El mercado es un lugar o edificio público destinado permanentemente o en días señalados, a comprar, vender o permutar géneros o mercancías. O una concurrencia de gente dedicadas a comprar y vender mercancía.
Los mesopotámicos hacia los años 6000 a 5000 a.C., realizaban transacciones y ventas de mercancías y a la entrega moldeaban con arcilla la bulla que era una bola para introducir el número de figuras que correspondía a la cantidad de artículos vendidos, sellaban la bulla o esfera y el trato se cerraba al romper la bulla.
Desde la antigüedad el trueque era la forma de mercadeo que se utilizaba en el mundo conocido. Así se crearon los primeros mercados que en su versión tradicional son espacios públicos donde se llevan productos para su venta e intercambio, En el Génesis tenemos evidencia de los primeros trueques en la época de hambruna con la revelación de los sueños del Faraón por parte de José. Hay evidencias escritas y talladas en tablas de arcilla y escritura cuneiforme de contratos comerciales en la antigua Mesopotamia a más de 2000 años a.C. los etruscos emplearon la raíz “Merk” para relacionar el comercio con palabras y tiene que ver con el Dios Mercurio “Dios del comercio”. Los romanos llamaban al comercio “Mercatus” derivado del verbo “Mercar” (comprar), registrado en castellano en su forma actual desde la primera mitad del siglo XII.
En la edad media surgió la ruta de la seda con sus ventas de condimentos y especias aparte de armas y ganados, luego las cruzadas garantizaron el comercio y las ventas.
La utilización de la moneda, dio un cambio a la comercialización y los mercados sustituyeron a los contratos, letras y documentos para validar las ventas y compras de mercancías y aunque las guerras llevaron a un retroceso en la adquisición de productos y la vuelta a la economía de trueque y vales, pero superadas éstas, la tecnología trajo nuevas formas de mercadeo y pago y la publicidad la acrecentó.
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Original del Perlarum insula ob unionum copiam sic dicta; Theodor de Bry, 1594. [Detalle}. (John Carter Brown Library: 07376-46). |
El primer indicio de mercado o intercambio tipo trueque descrito en la historia de América y específicamente en Venezuela fue con la llegada de Colón a Cumaná en 1493 donde intercambió con los nativos baratijas y espejos por barriles de perlas que le costaron su detención y encarcelamiento con la primera deportación del continente, luego se describen intercambios entre barcos españoles, ingleses y holandeses con los nativos que proporcionaban avituallamiento, animales y casabe, recibiendo a cambio, licores, espejos, armas y baratijas, luego se intercambió por pieles y sal, En la colonización productos derivados de la siembra tales como cacao, coco, café, añil, maíz y otros. Es en Cumaná donde nace la primera relación comercial y un tipo de mercadeo ya que a parte de la venta de productos de la siembra se vendían perlas y sal. Fue Gonzalo de Ocampo al construir la villa de Nva. Toledo que inició el mercado a las orillas del río Cumaná a media lengua del mar, comerciando e intercambiando agua y sal con los habitantes de Cubagua, también existió un mercado en Nva. Córdova y se vendían y comerciaban frutas, casabe, arepas, pescados, vasijas, además plantas comestibles y medicinales y algunos animales, y según fray Bartolomé de las Casas eran muy efímeras sin saber las causas.
El primer mercado creado en Cumaná hacia 1558 funcionó en la propia costa y caserío fundado por los frailes jesuitas a un tiro de ballesta de la costa, luego se trasladaría hacia donde se fundarán las diferentes ciudades. Hacia 1761 la gobernación de Cumaná o de Nva. Andalucía ocupaba unamplísimo espacio, que comprendida las provincias de Guayana (segregada por la Real cedula del 4 de junio de 1762), la de Barcelona (anexada en 1654) y la de Cumaná propiamente dicha que incluía Trinidad, y las islas de sotavento hasta Sta. Lucia, es decir lo que en la actualidad son los estados: Sucre, Bolívar, Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro formaban parte de la gobernación de Cumaná. Pero estaba escasamente poblado según el informe de Diguja su gobernador de esta manera en la zona costera montañosa la actividad económica era de tipo agrícola pesquera y en la región llanera se explotaba la ganadería. La agricultura respondía a dos tipos de unidades de producción las haciendas y los conucos, siendo el cacao el producto preferido para exportación europea y un poco el tabaco proveniente de Cumanacoa ilegalmente, los otros rubros tales como café, caña de azúcar, algodón maíz caraotas, plátanos, yuca, arroz y ocumos eran preferiblemente de consumo local, el añil se comenzó a cultivar a partir de 1782. En cuanto a la ganadería, en Araya predominaba la cría de ganado caprino, mientras que en los llanos y las mesas se prefería la cría de ganado vacuno, caballar y mular estos últimos se exportaban legal o ilegalmente, del vacuno se obtenía sebo, cuero y carne y se exportaban a Europa. Hasta 1761 el comercio con España se hacía con navíos registrados en Cádiz, aunque también se tenía contacto y comercio con provincias españolas como: Caracas, Margarita, Trinidad, Sto domingo y Pto. Rico, así como también era normal el contrabando; los productos que llegaban a Cumaná eran de tipo agrícola, aguardiente, harinas y vinos; la extracción de productos Cumaneses se concentraba en cacao el 40,2% y cueros 32,3% primordialmente por compañías catalanas. Algunos autores refieren que hasta el gobierno de Vicente Emparan existía un mercado en la plaza mayor de Cumaná y que tal vez se mantuvo hasta la guerra de independencia a las orillas del río manzanares y rodeado de un meandro del mismo, frente al cabildo donde cuenta Humboldt que vio vender pájaros, víveres y esclavos; existió también en la época colonial un pequeño mercado de mercancías producidas en las haciendas y charas cercanas a la ciudad que funcionaba una vez a la semana en las afueras del barrio San Francisco muy cerca del río en el sitio donde se construyó la casa de las conchas a pocos metros del seminario de San Francisco donde los campesinos y productores traían sus mulas y burros hasta el puente de la madera y el bebedero donde hacían una parada obligada de sus arreos y luego continuaban hasta este mercado y el de la plaza mayor.
