jueves, 18 de septiembre de 2014

LAS CLASES SUPERIORES DE CUMANA.

Por Cédula Real del 20 de septiembre de 1782, se fundan las clases de Teología Moral, Filosofía y Derecho Civil que venía dictando el padre Blas de Ribera y el Dr. Antonio de Talavera. 

La investigación que hizo nuestro antiguo cronista fray José Antonio Ramos Martínez, sobre las clases de filosofía en Cumaná, publicada en su obra cumbre: “Memorias para la Historia de Cumaná y la Nueva Andalucía”, son de gran importancia, porque da una idea del avance cultural de la sociedad de aquella época; por ejemplo dice: “Dicha clase fue establecida por Real orden de 24 de diciembre de 1759 con la asignación de 200 pesos anuales que constantemente recibieron sus preceptores hasta 1810.. Siete años antes el padre Blas de Rivera las habia organizado a sus expensas. 

El mismo Ramos Martínez, trae el texto de la Cédula Real del 20-09-1782;. en este texto podemos apreciar la verdadera historia documental de las clases superiores de Filosofía y Teología, en Cumaná., que podemos resumir así: a) Que ya en Cumaná, cuando el padre Blas de Rivera, dicto sus cursos, existían las clases de gramática y latín, o sea primaria y secundaria, eran tan antiguas como la misma ciudad; porque al ordenar la apertura de esas clases, se dice: “movido del celo pátriense y con autoridad pública, conforme a la escuela tomista, por espacio de tres años, a varios jóvenes bien instruidos en latinidad.. etc. Lo que significa que ya exitían, para esa fecha ya Cristóbal de Quesada dictaba sus clases, y Andrés Bello lo consideraba el mejor latinista de América. 

Andrés Level Allen, por ejemplo, hablaba varios idiomas y se entendía en latín y griego.

por: Hernán Muñoz Villafuerte

martes, 16 de septiembre de 2014

Periódico “EL CUMANES”

16-09-1855.- Periódico “EL CUMANES” de José Silverio González, sale a la calle en esta fecha con un  tema intranquilizador, se pregunta:

“¿El Pueblo y el gobierno desean sinceramente la paz?  Pues ni paz ni unión habrá sin olvido de lo pasado; y, confesémoslo noblemente, donde todos hemos delinquido, la amnistía es necesaria”.

Se destaca este insigne maestro en el periodismo, edita “El Tribuno”, “El Observador”, “El Telégrafo” “La Mosca” “La Diana”, “Renacimiento”  y “El Cumanés”, colaboró intensamente con Estanislao Rendón y el Partido Liberal en “El Republicano” de Blas Bruzual,  en los cuales predica su credo liberal y apoya la candidatura presidencial de Estanislao Rendón y Guzmán Blanco.

En sus periódicos “La Diana” y “El Cumanés”, publica su tratado de “Política”, “La Sección Filológica”, su tratado de “Culto Divino”, y su “Decapitación de Cumaná” contra la dinastía Monagas, donde se queja y dice que:

 “La juventud actual vejeta meticulosa y egoísta, no brinda esperanzas de ventura, no ama la gloria que es una ambición noble de los corazones grades, de los talentos superiores, de las almas elevadas”. … 
”Los pueblos como los individuos viven una vida moral, que no se alimenta de pan sino de creencias, de verdades, de honor, de heroísmo, de santidad; y cuando esta vida  enflaquece  se pierden los individuos  y los pueblos quedan reducidos a la vida puramente animal o de cálculo”. 
Y denuncia valientemente a los agresores de nuestro pueblo, los  Monagas:

“todos quisieron remitirnos oportunos socorros –se refiere al terremoto de 1853-  Caracas, La Guaira, Guayana, vivirán eternamente en nuestro corazón  agradecido…. Solo la horrible dinastía lejos de favorecernos, de oír nuestros gemidos estorbó el envío de los subsidios de Barcelona, privó a Cumaná de su Aduana y de los pingues productos de su salina…”
José Silverio González, fue un espíritu superior, músico, poeta, guerrero, político, todo en grado superlativo,   nos dejó un legado escrito aunque disperso, no solo en los periódicos, boletines, cartas, discursos y revistas, sino también en acciones importantes y trascendentes; varios textos que se conservan sobre “Métrica Castellana”,  “Lexigrafía” “Contabilidad” y su “Teneduría de Libros”, personalmente guardo como un tesoro ejemplares de sus periódicos “La Diana y El Cumanés”.


