lunes, 3 de junio de 2024

Macuro o Cumaná

Pretendo responder una interrogante que me hecho y he preguntado a varias personas e historiadores desde muy niño sin respuesta convincente de por qué Macuro cambió tanto desde que lo describió Colón en su tercer viaje como una “tierra de gracia” hasta la fecha. O no era la región que el vio o existe un misterio con esta zona. Pretendo, por tanto, dar luces o evidencias diferentes, de otros historiadores. Sobre este u otros acontecimientos, de estos viajes y de esta región del continente. Colón describe una tierra maravillosa como si fuese el paraíso terrenal, la vegetación, flora, fauna, los aborígenes todo era diferente y espectacular, que asombró a todos los que venían con él. Algunos, sino todos, le rogaron dejarlos allí, a lo cual se negó, pero ¿Ya tenía Colón conocimiento de esto? Estas interrogantes pretendo responder en este trabajo.

 Dr. Kelvis Campos.

I

La carta de presentación de Crisóforo Columbus, fontanero nacido en Génova, ciudad de Italia, era la redondez de la tierra y un paraíso terrenal en un punto de ella, como quien tiene una pelota redonda y en un lugar, como un pezón de mujer, allí puesta. Y que esta parte de este pezón, sea la más alta e más propicia al Cielo. Así comenzó un periplo en la corte del rey Juan II de Portugal trazando vías de navegación y esperando ser nombrado almirante y virrey de las Indias Occidentales – Así llamadas por él- y una participación en el 50 % de las ganancias de lo rescatado en las regiones conquistadas. Todo esto le fue negado por el rey, primero por no tener naves disponibles ya que decía que todas estaban en África, segundo por ser extranjero, tercero lo que exigía Colón era exagerado, por ultimo por no creer en el navegante, ya que el mandó un barco según las coordenadas dadas y este nunca encontró tierras. Luego, el genovés se dirige a su tierra natal y lo tomaron por loco y hereje, ya que desafiaba a la iglesia al hablar de la redondez de la tierra. Decide ir a Florencia con los mismos resultados, lo tildan de orate pues la tierra era plana y no existían tierras más allá de las conocidas hasta esa fecha, y lo expulsan. Se dirige a España donde es recibido y escuchado por Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, creyeron en su proyecto, pero por la guerra con los moros no podían ayudarlo. Se desilusionó tanto el navegante, y ya cuando estaba decidido a ir a otros rumbos es llamado por los reyes católicos que habían tomado Granada y otras tierras venciendo a los moros y aceptan hacer negocios con Colon, firmando el 17 de abril de 1492 las capitulaciones de Santa Fe; donde los nombran almirante, virrey de las indias occidentales, gobernador de todas las tierras conquistadas y participación del 10 % de las ganancias de las riquezas recuperadas. Es Luisantangel quien aporta los recursos a Colón para comprar una carabela la Santa María y este empezó a buscar el financiamiento del viaje contratando marinos y condenados a muerte, encontrando en los hermanos Pinzón recursos y 2 carabelas La Niña y La Pinta.

 

II

1er viaje de Colón: el 3 de agosto de 1492 parte de Puerto de Palos de Moguer con 3 carabelas tocando las Islas Canarias para reparar La Pinta, y en la madrugada del 12 de octubre Juan Rodríguez Bermejo -Rodrigo de Triana- marino de La Pinta divisa la isla de Guanahani, nombrada por Colón como San Salvador. Luego descubre La Española, la Santa María, Fernandina Isabela y Juana -cuba-  funda el Fuerte de la Natividad en La Española con los restos de la Santa María, la cual rompió contra los arrecifes, con 40 hombres al mando de Diego de Arana. Regresando a España con la buena nueva: indios, oro en cantidad, plata y animales.

2do viaje de Colón: parte de Puerto de Palos de Moguer el 27 de septiembre de 1493 con 17 embarcaciones y 1300 personas con todo tipo de animales y granos para poblar las nuevas tierras, pasa por la isla de Gomera y se desvía un poco del rumbo del anterior viaje, descubriendo islas de las Pequeñas Antillas: Dominica, Guadalupe, Monserrat, Santa María Redonda, Santa María Antigua, San Martín, Santa Cruz, Las Once Mil Vírgenes, San Juan Bautista o Borinquen. Llega a La Española donde encuentra destruido el Fuerte de la Natividad. Funda La Isabela y otras ciudades en diferentes islas, retorna fracasado a España.

3er viaje de Colón: sale el 30 de mayo de 1498 de San Lucas de Barrameda con 6 navíos bajo la protección de la Santísima Trinidad. Después de tocar la isla de Gomera divide la expedición, 3 naves se dirigen a La Española, las restantes rumbo a su descubrimiento del 31 de julio, de tres picachos de una isla que llamo Trinidad. A partir del 1 de agosto avistó masa continental en Paria, atraviesa Boca de Serpiente, divisa costas, caños y ríos, llamándola isla de gracia, desembarcando los marinos Pedro Torreros, Andrés del Corral, Hernando Pacheco y Juan Quinteros. En dicho sitio dice haber encontrado el paraíso terrenal según como lo que describen los santos, continúa rumbo al norte por el estrecho de Boca de Dragón, sale a mar abierto y luego bordea la costa de Paria con proa a La Española y descubre las isas de Paraguachoa -la bautiza La Margarita-Cochen y Cuaua siguió divisando la costa

hasta el lago de Coquivacoa -Maracaibo-, regresa a La Española y es encadenado y es reducido a prisión por Francisco de Bobadila y remitido a España donde al llegar es puesto en libertad por orden de la reina.

4to viaje de Colón: en 1502 se le permite un 4to viaje a Colón con muchas restricciones , parte el 22 de mayo de Cádiz con 4 naves y sin tocar La Española recorre las costas de la actual Centroamérica desde Honduras a Panamá, pierde 3 de los barcos y debe ser rescatado y llevado a La Española, desde allí se va hasta España y días después de su llegada muere su protectora la reina, y el 20 de mayo de 1506 muere Cristóbal Colón sin pena ni gloria y sin saber que había descubierto un nuevo mundo y continente.

III

Viajes Parianos: se describen como los viajes que autorizó el reinado español al nuevo mundo por viajeros distintos a Cristóbal Colon a la región de Paria.

Expedición de Alonzo de Ojeda: sale de Santa Catalina de Cádiz el 18 de mayo de 1499 recorre Paria hasta Guyana, delta del Orinoco, Margarita, Cumaná y toda la costa hasta la Goajira. Regresa con perlas oro y esclavos.

Expedición de Pedro Alonzo Niño: al parecer era la misma del anterior, pero se retrasa unos días, saliendo del mismo puerto. No toca Margarita, llega a Cumaná y recorre la costa hasta Paraguaná. Regresa con perlas, oro y esclavos.

Expedición de Cristóbal y Luís Guerra: parten de Sevilla en 1500 y tocan Cumaná recorren Macarapana. Regresan con perlase indios, pero cometen muchas atrocidades.

Expedición de Vicente Yáñez Pinzón: recorre Paria hasta el delta del Amazonas.

Expedición de Diego Lepe: recorre Paria hasta el delta del Amazonas.

Expedición de Alonzo de Ojeda, Juan Bergara y Alonzo de Ocampo: parten de Cádiz en enero de 1502 llegan a Paria recorren Macarapana y Cumaná, apresando indios y devolviendo a las indias fertilizadas.

Expedición de Rodrigo de Bastidas: recorre Paria y toda la costa hasta Paraguaná, sigue hasta Santa Marta y el rio Magdalena.

IV

Macuro: región de Paria descubierta por Cristóbal Colón el 1 de agosto de 1498 después de visitar Trinidad y el delta del Orinoco. “jamás leí ni oí de tanta cantidad de agua dulce fuese así dentro a vecina con la salada, y sí de allí del paraíso no sale, parece aún mayor maravilla porque no creo que se sepa de río tan grande y tan fondo”. La confunde Colón con una isla y la llama “isla de gracia”. Según López de Gomarra nunca desembarcó, más sí lo hicieron los 4 marinos antes nombrados.

Cumaná: región continental resguardada y protegida por la península de Paria descubierta por Diego o Cristóbal Colón en noviembre de 1493, y vuelta a visitar por Cristóbal Colón en enero de 1494 llevando de piloto a Juan de la Cosa y como acompañantes a Alonzo de Ojeda, Bartolomeo Roldan, Pedro Alonzo Niño, Cristóbal Guerra, Vicente Yañez Pinzón y Americo Vespucio, que es quien refiere en Florencia “retuvo para si las perlas rescatadas en Cumaná y la Margarita”. Según Manzano Manzano. y refiere el señor de Cumaná que así se llama ese pueblo y rio”. y cuenta Colón sobre los habitantes de la tierra de gracia “mancebos de buena disposición y no negros salvo más blancos que otros que haya visto en las indias y de muy lindos gestos y fermosos cuerpos y los cabellos largos y llanos cortados a la guisa de Castilla y traían la cabeza atada con un pañuelo de algodón, tejido a labores y olores el cual creía yo era de almaizar” y en cuanto a los rasgos morales “e gente más astuta e de mayor ingenio e no cobarde” “muy tratables la gente nuestra que fue a tierra los hayaron tan convenibles y los recibieron muy honradamente” decía Colón de este primer encuentro “vinieron a la nao infinitisimos en canoas y muchos traían piezas de oro al pescuezo y algunos atados a los brazos algunas perlas” “holgame mucho cuando las vi e procure de saber donde las hallaban y me dijeron que allí y de la parte norte de aquellas tierras, procure mucho en saber donde cogían aquel oro y todos me señalaron una tierra frontera de ellos al poniente era muy alta no lejos más todos decían que no fuera alla porque alli comian los hombres”y dice a sus hombres “digovos que estais en la mas rica tierra del mundo.  Demos gracias al señor” maravillose de ser tan crecido todo aquel aljofar ca de ver tanto no cambia de placer según Angelo Trevisano y cuenta que a finales de noviembre de 1493 manda Colón a su hermano Diego y como piloto a Juan de la Cosa a bordear la costa de Paria descubriendo Paraguachoa Cochen, Cuaua, Araia y Cumaná donde observa su riqueza salina y perlera. y quizás encarga perlas que serian recuperadas en enero de 1494 por el propio Cristóbal y las cambian por baratijas. Pero hay que acotar que según Manzano Manzano el piloto Alonzo Sánchez y 2 marinos náufragos, fueron rescatados por Colón quien era vigía en el faro de Madeira donde vivía con su esposa y su suegra. Estos náufragos son los que refieren a Colón que hace 20 años atrás naufragaron viniendo de África y fueron rescatados en Cumaná donde nunca perdieron la esperanza de retornar a su patria y ahora que lo lograron volvieron a naufragar. Estos marinos desaparecieron y Colón con esta y otras informaciones inicio su periplo para que le financiaran su viaje. Esta anécdota es contada por López de Gomarra, Fernando de Oviedo, Bartolomé de las Casas y su hijo Hernán Colón quien refiere “empero nunca pensó el navegante tal cosa hasta que topó con aquel piloto español que las halló”.