El primer mercado Municipal de Cumaná fue creado según las cartas y el libro de registros municipal el día 19 de marzo de 1945 por el presidente Isaías Medina Angarita, se ubicaba a las orillas del río manzanares entre las calles Zea, Herrera y Carabobo, con el acceso por vía marítima muchos pescadores llegaban a traer sus mercancías y a comprar sus productos en sus botes, para los pobladores de Cumaná y pueblos aledaños es el punto obligatorio para las compras y ventas de sus productos; la estructura física era de bloque de cemento en forma de C cuadrada, o un rectángulo abierto por un extremo de 8 metros de alto y 80 metros de largo aproximadamente, con una pequeña mezanina donde se ubicaba un pequeño restaurant y oficinas administrativas, un local donde había un audio que publicitaba algunos comercios y lo que vendían, recuerdo que promocionaba el restaurant interno y decía “venta de pescado frito con arroz, plátanos y ensalada, quipe frito, quipe crudo; pero a los oídos sonaba pipe y todo el mundo decía ese locutor es un pasao” en la parte interna baja estaban las ventas de ropa , artesanías, mecerías , la librería de paquita, dulces, jugos y otros de ventas de variedades, en la parte externa hacia la calle Carabobo estaban camiones y negocios de pequeños comerciantes de granos, víveres, piñas, de los cuales recuerdo a Manuel Mago, Juan Bautista Carvajal, Enrique Carvajal, Juan José Carvajal, en el exterior se ubicaba el local que pertenecía a Víctor Manuel Mago el pariente, en la cara lateral; la pared que daba a la calle Carabobo no tenía negocios solo camiones con puestos fijos, en la pared que daba hacia el interior del mercado estaban los locales de ventas de víveres de 3 x3 m, y de derecha a izquierda se ubicaban Gregorio Mago, Víctor Mago, Arístides Velásquez, Félix Espín, Héctor Jiménez, Leopoldo Micett, Severiano Marcano, Miguel Veliz (pitipuas), Jesús Octavio Blomh, Juan de Dios Castañeda, algunos 3 locales de ventas de chucherías y artesanías, al terminar el ultimo negocio venia un espacio abierto de la nave de 10 x 6 m exclusiva para la venta de casabe, en el centro del mercado fuera de la nave y entre esta y la calle estaban los quioscos de minoristas y verduleros, recuerdo a Estanislao Salazar (penetro), Julio Cumana, Luis Tineo, Luis Beltrán Rodríguez, Juan Márquez (clavillazo), María Vívenes (mama tía), Juana Carreño, Jesús Prada, Juan José Mago, Williams Parejo en la acera de enfrente al cruzar la calle Carabobo era la zona de los mayoristas comenzando desde lo que hoy es la Av. el islote que no existía estaban el negocio de Ventura Salazar que luego lo vendió a José B. Marcano, Cesar Cabello quien vende a Augusto Vásquez, Venancio Benítez, (Elías Benítez su hijo lo adquirió al morir su padre), Miguel Boada, Asunción Guzmán, Rafael García, (al morir su hijo Jesús García se hizo cargo), Jesús A. Benítez, (morocho, al morir su esposa Berta siguió con el local), Amadeo Guagliotto, en la acera del frente Delfín García luego murió y su hijo Julio siguió con el negocio, luego habían 4 casas de familias y el ultimo negocio antes de llegar a la calle Mariño era el de Jesús Ortiz Cardozo; en la transversal de la calle Carabobo estaban los negocios de los Árabes algunas casas de familia que servían de depósitos a algunos comerciantes y carrucheros, y el restaurant de Matute, en la calle Carabobo al frente de los mayoristas separados por la acera se ubicaban los camiones distribuidores de mercancía al por mayor con sus cargas que debían entrar en la noche o madrugada, para asegurar un puesto aunque la mayoría mantenía el mismo tradicionalmente, pero era al azar y si no llegabas a tiempo quedabas fuera del sitio, de estos recuerdo a Mariño, los Tucusos, los Fernández , Jesús Campos (el Chivo), los Antón, los Guerra algunos distribuidores entraban después que los camiones salían como a las 11 am, especialmente los de cervezas y refrescos, de estos recuerdo Miguel Gonzáles (Savoy), Enrique Acosta, José Batista (Madrid), al frente de los casaberos y en la calle que bordea la nave se ubicaban los camiones de los papeloneros, que si tenían puesto fijo recuerdo a Pablo Guzmán, Cástula Marín, Luis