EL DÍA HISTÓRICO.
(Como lo nombra Alberto Sanabria) En esta fecha (2-09-1882) muere en Caracas, este formidable patriota.
(Como lo nombra Alberto Sanabria) En esta fecha (2-09-1882) muere en Caracas, este formidable patriota.
El
acucioso historiador y maestro Silverio González Varela, escribió un corto perfil sobre él, dice: “Nació el General en Jefe Francisco Mejía, hijo natural de doña
Concepción Mejía, de calidad distinguida, en 1798 en Marigüitar, en esa época
parroquia foránea de Cumaná. Se crió y educó al arrimo de su tío presbítero don
Francisco Mejía, cura entonces de dicha parroquia. Muy joven en 1813,
incorporado como aspirante al ejército del General Santiago Mariño, asistió el
2 de agosto del mismo año, a la toma de la plaza de la ciudad de Cumaná, donde
experimentó el 16 de octubre de 1814 en la Sabana del Salado la formidable
derrota dada por Boves a Piar. En Juncal fue vencedor. Hallose en más de 36
combates y tres heridas recibió lidiando por la Independencia. Concurrió por
Cumaná como Diputado Suplente, al Congreso Constituyente de Venezuela en 1830.
Cultivó las letras, ocupó elevados cargos, obtuvo diploma de Libertador de
Venezuela en 1819, el Busto del Libertador en 1827, el grado de General en Jefe
en 1863 y el título de Ilustre Prócer en 1867. Anciano, pobre y digno murió en
El Valle, parroquia foránea de Caracas en 1882, y sin débiles vacilaciones
sostuvo en su larga existencia con cívica honradez, los luminosos principios de
la bien entendida doctrina liberal. En 1902 publicamos en esta ciudad una
noticia biográfica de este notable patriota.”
EN 1997, ESCRIBÍ, POR ENCARGO DEL CORONEL
CARLOS LUIS GRAU GIL, UN PRÓLOGO PARA SU BIOGRAFÍA, ESCRITA POR ILDEFONSO RIERA
AGUINAGALDE. NUEVA EDICIÓN DEL MINISTERIO DE LA DEFENSA, QUE DICE:
Hacer un prólogo para
esta edición de la biografía o estudio histórico acerca de la personalidad del
General en Jefe Francisco Mejía es una tarea comprometedora, primero porque las
notas escritas sobre él, son escasas, y segundo porque hay mucho material que
deberíamos estudiar y analizar, y, no lo tenemos en Cumaná; pero compromiso es
compromiso, e intentaré, con lo que tengo en mi biblioteca, remontar este
caudaloso río.
Para tener una idea de
este ciudadano esclarecido, debemos revisar y fundamentar cualquier juicio, en
la obra y notas biográficas escritas por el relevante maestro cumanés Don
Silverio González Varela, y tener muy en cuenta la biografía del héroe, escrita sobre esa base, por Ildefonso Riera Aginagalde
Dice don Silverio, que
Francisco Mejía nació en Marigüitar, parroquia foránea de Cumaná, en el año de
1798, hijo natural de Concepción Mejía, y se educó bajo la protección de su tío
materno el presbítero Francisco Mejía, el cual se esmeró para que su sobrino
recibiera una buena educación, lo que se verá por los resultados. No se puede
extrañar que este guerrero luego se dedicara al periodismo y escalara
posiciones como la de Ministro de Guerra y Marina y ostentara el máximo grado
militar de General en Jefe, y candidato a la Presidencia de la República.
Francisco Mejía acogió
como modelo de su vida la recomendación que daba el Libertador: “Mi sentir es
que, la libertad depende de las virtudes, de la moderación y del amor a la
gloria del ciudadano que, por sus talentos y grandes acciones, adquiere la
confianza de sus compatriotas y una grande influencia sobre ellos, si emplea
estas ventajas solo en enseñarlos a ser libres,
dándoles el ejemplo del respeto y obediencia debida a las leyes, que
aseguran los derechos de sus conciudadanos para que sean respetadas de todos”.