V

Para mi entender trataré de dar algunas conclusiones sobre este tema y comenzaré un análisis directo sobre lo ya expuesto, lo primero lo llamaremos el secreto de Colón: certeza de Colón: Cristóbal Colón Cristóbal sabe de antemano donde estaba ubicada Cumaná, Paria y las islas de barlovento y sotavento, por eso discutía con tanta convicción sobre la redondez de la tierra, tema tabú, so pena de muerte en el siglo XVI y XVII, razón por la cual dió coordenadas falsas al rey Juan II y por tanto exigía tanto a las cortes, conocía de la riqueza perlífera de la zona, que nunca en sus dos primeros viajes mostro a los reyes católicos, ya que tenía un plan preconcebido ya que era el único rey y señor de las indias occidentales creía él, pero no contó con la astucia del rey de Aragón quien no respetó la capitulación firmada y no le tembló el brazo para mandarlo ha hacer preso y encadenarlo como un vulgar ladrón. Robo de Colón: luego rescató las perlas y se las tomó para sí y fingió un fracaso su segundo viaje, pero cometió un error que un secreto entre varios ya no es tan secreto. Al verse descubierto quiso enmendar la plana variando el itinerario en su 3er viaje y describiendo parte de una aventura experimentada en 1493 como si hubiese pasado en 1498 y nunca nombró a Araia ni menos a Cumaná, pero los viajeros parianos que tocaron Cumaná regresaron con oro y perlas.

Cumaná: explanada de gran belleza visitada por corsarios y piratas para recolección y trueque de perlas, provisiones, agua dulce; sitio supuesto donde 20 años antes de la llegada de Colón unos náufragos españoles repararon una embarcación y partieron hacia Europa naufragando nuevamente en Madeira, sitio donde el navegante genovés describe que existían 200 casas y se admira de las costumbres y belleza de los pobladores fundada por acta por Fernández de Zerpa, repoblada en varias oportunidades debido a las invasiones frecuentes y las catástrofes naturales. En 1777 forma parte de la Capitanía General de Venezuela con los límites que tenía como provincia de Cumaná desde el rio Unare hasta el rio Esequibo y hacia el sur el rio Negro, en 1810 se adhiere a la República de Venezuela, al caer esta es libertada antes que Caracas para formar parte de la segunda república, y es la última ciudad en rendirse en 1821. Visitada y cuna de grandes hombres de ciencia, músicos, poetas y gobernantes famosos, es para mi entender y creo confirmar con esto que la tierra de gracia y el paraíso terrenal lo encontró Colón en Cumaná.

                                                                                          

VI

 

BIBLIOGRAFÍA

 

COLÓN Y SU SECRETO……………………………………….JUAN MANZANO MANZANO

VIAJE A LAS INDIAS OCCIDENTALES………….…………  FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

HISTORIA FUNDAMENTAL DE VENEZUELA……………   J. L SALCEDO BASTARDO

LOS VIAJES DE COLÓN……………………………………    CARLOS DE GIORGIS

MEMORIAS PARA LA HISTORIA DE CUMANÁ…….……   FRAY CAYETANO DE CARROCERAS

HISTORIA DE LOS ORÍGENES DE CUMANA……………… JOSE MERCEDES GOMEZ

LA VERDADERA VARADA Y PÉRDIDA DE LA NAO STA MARIA…  LUIS MIGUEL COIN CUENCA


 Dr. Kelvis Campos.

 

 

 

                                                                                   

domingo, 2 de junio de 2024

CUANDO JUANCHO “LA PECHUGA" SE LE DECLARÓ A "LA PURPURINA"

I.- Juancho “La Pechuga”

Juancho, ya en la mañana, a la misma hora cuando mi hermana y yo salíamos para la escuela, pasaba frente a nuestro rancho, viniendo desde “Las Palomas”. Pese la tristeza le inundaba, impuesta por los avatares de su vida, de una edad madura no muy avanzada, vida de abandono, según nuestro diagnóstico, que no conocíamos la palabra, que más bien debió ser parecer, siempre asomaba a su rostro también pálido, una como leve sonrisa que acentuaba aquella aposentada tristeza. Era la suya sonrisa ajena, prestada, más bien una como mueca brindada de pírrico agradecimiento por la alegría espontánea, desbordada y verdadera nuestra, de los niños, por verle en nuestro espacio.


Tendría un poco más de cincuenta años, avejentado prematuramente por las vicisitudes del abandono, sufrimientos del indigente, quien siempre acompaña o le acompaña la soledad. Nunca supimos de dónde salió Juancho, sólo que un buen día en la mañana pasó frente a nuestra casa de bahareque, en el camino de Río Viejo, nuestro barrio, que corría paralelo a la “quinta de los Berrizbeitia”, con dirección hacia Cochabamba, para seguir luego hacia el centro de la ciudad. De esa manera como fortuita entró en nuestras vidas. Cuando le vimos por primera vez portaba sobre la espalda un viejo y sucio saco, eso que los mexicanos llaman costal, dentro del cual al parecer llevaba según el pronunciado bulto que se formaba, algunas cosas que nunca abandonó, que cuidaba con esmero y hasta demasiada energía; tanto que cuando alguien, por molestarle, intentaba quitárselo, se volvía fiera en celo, hembra que defiende su cría. Nunca supimos en detalle qué, aunque se asomaban muestras de ropa y cosa curiosa, cuando escribo esto, descubro que jamás nos interrogamos sobre ese asunto, ni preguntamos a Juancho, quien por cierto, eran pocas las palabras que pronunciaba; apenas balbuceaba, tanto que nunca le oímos una frase completa, por corta que fuese. Sólo salían de su boca palabras incompletas y sonidos incomprensibles. Cuando intentaba hablar, un manantial emergía por las comisuras de sus labios. No era eso, el hablar, el lenguaje propio de Juancho. Pese la tristeza, como pegada a su rostro lampiño, pálido y expresión corporal, su mustia sonrisa, que no se desataba, se le quedaba como pegada a su figura desgarbada toda, intentaba ante el más mínimo estímulo musical expresar alegría, no sé si verdadera o por complacer a los muchachos, con movimientos torpes y descompasados de todo su cuerpo. Era un costal de huesos, todo lánguido, bastante alto, que no lo parecía por su doblado cuerpo que había adquirido la forma o tendencia que le imponía el peso del saco que rara vez abandonaba. Cuando caminaba, la mitad de su torso, para mantener el equilibrio y viva la fuerza inercial, adquiría forma casi horizontal, tanto que la cara iba paralela al suelo y hacia este siempre su también triste mirada.

Vestía pantalón de caqui mugroso, con la pierna derecha recogida un poco por encima del tobillo, mientras la izquierda caía sobre una alpargata sucia. Casi siempre llevaba una camisa que alguna vez fue blanca, cuyo cuello también mugriento sobresalía del paltó del mismo material y color del pantalón.

Cuando escribo esto, y lo escribo por él, estoy pagándole con mi afecto a Juancho toda la alegría que nos brindó de niños. ¡Cuánto siento que los niños de ahora, en este estadio de vida que habla de desarrollo y envueltos ellos en un proceso de crecimiento vertiginoso de la tecnología, crecimiento desmedido de las ciudades y la población, donde pocos son los transeúntes que se reconocen entre sí y le ha sido robado a ellos los espacios, no puedan tener instantes tan sencillos pero hermosos, alegres y llenos de ternura, como aquellos que para nosotros brindaba la presencia de Juancho, a quien por cierto, ahora lo recuerdo, nunca le dimos nada, no sé si porque nada teníamos o porque Juancho no mendingaba! Pero justo ahora, terminando la frase anterior, me interrogo acerca de cómo vivía, de qué se sustentaba en lo que se refiere al comer. Pero nunca debí hacer y hacerme esa pregunta, porque podría llevarnos a una respuesta aparentemente fantasiosa o inventada y ajena a la generosidad de la ciudad y el tiempo en que vivimos y crecimos. Digo esto, porque el caso de la subsistencia de Juancho, quien portaba en el saco unos sucios cambios de ropa que usaba no por estar limpio sino por cumplir un ritual o fantasía, era el mismo de nosotros. Al decir esto, recuerdo mi libro “El Crimen Más Grande del Mundo”, donde hablo de nuestro espacio, subsistencia casi mágica, lo que explica por qué he dicho que nunca “debí” interrogar de esa manera. Todo es para nosotros muy claro. Aquella era una vida bucólica, generosa y hermosa que truncó “el progreso”.

Muchas veces, al salir del rancho para ir a la escuela, avistábamos allá, no muy lejos la figura estrafalaria de Juancho y su caminar lento por arrastrar el peso que su espalda portaba, especie de penitencia autoimpuesta, quizás como una demencial manera de darle sentido a su vida. Le esperábamos llegase a donde nos encontrábamos para solicitarle, como siempre, el humilde y sencillo espectáculo que nos brindó la primera vez que le vimos y por el cual, en toda nuestra pequeña ciudad, se le llamaba “Juancho la Pechuga”. No había problema en esperarlo, el tiempo era algo que en nuestro espacio y vidas sobraba; no había motivos para andar apresurados.

-“Juancho, suena la pechuga”.

De esa manera solicitábamos nos brindase su espectáculo. Juancho, ante aquel requerimiento, la mayoría de las veces hecho por coro de voces infantiles y alegres, comenzaba a bailar un ritmo indefinido, moviendo sus pies y cuerpo todo con torpeza, girando lentamente siempre en el sentido de las agujas del reloj, mientras habiendo colocado el saco en el suelo, muy cerca suyo, como con desconfianza, nos brindaba su sonrisa. Luego ejecutaba un hábil movimiento, repetido tantas veces como se lo permitiese el tiempo que sobraba, que consistía en un como frotarse ligeramente las palmas de las manos, un poco separadas del cuerpo a la altura del pecho y luego golpearse esa parte del cuerpo. La mano izquierda movía con la palma hacia abajo y la derecha hacia arriba y luego, inmediatamente y con gran rapidez, con esta se golpeaba en el lugar indicado, la retiraba y volvía a la posición inicial, mientas la primera también golpeaba allí y salía presurosa al encuentro de la otra mano. Mientras tanto no dejaba de mover su cuerpo y girar sobre sus pies en el mismo sentido. El pecho de Juancho hacía de caja de resonancia y producía un sonido firme, sonoro, ronco, profundo y repetitivo. Las palmas de las manos al golpear producían uno agudo y cristalino. Mientras hacía aquellos movimientos, producía su música, balbuceaba y en apariencia cantaba al ritmo que marcaban sus manos y su pecho y por las comisuras de los labios emergía el manantial.

Mientras tanto, todos quienes le rodeábamos, repetíamos cada uno de los movimientos de Juancho y cantábamos lo primero que a alguien, haciendo de primera voz o guía, se le ocurriese, como:

“Este zamurito que viene de Roma
a comer podrío aquí a “Las Palomas”.

Juancho era un pequeño, humilde y sencillo espectáculo ambulante para todos los niños de la ciudad que lo eran más que quienes tenían la edad nuestra. Entonces el “Juancho, suena la pechuga”, se escuchaba en cada esquina mientras él iba de “Las Palomas”, donde dormía, hasta el centro de la ciudad a refugiarse habitualmente durante el día, bajo el puente viejo o Guzmán Blanco.

Por cierto, ahora lo recuerdo bien, bajo ese puente, que brindaba una sombra generosa como para pasar el día agradablemente, mientras arriba el calor del mediodía sofocaba a la gente, aparte de Juancho pasaban el día algunas otras personas como él. No sólo era como una enorme casa, amplia, de ventanales abiertos que permitían que el viento, viniese del sur o norte a ella entrase raudo y constante. Pero también, allí mismo, en la orilla del río abundaban peces, camarones que se podían atrapar sin dificultad alguna; bastaba la mano habilidosa y esta se lograba después de una no muy larga experiencia en aquel espacio. Y el río de manera constante traía frutos en abundancia de los árboles de allá arriba. Allí, en ese espacio, Juancho conoció a “La Purpurina”.