 por: Ramón Badaracco

martes, 9 de septiembre de 2014

CREACION DE LA CAPITANIA GENERAL DE VENEZUELA

 Por Cédula Real de esta fecha, la provincia de Nueva Andalucía es separada del Virreinato de Nueva Granada, y con las provincias de Caracas, Maracaibo y Guayana, y las islas de Margarita y Trinidad, se constituye la Capitanía General de Venezuela.  Las provincias que estuvieron bajo su jurisdicción tras su creación y organización fueron:
La Provincia de Cumaná: Según Cédula Real de 5 de Mayo de 1568 (sin embargo ya se le conocía desde 1504 con ese nombre)  por la cual se crea la provincia de Nueva Andalucía, cuya capital fue la ciudad de Cumaná, Primogénita del Continente Americano, fundada por Pedro de Córdoba el 27 de noviembre de 1515. La ciudad de Cumaná, fue en principio un pueblo formado por explotadores de perlas por lo cual se le llamó Puerto de Perlas desde 1504,  cuando el Rey Fernando el Católico, ordenó la construcción del fuerte de Santa Cruz de La Vista, para proteger la explotación de perlas. En 1513, llega a Cumaná Fray Pedro de Córdoba con misioneros dominicos, y en 1515, vuelve este misionero con otra expedición formada con dominicos y franciscanos; estos construyen sus conventos e iglesias, y en 1519, los regentes del Imperio, logran crear la diócesis de Paria con sede apostólica en Cumaná. 
Se construyen cinco iglesias más y se funda la primera escuela para niños indígenas en el territorio continental. Entre tanto continuaba la construcción del fuerte y la explotación de piedras en las canteras de Araya, el fuerte fue terminado por Bartolomé de Las Casas y Jácome Castellón, con lo cual se pudo proteger la explotación de Perlas, que fue la primera riqueza que obtuvo el imperio español en América continental.    
En 1633 Juan de Orpín estableció la gobernación de Nueva Cataluña con partes de las gobernaciones de Venezuela y de Nueva Andalucía, entre el cabo Codera y el río Orinoco, fundando Barcelona el 12 de febrero de 1638. En 1654 Nueva Cataluña o gobernación de Barcelona, se integra a Nueva Andalucía. Hacia 1726 estaba integrada por los territorios de Cumaná, Guayana, Barcelona y la isla de Trinidad. Hasta 1739 dependió de la Audiencia de Santo Domingo y hasta 1777 de la de Santa Fe de B
La [  ]Provincia de Venezuela: creada el 27 de marzo de 1528 y sus primeras capitales fueron Coro (se lo conoció como Provincia de Coro o de Venezuela indistintamente en la documentación oficial) y El Tocuyo, durante la conquista del territorio. Los límites de esta provincia se extendían desde el Cabo de la Vela en la Guajira (Colombia) hasta Maracapana, en el oriente de Venezuela. El primer gobernador y capitán general fue el alemán Ambrosio Alfínger, representante de los Welser de Augsburgo, quienes conservaron la provincia hasta 1556. Fue también llamada posteriormente como Provincia de Caracas, por el nombre de su principal ciudad y capital, fundada el 25 de julio de 1567, en el valle del mismo nombre, por el conquistador Diego de Losada, después de vencer la fuerte resistencia de los indígenas acaudillados por el Cacique Guaicaipuro. Desde su creación depende de la Real Audiencia de Santo Domingo. En 1717, cuando es creado el Virreinato de Nueva Granada, es incorporada a éste y a la Real Audiencia de Santafé de Bogotá. En 1723 fue suprimido el virreinato pero se mantiene dentro de la jurisdicción de la Audiencia de Bogotá hasta 1726 en que vuelve a Santo Domingo. En 1739 fue restablecido el virreinato de Nueva Granada incorporando a las provincias de Caracas, Maracaibo, Cumaná, Guayana, Río Orinoco, Trinidad y Margarita, pero se mantiene en la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo. En 1742 la provincia de Venezuela pasa a depender directamente de España, dejando de ser una comandancia general y recuperando su gobernador el rango de capitán general.
Provincia de Trinidad: creada primero en 1532, por el conquistador Antonio Sedeño, fue establecida el 1 de septiembre de 1591 por Antonio de Berrío, quien consolidó la gobernación, el 12 de octubre de 1595, con el nombre de Trinidad-Guayana. Originalmente bajo la jurisdicción de Santo Domingo, posteriormente a su incorporación a la Capitanía General, fue atacada por una flota inglesa, que obtuvo la rendición de la plaza, del gobernador de la isla, el 17 de febrero de 1797 y fue reconocida su ocupación por Tratado de Amiens en el año 1802.
Provincia de Margarita: la isla fue la primera gobernación en Venezuela, fue capitulada por Carlos V el 18 de mayo de 1525 a Marcelo Villalobos. Los descendientes de Villalobos gobernaron hasta 1593, fecha en que el rey pasa a nombrar a los gobernadores de Margarita.
Provincia de Guayana: también conocida como Provincia de Angostura, fue creada en 1530 pero no prosperó, refundada el 18 de noviembre de 1568, tampoco prosperó. Fue establecida finalmente el 19 de marzo de 1591 por Antonio de Berrío, formó hasta 1731 una única provincia con Trinidad denominada Trinidad de Guayana. Dependió de Santa Fe de Bogotá. En 1731 Guayana pasa a integrarse a la provincia de Nueva Andalucía. En 1762 adquiere el rango de comandancia de Guayana como una gobernación dependiente de Santa Fe hasta 1786, fecha en que se agrega a la Real Audiencia de Caracas.
Provincia de Maracaibo: la provincia de La Grita fue establecida en 1570, el 30 de junio de 1577 el gobernador de la Provincia del Espíritu Santo de la Grita fundó Barinas bajo el nombre de Altamira de Cáceres. El 10 de diciembre de 1607, Mérida fue separada del corregimiento de Tunja y unida con la gobernación de La Grita formando el corregimiento de Mérida y La Grita, con jurisdicción sobre las ciudades de La Grita, San Cristóbal, Gibraltar, Pedraza y Barinas y bajo dependencia de la Audiencia de Bogotá. El 3 de noviembre de 1622 pasa a ser gobernación de Mérida con Juan Pacheco Maldonado como gobernador. El 31 de diciembre de 1676 Maracaibo (separada de la provincia de Venezuela) y Mérida-La Grita se unen en una gobernación llamada Provincia de Mérida del Espíritu Santo de Maracaibo (capital en Mérida) bajo dependencia de la Audiencia de Santa Fe de Bogotá y luego es conocida como "provincia de Maracaibo" a partir de 1678 cuando esa ciudad pasa a ser capital de la gobernación. En 1777 pasa a la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo. El 15 de febrero de 1786, Barinas fue erigida como provincia (capital en Barinas) separada de Maracaibo y Trujillo fue transferida a Maracaibo desde la provincia de Venezuela.[3]
Provincia de Barinas: es la última provincia creada antes de la declaración de Independencia de Venezuela. Creada en 1786, al segregarse de la Provincia de Maracaibo y tuvo como capital a la ciudad de Barinas. comprendía los territorios de los actuales estados Barinas y Apure.

