(Como lo nombra
Alberto Sanabria) En esta
fecha muere en Caracas, este formidable patriota.
El acucioso historiador y maestro Silverio González
Varela, escribió un corto perfil sobre
él, dice:
“Nació el General en Jefe Francisco Mejía, hijo
natural de doña Concepción Mejía, de calidad distinguida, en 1798 en
Marigüitar, en esa época parroquia foránea de Cumaná. Se crió y educó al arrimo
de su tío presbítero don Francisco Mejía, cura entonces de dicha parroquia. Muy
joven en 1813, incorporado como aspirante al ejército del General Santiago
Mariño, asistió el 2 de agosto del mismo año, a la toma de la plaza de la
ciudad de Cumaná, donde experimentó el 16 de octubre de 1814 en la Sabana del
Salado la formidable derrota dada por Boves a Piar. En Juncal fue vencedor.
Hallose en más de 36 combates y tres heridas recibió lidiando por la
Independencia. Concurrió por Cumaná como Diputado Suplente, al Congreso
Constituyente de Venezuela en 1830. Cultivó las letras, ocupó elevados cargos,
obtuvo diploma de Libertador de Venezuela en 1819, el Busto del Libertador en
1827, el grado de General en Jefe en 1863 y el título de
Ilustre Prócer en 1867. Anciano, pobre y digno murió en El Valle, parroquia
foránea de Caracas en 1882, y sin débiles vacilaciones sostuvo en su larga
existencia con cívica honradez, los luminosos principios de la bien entendida
doctrina liberal. En 1902 publicamos en esta ciudad una noticia biográfica de
este notable patriota.”
EN 1997, ESCRIBÍ, POR ENCARGO DEL CORONEL CARLOS
LUIS GRAU GIL, UN PRÓLOGO PARA SU BIOGRAFÍA, ESCRITA POR ILDEFONSO RIERA
AGUINAGALDE. NUEVA EDICIÓN DEL MINISTERIO DE LA DEFENSA, QUE DICE:
Hacer un prólogo para esta edición de la biografía o
estudio histórico acerca de la personalidad del General en Jefe Francisco Mejía
es una tarea comprometedora, primero porque las notas escritas sobre él, son
escasas, y segundo porque hay mucho material que deberíamos estudiar y analizar,
y, no lo tenemos en Cumaná; pero compromiso es compromiso, e intentaré, con lo
que tengo en mi biblioteca, remontar este caudaloso río.
Para tener una idea de este ciudadano esclarecido, debemos
revisar y fundamentar cualquier juicio, en la obra y notas biográficas escritas
por el relevante maestro cumanés Don Silverio González Varela, y tener muy en
cuenta la biografía del héroe, escrita
sobre esa base, por Ildefonso Riera
Aginagalde
Dice don Silverio, que
Francisco Mejía nació en Marigüitar, parroquia foránea de Cumaná, en el año de
1798, hijo natural de Concepción Mejía, y se educó bajo la protección de su tío
materno el presbítero Francisco Mejía, el cual se esmeró para que su sobrino
recibiera una buena educación, lo que se verá por los resultados. No se puede
extrañar que este guerrero luego se dedicara al periodismo y escalara
posiciones como la de Ministro de Guerra y Marina y ostentara el máximo grado
militar de General en Jefe, y candidato a la Presidencia de la República.
Francisco Mejía acogió como
modelo de su vida la recomendación que daba el Libertador: “Mi sentir es que,
la libertad depende de las virtudes, de la moderación y del amor a la gloria
del ciudadano que, por sus talentos y grandes acciones, adquiere la confianza
de sus compatriotas y una grande influencia sobre ellos, si emplea estas
ventajas solo en enseñarlos a ser libres,
dándoles el ejemplo del respeto y obediencia debida a las leyes, que
aseguran los derechos de sus conciudadanos para que sean respetadas de todos”.