Aunque suene repetitivo
incursionaré en detalles curriculares, que sé muy bien, luego encontraremos en
los textos prologados, pero vistos de otra forma; veamos: Mejía entra en acción
bajo la égida de Mariño, pundonoroso militar, altivo en exceso, conductor de
firme y decidido carácter, que lo lleva a rivalizar con el Libertador. Bajo el
mando de este héroe leyendario, participa a los 15 años, en el bloqueo y toma de Cumaná, en 1813. No
hay noticias de su actuación en esa campaña, pero no ha debido ser ignorada,
puesto que se queda prestado servicios a la causa en la zona de guerra hasta
1814, y es noticia al participar en la aciaga Batalla de la Sabana del Salado,
cuando el General Manuel Piar, en inferioridad de condiciones, enfrentó a aquel terrible gladiador que fue el general español José
Tomás Rodríguez Boves. Este titán victorioso acuchilló a más de dos mil
cumaneses, ríos de sangre vertieron entonces los más inocentes, la Cartago de
América, fue llamada nuestra ciudad, al paso del furioso Cesar, que se cebó en
las mujeres y los niños, cuenta su propio Vicario, que enturbiaron las
cristalinas aguas del Manzanares, y no podemos menos que intuir las pesadillas
de aquel soldado superior ante el martirio de su pueblo; pero su coraje no
decae, y enseguida, lo encontramos en persecución del Asturiano temible hasta
Urica, su tumba al fin, del
émulo de Atila; y, continuó luego batallando al lado del invencible
“Ayax” venezolano, aquel guerrero inmortal que fue el General en Jefe José
Francisco Bermúdez.
Las derrotas de 1814 no
hicieron mella en él, pasó a las guerrillas de los llanos de Maturín, en
conocimiento de las hazañas de José Tadeo Monagas, Jesús Barreto Ramírez, y
otros audaces lanceros, que se batieron en mil escaramuzas contra las partidas
realistas que fueron a su encuentro; y
también participa en guerrillas en las intrincadas faldas y montañas del
majestuoso Turimiquire, comandadas por el genio guerrero del Coronel Domingo
Montes, a quien los españoles llamaban “El Diablo”, y decían que las balas no
lo herían, y cuyas hazañas son cantadas por nuestros trovadores. De tal suerte,
este guerrero adolecente se destaca en 1816, cuando forma parte del Estado Mayor de Mariño,
acantonado en Catuaro; y después, en 1818, es segundo del General Antonio José
de Sucre, Jefe De Estado Mayor de la División de Oriente, que comanda el General José Francisco
Bermúdez, y asedian la Plaza de Cumaná.
Pero su encuentro
definitivo con su destino y la historia, lo alcanza después de adquirir una
férrea disciplina, tras duro y diario batallar, dándole el frente a la muerte
bajo el hálito de la gloria, cuando el 30 de mayo de 1818, el émulo del
formidable “Ayax”, el General José Francisco Bermúdez, lo llama para que ocupe
el cargo de Secretario de su Estado Mayor, y desde entonces, lo acompaña en las
más extraordinarias acciones de guerra, en importantes y peligrosas misiones y
en todas las campañas del gran jefe oriental, que es lo mismo que decir que en
la biografía de Bermúdez, escrita por él,
se pinta de cuerpo entero.
Para conocer el carácter
irreductible de Mejía, mencionaremos un pasaje de su actuación contra Páez,
cuando el llanero era jefe todopoderoso en tiempos de la Gran Colombia; por
aquellos tiempos se murmuraba, se comentaba que algunos partidos intentaban
poner una corona en la cabeza de Bolívar, e imponer a Colombia la Constitución Boliviana,
redactada por el Libertador, eran rumores, pero que produjeron mucho malestar y
profundas divisiones en el mundo político y militar del Departamento de Venezuela.
Todo ello, además de muchos desaciertos de Páez en el gobierno; entonces Mejía
inicia una vigorosa campaña de prensa en Cumaná, contra aquel estado de cosas.