II.- “LA PURPURINA”

De los personajes como Juancho y “La Purpurina”, nadie supo nunca de dónde salieron, ni cuándo aparecieron por primera vez en los espacios que luego hicieron suyos y se convirtieron como parte del paisaje, de la vida misma y de la gente toda. Son personajes que no aparecen en ningún registro, pese sus huellas y recuerdos están esparcidos en la calle. Por esto, gozan de un significativo privilegio; quedan para siempre grabados en la memoria nada frágil y por demás generosa de los niños y jóvenes que más tarde, ya viejos, pudieran recordarlos como lo hago yo ahora. Quienes eran viejos cuando Juancho y “La Purpurina” nos alegraban la vida, a ellos ignoraron, porque sus recuerdos estaban llenos de otros personajes, quizás como aquellos, de su tiempo infantil.



Juancho, nadie supo nunca, por lo menos los muchachos, para quienes su existencia no nos era inadvertida, ni tampoco insignificante, por qué ese nombre ni quién le puso el sobrenombre de la “Pechuga”. Parece obvio que se llamaba Juan y lo segundo por la costumbre de celebrar e intentar alegrar a la gente con su habilidosa práctica que convertía su pecho en un tambor y sus manos unas castañuelas. Pese su tristeza, caminar torpe y vacilante, su cuerpo desgarbado, por donde pasase y en el instante que lo hiciese, aparecía la alegría en los rostros de la gente y de aquí y allá surgían las demandas para que Juancho sonase la pechuga; y él, mostrando su mustia sonrisa, se esmeraba en dar aquello que le pedían y todo era un bailar y reír a carcajadas. Y él, pese todo, parecía sentirse complacido que su paso por las calles no fuese la de un fantasma, un cuerpo transparente, alguien en quien nadie fija su mirada o muestra interés. Quizás por eso bailaba, aunque fuese torpemente, moviendo su cuerpo a su manera, sonando su pecho al golpe de sus manos y a estas sacándole el sonido de las castañuelas.

“La Purpurina”, caminaba tanto por la ciudad que, uno podía encontrarla en cualquier parte. No era como Juancho, quien se movía en un espacio determinado; éste, de “Las Palomas”, iba al puente, apenas siguiendo las curvas del camino o las calles del centro. Nunca vimos a Juancho atravesar el Puente, hacia donde arranca o termina la “Calle Larga”, la que conduce directamente a Puerto Sucre y pasar al lado de Altagracia. “La Purpurina” tenía mayor autonomía; cualquier espacio de la ciudad era suyo. Podíamos encontrárnosla aquí, allá, donde menos uno lo esperaba. Tampoco era metódica, rutinaria o respetuosa del tiempo como Juancho. Este, predecible en cuanto tiempo y espacio. Cuando el sol comenzaba a declinar, Juancho abandonaba el espacio bajo el puente y, volvía sobre sus pasos mañaneros a dormir. “La Purpurina”, como hemos dicho antes, podía aparecérsenos en cualquier sitio y hora, hasta muy altas de la noche. Uno podía hallarle tirada en algún rincón durmiendo o caminando sin rumbo a cualquier hora. Se podría hasta decir que ella tenía mucho de trashumante; o mejor, era eso, trashumante.

Su extraño nombre, “La Purpurina”, sin autor reconocido, pudiera derivarse de aquellos polvos metálicos que se usan como pigmentos en las mezclas de pintura o de uso frecuente en la bisutería. Porque “La Purpurina”, que nadie le conoció otro nombre, acostumbraba maquillar su rostro con lo que tuviese a mano, sobre todo con pétalos de las abundantes flores de la orilla del río o los jardines de las plazas públicas. Siempre llevaba la cara brillante con colores rosado, rojo y sutilmente granate.

Detrás de aquella figura escondida tras harapos, andrajosa, había una mujer de baja estatura, caderas redondeadas, en apariencia descendiente de indígenas, siempre con la inocencia pintada en el rostro, en su mirada también triste que parecía no coincidir con su sonrisa espontánea, discreta, sin dejar de ser fisgona y amorosa. Sus labios eran carnosos y el superior con un ligero pronunciamiento que embellecía más su sonrisa.

Iba vestida de negro, mugrienta; sobre su abundante cabello sucio, hirsuto, colocaba un rollo de tela para darle asiento al peso de una mara, la misma que habitualmente llevaban las vendedoras de pescado; también como el saco de Juancho, llena de una carga misteriosa y pesada; esto último uno adivinaba por la actitud corporal de “La Purpurina”. Intentaba además embellecer su rostro, que lo era, pese el deterioro y aparente poca pulcritud de su imagen, con una hermosa cayena prendida a sus cabellos, como aquellas vendedoras de pescado que recorrían la ciudad, el barrio, con sus cestas encima de la cabeza y gritando para advertir a la clientela. ¡Llevo el pescado fresco! ¡Qué curiosidad, nadie nunca averiguó, que se sepa, qué cosas llevaba, ni el porqué de aquel empeño de ir de arriba abajo todo el día con aquella pesada e innecesaria carga! ¡Ah, se me olvidaba! Ella tampoco abandonó nunca la “cola” o “punta” de tabaco, sin encender, que sostenía en la comisura izquierda de sus labios. Cuando uno la hallaba de repente acurrucada en un quicio en horas de la noche, percibía que su mara, su tesoro, lo colocaba de manera que nadie pudiese quitárselo o escudriñar para conocer su secreto.

Carmelita Marcano, personaje cumanés del tiempo de la presidencia del general Medina, aquella que vivía rodeada de gatos en el viejo mercado, que así le llamaron por largo tiempo, después de construido y puesto en funcionamiento el ubicado cerca de la calle de “El Baño”, tan viejo que los cumaneses de ahora no le recuerdan o no saben de él, ubicado frente a lo que fue el cine Paramaount, donde gritábamos “cuadro Peña”, que era el apellido del nombre del dueño y administrador, cada vez que se interrumpía la película, y ahora es el Teatro Luis Mariano Rivera, pocos recuerdos dejó en mi vida. Es en mí como una sombra que pasó fugaz. No sé si por mi muy corta edad, haberla visto pocas veces, pues entonces no estaba yo en capacidad ni libertad para recorrer la ciudad con frecuencia, no conservo de ella más que el vago recuerdo de su desgarbada figura, sus largas, afiladas uñas y sus gatos que le rodeaban y hasta estaban muchas veces sobre ella. “La Purpurina” es una existencia e imagen más reciente de nuestras vidas, de cuando ya habíamos echado pantalones largos y apoderados de las calles de la ciudad en las distintas horas del día. Si pudiera relacionarla con algún gobierno y la vida nuestra, lo haría con Pérez Jiménez, quien gobernó Venezuela desde 1948 hasta diez años después, 1958, justamente el lapso de nuestra vida que transcurrió de 10 a 20 años. Otro de esos personajes fue aquella a quien solían decirle “La loca Juanita Mayo”, también de la época de mi muy temprana infancia de quien pocos o casi ningún recuerdo tengo. Sólo el nombre me acude a la memoria cada vez que intento recrear aquellos tiempos.

Es posible que mucho antes que nosotros los viésemos juntos, Juancho y “La Purpurina” hubiesen cruzado sus caminos. Nuestra ciudad, más que esto, era un pequeño pueblo aún, de límites estrechos, donde las calles iban al mismo sitio y tributaban, al fin de cuentas, hacia allí, donde todos concurríamos sin saber la razón; donde todos nos conocíamos; nadie era extraño ni ajeno. Posiblemente, no lo sé, la mirada inocente de Juancho, al cruzarse en una de aquellas calles, generalmente desiertas, sobre todo en las horas del mediodía, cuando el sol desparramaba sus refulgentes y quemantes rayos, se posó más de una vez sobre la figura atrayente de “Purpurina” y esta, tras su humildad, pero siempre interesada y despierta ante quien se le cruzase en el camino, quizás le miró con interés tantas veces y hasta pudo coquetearle. Porque “Purpurina” era muy coqueta. Su sólo nombre y arraigada costumbre de acicalarse tanto como para que alguien le pusiese aquel nombre y la cayena prendida al lado de su cara, hacían de ella una indigente, trashumante, atractiva y muy coqueta.

“La Purpurina”, cuando algo o alguien le llamaba la atención, despertaba su interés por cosas propias de lo humano, se paraba sobre la acera y hasta en el medio de la calle, con el brazo derecho formando arco y la mano empuñada puesta sobre la cadera, mientras la mano izquierda permanecía aferrada a su mara montaba sobre su cabeza, y miraba escrutadoramente lo que era de su atención. Así permanecía hasta que su curiosidad se saciaba o el objeto de su atención se perdía de vista. Pues, como solían decir, quienes de aquella costumbre se habían percatado:

-“Purpurina es muy fisgona”.


III.- UNA FILA INDIA SERPENTEA LA ORILLA DEL RÍO

Aquel mediodía ardiente, habiendo bajado hasta la orilla del río, justo detrás del Concejo Municipal de Cumaná, donde ahora existe un museo en honor al Mariscal, lo que solíamos hacer, en esos meses, cada vez que nos acercábamos a ese espacio, optamos por algo inusual, caminar en dirección a la cabeza del puente, lo mismo que hacerlo contra la corriente, río arriba. El río se hallaba en su menor nivel en esos días; estábamos en marzo o abril, cuando todavía no habían entrado las lluvias, lo que hacía posible caminásemos por aquel sendero. Por la mansedumbre de la corriente en la orilla, las ribazones se observaban en cada curva. Había peces de todos los tamaños, colores y camarones; y allá en el centro, las cotúas aterrizaban y luego se sumergían para aparecer más adelante disfrutando su pesca. Alcatraces, abundantes más abajo, en la desembocadura del río, se aventuraban hasta allí, remontando la corriente, para pescar, compitiendo con las cotúas, lanzándose con violencia desde lo alto para pronto emerger y levantar vuelo mientras engullían sus presas. Los perros de agua, expertos nadadores, emergían y se sumergían en los espacios de mayor profundidad, mostrándose como alegres y juguetones. Nosotros, mientras nos dirigíamos hacia nuestra meta, no definida sino que era en verdad un deambular sin rumbo ni propósito, mirábamos el espectáculo y sonreíamos felices; era una fiesta maravillosa que podíamos contemplar y disfrutar diariamente sin dificultad. El agua era limpia porque la fuerza y caudal del río en aquel momento del año no eran lo suficiente como para invadir, desde allá arriba, río arriba, espacios donde se amontaban materiales y arrastrarlos y enturbiarse. El lecho del río era solo de arena, por eso, en los sitios menos profundos, uno podía ver el fondo y la vida toda que allí se prodigaba.


-“¡Esperen!”

Gritó de repente el compañero que marchaba adelante, pues lo estrecho y dificultoso del camino obligaba que fuésemos en fila india, mientras extendía los brazos de manera horizontal y mostraba hacia atrás las palmas de las manos en concordancia con la palabra pronunciada.

-¡Vean allí!