Brito, Luis Beltrán Brito, Luis Portillo, Efraín Franceschi, Juan Vásquez, Luis Gómez, Rubén Castillo, Lucas Parejo, detrás de estos camiones estaban los camiones plataneros, algunos vendedores improvisados, donde se vendían aves y otros animales como chivos y cerdos, los baños y una casilla policial, este mercado nunca cerraba sus puertas que solo la nave tenía y cada negocio lógicamente, las ventas comenzaban de 3 a 4 am hasta la 1 pm aproximadamente, la mayoría de las veces los comerciantes al salir se iban al río especialmente viernes, sábado, domingo y lunes, a hacer sancochos; las ventas, trueques e intercambios con los campesinos y pescadores se hacían hasta las 6 am, luego venían las ventas y entrega de mercancías, y a partir de las 10 am comenzaba la cobranza, este mercado era muy particular se dejaba la mercancía a consignación, pero el pago era después de la entrega de la factura nueva, es decir pagabas la factura vieja después que recibías la nueva a las 7am; y casi todo el mundo salía rascado o con varias copas de más.
Como todo mercado gritos, risas, bulla, discusiones, peleas, robos, trampas, juegos, basuras; como dije antes en la parte interior de la nave estaban los negocios de artesanías, y un restaurant con pocas mesas porque la mayoría de los comensales pedían la comida para consumir en su negocio, como siempre en esta ciudad el calor era insoportable y la humedad asfixiante, pues el sol era intenso los 12 meses del año y era hasta mejor que cuando esporádicamente llovía púes inundaba el mercado y convertía en charco y fango todas las vías, aparte que se inundaba toda la ciudad que hasta los botes paseaban por algunas calles especialmente las cercanas al río, aunque una vez vi pasar botes hasta la calle blanco Fombona, eso se mejoró al hacer un aliviadero en el puerto de la madera; como siempre la cordialidad, amabilidad y trato del comerciante vendía más que el precio de la mercancía: “mi amigo que deseaba por allí”, “si lo tengo” y aunque no se tuviera se compraba a quien lo tuviera y se le traía al cliente; los carnavales en ese mercado eran de otro mundo, se jugaba con agua, harina, huevos, cervezas y cuando llegaban al hogar ni el perro los conocía, y algunas veces ni uno mismo sabía quién era, no sabría decirle si por tanto licor o por que se desorientaba por tantas cosas que hasta los oídos quedaban tapados. Era muy emocionante ver los botes trayendo el pescado y vendiéndolo por cajas y esos mismos pescadores llevaban café, verduras, y víveres en general, los campesinos trayendo su mercancías en camiones llenos de gente y con música ranchera a todo volumen, otros campesinos en camiones repletos de todo tipo de mercancía agrícola, (auyamas, , pimentones , ají, batatas, ocumos, yuca, piñas, mapuey, apio, cambures), había una zona exclusiva para el pescado a la orilla del río pero también se vendían, cerdos, gallinas, huevos criollos, pollos para peleas, alguna que otra cacería, pájaros; era común ver caleteros, carretilleros, pescadores en pantalones cortos ,sin camisa, sudorosos, descalzos o en alpargatas iban y venían vociferando frases que solo ellos entendían, “¿qué pasó temiga? No seas tan boque gua…”, “arrequinta” ese coroto y trae ese bicharrengo”, “cojate el camarín y zámpalo paya” e infinidades de groserías; en un ala de la nave interna estaban las ventas de pescado al detal, que también se hacían a la orilla del río y estas ventas informales pagaban más impuestos que las ventas formales en algunas oportunidades pues los pechaban los policías, los cobradores de la alcaldía y cualquier autoridad que pasara, razón por la cual sus ventas eran antes de las 6 am. Un día cualquiera se veía pasar a Popo un borrachín que nunca estaba en sus cabales, o pasaba manito “manito dame medio” con su cara de hambre, cuando veían a “pituca” era un rebullicio el mercado, silbidos, risas, “a que no me conoces”, algo parecido pasaba cuando venían mujeres en pantalones cortos o uno que otro turista, cambiaban la voz los hombres, se reían las mujeres este mercado cerró sus puertas el 30 de noviembre de 1986, para dar paso a un nuevo mercado a unos setecientos metros más allá hacia la playa.