La autoridad de la Capitanía General abarcaba los asuntos de índole política, militar y económica, de todas las anteriormente señaladas provincias; sin embargo, las mismas continuaron dependiendo judicialmente de la Real Audiencia de Santo Domingo, y sus gobernadores eran nombrados directamente por la Corona Española.


por: Ramón Badaracco

domingo, 7 de septiembre de 2014

Manifiesto de Carúpano

7 de septiembre de 1814

Simón Bolívar, Libertador de Venezuela y General en Jefe de sus ejércitos. A sus conciudadanos.

Ciudadanos:

Infeliz del magistrado que autor de las calamidades o de los crímenes de su Patria se ve forzado a defenderse ante el tribunal del pueblo de las acusaciones que sus conciudadanos dirigen contra su conducta; pero es dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto y se presenta inocente a exigir de sus propios compañeros de

Infortunio, una recta decisión sobre su inculpabilidad.

Yo he sido elegido por la suerte de las armas para quebrantar vuestras cadenas, como también he sido, digámoslo así, el instrumento de que se ha valido la providencia para colmar la medida de vuestras aflicciones. Sí, yo os he traído la paz y la libertad, per en pos de estos inestimables bienes han venido conmigo la guerra y la esclavitud. La victoria conducida por la justicia fue siempre nuestra guía, hasta las ruinas de la ilustre capital de Caracas, que arrancamos de manos de sus opresores. Los guerreros granadinos no marchitaron jamás sus laureles mientras combatieron contra los dominadores de Venezuela, y los soldados caraqueños fueron coronados con igual fortuna contra los fieros españoles que intentaron de nuevo subyugarnos. Si el destino inconstante hizo alternar la victoria entre los enemigos y nosotros, fue sólo en favor de pueblos americanos que una inconcebible demencia hizo tomar las armas para destruir a sus libertadores y restituir el cetro a sus tiranos.

Así, parece que le cielo para nuestra humillación y nuestra gloria ha permitido que nuestros vencedores sean nuestros hermanos y que nuestros hermanos únicamente triunfen de nosotros. El Ejército Libertador exterminó las bandas enemigas, pero no ha podido exterminar unos pueblos por cuya dicha ha lidiado en centenares de combates. No es justo destruir los hombres que no quieren ser libres, ni es libertad la que se goza bajo el imperio de las armas contra la opinión de seres fanáticos cuya depravación de espíritu les hace amar las cadenas como los vínculos sociales.

No os lamentéis, pues, sino de vuestros compatriotas que instigados por los furores de la discordia os han sumergido en ese piélago de calamidades, cuyo aspecto solo hace estremecer a la naturaleza, y que sería tan horroroso como imposible pintaros. Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramando vuestra sangre, incendiando vuestros hogares, y os han condenado a la expatriación. Vuestros clamores deben dirigirse contra esos ciegos esclavos que pretended ligaros a las cadenas que ellos mismos arrastran; y no os indignéis contra los mártires que fervorosos defensores de vuestra libertad han prodigado su sangre en todos los campos, han arrostrado todos los peligros, y se han olvidado de sí mismos para salvaros de la muerte o de la ignominia. Sed justos en vuestro dolor, como es justa la causa que lo produce.

Que vuestros tormentos no os enajenen, ciudadanos, hasta el punto de considerar a vuestros protectores y amigos como cómplices de crímenes imaginarios, de intención, o de omisión. Los directores de vuestros destinos no menos que sus cooperadores, no han tenido otro designio que el de adquirir una perpetua felicidad para vosotros, que fuese para ellos una gloria inmortal. Mas, si los sucesos no han correspondido a sus miras, y si desastres sin ejemplo han frustrado empresa tan laudable, no ha sido por efecto de ineptitud o cobardía; ha sido, sí, la inevitable consecuencia de un proyecto agigantado, superior a todas las fuerzas humanas. La destrucción de un gobierno, cuyo origen se pierde en la obscuridad de los tiempos; la subversión de principios establecidos; la mutación de costumbres; el trastorno de la opinión, y el establecimiento en fin de la libertad en su país de los esclavos, es una obra tan imposible de ejecutar súbitamente, que está fuera del alcance de todo poder humano; por manera que nuestra excusa de no haber obtenido lo que hemos deseado, es inherente a la causa que seguimos, porque así como la justicia justifica la audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de su adquisición califica la insuficiencia de los medios. Es laudable, es noble y sublime, vindicar la naturaleza ultrajada por la tiranía; nada es comparable a la grandeza de este acto y aun cuando la desolación y la muerte sean el premio de tan glorioso intento, no hay razón para condenarlo, porque no es lo asequible lo que se debe hacer, sino aquello que el derecho nos autoriza.