Volvió a hablar el mismo personaje, mientras extendía la mano izquierda hacia la cabeza del puente del lado de Santa Inés, el mismo donde nos hallábamos, cerca de la plaza Ayacucho donde se encuentra la estatua ecuestre del Mariscal. Cuando dijo aquello mostró desmesurado asombro, tanto que por el cuerpo le corrió un estremecimiento y empezó a dar bruscos saltos, el mismo que invadió a los demás, pues creíamos estar presenciando algo inusitado y sin duda alguna, para nosotros nunca imaginado. Era como un preciado encuentro, casi mágico, hallazgo que nos llenaría de orgullo. ¡Qué dicha haber sido testigo de aquello!

El bajo nivel del caudal del río “Manzanares” dejaba allí, bajo esa cabeza de puente, un enorme espacio arenoso, bajo la fresca sombra que aquél, haciendo en parte de techo, como también los grandes árboles de lado y lado del mismo, generosamente brindaban.

En aquel espacio, una curiosa comunidad de indigentes, dicho así sólo para resistir la tentación de hablar en detalles de ella, desarrollaba su vida un poco al margen de los habitantes de la ciudad toda. Era una forma de vida clandestina, donde quienes formaban parte o participaban de ella, marginados o excluidos, intentaban vivir conforme a las potencialidades del río, lo agradable del espacio y sus pocas aptitudes o habilidades como para desempeñarse allá arriba y ser aceptados, no ser objeto de burla o víctimas hasta de atropellos, blasfemias y gestos de desprecio. Por el contrario, allí se sentían libres, alegres y en disposición de vivir la vida con plena libertad. Eran allí ellos, seres humanos, sin la sujeción de la mirada transeúnte, el gesto de desaprobación y hasta muestras de rechazo, como el caminante que se pasa a la otra acera o, en la calle, cambia el rumbo para no sentir el olor o percibir de cerca simplemente la figura de algunos de ellos, aunque en verdad, fuesen muy pocos que, aparte de esos gestos o manifestaciones de rechazo, no les mostrasen de alguna manera su simpatía. Eso sí, el ¡hola Juancho!, ¿cómo estás “Purpurina”?, iban acompañados de muestras inequívocas del deseo de mantenerles distantes, como por razones de asepsia.

Juancho debió saber siempre que, pese los gestos de alegría de los muchachos con quienes a diario se encontrase, eran muestras de afecto hacia él, carecían del necesario calor de la amistad; pues se prodigaban a distancia. Nadie se le acercaba lo suficiente y cuando era cercado en una rueda de radio grande, todo aquel que empujasen hacia él, mientras bailaba torpemente, no sin dejar de transmitirle una inexplicable alegría a su cuerpo siempre triste, haciendo sonar su caja torácica y sus castañuelas, ponía el freno, detenía, anulaba la fuerza inercial y volvía rápidamente a su punto de arranque, por el temor instintivo de acercarse a aquel infeliz. Les aterraba rozar sus cuerpos con los del sucio Juancho. Cuando él intentaba con inocencia, mientras bailaba y tocaba la pechuga, acercarse a alguien de aquellos que le rodeaban, el círculo se ensanchaba para mantener la distancia, mientras todos reían a carcajadas. Cuando el espectáculo llegaba a su fin, más por el cansancio del público que por Juancho, el círculo se disolvía, cada quien seguía su camino, unos pocos se quedaban pero a mayor distancia y él allí, solo y triste como antes.

Juancho no era violento, nunca se supo que agrediese a nadie, más bien tímido y asustadizo como un niño, pero su desaseo y aquel incesante babeo, provocaban en la gente aquellos gestos de rechazo en circunstancias como esas. Cosa extraña, como ya dijimos arriba, se enardecía si alguien intentaba separarlo de su saco. Para mayor tristeza, sin prueba alguna, corría el rumor que Juancho padecía de tuberculosis. ¡Y eso era muy grave y peligroso! A Juancho sólo ofrecían estentóreas carcajadas y aplausos distantes. Juancho, por todo aquello, era un solitario que debía albergarse, la mayor parte del tiempo que pasaba en el centro de la ciudad, debajo de aquel puente, donde sólo concurría gente como él no a encontrar compañía sino la soledad de otros. Tenía pocas cosas en común con quienes habitaban la ciudad, como la de divertirlos, recibir de ellos unos aplausos complacientes y hasta compartir una sonrisa. ¡Más nada! Claro, eso sí, los peces, cotúas, garzas, hasta alcaravanes que se atrevían a venirse desde allá de la desembocadura, las iguanas verdes que saltaban de rama en rama, la fauna toda asociada al río, los deliciosos jobos, guayabas y guamas que desde arriba arrastraba la corriente llenaban sus necesidades y vacío.

“La Purpurina” daba muestras de necesitar del contacto con la gente. Tanto deambulaba por la ciudad toda, se detenía con frecuencia en aquellas esquinas o espacios donde concurriese la gente; no era esquiva. Si, como dijimos, trashumante. Recorrer la ciudad, por lo menos del centro hasta Caigüire era su permanente pasatiempo. De vez en cuando intentaba comunicarse con los transeúntes aunque fuese pronunciando una palabra o retahíla de ellas con incoherencia, en tono generalmente muy bajo, algo poco peculiar en aquella sociedad de gritones, de lo que generalmente no recibía respuesta alguna. Ella, como Juancho, también era mantenida a distancia por su aspecto andrajoso.

Eso sí, quizás por lo mismo que le dijeran fisgona, le placía pararse en algún sitio donde encontrase jóvenes o uno en particular y les miraba o miraba con inusitado interés y hasta fijeza. Si alguien que aquello detectaba, optaba por decir algo gracioso, insinuante a la Purpurina misma o al observado por ella, sonreía con inocultable picardía, con disimulo estudiado y parsimonia continuaba su camino, como invitando a aquel sobre el cual mostró interés le siguiese, mientras su sonrisa pícara seguía pegada a su rostro purpurino. Todo aquello, mientras su mara bamboleaba sobre su cabeza.

Por eso, también solían decir: ¡La Purpurina es coqueta y pícara!


IV.- JUANCHO “LA PECHUGA”, SE LE DECLARÓ A “LA PURPURINA

En efecto, allí, en un punto de la línea imaginaria que marcaba la indicación de quien encabezaba la fila india, justamente en el centro del espacio debajo del puente, estaban Juancho y la Purpurina. Habíamos llegado muy cerca de ellos, apenas unos pequeños arbustos que formaban una barrera a la altura de los hombros nos separaban; en ese instante, se rompió la fila india y cada uno de nosotros se desplegó a ambos lados de quien hacía de cabecilla. Unos quedaron en la subida que iba hasta allá arriba de la muralla que atrapaba el río para evitar se desbordase en los tiempos de lluvia, cuando venía “de monte a monte” y los otros en la bajada hacia la orilla del cauce de aquellos días secos. Estaban tan abstraídos en lo suyo que no sintieron nuestros pasos y todo aquello nos permitió observarlos de cerca. Mientras tanto, allá arriba en el puente, unos comparseros que venían desde el barrio “Plaza Bolívar”, de allá de los lados del “Salao”, entonaban su canto y al ritmo de mandolinas, furrucos, cuatros y maracas cantaban:

“En Cumaná se baila la malagueña
el maremare, la jota y el galerón
el estribillo como este que estoy cantando
zumba que zumba, cumanés de corazón”.

Juancho, quien se había desprendido de su sucio y viejo costal o saco y puesto por allí sin preocupación o cautela, bailaba con torpeza, como siempre, pero no sin ternura e interés de agradar a La Purpurina. Lo hacía girando alrededor de ella, pero siempre en el mismo sentido de cuando bailaba en la calle y en cada giro iba estrechando el radio del círculo que los separaba, mientras tanto las palmas de sus manos se golpeaban y ellas dos al pecho que parecía sonar de una manera delicada y limpia, esta vez al ritmo de lo que arriba sonaba.

Allá arriba, justo sobre la cabeza de aquellos inesperados y furtivos amantes, la comparsa entonaba:

Es una tierra donde reina la alegría
con sus mujeres tan bonitas cual la flor
me traen recuerdos las coplas y las fulías,”

Mientras Juancho bailaba y hacía sonar la pechuga y movía su cabeza de derecha a izquierda con lentitud, ligeramente inclinada la cintura, los ojos cerrados y una sonrisa abierta, ahora sin timidez, “La Purpurina” le miraba, con su mirada pícara y gestos de satisfacción, como sonreír en concordancia con ellos, que invitaban al danzante a continuar con su osadía. Agitaba su cara sin brusquedad de lado a lado, sus párpados abría y cerraba y de vez en cuando, su refulgente cara de purpurina inclinaba hacia el cielo como si viajase al infinito para expandir su deleite.

“La Purpurina” comenzó a mover sus caderas con cadencia, un movimiento empezado en los tobillos, mientras los pies metidos en sus alpargatas roídas se mantenían firmes en la tierra, la mano derecha abierta, levantada a la altura de la oreja, agitaba como si estuviese saludando efusivamente a alguien y la izquierda, como siempre, sosteniendo su inseparable mara. Antes, cosa extraña, había expulsado de su boca la punta de tabaco.

En tanto, Juancho seguía acortando el círculo y acercándose, como de manera estudiada, al cuerpo de La Purpurina.

Nosotros nos mantuvimos quietos, muy quietos, casi no respirábamos detrás de aquellos arbustos, para no llamar la atención de la, quizás por primera vez, feliz pareja y sobre todo para no perdernos el desenlace de lo que bajo del puente acontecía, amenizado por los comparseros que allá arriba ofrecían baile y canto, con “Alma Cumanesa”, a la ciudad toda.

Allá sobre el puente se escuchaba la música y canto:

“el maremare, el golpe y el galerón”.

Juancho hizo ya demasiado pequeño el círculo y su cuerpo comenzó a rozar al de “La Purpurina”, mientras le giraba en torno. Sin dejar de bailar ni girar alrededor de la mujer, tomó la mara y bojote que servía de base para aquella aposentar en la cabeza y los depositó en el suelo como con estudiada lentitud. La Purpurina se dejó hacer aquello sin muestra alguna de su habitual desconfianza por su tesoro. Es más, hasta cerró los ojos y se dejó hacer, era más importante aquel momento que el secreto que guardaba y habitualmente defendía con todas sus fuerzas de quien intentase violárselo.

Pegó su cara contra la de la mujer y el labio superior de ésta pareció inflamarse más de lo habitual. Se miraron intensamente y así se dijeron muchas cosas. Juancho aun pudo seguir girando, sin dejar de bailar y hacer sonar la pechuga que esta vez pareció un tono más profundo, ya recostado sobre la Purpurina, que ahora movía con más lentitud pero cadencia sus caderas, estimulada al estrechar su cuerpo al del hombre.

Pegaron sus espaldas; esta vez Juancho se detuvo, dejó de sonarse la pechuga, caer brazos a lo largo de su cuerpo, se estrechó más a La Purpurina y de seguidas, comenzó a seguir el cadencioso movimiento de sus caderas con las suyas. Y sus cuerpos estrujaban y la mujer había olvidado su mara.

Allá arriba, soportando la inclemencia del sol y el sofoco de la larga caminata, los “comparseros” entonaban, con admirable entusiasmo:

“Ponle cuidado cuando vayas a mi tierra,
oye, mi hermano, si gusto te quieres dar.

