domingo, 4 de octubre de 2020

Para que no te agarren desprevenido, ni mucho menos se te pegue “El Bicho”.

San Luis Viejo
San Luis Viejo, final siglo XIX

La historia del Oriente de Venezuela, es un oasis de descubrimientos, algunos menos importantes y otros superlativos; pero otros han permanecido olvidados en rincones históricos, sin darle ninguna importancia, por ejemplo: el caso que recojo en este corto sobre “El Bicho”.


La primera referencia de este mal e incómodo padecimiento, la conocí leyendo las interesantes memorias de un oficial del ejército español, que, por su singularidad, cito:

“El día 23 [abril] llegamos á Cumaná, donde desembarcó el regimiento de Barbastro y parte de los dragones de la Unión. El 27 tuve el gusto de pasar á ver á mi hermano Manuel, que había sido nombrado capitán de aquel puerto: juntos fuimos á saludar al tío Pascual. El mismo día me entró un malestar general: me dolían todos los huesos; sentía en mi cabeza una especie de mareo, y á las pocas horas experimenté una fiebre intensa. Mi tío y hermano se alarmaron, porque creyeron que tenía el vómito. Pero la patrona, señora anciana y entendida, les manifestó que yo tenía una enfermedad muy conocida en el país con el nombre de bicho, la cual consumía en breves días al paciente, si á tiempo no se la curaba por los medios, bastante brutales, que ella indicó. A ellos me sometí, y al siguiente día me encontraba mucho mejor; estaba débil y estropeado, pero con unas ganas de comer extraordinarias. El 29 me despedí de mi hermano y regresé á bordo, en donde mis compañeros se asombraron de verme tan pálido y extenuado en un día de enfermedad. Enterados del mal y de la receta, de la que los limones formaban la base, se proveyeron de gran cantidad de ellos por si les atacaba el bicho. Nos dimos á la vela el 3 de Mayo para La Guaira, que está á 45 leguas, habiendo llegado toda la escuadra el 6, por la noche, sin novedad.” (Sevilla, 1925, pág. 45)

Ese extraño padecimiento, reportado en Cumaná, fue traído a la América por los nativos que fueron cazados y esclavizados en la madre África; quizás de Angola y Mozambique. La enfermedad de El Bicho, se manifiesta por afección febril caracterizada por una rectitis con relajación del esfínter anal y a veces prolapso del recto, en mayor o menor grado. (Rodríguez Montes, 2011-2012). En el período colonial, todos conocían ese padecimiento, como bien lo reporta el teniente Rafael Sevilla quien formó parte de la expedición de Pablo Morillo (el “pacificador”) en abril de 1815, cuando como invasor llega a Cumaná; la Nueva Andalucía, el oriente de Venezuela. También se conoció antiguamente como “bicho del trasero, a consecuencia de los pujos (llamados persas); resultado crónico de la disentería; afirmase que lo transportaron desde Angola los negros” (Virrey, 1846).

El padecimiento de El Bicho, se hizo endémico en el oriente venezolano, y fue reportado su presencia y maleficencia hasta más allá de la medianía del siglo XX, como bien se explica el entrevistado en esta singular referencia:

“Cuando yo tenía como 9 o 10 años, … vivía por el barrio San Luis de Cumaná, frente a la playa un poco más acá de Los Uveros: muchos de los muchachos sufríamos de ese mal y las viejitas decían que era “Bicho” de tanto coger sol o que nos sentábamos en el suelo caliente; eran unas fiebres verdaderamente feísimas. Porque nosotros nos manteníamos cazando tigüi-tigüe (poniéndoles cerditas) en las aguas cercanas al aeropuerto. Se padecía mucho, siendo jóvenes de eso, y recuerdo el nombre de la Sra. Modesta Andrade (una matrona familia de pescadores; que era la única que curaba eso), que hacía la cura asando el limón y le metían eso pedazos de limón caliente a los enfermos por el ano. Al otro día, a uno se le quitaba la fiebre y el malestar; ya uno estaba parado. Aquí en Cumaná se padeció bastante de «Bicho», sobre todo en la zona de San Luis.” (Betancourt, 2020)

Esa afección igual fue conocida en las islas caribeñas y en el Brasil, donde la denominaban “Maculo”. Todos los campesinos de esas zonas sabían tratar al El Bicho, "...siendo el método más empleado por ellos la aplicación de enemas de limón y hollín espolvoreado por fuera e introducido al interior del recto a modo de tapón de dicho órgano. En algunas regiones es de uso popular hacer bolitas con hojas de fregosa machacadas e impregnadas de jugo de limón e introducirlas en el recto"(Rodríguez Montes, 2011-2012); al parecer además de las bondades curativas vegetales, convenía inflamar el ano para mantenerlo cerrado.

Así que por extraño y brutal que parezca, enema o tapones rectales, o limones ardientes completos o en trozos introducidos en el ano, era la única cura conocida para aquella extraña y mortal enfermedad.


Por: Rommel Contreras; día 5 del décimo mes del Covid-19


Trabajos citados

Betancourt, R. (5 de 10 de 2020). La enfermedad de El Bicho. (R. Contreras, Entrevistador)

Rodríguez Montes, J. (2011-2012). Historia de la Proctología. (págs. 23-41). Malaga: Boletín de la Academia Malagueña de Ciencias.

Sevilla, R. (1925). La Guerra de América - Memorias de un Oficial del Ejército Español. Campaña contra Bolívar y los separatistas de América. Madrid: Editorial - América.

Virrey, J. J. (1846). Historia natural del género humano. Barcelona: Juan Olivares.



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