“El día 23 [abril] llegamos á Cumaná, donde desembarcó el regimiento de Barbastro y parte
de los dragones de la Unión. El 27 tuve el gusto de pasar á ver á mi hermano
Manuel, que había sido nombrado capitán de aquel puerto: juntos fuimos á
saludar al tío Pascual. El mismo día me entró un malestar general: me dolían
todos los huesos; sentía en mi cabeza una especie de mareo, y á las pocas horas
experimenté una fiebre intensa. Mi tío y hermano se alarmaron, porque creyeron
que tenía el vómito. Pero la patrona, señora anciana y entendida, les manifestó
que yo tenía una enfermedad muy conocida en el país con el nombre de bicho, la cual consumía en breves días al
paciente, si á tiempo no se la curaba
por los medios, bastante brutales, que ella indicó. A ellos me sometí, y al
siguiente día me encontraba mucho mejor; estaba débil y estropeado, pero con
unas ganas de comer extraordinarias. El 29 me despedí de mi hermano y regresé á
bordo, en donde mis compañeros se asombraron de verme tan pálido y extenuado en
un día de enfermedad. Enterados del mal y de la receta, de la que los limones
formaban la base, se proveyeron de gran cantidad de ellos por si les atacaba el
bicho. Nos dimos á la vela el 3 de Mayo para La Guaira, que está á 45 leguas,
habiendo llegado toda la escuadra el 6, por la noche, sin novedad.”
Ese extraño padecimiento,
reportado en Cumaná, fue traído a la América por los nativos que fueron cazados
y esclavizados en la madre África; quizás de Angola y Mozambique. La enfermedad
de El Bicho, se manifiesta por afección
febril caracterizada por una rectitis con relajación del esfínter anal y a
veces prolapso del recto, en mayor o menor grado.
El padecimiento de El Bicho, se
hizo endémico en el oriente venezolano, y fue reportado su presencia y maleficencia
hasta más allá de la medianía del siglo XX, como bien se explica el
entrevistado en esta singular referencia:
“Cuando yo tenía como 9 o 10 años, … vivía
por el barrio San Luis de Cumaná, frente a la playa un poco más acá de Los
Uveros: muchos de los muchachos sufríamos de ese mal y las viejitas decían que
era “Bicho” de tanto coger sol o que nos sentábamos en el suelo caliente; eran
unas fiebres verdaderamente feísimas. Porque nosotros nos manteníamos cazando tigüi-tigüe
(poniéndoles cerditas) en las aguas cercanas al aeropuerto. Se padecía mucho,
siendo jóvenes de eso, y recuerdo el nombre de la Sra. Modesta Andrade (una
matrona familia de pescadores; que era la única que curaba eso), que hacía la cura asando el limón y le metían
eso pedazos de limón caliente a los enfermos por el ano. Al otro día, a uno
se le quitaba la fiebre y el malestar; ya uno estaba parado. Aquí en Cumaná se
padeció bastante de «Bicho», sobre todo en la zona de San Luis.”
Esa afección igual fue conocida
en las islas caribeñas y en el Brasil, donde la denominaban “Maculo”. Todos los campesinos de esas
zonas sabían tratar al El Bicho, "...siendo
el método más empleado por ellos la aplicación de enemas de limón y hollín
espolvoreado por fuera e introducido al interior del recto a modo de tapón de
dicho órgano. En algunas regiones es de uso popular hacer bolitas con hojas de
fregosa machacadas e impregnadas de jugo de limón e introducirlas en el recto".
Así que por extraño y brutal que
parezca, enema o tapones rectales, o limones ardientes completos o en trozos
introducidos en el ano, era la única cura conocida para aquella extraña y
mortal enfermedad.
Trabajos citados
Betancourt, R. (5 de 10 de
2020). La enfermedad de El Bicho. (R. Contreras, Entrevistador)
Rodríguez Montes, J.
(2011-2012). Historia de la Proctología. (págs. 23-41). Malaga: Boletín de la
Academia Malagueña de Ciencias.
Sevilla, R. (1925). La
Guerra de América - Memorias de un Oficial del Ejército Español. Campaña
contra Bolívar y los separatistas de América. Madrid: Editorial - América.
Virrey, J. J. (1846). Historia
natural del género humano. Barcelona: Juan Olivares.
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