Pegados de espaldas, ambos empujaron en sentido contrario, uno contra la espalda del otro y empezaron a bajar y subir, primero lentamente y luego más rápido como queriendo alcanzar el ritmo del estribillo, mientras meneaban las caderas y sonreían ampliamente; de pronto los dos, al unísono, comenzaron a suspirar profundamente y luego rieron soltando carcajadas; Y arriba:

“Allá en oriente el que más y el que menos,
desde que nace sabe tocar y cantar”

En un volver hacia arriba, como si ejecutasen un movimiento estudiado, los dos se separaron, volvieron a mirarse de frente, sonreír y soltaron tenues carcajadas. Purpurina, pequeña, regordeta, de caderas redondas y Juancho un costal de huesos, cubierto por una piel pálida. Juancho se acercó a La Purpurina, hizo que ésta girase sobre sus pies y le diese la espalda; cumplido el movimiento, con una delicadeza inconcebible, comenzó a desvestirla y ella, mansamente, se entregó a los designios de su acompañante. Juancho paseó su mirada lentamente por el cuerpo desnudo de “La Purpurina” y ella procedió a desvestir a su acompañante. Los dos se miraron atentamente y se abrazaron. Mientras tanto sobre el puente se cantaba con alegría:

“Come las ostras que se dan en los manglares,
los chipichipis en la playa de San Luis”.

Los instrumentos tomaron un encanto distinto, los ejecutantes de bandolín, furruco, cuatro y maraca y los cantantes se habían como contaminado de la emoción de la pareja sobre la cual se hallaban y entonces a la emoción y estridencia de la música, el cante y toda la alegría que ello prodigaba, se transmitió al ambiente todo la sensualidad y ternura que emanaba de abajo del puente.

Se abrazaron con fuerza mirándose de frente, el cuerpo de uno se confundió con el otro, se llenaron de besos. Luego se separaron lentamente, sin dejar de sonreír, esta vez Juancho mostraba una sonrisa amplia, mostrándose dueño de la felicidad, “La Purpurina” miraba hacia arriba como soñando lo que la vida entera le había negado; se colocaron uno al lado del otro, tomados de las manos, mirando ahora ambos hacia el río, comenzaron a bajar con parsimonia la poca pronunciada cuesta hasta llegar a la orilla; continuaron su embelesada marcha y hundieron sus pies en la arena limpia y cuerpos en el agua tibia y cristalina. Allá arriba, los comparseros ponían fin al cante del estribillo:

“Los camarones que nacen del Manzanares
Son un orgullo con que cuenta mi país”.

Al verlos sumergirse en el río, tomados de la mano y juntos sus cuerpos, observamos como la mara de “La Purpurina” y el saco de Juancho, habían quedado muy cerca uno del otro, como sus cuerpos y sus ropas harapientas, hacían un pequeño promontorio; de pronto el costal y las ropas de Juancho asaltaron la mara de “La Purpurina” y se intercambiaron sus secretos.



Por: ELIGIO DAMAS

jueves, 16 de mayo de 2024

BATALLA DE AYACUCHO

         Con la Batalla de Ayacucho llega el día de poner fin a la dominación española en América del Sur, que había iniciado 16 años antes en 1808. Y este día llega sin lugar a dudas es el 9 de diciembre de 1824. Donde un joven de 29 años General de División Antonio José de Sucre al mando del ejército Unido Libertador del Perú integrado por soldados de varias nacionalidades derrota a un ejército superior en fuerzas mejor provisionado y posicionado para la batalla. Los realistas con casi 10 mil hombres dominaban las alturas del cerro Cundurcunca pero en menos de 4 horas los casi 6 mil patriotas los derrotaron y avergonzaron con sus estrategias de guerra y su ferocidad para la lucha. Este día se define la liberación de 2 naciones del yugo español y la estructuración definitiva de la América del Sur.

 Por:  Dr. Kelvis Campos

I

 La campaña de Ayacucho se inicia inmediatamente después de la victoria de la batalla de Junín el 6 de agosto de 1824. Eran varias las semanas que los 2 ejércitos llevaban caminando casi en paralelo y mirándose muy de cerca, avanzando, desertando y cruzándose por esos caminos intrincados, sabiendo en que parte se hallaba el enemigo, intercambiaban disparos, piedras e insultos; algunas escaramuzas no daban descanso ni ofrecían tregua a ningún bando, Algunas veces las montonera y caballerías ligeras se regían por sus propias reglas y conocían el terreno y los indios ayudaban a encontrar los caminos. Bolívar se encontraba en Lima debido a una orden enviada desde Bogotá donde se le prohibía al Presidente entrar en batalla en territorio extranjero, no estaba de muy buenas ganas, pero si muy bien atendido y al tanto de todos los acontecimientos, aunque los Peruanos lo habían nombrado Dictador de un país por construir y como el mismo diría “El Perú es un País muy difícil y muy enredado, que no tiene que comer y es carísimo, que no tiene agua y está helado, que no tiene gobierno y todos mandan”. Luego de ser derrotados por los patriotas en Junín, los realistas retrocedieron hasta las proximidades del Cuzco donde el Virrey de la Serna recibió refuerzos provenientes del Alto Perú. Bolívar desde Lima deja al mando de su ejército al General Sucre, De la Serna decide esperar a Sucre en las alturas del cerro Condurcunca, pero la falta de víveres, las constantes deserciones y las noticias de la llegada de refuerzos colombianos a Lima impulsaron al Virrey a descender y atacar al ejército patriota situado en el llano; el inicio de la lucha favoreció a los realistas que al bajar de la cuesta arrollaron a los patriotas. Estos se reorganizan gracias al Coronel José María Córdova quien puso al frente a sus soldados y los hizo avanzar, se produce así una feroz lucha cuerpo a cuerpo haciendo retroceder a los españoles que dejan la artillería en manos de los colombianos. Al ver el Virrey que se dispersaban sus hombres decide incorporarse a la lucha, para levantarles la moral, pero resulta herido y hecho prisionero junto a varios de sus oficiales. Canterac reorganiza sus fuerzas y continua la lucha, pero muchos reclutas comienzan a huir, matando a muchos oficiales que los intentaban detener. Los realistas se agrupan en torno a Canterac quien advierte que la batalla está pérdida y decide rendirse.

 

II

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA CAMPAÑA DE AYACUCHO

Las causas que llevaron a la campaña de Ayacucho se pueden resumir en las siguientes:

1.-  Conflictos entre Liberales y Absolutista tanto en España como en América, debilitando la capacidad de resistencia de los realistas.

2.-  La decisión de los realistas de no reconocer la independencia del Perú y tratar de recuperar el poder.

3.-  La victoria patriota en la batalla de Junín debilitando al ejército realista y lo hace retroceder a Cuzco.

4.-  La ilusión de Simón Bolívar de formar una federación de naciones libres.

Las consecuencias que se desencadenaron después de la Batalla de Ayacucho fueron:

1.-  Desarticulación del Ejército Real del Perú registrando más de1500 muertos y 700 heridos, 3000 se rindieron y el resto escapó.

2.-  Captura del Virrey de la Serna y todo su Alto Mando Militar integrado por 4 Mariscales y 9 Brigadieres.

3.-  La firma de la Capitulación de Ayacucho que implicó la renuncia de los realistas a seguir combatiendo y la disolución del Virreinato del Perú el 30 de diciembre de 1824. Rendición aceptada por Pio Tristán quien había sido proclamado Virrey interino de la Real Audiencia de Cuzco.

4.-  La toma de la ciudad de Cuzco por tropas peruanas al mando de Agustín Gamarra.

5.-  Entrada del Ejército Libertador en el Alto Perú el 25 de febrero de 1825, proceso que culminó con la proclamación de la independencia de Bolivia el 6 de agosto de 1825.

6.-  La convocatoria de Bolívar al Congreso de Panamá, con el objetivo de unir en una Federación a los nuevos Estados Independientes.

 


III

CAMPAÑA DE AYACUCHO

       Sucre decide que 3 divisiones de ejército quedaran desde el 14 al 19 de noviembre en Talaveras, San Gerónimo y Andahuaylas con los enemigos siempre a la derecha. En la noche del 18 los enemigos van a Huamanga, el 19 se baten en pampas. El 20 llegan a Uripa y divisan a los     españoles en el alto de Bombón. El Coronel Silva con la 1ª de rifles y una compañía de húsares en reconocimiento desalojan 3 compañías de cazadores españoles y las obligan a pasar el río Pampas y reunirse con su ejército. Así los patriotas están en Uripa y los españoles en Concepción a la vista. El 24 los españoles levantan campamento en Vilcashuman y los patriotas en las alturas del Bombón hasta el 30 que sabiendo que los enemigos venían por la noche a la derecha de Pampas a flanquear sus posiciones se movilizaron a la izquierda del río, para descubrir nuestra retaguardia, al ver este movimiento los españoles pasaron a la izquierda de Pampas. El día 2 de diciembre en la mañana los patriotas los patriotas llegan a Matará y avistan a los españoles en las alturas de Pomacahuanca, aunque los patriotas tenían mala posición presentaron batalla, pero fue ignorada por el enemigo que se situó en unas breñas inaccesibles. El 3 se retiran los patriotas  a Tambocongallo, el General Córdova y el General La Mar pasaron la quebrada de Copaguaico y el enemigo cayó bruscamente sobre los batallones de Vargas, Vencedores y Rifles que cubrían la retaguardia con el General Lara pero los dos primeros pudieron cargarse a la derecha sirviéndose de sus armas para abrirse paso y Rifles en posición desventajosa tuvo que sufrir  los fuegos de Artillería y  el choque de todas las fuerzas más por su serenidad e intrepidez pudieron salvarse. La caballería nuestra con el General Miller pasó por Chonta protegida por los fuegos de Vargas, aunque muy molestada por la infantería enemiga, costándonos esto más de 300 hombres, todo el parque y una pieza de artillería. El 4 los enemigos engreídos por su ventaja destacaron 5 batallones y 6 escuadrones a la orilla de la quebrada queriendo combatir, pero los patriotas no se aventuraron a la batalla viendo la desventaja se situaron en la llanura de Tambocongallo, pero los españoles querían solo maniobrar valiéndose de la ventaja de conocer el terreno. En la noche los patriotas marchan al pueblo de Guaychao pasando la quebrada de Acroco y cambiando de dirección. El 5 en la tarde continuó la marcha a Acosvinchos con el enemigo siempre a la vista. El 6 llegan los patriotas al pueblo de Quinua y los españoles en marcha fuerte a la izquierda se colocan a sus espaldas en las alturas de Paccaicasa , siguieron el 7 por la impenetrable quebrada de Guamanguilla y al día siguiente a los elevados cerros de la derecha, mientras los patriotas seguían aguardando y observando todos sus movimientos. El 8 en la tarde quedaron los españoles situados en las alturas del Cundurcunca a tiro de cañón del campo patriota. Algunas guerrillas que bajaron se batieron esa tarde y la artillería uso fuegos; desde esa hora el General Sucre desapareció y se decide avisar al Libertador ante la inminente batalla, pero en la noche llama Sucre a una reunión para planificar el desarrollo de la batalla del día siguiente. Sucre al terminar la reunión manda a toque de silencio el cual es roto por una canción de Cumaná mandando a apresar al cantante. Al amanecer del día 9 las líneas patriotas formaban un ángulo. La derecha compuesta por los batallones Voltigueros, Bogotá, Pichincha y Caracas de la 1ª división de Colombia al mando del General Córdova. A la izquierda los batallones 1°, 2° y 3° de la legión peruana con los húsares de Junín al mando del General La Mar, al centro los granaderos y húsares de Colombia bajo las órdenes del General Miller. En reserva los batallones Rifles, Vencedores y Vargas de la 1ª división de Colombia bajo el mando del General Lara. El general Sucre le dio una arenga a cada uno de los batallones recordándole sus triunfos y sus glorias, su honor y su patria. Las vivas al libertador y la república retumbaron por todas partes. Los españoles dominando la pequeña llanura de Ayacucho con casi el doble de fuerzas estaban seguros de su victoria, la mayor parte de la mañana fue empleada solo en fuego de artillería, a las 10 de la mañana los enemigos sitúan 5 piezas de batalla