Aunque suene repetitivo
incursionaré en detalles curriculares, que sé muy bien, luego encontraremos en
los textos prologados, pero vistos de otra forma; veamos: Mejía entra en acción bajo la égida de
Mariño, pundonoroso militar, altivo en exceso, conductor de firme y decidido
carácter, que lo lleva a rivalizar con el Libertador. Bajo el mando de este
héroe leyendario, participa a los 15 años,
en el bloqueo y toma de Cumaná, en 1813. No hay noticias de su actuación
en esa campaña, pero no ha debido ser ignorada, puesto que se queda prestado
servicios a la causa en la zona de guerra hasta 1814, y es noticia al
participar en la aciaga Batalla de la Sabana del Salado, cuando el General
Manuel Piar, en inferioridad de condiciones,
enfrentó a aquel terrible
gladiador que fue el general español José Tomás Rodríguez Boves. Este
titán victorioso acuchilló a más de dos mil cumaneses, ríos de sangre vertieron
entonces los más inocentes, la Cartago de América, fue llamada nuestra ciudad,
al paso del furioso Cesar, que se cebó en las mujeres y los niños, cuenta su
propio Vicario, que enturbiaron las cristalinas aguas del Manzanares, y no
podemos menos que intuir las pesadillas de aquel soldado superior ante el
martirio de su pueblo; pero su coraje no decae, y enseguida, lo encontramos en
persecución del Asturiano temible hasta Urica, su tumba al fin,
del émulo de Atila; y, continuó
luego batallando al lado del invencible “Ayax” venezolano, aquel guerrero inmortal
que fue el General en Jefe José Francisco Bermúdez.
Las derrotas de 1814 no
hicieron mella en él, pasó a las guerrillas de los llanos de Maturín, en
conocimiento de las hazañas de José Tadeo Monagas, Jesús Barreto Ramírez, y
otros audaces lanceros, que se batieron en mil escaramuzas contra las partidas
realistas que fueron a su encuentro; y
también participa en guerrillas en las intrincadas faldas y montañas del
majestuoso Turimiquire, comandadas por el genio guerrero del Coronel Domingo
Montes, a quien los españoles llamaban “El Diablo”, y decían que las balas no
lo herían, y cuyas hazañas son cantadas por nuestros trovadores. De tal suerte,
este guerrero adolecente se destaca en 1816, cuando forma parte del Estado Mayor de Mariño,
acantonado en Catuaro; y después, en 1818, es segundo del General Antonio José
de Sucre, Jefe De Estado Mayor de la División de Oriente, que comanda el General José Francisco
Bermúdez, y asedian la Plaza de Cumaná.
Pero su encuentro definitivo
con su destino y la historia, lo alcanza después de adquirir una férrea
disciplina, tras duro y diario batallar, dándole el frente a la muerte bajo el
hálito de la gloria, cuando el 30 de mayo de 1818, el émulo del formidable
“Ayax”, el General José Francisco Bermúdez, lo llama para que ocupe el cargo de
Secretario de su Estado Mayor, y desde entonces, lo acompaña en las más
extraordinarias acciones de guerra, en importantes y peligrosas misiones y en
todas las campañas del gran jefe oriental, que es lo mismo que decir que en la
biografía de Bermúdez, escrita por él,
se pinta de cuerpo entero.
Para conocer el carácter irreductible de Mejía,
mencionaremos un pasaje de su actuación contra Páez, cuando el llanero era jefe
todopoderoso en tiempos de la Gran Colombia; por aquellos tiempos se murmuraba,
se comentaba que algunos partidos intentaban poner una corona en la cabeza de
Bolívar, e imponer a Colombia la
Constitución Boliviana, redactada por el Libertador, eran rumores, pero que
produjeron mucho malestar y profundas divisiones en el mundo político y militar
del Departamento de Venezuela. Todo ello, además de muchos desaciertos de Páez
en el gobierno; entonces Mejía inicia una vigorosa campaña de prensa en Cumaná,
contra aquel estado de cosas. Páez alarmado y engreído envía al General
Francisco Carabaño, otro insigne Cumanés, para arrestar al general Mejía y
llevarlo ante Páez en Caracas. Mejía, no acepta ir en calidad de prisionero,
pero se trasladó bajo palabra, y se entrevistó con Páez, que le da
explicaciones, Mejía se da cuenta de la
terrible situación por la que atraviesa la Gran Nación, obra cumbre del
Libertador, que costó tantos años de sacrificio, y no solo acepta a Páez, sino que también se
incorpora al trabajo político de recuperar la confianza en el Libertador, y en
la unión de la Gran Patria; entonces se
traslada a Margarita y Cumaná, para
trabajar en favor de concederle al Libertador por tiempo limitado, el poder total y dictatorial de la Gran
Colombia. Cumple al lado del General Bartolomé Salóm, su delicada misión con la
dignidad que siempre observó y por la cual fue dignificado. No fue fácil la
labor en esta zona oriental que aspiraba la separación del poder central, pero
una vez más el egregio soldado supo cumplir con las obligaciones
contraídas.