En vano, esfuerzos inauditos han logrado innumerables victorias, compradas al caro precio de la sangre de nuestros heroicos soldados. Un corto número de sucesos por parte de nuestros contrarios, ha desplomado el edificio de nuestra gloria, estando la masa de los pueblos descarriada por el fanatismo religioso, y seducida por el incentivo de la anarquía devoradora. A la antorcha de la libertad, que nosotros hemos presentado a la América como la guía y el objeto de nuestros conatos, han opuesto nuestros enemigos la hacha incendiaria de la discordia, de la devastación y el grande estímulo de la usurpación de los honores y de la fortuna a hombres envilecidos por el yugo de la servidumbre y embrutecidos por la doctrina de la superstición: ¿Cómo podría preponderar la simple teoría de la filosofía política sin otros apoyos que la verdad y la naturaleza, contra el vicio armado con el desenfreno de la licencia, sin más límites que su alcance y convertido de repente por un prestigio religioso en virtud política y en caridad cristiana? No, no son los hombres vulgares los que pueden calcular el eminente valor del reino de la libertad, para que lo prefieran a la ciega ambición y a la vil codicia. De la decisión de esta importante cuestión ha dependido nuestra suerte; ella estaba en manos de nuestros compatriotas que pervertidos han fallado contra nosotros; de resto todo lo demás ha sido consiguiente a una determinación más deshonrosa que fatal, y que debe ser más lamentable por su esencia que por sus resultados.

Es una estupidez maligna atribuir a los hombres públicos las vicisitudes que el orden de las cosas produce en los Estados, no estando en la esfera de las facultades de un general o magistrado contener en un momento de turbulencia, de choque, y de divergencia de opiniones el torrente de las pasiones humanas, que agitadas por el movimiento de las revoluciones se aumentan en razón de la fuerza que las resiste. Y aun cuando graves errores o pasiones violentas en los jefes causen frecuentes perjuicios a la República estos mismos perjuicios deben, sin embargo, apreciarse con equidad y buscar su origen en las causas primitivas de todos los infortunios: la fragilidad de nuestra especie, y el imperio de la suerte en todos los acontecimientos. El hombre es el débil juguete de la fortuna, sobre la cual suele calcular con fundamento muchas veces, sin poder contar con ella jamás, porque nuestra esfera no está en contacto con la suya de un orden muy superior a la nuestra. Pretender que la política y la guerra marchen al grabo de nuestros proyectos, obrando a tientas con sólo la pureza de nuestras intenciones, y auxiliados por los limitados medios que están a nuestro arbitrio, es querer lograr los efectos de un poder divino por resortes humanos.

Yo, muy distante de tener la loca presunción de conceptuarme inculpable de la catástrofe de mi Patria, sufro al contrario, el profundo pesar de creerme el instrumento infausto de sus espantosas miserias; pero soy inocente porque mi conciencia no ha participado nunca del error voluntario o de la malicia, aunque por otra parte haya obrado mal y sin acierto. La convicción de mi inocencia me la persuade mi corazón, y este testimonio es para mí el más auténtico, bien que parezca un orgulloso delirio. He aquí la causa porque desdeñando responder a cada una de las acusaciones que de buena o mala fe se me puedan hacer, reservo este acto de justicia, que mi propia vindicta exige, para ejecutarlo ante un tribunal de sabios, que juzgarán con rectitud y ciencia de mi conducta en mi misión a Venezuela. Del Supremo Congreso de la Nueva Granada hablo, de este augusto cuerpo que me ha enviado con sus tropas a auxiliarlos como lo han hecho heroicamente hasta expirar todas en el campo del honor. Es justo y necesario que mi vida pública se examine con esmero, y se juzgue con imparcialidad. Es justo y necesario que yo satisfaga a quienes haya ofendido, y que se me indemnice de los cargos erróneos a que no he sido acreedor. Este gran juicio debe ser pronunciado por el soberano a quien he servido; yo os aseguro que será tan solemne cuanto sea posible, y que mis hechos serán comprobados por documentos irrefragables. Entonces sabréis si he sido indigno de vuestra confianza, o si merezco el nombre de Libertador.

Yo os juro, amados compatriotas, que este augusto título que vuestra gratitud me tributó cuando os vine a arrancar las cadenas, no será vano. Yo os juro que libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho, sin que haya protestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me he propuesto seguir hasta volver segundamente a libertaros, por la senda del occidente, regada con tanta sangre y adornada de tantos laureles. Esperad, compatriotas, al noble, al virtuoso pueble granadino que volará ansioso de recoger nuevos trofeos, a prestaros nuevos auxilios, y a traeros de nueva la libertad, si antes vuestro valor no la adquiere. Sí, sí, vuestras virtudes solas son capaces de combatir con suceso contra esa multitud de frenéticos que desconocen su propio interés y honor; pues jamás la libertado ha sido subyugada por la tiranía. No comparéis vuestras fuerzas físicas con las enemigas, porque no es comparable el espíritu con la materia. Vosotros sois hombres, ellos son bestias, vosotros sois libres, ellos esclavos. Combatid, pues, y venceréis. Dios concede la victoria a la constancia.



Carúpano, septiembre 7 de 1814. 4º.

Simón Bolívar.