y arreglaban sus masas. El General Sucre revisa las líneas de los tiradores y da la orden a estos de forzar la posición y disparar a donde colocaban la artillería esta fue la señal del inicio del combate. Los españoles bajaron velozmente sus columnas pasando por las quebradas de nuestra izquierda con los batallones Cantabria, Centro, Castro, 1ª Imperial y 2 escuadrones de húsares con una batería de 6 piezas forzando mucho su ataque. Observando que las masas del centro no estaban en orden y por la izquierda estaba muy comprometida. El General Sucre manda a Córdova a cargar rápidamente con sus columnas protegido por la caballería de Miller, reforzando a La Mar con el batallón de Vencedores y Vargas dejando en reserva a Rifles para rehacer el combate donde fuera necesario, El General Lara recorría por todas partes las tropas haciendo armas a discreción hasta cien pasos de las columnas enemigas rompiendo el fuego y luego enfrentarlos cuerpo a cuerpo y despedazarlos con nuestra caballería fue repentinamente y una solo cosa. La infantería continuó inalterable su carga y todo plegó a su frente. Entre tanto el enemigo penetra por la izquierda y amenazan a La Mar interponiéndose entre este y Córdova con 2 batallones en masa, pero llegando Vargas al frente y ejecutando bizarramente los húsares de Junín la orden de cargar por los flancos de estos batallones, quedan disueltos. Vencedores y los batallones 1°,2° y 3° y la legión peruana marcharon audazmente sobre los otros cuerpos de la derecha enemiga que presentaba nueva resistencia, pero reunidas las fuerzas patriotas de la izquierda y precipitadas a la carga, le infringen una derrota absoluta. El General Córdova con sus tropas trepa la formidable altura del Cundurcunca donde toma prisionero a Virrey de la Serna. La infantería y la soldadesca sale en huida al igual que la caballería en desbandada, La Mar y Lara salen en su persecución y recuperan material de guerra, prisioneros y al General Canterac. Se presenta Canterac con La Mar a pedir la capitulación ante el General Antonio José de Sucre que sabía que podía reducir al ejército español a una entrega discrecional, pero fue muy generoso y concedió honor al vencido y aceptó la Capitulación, por lo cual diría el Virrey de la Serna “tan joven y con tanta gloria”. Se dice que el mismo General Sucre fue a soltar al prisionero cantante patriota y le dijo: “Cumanés si volveremos a Cumaná” y el soldado le contesto: “yo soy llanero, Cumanés era quien me pidió que le cantara mi General”. Según los estados tomados al enemigo eran 9310 hombres, mientras que el ejército libertador formaba 5780 hombres. Los españoles no sabían que admirar más si la intrepidez de nuestras tropas en la batalla o la sangre fría de la constancia, el orden y el entusiasmo en la retirada desde las inmediaciones del Cuzco hasta Huamanga, al frente siempre del enemigo, corriendo una extensión de 80 leguas presentando frecuentes combates.



IV

PROTAGONISTAS DE LA BATALLA DE AYACUCHO

 

Entre los protagonistas de la batalla de Ayacucho cabe mencionar por los españoles:

José De la Serna: (1770-1832) Conde de los Andes y Virrey del Perú, herido y prisionero

José de Canterac: (1787-1735) Ttte. Gral. que firmó la Capitulación de Perú

Gerónimo Valdez: (1784-1855) Mariscal de Campo y político español apresado en Ayacucho

José Carratalá: (1782-1855) Mariscal y gobernador de Potosí. Jefe del batallón de fernandinos

Juan Monet: (1782-1837) Mariscal de Campo hecho preso en combate

González Villalobos: (1784-1854) Mariscal de Campo Comandante 3ª división del ejército Real

Entre los protagonistas de la batalla de Ayacucho se mencionan por los patriotas:

Antonio José de Sucre:(1795-1830) General Venezolano planificó la estrategia de la batalla

Agustín Gamarra: (1785-1841) Político y Militar Peruano Jefe del Estado Mayor de Sucre

Guillermo Miller: (1795-1835) General Ingles al mando de 300 Voluntarios Alemanes y británicos

José María Córdova:(1799-1829) General Colombiano desmontó de su caballo a arengar soldados

Jacinto Lara: (1778-1859) General Venezolano sustituye a Córdova y atrapa a Canterac.

Laurencio Silva: (1791-1853) General Venezolano recibió 3 lanzazos en la batalla y aún continuó.  

Trinidad Moran:(1796-1854) General Venezolano dirigió Vencedores y Voltigueros en Ayacucho

 

RESULTADOS DEL COMBATE


Fuerzas de los españoles: 9310 hombres 14 piezas de artillería

Bajas españolas: 3000 prisioneros entre ellos 2 Ttes. Generales, 4 Mariscales, 10 Grales de Brigada 16 Coroneles, 68 Ttes. Coroneles, 484 Mayores y Oficiales. 1800 muertos y 700 heridos.

Fuerzas de los patriotas:  5780 hombres.  2 piezas de Artillería.

Bajas patriotas: 370 muertos y 609 heridos.

 

 Por:  Dr. KELVIS CAMPOS      

                                                                      




BIBLIOGRAFÍA

 

 

Un día de Guerra en Ayacucho   ………………………………………………………   Fermín Goñi

Batalla de Ayacucho     ………………………………………………………………      Enciclopedia Iberoamericana

Batalla de Ayacucho     ……………………………………………………………………    Mariel Vasquez

Historias mínimas del Perú           ……………………………………………………….      Carlos Contreras

De mi propia mano        ………………………………………………………………………Antonio José de Sucre

 

jueves, 25 de abril de 2024

La última eternidad de morochito Rodríguez

Los gallos, como todas las mañanas, aquel 26 de octubre de 1968, habían despertado en Cumaná cacareando. Se anunciaba un día importante para los fanáticos del boxeo, los que tenían radios transistores compraron bien temprano en la calle Cantaura, en la bodega de Juan Ponce, pilas para escuchar la pelea de aquel muchacho jabado, como llamaba el pueblo a los que tenían el pelo claro cascorvo, y piel blanca. Morochito Rodríguez le había ganado a los mejores, había derrotado a uno de los gallos más finos de la selección de oro cubana. En el bar Start de Domingo Ramírez, los jugadores de truco y de billar se habían dado cita para verse a las siete de la noche. En el bar altagraciano Stalingrado, del Mocho Ramírez, se preparaba otro festejo. Igualmente, Espinosa en el Pui-Pui, en su cantina, preparaba sus rancheras para festejar. En la Copita se preparaban los ceremoniales que debía exhibirse después del triunfo.

Francisco Morochito era altagraciano, del barrio la Trinidad, saladeño de pura cepa, su familia era muy numerosa, 14 hermanos, vendían pescado en aquella, que, seguía siendo una agraciada ciudad, a pesar de sus percances históricos: el terremoto de enero de 1929 y la invasión del Falke en el mismo año. La ciudad en los años sesenta iniciaba el camino de consolidación de la UDO. La educación media inauguró en 1961, en la entrada de San Luis, el nuevo recinto de la Escuela Técnica Industrial. En los años sesenta se construye en el Barrio Bolivariano, el Liceo José Silverio González. Morochito había comenzado su carrera deportiva a los 11 años de edad. Es formado en el deporte de los coliflores por Ely Montes. Recibe clases en el Edificio Cabrujas, conoce allí a Orlando Natera, a El Salero, a los hermanos Pedro y Antonio Gómez, a Cruz Marcano, a Alirio Acuña, a José García y a José Luis Vallejos (La Cabañita). En las tardes soporíferas cumanesas Ely Montes, les iba impartiendo el esquema de entrenamiento del día. Había que prepararse y entrenar duro, el próximo viaje estaba pautado para Caracas y se debería vencer al Distrito Federal.

Nadie sospechaba que entre aquellos hombres la gloria había anidado, años después aparecerían en el gimnasio Jesús Esparragosa, Antonio Esparragosa, Pedro Rojas, Nelson Calzadilla, Ildemar Paisan, Freddy Moran, Alfredo Lemus, El Tun Tun, a quien apodábamos en la escuela primaria Piojillo. Él fue manisero en su infancia y posteriormente un joven dedicado en Caracas a la latonería. Un día supimos de su muerte, un hampón lo había dejado muerto en el nuevo Circo de Caracas, con una puñalada en el corazón. Morochito Rodríguez fue un boxeador con garras, con corazón, con técnica y con vocación de triunfo. A aquellas glorias deportivas las forjó Ely de la nada. Morochito había ganado la primera medalla de oro de boxeo para Venezuela, en los juegos olímpicos de 1968, en México.

Cuando le levantaron la mano al cumanés y la decisión ya era oficial, El Mocho Ramírez en el bar Stalingrado garabateo en su vaso, entre la espuma de su cerveza el nombre de su ídolo, dijo, ese muchacho es grande le ganó también a Rafael Carbonell que es un trabuco y acaba de ganar la primera medalla de oro olímpica para el país. En la Copita en el antiguo Jai Alai, corrieron las medias jarras, se festejó en los Paralelos 37 y 38 como nunca. Cumaná había escrito con letras de oro su nombre en la historia. Cuando Alfredo Marcano, y Antonio Gómez triunfaron, los empresarios japoneses pensaron llevarse a Japón a ese gran entrenador que fue Ely Montes, cosa imposible, pues el maestro tenía su arraigo mítico en aquella ciudad sísmica gloria de sus sueños. Ely fue un hombre de una gran generosidad, cuando Alfredo Lemus le ganó al cubano Orlando Garbey, la pelea por el campeonato mundial olímpico en la Habana, y a pesar de que el fallo había sido injusto, para el venezolano, le regaló al Comandante Fidel Castro en un gesto de amistad, un cuatro hecho en Cumaná.

Morochito llegó 4 días después a su ciudad querida en un avión que dio muchas vueltas para poder aterrizar, había mucho furor en el Aeropuerto, fue llevado en hombros desde San Luis al edificio Cabrujas, la caravana y el desborde de la ciudad fue inmenso. Pienso que sus restos mortales deben ser trasladados a Cumaná donde debe recibir las honras fúnebres oficiales y el homenaje del pueblo que lo vio nacer. Francisco Morochito Rodríguez nació en Cumaná un 20 de septiembre de 1945, en la Primogénita del Continente.