Mejía es Bermúdez redivivo. Después de la muerte del gran
Jefe cariaqueño, asesinado en Cumaná en 1831, libera su alma y comienza a
caminar con el vestido que se había confeccionado al lado del invencible
Bermúdez. Llamado el “Ayax” de los Libertadores, por otro cumanés, J. A. Cova. Entonces Mejía era representante
de la provincia de Cumaná en el Congreso Constituyente de 1830 y se estrena en
el campo de las grandes biografías históricas. Este libro, cuyo prólogo me fue
encomendado, lo eleva en ese otro campo de la cultura, la historiografía, y nos
obliga a su estudio, sin él la pátina del tiempo lo hubiera borrado y perdido el
rastro de aquel pulcro soldado que solo aspiró en la vida cumplir con su pueblo
dentro de las limitaciones de la jerarquía militar.
J. A. Cova, se pregunta:
“¿Dónde está ahora el Áyax oriental? Con su sable va abriendo brechas por las
enmarañadas montañas del Tigre. Su esclavina hecha girones es un remedo del
desastre que va dejando a sus espaldas.
Por los caños pantanosas de Güiria, en lucha abierta contra la
naturaleza inclemente va a salir a las costas de Paria, para desafiar de nuevo la adversidad entre los muros humeantes de Cartagena de
Indias. Troya de América, que nuevamente lo empuja al mar a pastorear las
tormentas que va arrastrando su vida cual si fuera un personaje de Esquilo”.
Para conocer el alma de
Francisco Mejía, oigámoslo llorar la muerte de Bermúdez: “Adonde está el héroe
con quien deba compararte, invicto Bermúdez? Adonde? Quien sino Marte mismo
podrá disputarte la intrepidez y el valor? ¡Oh memoria fatal! Tu bañas mis
mejillas con copiosas lágrimas y el más intenso dolor embarga mis sentidos! ¡Oh
Bermúdez infortunado! ¡Tú has muerto! Tú
reposas en la mansión eterna pero tú vivirás siempre en el corazón de tus
compatriotas y de tus amigos. El mío alimentado con el sentimiento del más puro
reconocimiento no te olvidará jamás. Sobre la fría losa en que yaces, allí lo
juro secretamente”.
En 1835 el incansable soldado
participa en la Revolución de las Reformas al lado de Santiago Mariño.
Derrotado elije el exilio. Regresa a su Patria y otra vez va al Congreso
representado a Cumaná; pero al poco tiempo vuelve a vestirse de soldado y
acompaña como Jefe de Estado Mayor a su antiguo camarada de las guerrillas de
1814, el General en Jefe José Tadeo Monagas, y al triunfar se establece en
Caracas en forma definitiva. Se dedica a escribir y es llamado para ejercer
cargos importantes como el de Juez de Primera Instancia, Jefe de Estado Mayor y
Ministro de Guerra y Marina. Luego de aquella magnífica hoja de servicios, en
1863, a los 66 años, después de rechazar la candidatura a la Presidencia de la
Republica, lleno de merecimientos por sus servicios a La Patria, el Mariscal
Juan Crisóstomo Falcón, le dio el grado de General en Jefe, grado este con el
cual es reconocido por la historia.
por: Hernán Muñoz Villafuerte
Excelente investigación !....
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