Colaboración Prof. Andrés Velazquez

sábado, 6 de septiembre de 2014

LA CARTA DE JAMAICA

EL DATO HISTORICO

El 6 de septiembre de 1815 Simón Bolívar escribe en Kingston, Jamaica, una carta dirigida a un caballero de esa isla, para responder inquietudes planteadas sobre el porvenir  de los pueblos hispanoamericanos por el residente jamaiquino. En su obra “El destinatario de la Carta de Jamaica”, como es conocida en la historia, el acucioso historiador Mons. Nicolás Eugenio Navarro determinó que el caballero en referencia era de nombre Henry Cullen.
En su Historia Constitucional de Venezuela, Gil Fortoul sintetiza el contenido de la Carta de la siguiente manera:
“La América española se dividirá en quince o más Repúblicas independientes. La de México será representativa, con un presidente que podrá hacerse vitalicio (recuérdese a Porfirio Díaz), “si desempeña sus funciones con acierto y justicia”, o que traerá, en caso contrario, la monarquía apoyada por el partido militar o aristocrático (tal sucedió con Iturbide y Maximiliano). Los Estados de Centro-América formarán una confederación: “sus canales acortarán las distancias del mundo, estrecharán los lazos comerciales de Europa, América y Asia…” En Buenos Aires dominará por el pronto el elemento militar, hasta que se implante la oligarquía o la monocracia, “con más o menos restricciones” (Rosas, y después oligarquía territorial y plutocrática). Chile, por su situación geográfica, “por el ejemplo de sus vecinos, los fieros republicanos del Arauco”, por las costumbres de sus habitantes, “no alterarán sus leyes, usos y prácticas; preservará su uniformidad en opiniones políticas y religiosas”; será la más estable de las Repúblicas americanas (previsión confirmada por la experiencia de tres cuartos de siglo). En cambio, el Perú “encierra dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal: oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo; el alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos o se humilla en las cadenas”; y aunque lo propio sucede en otras partes de América, en el Perú es más violento el conflicto entre la aspiración de los ricos a la tiranía o a la aristocracia, y la propensión de los esclavos, libertos y mestizos a la democracia tumultuaria, (Diez años más tarde, siendo Jefe Supremo del Perú, el propio Bolívar verá que los hechos comprueban su teoría). “La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una República central, cuya capital será Maracaibo, o una nueva ciudad que, con el nombre de Las Casas –en honor a este héroe de la filantropía- se funde en los confines de ambos países, en el soberbio puerto de Bahía Honda”. Esa República se llamará Colombia, y “su gobierno podrá imitar al inglés “con un Senado hereditario y una Cámara de elección popular, pero “en lugar de un rey habrá un Poder Ejecutivo electivo, cuando más vitalicio y jamás hereditario si se quiere República”. (Lo mismo aconsejará en Angostura cuatro años después). Insinúa finalmente el proyecto de reunir en el Istmo de Panamá (“que podría ser para los americanos –son sus palabras- lo que el de Corinto para los griegos”) un Congreso de los nuevos Estados, “para tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra con las naciones de las otras tres partes del mundo”, y concluye Gil Fortoul: “Así discurría y soñaba el Libertador, en una colonia extranjera, sin ejército, sin buques, sin dinero, cuando su patria gemía de nuevo en el régimen de la conquista, cuando no le acompañaban más que un puñado de emigrados, y en los días mismos en que andaba a punto de perder la vida bajo el puñal de un asesino”.
Como la obra tiene exactos rasgos sobre la evolución histórica de Hispanoamérica, se le ha calificado como una visión de porvenir y de vaticinio, atribuyéndosele a Bolívar dones de profeta. Aunque Bolívar fue un gran visionario y soñador, hombre fértil de ideas, y de pensamiento rico y claro expresado en sus variados escritos: cartas, mensajes, discursos, proclamas, decretos, proyectos de constituciones, artículos periodísticos, se revela en esa carta, como en sus muchos escritos, un conocimiento cabal de la realidad de su tiempo. Demuestra que era un observador perspicaz, conocedor no sólo de la realidad concreta sino también de las personas que conformaban su entorno, quienes lo acompañaron con sus altibajos en la magna empresa de la independencia.
Revela la Carta que Bolívar no se amilanaba ante las dificultades reinantes; antes bien, sueña y proyecta, y lucha tenazmente para superar los obstáculos, y crear condiciones favorables para su acción liberadora. El contexto en el que se escribe la Carta estaba lleno de incertidumbres y dificultades, que podían llenar de pesimismo a cualquier iluso. Bolívar estaba en Jamaica en las peores condiciones; desconocida su condición de jefe y líder, había abandonado Nueva Granada en medio de fuertes disensiones entre los independentistas, que facilitaron la acción de Morillo en Nueva Granada y el calamitoso sitio de Cartagena, de funesta suerte para los patriotas.
Para no ser instrumento de estas controversias y discusiones, Bolívar prefiere cambiar de escenario y buscar auxilios en otros lugares. Jamaica fue el centro escogido, para reflexionar sobre la situación, visualizar lo que había que hacer y buscar ayuda y recursos para continuar la lucha.

De Jamaica pasa a Haití, y con nuevos apoyos y recursos comienzan sus expediciones navales. Había que recomenzar la lucha. Todavía sería largo el camino por recorrer, y serían muchos los obstáculos a superar para llegar a convertirse en la cabeza principal de la revolución.

por: Gilberto J. López

Carta de Jamaica

La carta de Jamaica fue fue escrita por el libertador Simón Bolívar a amigo Henri Cullen, el 6 de septiembre de 1815 (carta de un americano meridional aun caballero de esta isla). Henri Cullen le había enviado una carta a Bolivar el 29 de agosto de 1815.

La Carta de Jamaica, constituye uno de los escritos mas brillantes, trascendentes, con un carácter visionario, habla de la necesidad de la unión para formar del continente suramericano, una gran patria que constituyera el equilibrio del mundo.

Es un ejemplo de como nuestro Simón Bolívar ideó sus propias estrategias y teorías sobre la liberación nacional. Bolívar en ese documento, legitima la rebelión de los hijos de españoles, nacidos en la América del sur y explica el compromiso que se debe contraer para seguir la lucha por la independencia.