Morochito deseamos que la tierra sea leve para ti y descanses en paz. Siempre te recordaremos como lo que fuiste un héroe del deporte.

por:Nelson Guzmán

domingo, 10 de marzo de 2024

VIDA Y OBRA DE ANTONIO JOSE DE SUCRE

 Hablar de Antonio José de Sucre es hablar de un superhéroe de carne y hueso, no es un DIOS o un Héroe Mitológico o inventado, sino alguien que vivió en una pequeña ciudad de la Capitanía General de Venezuela con mucha historia y muy rica en todos los sentidos. Desde muy joven conoce del arte de la guerra y sufre desde muy pequeño muchas desgracias, que las transforma en virtudes y fortalezas que van formando su carácter y personalidad. Joven de buena presencia y de gran abolengo, apetecido por las féminas y aunque tuvo descendencia no pudo ser padre por una u otra consecuencia, político habilidoso, creador  de leyes y tratados, consejero de sus superiores y responsable al máximo para cumplir sus órdenes, soldado y guerrero feroz y disciplinado, jefe magnánimo, astuto y responsable para cumplir sus obligaciones y cometidos. Sucre era magnánimo, bondadoso y generoso, su criterio de bondad casi blando y dulce, carácter fino casi serafinico, guerrero destacado y probado de nuestra independencia. Paradigma en el cumplimiento de su deber y celoso garante de la disciplina castrense. En este pequeño resumen de su biografía y corta vida, trataré de tocar los más destacados momentos por el vividos hasta que la envidia, los celos y las traiciones lo asesinan.

Nace Antoñito el 3 de febrero de 1795 en la ciudad de Cumaná en la casa del Coronel Vicente Sucre y Urbaneja que compartía con su primera esposa Doña María Manuela de Alcalá al pie de la colina donde se hallaba el castillo de San Antonio de la Eminencia donde nacieron 8 hermanos más: José María, Gerónimo, Vicente, Pedro, Francisco, Agua Santa, María Josefa y Magdalena y donde murió Doña Manuela 7 años después del nacimiento de su quinto hijo el 12 de julio de 1802.Toñito como cualquier niño de esta zona de la ciudad jugaba con sus armas de madera a la guerra, se escapa al río, se comía las granadas y uvas que se daban en abundancias en los patios de los vecinos, mas no en los de su propia casa. las primeras letras las recibió de su padrino el presbítero Antonio Patricio de Alcalá luego ingresa a la Academia de Pires y Correa en 1806,forma parte junto a su hermano pedro como cadete de la Compañía de húsares nobles de Fernando VII a cargo de Juan Manuel Cajigal y Niño gobernador de la Provincia de Cumaná, en 1808 viaja a Caracas a seguir sus estudios de Ingeniería Militar en la Academia de José Mires saliendo con el grado de subteniente de Artillería e Ingeniería de los Húsares del Rey, regresa a cumana en 1810 y la junta de gobierno le confiere el empleo de subteniente de Milicias Regladas de Infantería ratificado por la junta Suprema de Caracas el 6 de Agosto de ese mismo año, se enrola en el ejército que comanda el Marques del Toro y luego con el Generalísimo  Francisco de Miranda, En 1811 es nombrado Comandante de Ingenieros en Margarita. Es ascendido a teniente el 31 de Julio de 1811, en 1812 se halla en Barcelona como comandante de ingenieros allí firma el 3 de Julio el Acta de Junta de Guerra para la seguridad de la República ante la ocupación de Cúpira por partidarios de Fernando VII  y la ofensiva de Monteverde. En 1813 tras la capitulación de Miranda se dirige a Trinidad de donde parte bajo las ordenes de Santiago Mariño con el grupo de los Libertadores de Oriente como su edecán, y es a quien le pide Mariño que le conteste a Sir Ralph Woodford Gobernador de Trinidad quien lo había insultado llamándolo insurgente y le recuerda Sucre que insurgente denominaron los ingleses a Washington, participa en la campaña de Oriente y es ascendido a Coronel debido a su buen desempeño en la campaña de Maturín donde acompaña a Bermúdez y Piar como encargado de la artillería con gran destreza y precisión, donde derrotan primero a Fernando de la Hoz, luego a Zuazolaga, posteriormente derrotan a Monteverde quien contaba  con más de 2000 hombres y banda de guerra, es herido en batalla y lo hacen huir con pérdida total de su ejército, parque y banda. Forma parte del ejército de 5000 hombres que salen de Aragua de Barcelona al mando de Mariño para reunirse con el ejército Libertador de Occidente. Al lado de Bermúdez vence a Rosete en los Pilones el 21 de Marzo de 1814, bajo el mando de Mariño baten a Boves en la batalla de Boca Chica y el 3 de Abril entra en la Victoria para reunirse con Bolívar, aún con el rango de capitán al igual que su hermano Pedro vencen en Carabobo el 28 de Mayo, luego participa en la batalla de la Puerta el 15 de Junio donde se decide la pérdida de la segunda República. El 17 de Agosto participa en la derrota que les ocasiona Morales en Aragua de Barcelona, se dirige a Maturín junto a Bermúdez, Armario y José Tadeo Monagas, se hacen fuertes en Maturín y derrotan a Morales el 8 y el 12 de Septiembre, aun estando sitiada la ciudad por la superación numérica del enemigo como en todas las batallas de Maturín. Al enterarse del avance de Boves hacia esa ciudad, trata junto a Bermúdez de impedir la unión de este con Morales y es derrotado en los Magueyes y debe retornar a Maturín donde discuten con Bermúdez y Ribas si enfrentan a Boves en campo abierto o lo esperan en Maturín donde tenían ya 5 victorias y era partidario de esta idea, pero se impuso el criterio de Ribas que era el de mayor jerarquía y el 5 de Diciembre es derrotado en la batalla de Uríca y se dirige a Maturín con un poco más de 200 hombres a organizar la defensa de la ciudad que era el objetivo principal de Boves al salir de Caracas pero fue desviado por Piar en Cumaná en la batalla del Salado y por Ribas en Uríca donde fue su sepultura traicionado por Morales quien temía por su vida ya que Boves lo había sentenciado y se la había jurado a los Españoles, mandándolo a asesinar con el guariqueño Ambrosio Bravante aunque la historia popular dice  que fue un tal Chipano quien después de la batalla quedo como jefe civil de Urica y se autonombro General. Morales después de debatir a quien se le entregaba el ejercito relista y mandar a matar a los que no aceptaron que fuese él marcha hacia Maturin  . Es Toñito el encargado de la artillería y defensa de la ciudad en lo que sería el Diciembre negro de Venezuela, organiza con los ancianos, mujeres y niños la defensa y barricadas en Maturín para hacerle frente a 7 mil hombres comandados por Morales quien tenía sed de venganza por haber sido derrotado y humillado meses atrás, en esta batalla la superioridad numérica y la poca resistencia ya que la caballería no llegaban a 100 hombres, la infantería con muchos heridos y pocas armas y solo la artillería hacia frente al invasor, hace que en pocas horas se decida y sea arrasada la ciudad celebrando su triunfo empalando a recién nacidos, bebes y niños y prendiéndolos como antorchas, las mujeres violadas y asesinadas, ancianos descuartizados y la cabeza de Juana Ramírez frita en aceite y presentada como trofeo de guerra. Antonio José, Bermúdez y 50 hombres pudieron huir vía Caripito hacia Gúiria. Este mismo año se entera del ajusticiamiento de su hermano Vicente en el hospital de Lazarillos de Cumaná, y la muerte de su hermana Magdalena en manos de las tropas de Boves y ya antes en la Victoria había muerto su hermano Pedro. Huye nuevamente a Trinidad y regresa con Bermúdez a Margarita, emigrando a Cartagena en Agosto a defender el sitio de esa ciudad y es uno de los más temibles defensores de la misma, como ingeniero auxiliar bajo las ordenes de Lino Pombo hasta que Morillo los asedia por mar y tierra impidiendo la entrada de suministros obligándolo a huir en Diciembre por mar ante el bloqueo de la costa con 72 embarcaciones enemigas y logra llegar a Haití en compañía de Bermúdez y Carlos Sublette. En 1816 no participa en la expedición de los Cayos, trasladándose a Trinidad y de allí a las costas de Paria pero naufraga y es rescatado por los marinos margariteños Santiago Calderón y Francisco Javier  Gómez quienes lo llevan Chacachacare luego llega a Guiria y se une al ejercito de Mariño quien lo nombra Coronel, jefe de su Estado Mayor y Comandante del batallón Colombia con el que toma parte en la Campaña de Oriente. En 1817 es nombrado comandante de la Provincia de Cumaná y encargado del sitio de la ciudad de Cumaná cuando sale Bermúdez en auxilio de Bolívar en Barcelona. No participa en el Congreso de Cariaco y se traslada a Guayana y se pone a las órdenes de Simón Bolívar en Mayo, encargándose de la formación del nuevo Cuerpo de infantería Bajo Orinoco. El 17 de septiembre es designado gobernador de Angostura y Comandante del Bajo Orinoco. El 7 de Octubre jefe del Estado Mayor de la División de la Provincia de Cumaná bajo las ordenes de Bermúdez ya que ésta estaba dividida por culpa de Mariño quien no quería someterse a la órdenes de Bolívar y lo mandan como apaga fuegos para convencerlo pero no tiene éxito en que Mariño acate las órdenes de la Autoridad Suprema. En 1818 en Octubre combate en la Campaña de Rio Caribe. En 1819 es electo Diputado al Congreso de Angostura a pesar de no tener la edad requerida por la Ley, pero no asiste a las Sesiones por continuar en Campaña. Es ascendido por el  Vicepresidente Francisco Antonio Zea a General de Brigada y el 16 de Febrero de 1820  en San Juan de Payara ratificado por Bolívar e incorporándolo a la Campaña de Guayana bajo sus órdenes cuando se dirige a Nueva Granada se encuentra con el Libertador en Achaguas y regresa con este a Angostura donde es encargado de organizar la Navegación de la Legión Británica hasta San Fernando de Apure. Es comisionado por Bolívar a comprar material de guerra en las Antillas el 15 de Abril, cumpliendo con éxito la tarea y elogiado por Bolívar por haber regresado con más armas municiones y pertrechos de lo que se esperaba. Desempeña el cargo de Jefe del Estado Mayor General 16 de Noviembre y Ministro de Guerra y Marina el 27 de Septiembre. Redacta el Armisticio y Tratado de Regularización de la Guerra firmado por él y otros Comisionados Patriotas y Realistas el 25 y 26 de Noviembre y ratificado por Bolívar y Morillo el 26 y 27 de Noviembre en Santa Ana y es Comisionado a preparar la Campaña del Sur.