Páez alarmado y engreído envía al General Francisco Carabaño, otro insigne
Cumanés, para arrestar al general Mejía y llevarlo ante Páez en Caracas. Mejía,
no acepta ir en calidad de prisionero, pero se trasladó bajo palabra, y se
entrevistó con Páez, que le da explicaciones, Mejía se da cuenta de la terrible situación por la
que atraviesa la Gran Nación, obra cumbre del Libertador, que costó tantos años
de sacrificio, y no solo acepta a Páez,
sino que también se incorpora al trabajo político de recuperar la confianza en
el Libertador, y en la unión de la Gran Patria;
entonces se traslada a Margarita y Cumaná, para trabajar en favor de concederle al
Libertador por tiempo limitado, el poder
total y dictatorial de la Gran Colombia. Cumple al lado del General Bartolomé
Salóm, su delicada misión con la dignidad que siempre observó y por la cual fue
dignificado. No fue fácil la labor en esta zona oriental que aspiraba la
separación del poder central, pero una vez más el egregio soldado supo cumplir
con las obligaciones contraídas.
Mejía es Bermúdez
redivivo. Después de la muerte del gran Jefe cariaqueño, asesinado en Cumaná en
1831, libera su alma y comienza a caminar con el vestido que se había
confeccionado al lado del invencible Bermúdez. Llamado el “Ayax” de los
Libertadores, por otro cumanés, J. A. Cova. Entonces Mejía era representante
de la provincia de Cumaná en el Congreso Constituyente de 1830 y se estrena en
el campo de las grandes biografías históricas. Este libro, cuyo prólogo me fue
encomendado, lo eleva en ese otro campo de la cultura, la historiografía, y nos
obliga a su estudio, sin él la pátina del tiempo lo hubiera borrado y perdido
el rastro de aquel pulcro soldado que solo aspiró en la vida cumplir con su
pueblo dentro de las limitaciones de la jerarquía militar.
J. A. Cova, se
pregunta: “¿Dónde está ahora el Áyax oriental? Con su sable va abriendo brechas
por las enmarañadas montañas del Tigre. Su esclavina hecha girones es un remedo
del desastre que va dejando a sus espaldas.
Por los caños pantanosas de Guiria, en lucha abierta contra la
naturaleza inclemente va a salir a las costas de Paria, para desafiar de nuevo la adversidad entre los muros humeantes de Cartagena de
Indias. Troya de América, que nuevamente lo empuja al mar a pastorear las
tormentas que va arrastrando su vida cual si fuera un personaje de Esquilo”.
Para conocer el alma de
Francisco Mejía, oigámoslo llorar la muerte de Bermúdez: “Adonde está el héroe
con quien deba compararte, invicto Bermúdez? Adonde? Quien sino Marte mismo
podrá disputarte la intrepidez y el valor? ¡Oh memoria fatal! Tú bañas mis
mejillas con copiosas lágrimas y el más intenso dolor embarga mis sentidos! ¡Oh
Bermúdez infortunado! ¡Tú has muerto! Tú
reposas en la mansión eterna pero tú vivirás siempre en el corazón de tus
compatriotas y de tus amigos. El mío alimentado con el sentimiento del más puro
reconocimiento no te olvidará jamás. Sobre la fría losa en que yaces, allí lo
juro secretamente”.
En 1835 el incansable
soldado participa en la Revolución de las Reformas al lado de Santiago Mariño.
Derrotado, elije el exilio. Regresa a su Patria y otra
vez va al Congreso representado a Cumaná; pero al poco tiempo vuelve a vestirse
de soldado y acompaña como Jefe de Estado Mayor a su antiguo camarada de las
guerrillas de 1814, el General en Jefe José Tadeo Monagas, y al triunfar se
establece en Caracas en forma definitiva. Se dedica a escribir y es llamado
para ejercer cargos importantes como el de Juez de Primera Instancia, Jefe de
Estado Mayor y Ministro de Guerra y Marina. Luego de aquella magnífica hoja de
servicios, en 1863, a los 66 años, después de rechazar la candidatura a la
Presidencia de la Republica, lleno de merecimientos por sus servicios a La
Patria, el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, le dio el grado de General en Jefe,
grado éste con el cual es reconocido por la historia.
por: Ramón Badaracco
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