Exiliado, hace los contactos, busca acuerdos y negociaciones, para lograr apoyo externo, sobre todo de Inglaterra, para seguir luchando por la libertad e independencia de Venezuela.

Bolívar, en la Carta de Jamaica, sitúa la lucha desde una perspectiva americana y mundial. Es un resumen de sus propósitos políticos y estrategias libertarias. Allí define la unión de Venezuela y la Nueva Granada como la futura Gran Colombia. Consideraba de suma importancia el concurso de las fuerzas militares inglesas , para combatir al ejercito de España.

Resaltó Bolívar, en su Carta de Jamaica, al gobierno de carácter federal como el mas adecuado para nuestra nación, debido al momento histórico y sus características sociales y culturales.

Describe como los dirigente patriotas mejicanos, utilizaron inteligentemente y con gran certeza, la imagen de la virgen de Guadalupe, símbolo religioso de los mejicanos, invocándola en los momentos difíciles y llevándola en las banderas. Este detalle me parece interesante, para las caracterizaciones de las luchas hispanoamericanas y sus culturas. No hay que deshechar, que la edad de Bolívar era de treinta y dos años y hacía tres años que hizo el Manifiesto de Cartagena.

También es bueno, tomar en cuenta, la humildad y reconocimiento de Bolívar de las limitaciones teóricas para conocer las caracterizaciones de las sociedades americanas meridionales.

por: Orlando Balbás

FRANCISCO CARABAÑO APONTE.

Nace en Cumaná el ilustre General de Brigada Francisco Carabaño Aponte, hijo del Mariscal de Campo Francisco Carabaño y doña Margarita Aponte. Era de familia distinguida. De 1810 a 1814 hizo campaña en Venezuela. Desde 1815 pasó en España siete años en las prisiones de Costa, Carraca, y en el Castillo de santa Catalina y confinada a Algeciras. Regresó a Venezuela en 1822: prestó de nuevo a la Patria servicios eminentes. Ascendió a General de Brigada. Era miembro de la Orden de los Libertadores y estaba condecorado con el Busto del Libertador. A inmediaciones de Cariaco, en la tarde del 19 de agosto de 1848 pereció asesinado por el indio Juan Antonio Salcedo, vil instrumentos de implacables enemigos políticos que así arrebataron a la Patria un hijo probo, instruido, desinteresado y benemérito.

por:  Hernán Muñoz Villafuerte

viernes, 5 de septiembre de 2014

BENIGNO RODRIGUEZ BRUZUAL

En esta fecha nació en Cumaná don Benigno Rodríguez Bruzual, inspirado músico y poeta de toda una época, hizo historia al frente de la Banda Libertad, se puede decir que él vive en ella, aunque su rastro puede sentirse en su música que es eterna, entre otros logros estará siempre en la música del himno del Estado Sucre, cuya letra escribió, el también poeta y cumanés, Ramón David León.

Figura entre los grandes músicos cumaneses: José María Gómez Cardiel, José Antonio Gómez, Salvador Llamosas, Joaquín Silva Díaz, Benigno Marcano Centeno, José Antonio Ramos, y Leopoldo Sucre. No mencionamos a don Bartolomé Bello, aunque creemos que es cumanés, como atestigua Vinicio Romero, porque no lo tenemos comprobado.

Don Benigno, llenó toda una época con su talento e inspiración; autor de una gran variedad de piezas de todos los géneros, tanto religiosos como profanos; sus piezas musicales fueron muy populares en su tiempo- Fundador de la celebrada banda “Santa Cecilia”. Director por muchos años de la “Banda Libertad”, autor de la música del Himno del Estado Sucre; y director de la Escuela de Música “José María Gómez Cardiel”. Tambien compuso el Himno del Estado Nueva Esparta. Hizo toda una época en Cumaná.

Por su carisma, por el respeto ganado fue en varias oportunidades Presidente del Concejo Municipal del Distrito Sucre del Estado Sucre.

En esta fecha de su nacimiento debería celebrarse el día del Músico en Cumaná. No se trata de compararlo con otros genios musicales de Cumaná, sino que, por su dedicación, por su permanencia, por su obra, por la variedad infinita de su trabajo, él merece que Cumaná lo eleve al pedestal que se merece en nuestro espíritu como pueblo. Don Benigno murió en Cumaná el 5-06-1925. Dejó un concienzudo legado musical.

Uno de sus discípulos fue el famoso pianista Salvador Llamosas

por: Hernán Muñoz Villafuerte

MANUEL INOCENCIO VILLARROEL

 En esta fecha  se conmemora el triunfo de Manuel Inocencio Villarroel, el héroe de Quebrada Seca,  contra el jefe español coronel Juan Bautista Prado, en LA BATALLA DE GUANIPA.  El suceso se produjo cuando Pablo Morillo, dominaba dictatorialmente toda la provincia, y sus ejércitos abusaban de su poder.