 

II

 El 11 de Enero de 1821 llega con Bolívar a Bogotá quien le confiere el mando del Ejército del Sur y se encarga de la Campaña de Pasto y Popayán. Se embarca con el ejército en Buenaventura vía Guayaquil pero el clima y las enfermedades le hacen durar más tiempo del esperado y debe seguir por tierra para evitar una epidemia y pérdida de hombres. Llega Guayaquil con una parte de sus soldados pues  la otra embarcación también sufrió inconvenientes. Se entrevista con la Junta de Gobierno y por medio de un convenio coloca a la provincia de Guayaquil bajo la protección de Colombia y Bolívar el 7 de Mayo. Triunfa en la batalla de Yaguachi el 12 de Agosto y es derrotado un mes después en Huachi, en Babahoyo firma un armisticio con el Coronel realista Carlos Tolrá el 20 de Noviembre permitiendo la recuperación del ejército para las acciones posteriores. El 22 de Enero de 1822 parte de Guayaquil a Saraguro donde se une al ejército del Perú. El 20 de Marzo crea la Junta Suprema de Justicia. Funda el Monitor primer periódico republicano de Guayaquil, procrea una hija natural con Tomasa Bravo llamada Simona la cual es bautizada el 20 de Abril.  El 24 de Mayo triunfa en la batalla de Pichincha decidiendo la independencia del Ecuador, es ascendido a General de División por el Libertador y lo nombra intendente del Departamento de Quito el 18 de Junio. Es mandado a sofocar la rebelión en Pasto venciendo a Boves el 23 de Diciembre y sorprendiendo a la ciudad el 24 de Diciembre, sin poder controlar a la soldadesca que hicieron desastres en la ciudad, con saldo de  400 muertos, 1300 reclutados a la fuerza y 14 de los principales de la ciudad desaparecidos, siendo esta la única mancha en la carrera del General Sucre. El 30 de Marzo de 1823 funda e instala la Sociedad Económica de Quito. El 15 de Abril llega a Perú como Ministro Plenipotenciario de Colombia. El 24 de Mayo es nombrado como jefe del Ejército Unido de Colombia y Perú por el gobierno Peruano, pero lo acepta el 30 de Mayo por la anarquía reinante entre los patriotas Peruanos. El 18 de junio se retira con el ejército al Callao ya que los realistas ocupaban Lima, retornando el 19 de Julio para iniciar la Campaña del Sur, el 30 de Agosto libera Arequipa, escribe a Bolívar para que venga a Perú a sofocar las pasiones políticas ya que el rehúsa a intervenir en estos asuntos políticos. El 13 de Febrero de 1824 el Libertador lo nombra General en Jefe del Ejército Unido Libertador del Perú. El 2 de Julio  muere en Cumaná su padre Don Vicente Sucre, dirige la ofensiva de la Sierra. En Junín es mandado a la retaguardia a recuperar el parque, armas y avituallamiento, que es mal interpretado por él y algunos oficiales por lo que el libertador le explica la importancia de ese trabajo en ese momento.  El 6 de Octubre el libertador le entrega el comando de los ejércitos. Iniciando operaciones desde el 14 de Noviembre por la posesión de la pampa de Ayacucho. El día 8de Diciembre los realistas al mando del virrey de La Serna ocupa las alturas del Condorcunca Antonio José desaparece del Campamento y hace temer a los oficiales por la batalla inminente y avisan a Bolívar de su desaparición, pero el General regresa en la noche con los planes para el desarrollo de la batalla y pide toque de silencio el cual es roto por Juan Pinto a quien manda a apresar al terminar la batalla el mismo va a soltarlo y le dice: ´´Cumanés solo tú y yo regresaremos a Cumaná´´ y recibió una puñalada en el pecho cuando Pinto le dijo: ´´yo soy llanero Cumanés era quien me mando a cantar para romper el silencio´´. El día 9 de Diciembre se inicia la batalla de Ayacucho y en menos de 4 horas ya se había decidido para el bando patriota y el Congreso del Perú le otorga el título de Gran Mariscal de Ayacucho. El 27 de Diciembre lo ratifica el Libertador como Gran Mariscal de Ayacucho, entra a Cuzco y recibe el Pendón de Pizarro. El 9 de Febrero de 1825 Sucre convoca a la Asamblea de Diputados de las 4 provincias del Alto Perú para que decidan su futura suerte. El 12 de Febrero el Congreso de Colombia lo nombra General en Jefe, y le otorga el título de Gran Mariscal de Ayacucho y es ratificado por el Libertador el 14 de Febrero. El 25 de Febrero entra el ejército Libertador al Alto Perú. El 8 de Marzo propone a Bolívar y a Santander una expedición para la liberación de Cuba y Puerto Rico. En Abril se entrevista con Arenales delegado del Ejecutivo de Argentina quien le notifica queda en libertad el Alto Perú para que decida libremente su destino. 

 

El 2 de Julio se retira a Cochabamba mientras se instala la  Asamblea del Alto Perú el 10 de Julio. Y proclama la independencia del Alto Perú el 6 de Agosto. El nuevo país es bautizado con el nombre de Bolívar y luego Bolivia, y la capital con el nombre de Sucre. El 29 de Diciembre el libertador le delega las facultades de que había sido embestido por la Asamblea como Presidente de Bolivia. El 13 de Enero de 1826 nace en la Paz su hijo natural José maría concebido con Rosalía Cortez. Encarga de la Educación de Bolivia a Simón Rodríguez por petición del Libertador y tiene muchas desavenencias por los métodos como imparte la educación a jóvenes, mujeres e indios, Sin embargo crea la Universidad. El 11 de Mayo inicia las gestiones para que el puerto de Arica sea cedido a Bolivia cosa que logra al poco tiempo. El 28 de Mayo en Chuquisaca presta juramento como Presidente Provisional de Bolivia. Envía representación Diplomática al Congreso de Panamá. El 28 de Octubre es electo Presidente por voto popular y ratificado por el Congreso como presidente  Constitucional. El 2 de Diciembre jura en Chuquisaca la constitución basada en el proyecto de Bolívar y toma posesión de la presidencia el 9 de Diciembre. En Enero de 1827 el gobierno de Bogotá restringe sus poderes militares en Bolivia,  y enfrenta una sublevación del Regimiento de Caballería Granaderos de Colombia. Inicia un periodo de fricciones con los gobernantes de Perú, Santa Cruz y Gamarra, organiza la hacienda pública, celebra tratados comerciales con el Perú. Decreta la entrega de tierras a los indios ganándose la enemistad de la oligarquía y la Aristocracia Boliviana. Organiza la Agricultura. Dicta un decreto para promover el desarrollo del Puerto de Cobija. Dirige varias cartas al libertador donde le advierte de los problemas que puede tener en Bolivia por las envidias y acontecimientos en Perú, Chile y Argentina. El 5 de Marzo de 1828 se entrevista con Gamarra para evitar una crisis política pues Gamarra ya estaba conspirando militarmente en su contra, y el 18 de Abril estalla un motín por parte de la primera compañía de Granaderos en Chuquisaca y el mismo se dirige al cuartel para enfrentarlos y apaciguarlos pero es herido en el brazo derecho que según él lo imposibilita para ejercer las funciones de Gobierno y encarga del Poder Ejecutivo al General José María Pérez. El día 20 de Abril contrae matrimonio por poder con la Marquesa de Solanda Mariana de Carcelén y Larrea quien residía en Quito. El 30 de Abril presencia la invasión de las fuerzas del Perú al mando de Gamarra a quien Sucre le exige que se retire y no se inmiscuya en problemas de Bolivia. Y el 6 de Julio se  firmará un tratado de Paz entre las 2 naciones. Nace el 7 de Junio su hijo Pedro Cesar en la Paz hijo de María Manuela Rojas trayéndole más enemigos aristócratas Bolivianos. Ya que estaba comprometida con Casimiro Olañeta consejero de Sucre y nunca perdono la traición.  El 3 de Agosto abandona Bolivia dejando un mensaje al Congreso. Llega a Quito el 30 de septiembre y se reúne con su esposa. Pero es nombrado Jefe del Ejército Colombiano para la Campaña contra Perú con lo cual no está de acuerdo pero obedece como soldado de la patria.

III

En Enero 28 de 1829 asume el mando del ejército Colombiano y triunfa el 27 de febrero en Tarquí sobre las tropas Peruanas comandadas por La Mar, ofreciéndole una capitulación honrosa, exaltando la necesidad de la fraternidad americana. Atiende a Pasto y colabora con la pacificación de la Provincia, destacando a voltigueros y dos escuadrones y empieza a preparar la campaña sobre los alzados Pastusos que optan por capitular, siendo el Gral. Flores el más importante de los actores intelectuales que buscaba acabar con la vida de Sucre su compadre y amigo. Envía un contingente militar a Pasto el 5 de mayo de 1830 para anexar esa zona al Ecuador que estaba decidida a formar parte del mismo, pero en el contingente iba el Coronel Guerrero uno de los enviados por Flores a una reunión secreta en Tulcan para planear el asesinato de Sucre, donde también asistieron los generales Obando y Ayaldeburn, que venían a dialogar con Sucre sobre la restitución de la Gran Colombia . En dicha reunión envían al Coronel Apolinar Morillo  con cartas de Mariano Álvarez y José Manuel Obando para que Erazo acompañara a Morillo a asesinar a Sucre. . El 10 de Julio nace su hija Teresita él tenía la esperanza que fuese varón, sin embargo la nombra heredera universal y al igual que a sus otros hijos les hereda su título de nobleza. El 27 de septiembre es nombrado diputado al Congreso Admirable a realizarse el próximo año por la Provincia de Cumaná y se dirige a Bogotá. En Neiva se entera del movimiento separatista de Venezuela el 25 de Diciembre. El 20 de Enero de 1830 se instala el Congreso Admirable y es nombrado presidente del mismo, desatando muchas envidias y bajas pasiones al verlo como sucesor de Bolívar. Es comisionado junto al obispo de Santa Marta José María Estévez y el Coronel Andrade como secretario, para entrevistarse con Páez en busca de un advenimiento. Llegan a Táriba el 14 de Marzo y en la grita se les intimida a no seguir adelante obligándolos  a regresar a Cúcuta, donde se reúnen con los comisionados Venezolanos, General Santiago Mariño, presbítero Fernández Peña y Marín Tovar Ponce, las conversaciones muy subidas de tono se dan por 3 días sin presentar resultado alguno y con menosprecio de los comisionados hacia el Gran Mariscal. Regresa a Bogotá y en plena plaza Bolívar de Bogotá se reúne la Sociedad Filantrópica en la casa de don Pancho Montoya y se decretó la muerte de Sucre comunicándole a Obando suprimirlo si iba por Pasto, si se hubiese ido por Buenaventura allí lo esperaría el General Pedro Murgueitio para darle muerte, y si optaba por la vía de Panamá lo asesinaría el General Tomas Herrera y es Genaro Santa María quien al salir de la reunión encuentra a  Sucre en la plaza con los brazos cruzados  y este le comenta su decisión de seguir a Quito reunirse con su familia vía Popayán y Pasto y aun siendo advertido del peligro que corría por los muchos enemigos de Colombia y su persona y cruzándose en varias ocasiones con matones a sueldo que ya conocía y lo seguían días atrás no esperó la custodia que le ofrecieron y es asesinado a traición en la selva de Berruecos el 4 de Junio a las 8 de la mañana.. El cuerpo queda insepulto por 24 horas y son uso arrieros que lo envuelven en su capa y lo sepultan a un lado del camino y ponen una cruz de palo encima. El inmaculado Sucre no ha podido escaparse de las asechanzas de estos monstruos. Yo no sé qué causa ha dado este General para que atentaran contra su vida, cuando ha sido más liberal y más generoso que cuantos héroes han figurado en los anales de la fortuna Simón Bolívar. Carta a Juan José Flores Cartagena 1° de Julio de 1830. 

 

por: Kelvis Campos


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BIBLIOGRAFIA

Biografía de Antonio José de Sucre…………………………………..         Fernández Tomás

Biografía  de Antonio José de Sucre…………………………………. Salcedo Bastardo José

De mi propia mano                           …………………………………. Antonio José de Sucre

Joseph Francisco de Sucre y Alcalá………………………………….. Fundación Gran Mariscal

Historia de la Provincia de Cumaná ………………………………….. Francisco Javier Yanez

Historia del Estado Sucre                  …………………………………. José Mercedes Gomez

Historia Fundamental de Venezuela  ..……………………………….. José Luis Salcedo B.

Los Fundadores de Cumaná              …………………………………. Ramon Badaraco

Antonio José de Sucre                        …………………………………. Maldonado Samuel

Antonio José de Sucre                         …………………………………. Rumazo Alfonzo

El Magnicidio de Sucre                       ………………………………….. Armando Barona Meza