su valor y arrojo en la primara de Maturín bajo el mando de Bernardo Bermúdez, y luego en la jornada victoriosa hasta Cumaná, combatiendo contra miles de tropas realistas esparcidas por todo nuestro territorio, bajo el mando del también invicto General Manuel Carlos Piar. Se calcula que los reales tenían más de 8000 soldados bien entrenados y equipados.

Hizo toda esta jornada libertadora, la gran campaña de la liberación de Oriente, de triunfo en triunfo desde Chacachacari hasta Cumaná; brilló también el año 14, año trágico para la causa patriota, cuando más se necesitaba de los líderes de la emancipación, peleando contra Cerveriz, Gavasso, Suazola, Fernández de La Hoz y el invicto José Tomás Boves, en las batalla del Salado y Urica, donde pudo verlo herido del lanzazo mortal del indio Saraza.

Luego en 1814, se unió a Domingo Montes y a Villarroel en Cumanacoa y participó activamente en las guerrillas, único vestigio del poder patriota. Su nombre glorioso fue clarín de las victorias, se gritaba en las trincheras y se cantaban sus hazañas 

Fue apresado después de la batalla de Rio Caribe, el primero de septiembre de 1815. Condenado a morir, aceptó su destino con serenidad. Fue un guerrero egregio, de augusta presencia, altivo y sereno, sin vacilaciones, como lo fue en vida. Digno hasta la muerte, y ser otro mártir de la Patria.

Él, como el coronel José Ribero, murió fusilado en Cumaná, en la plaza de San Francisco, por orden ejecutada por el frío comandante Aldama, por orden de don Pablo Morillo. Su cuerpo fue mutilado, desmembrado y repartido en lugares visibles de la ciudad, como escarmiento para los audaces y heroicos paladines que se multiplicaban en todo el territorio de la Capitanía General de Venezuela.

Hombres como Peñalosa le dieron sentido a la guerra emancipadora. Espera el bronce que eternice su valor y su grandeza. 


por: Ramón Badaracco