Dice el cronista Alberto Sanabria: “Es oportuno recordar al coronel  MANUEL INOCENCIO VILLARROEL que nació en Quebrada Seca. Municipio Montes del Estado Sucre. Este caudillo patriota combatió en Maturín en 1813 bajo las órdenes de Bernardo Bermúdez y de Piar. Combatió en la batalla del Salado  en Cumaná bajo el mando de  Piar contra  Boves, el 16 de octubre de 1814. Como en ese día fuese ocupada a sangre y fuego la plaza de dicha ciudad por las tropas relistas, pudo escapar con vida de tan horrorosa carnicería, y acompañado de algunos patriotas valerosos refugiose en Cumanacoa; logró allí organizar una fuerte columna, y en 1815 derrotó a los españoles  en la Rinconada, en Cumanacoa, San Fernando, la Acequia y San Lorenzo, peleó con fortuna, sagacidad y brvura, pero en el cantón o Alturas de Salas, al sur de Aricagua, tras una lucha desesperada y heroica que duró cinco horas, salió por completo derrotado, pereciendo casi todos sus soldados además de varios heridos de gravedad, y muchas  infelices mujeres y niños, que seguían con el batallón de Villarroel, para asistirlos y a la vez  salvarse de la crueldad  de los españoles, y  tambien corrieron la misma suerte y fueron también sacrificadas. Con motivo de tan fatal acontecimiento, viéndose Villarroel enteramente solo, desprovisto de elementos de guerra y aun de lo necesario para la subsistencia confiose en un indulto del gobernador de Cumaná, Brigadier don Tomás de Cires y se presentó por fin al Comandante militar de Areo: este lo fusiló en el acto por orden del propio gobernador, que, en obediencia a Morillo, derribó en Cumaná, la iglesia de la Divina Pastora y el barrio de Chiclana y mandó incendiar a Cumanacoa y las parroquias vecinas. Prisionero de Bermúdez cayó Cires en la acción del Consejo en mayo de 1821, y el caudillo republicano, que bien sabía la pérfida conducta de dicho jefe realista con el desgraciado Villarroel, lo puso a disposición del entonces vicepresidente de Venezuela general Carlos Soublette y fue pasado por las armas. 


por: Hernán Muñoz Villafuerte

miércoles, 3 de septiembre de 2014

COMBATE EN YAGUARAPARO


Sección Cumaná. Mariño contra  el comandante Francisco Jiménez, experimentado gladiador hispano del ejército de Morillo. En esta y casi todas las batallas de ese año,  participa   el coronel Antonio José de Sucre en el Estado Mayor,  que planifica, combate y decide las batallas al frente de la artillería y de su batallón de zapadores.  Ese mismo día Mariño emprende su marcha hacia Cumaná. En rápida acometida toman Rio Caribe y Carúpano, y Mariño  establece su cuartel general en Catuaro. 
Este pueblo, formado solo por españoles, es testigo de un hecho muy doloroso y que le costó la vida a muchos españoles.  En 1813 fue ejecutado en Yaguaraparo el comandante Bernardo Bermúdez hermano de José Francisco, por orden del coronel español Cerveriz. Tavera Acosta dice que la ejecución se hizo bajo un frondoso Totumo, en el cual Cerveriz sacrificó a muchos patriotas. Aún se recuerda en ese hermoso pueblo el totumo de Cerveriz.
No tenemos nada del comandante español Francisco Jiménez, pero sí del General en Jefe y Libertador de Oriuente,  Santiago Mariño, veamos un perfil de este patriota sin par:
Nace en El Valle del Espíritu Santo, en Margarita, Estado  Nueva Esparta, el 25 de julio de 1788.
Con 22 años de edad, a raíz de los sucesos del 19 de abril de 1810 fue a Trinidad en el desempeño de una comisión que le fuera encomendada por el Ayuntamiento de Cumaná ante el gobernador británico de la isla. Dos años después formó parte de la expedición que bajo las órdenes del coronel Manuel Villapol, salió de Cumaná con el encargo de dominar la insurrección surgida en la provincia de Guayana. Perdida la Primera República emigró a Trinidad y se une a varios patriotas que también huyeron de la tiranía reinante en la provincia de Cumaná;  en cuenta de la situación reinante en Venezuela con el gobierno del jefe español Domingo Monteverde, decide trasladarse al islote de Chacachacare, lugar donde se encontraba la hacienda de su hermana Concepción Mariño[]
Luego fue uno de los principales opositores de la separación de Venezuela de la Gran Colombia por parte de José Antonio Páez, fue presidente de Venezuela por un corto periodo de tiempo luego de encabezar la Revolución de las Reformas.
El 11 de enero de 1813, junto con 44 patriotas que habían emigrado con a Trinidad, constituyó una junta en la cual se discutió y decidió una ofensiva para liberar la provincia de Cumaná o Nueva Andalucía,  al oriente de Venezuela,  del dominio español; a tal fin organizo un ejército y se redactó el documento conocido como Acta de Chacachacare, redactada por el comandante de ingenieros  Antonio José de Sucre,  siguiendo las instrucciones  del general Santiago Mariño, jefe expedicionario, en su Cuartel General instalado en la  isla de Chacachacare,  al norte de la isla de Trinidad, colonia inglesa,  en una propiedad de su hermana Concepción Mariño, a la cual le correspondió toda la logística de la expedición; formaron el Estado Mayor: Francisco Azcue, José Francisco Bermúdez, Manuel Piar y Manuel Valdés.
Al día siguiente de la firma del acta, Mariño, con el grado de coronel,  con  sus oficiales y soldados, invadieron la provincia de Cumaná, y avanzó victorioso hasta la capital de la provincia. que en el curso de ocho  meses, afrentándose a mas de 8.000 hombres del ejercito realista, en diferentes combates, dieron como resultado la liberación de las provincias de Cumaná, Margarita y Barcelona.
En febrero de 1814, acudió con su ejército en auxilio de Bolívar, quien operaba en el centro y occidente del país. En La Victoria, después de haber derrotado en Bocachica al jefe realista José Tomás Boves, se entrevistaron Mariño y Bolívar el 5 de abril, para discutir los planes que desarrollarían los ejércitos de oriente y occidente respectivamente; de acuerdo con esto, marchó Mariño con 2.300 hombres[2] hacia San Carlos contra el brigadier José Cevallos, quien comandaba a 4.000 hombres,[] y [] fue derrotado por el jefe realista.
Después de esta derrota del jefe oriental se profundizan las diferencias entre Bolívar y Mariño, dice Rufino Blanco Fombona: “Pero la gran preocupación de Bolívar por el momento era Mariño no Boves; la preocupación política, no la preocupación militar.
La acción siguiente fue la primera batalla de Carabobo (28 de mayo) en la que Bolívar venció al mariscal de campo Juan Manuel Cajigal. De Carabobo, Mariño se dirigió al sitio de La Puerta donde junto a Bolívar hizo frente a José Tomás Boves con saldo desfavorable para los republicanos.   []
Caída la segunda república se fue con Bolívar a Cartagena, Jamaica y Haití. Participó en la primera expedición de Los Cayos y llegando a Venezuela fue nombrado segundo del Libertador. Inspiró el Congreso de Cariaco con José Cortés de Madariaga, en el cual se revivió el federalismo en Venezuela, lo que le ocasionó un choque con Bolívar que desautorizó dicho Congreso. Como diputado, Mariño representó la provincia de Cumaná en el segundo Congreso de Venezuela, reunido en Angostura el 15 de febrero de 1819, del cual tuvo la licencia para volver al ejército.
Ese mismo año, triunfó sobre el coronel Eugenio Arana en el combate de Cantaura; y mientras Bolívar operaba en la Nueva Granada tomó parte en el movimiento que desplazó a Francisco Antonio Zea de la vicepresidencia de la República. En su lugar fue nombrado el general en jefe Juan Bautista Arismendi, y Mariño quedó como comandante en jefe del ejército de oriente.
Una vez que Bolívar llegó a la ciudad de Angostura, Mariño fue destacado en el Estado Mayor. Posteriormente, el 30 de mayo de 1821 fue nombrado jefe del Estado Mayor General del Ejército Libertador, y con ese cargo combatió en la batalla de Carabobo (24 de junio). En 1824, fue designado en Caracas presidente del Consejo de Guerra de Oficiales Generales que debía juzgar la conducta del general de brigada Lino de Clemente en la pérdida de Maracaibo en 1823. En 1826 el Congreso de Colombia lo designó con el importante cargo de ministro y juez de la Alta Corte, función que no pudo ejercer al estallar en Venezuela el movimiento de La Cosiata, en la que fue uno de los principales dirigentes junto a José Antonio Páez.  [][]
El movimiento separatista de La Cosiata o revolución de los morrocoyes, estalló en Valencia el 30 de abril de 1826, fue el que llevó al poder al general Páez, desconociendo la Constitución, rechazando la unión de Venezuela a la Nueva Granada y al gobierno de Santander.
Como Intendente y Comandante general de Maturín se destacó en la separación de Venezuela y fue su representante ante los granadinos que dirigía el Mariscal Sucre en la reunión de Cúcuta de 1830.
Derrotado por el doctor José María Vargas en las elecciones presidenciales de 1834, dirigió la "Revolución de las Reformas" el 8 de julio de 1835 la cual tenía como objetivos establecer el fuero militar, la religión del Estado, reivindicar el nombre del Libertador Simón Bolívar y reconstruir la Gran Colombia. El 9 de julio de 1835 el Presidente Vargas y el Vicepresidente Navarte salieron desterrados a la Isla de Saint Thomas.
A pesar de que los miembros de la Junta Revolucionaria reconocerían al General Santiago Mariño como Jefe Supremo, hasta que se promulgase la nueva Constitución, los revolucionarios, en un intento por mantener el poder, también proclamaron a José Antonio Páez como Jefe Superior, y lo mismo hizo el expulsado presidente José María Vargas, cuando lo designa Jefe de Operaciones, constituido en árbitro. Páez decidió apoyar al Gobierno Constitucional, argumentando que: No vacilé pues en volar en defensa de la Constitución. En realidad, lo que hace es defender el poder que perdería con el triunfo de la revolución reformista, dirigida por su más serio opositor militar y político, pero ésta al final sucumbe y es derrotada por el propio general Paez. Mariño deja el poder y es expulsado a la Antillas. El doctor Vargas fue restituido en la primera magistratura el 20 de agosto de 1835 y continuó como Presidente de la República hasta abril de 1836, fecha en la que renunció irrevocablemente a dicho cargo.[7]
Mariño Regresó en 1848 y el presidente de la República José Tadeo Monagas,le encomienda la dirección del ejército para hacer frente al levantamiento en armas del general Páez, a raíz de los acontecimientos del 24 de enero de 1848, que derivaron en el asalto al Congreso por parte de Monagas.
Años después en 1853, fue reducido a prisión por su participación en la llamada Revolución de Mayo, la cual estalló la noche del 24 al 25 de mayo de dicho año, pero fue libertado tiempo después. Los últimos días de su existencia los pasó en La Victoria, retirado de las actividades públicas y políticas. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 29 de enero de 1877.
Bolívar reconoció en más de una ocasión la relevancia de Mariño para Venezuela.[8] Al igual que muchos personajes de la historia de Venezuela, estuvo vinculado a la masonería, siendo miembro de esta orden en grado 33
Mariño no solo merece los honores que se le han tributado, sino que él debe ser un ejemplo permanente de patriotismo y servicio a la patria. En el bronce estará siempre invicto este patriota inmortal.

Muere en La Victoria (Estado Aragua) el 4 de septiembre de 1854, fue uno de los grandes próceres de la Independencia de Venezuela.

por: Hernán Muñoz Villafuerte