Como todo mercado gritos, risas, bulla, discusiones, peleas, robos, trampas, juegos, basuras; como dije antes en la parte interior de la nave estaban los negocios de artesanías, y un restaurant con pocas mesas porque la mayoría de los comensales pedían la comida para consumir en su negocio, como siempre en esta ciudad el calor era insoportable y la humedad asfixiante, pues el sol era intenso los 12 meses del año y era hasta mejor que cuando esporádicamente llovía púes inundaba el mercado y convertía en charco y fango todas las vías, aparte que se inundaba toda la ciudad que hasta los botes paseaban por algunas calles especialmente las cercanas al río, aunque una vez vi pasar botes hasta la calle blanco Fombona, eso se mejoró al hacer un aliviadero en el puerto de la madera; como siempre la cordialidad, amabilidad y trato del comerciante vendía más que el precio de la mercancía: “mi amigo que deseaba por allí”, “si lo tengo” y aunque no se tuviera se compraba a quien lo tuviera y se le traía al cliente; los carnavales en ese mercado eran de otro mundo, se jugaba con agua, harina, huevos, cervezas y cuando llegaban al hogar ni el perro los conocía, y algunas veces ni uno mismo sabía quién era, no sabría decirle si por tanto licor o por que se desorientaba por tantas cosas que hasta los oídos quedaban tapados. Era muy emocionante ver los botes trayendo el pescado y vendiéndolo por cajas y esos mismos pescadores llevaban café, verduras, y víveres en general, los campesinos trayendo su mercancías en camiones llenos de gente y con música ranchera a todo volumen, otros campesinos en camiones repletos de todo tipo de mercancía agrícola, (auyamas, , pimentones , ají, batatas, ocumos, yuca, piñas, mapuey, apio, cambures), había una zona exclusiva para el pescado a la orilla del río pero también se vendían, cerdos, gallinas, huevos criollos, pollos para peleas, alguna que otra cacería, pájaros; era común ver caleteros, carretilleros, pescadores en pantalones cortos ,sin camisa, sudorosos, descalzos o en alpargatas iban y venían vociferando frases que solo ellos entendían, “¿qué pasó temiga? No seas tan boque gua…”, “arrequinta” ese coroto y trae ese bicharrengo”, “cojate el camarín y zámpalo paya” e infinidades de groserías; en un ala de la nave interna estaban las ventas de pescado al detal, que también se hacían a la orilla del río y estas ventas informales pagaban más impuestos que las ventas formales en algunas oportunidades pues los pechaban los policías, los cobradores de la alcaldía y cualquier autoridad que pasara, razón por la cual sus ventas eran antes de las 6 am. Un día cualquiera se veía pasar a Popo un borrachín que nunca estaba en sus cabales, o pasaba manito “manito dame medio” con su cara de hambre, cuando veían a “pituca” era un rebullicio el mercado, silbidos, risas, “a que no me conoces”, algo parecido pasaba cuando venían mujeres en pantalones cortos o uno que otro turista, cambiaban la voz los hombres, se reían las mujeres este mercado cerró sus puertas el 30 de noviembre de 1986, para dar paso a un nuevo mercado a unos setecientos metros más allá hacia la playa.
Entre las Avenidas El Islote y Petión y bordeado por las calles El realengo, y El Islote y al fondo el río manzanares, el 1° de diciembre de 1986 se inaugura el nuevo y actual mercado de Cumaná con una nave en forma de un cuadrado y con la capacidad de albergar a todos los minoristas que en el mercado anterior estaban fuera de la nave, con locales de 3 x 3 m en las paredes de la nave y de 2x2 en el centro de la nave con una disposición hacia el oeste las carnicerías y embutidos, hacia el este verduras y vegetales, al sur y norte víveres y granos; y con una nave más pequeña destinada a la venta de pescado fresco, y un área de pequeños locales de 3x3 m destinados a la venta de casabe tiendas de ropa, artesanía y venta de plantas medicinales, muy cerca están las ventas de arepa con chicharrón, empanadas y comidas rápidas, jugos y refrescos con un área también fuera de la nave principal destinada para la venta de plátanos y pollos vivos, hacia esa zona están los baños públicos, hay unos locales tipo quiosco de 2 x 1 m destinados a venta de hortalizas y otros rubros al frente de la nave central pero en el perímetro del mercado estaba la zona de mayoristas locales de 4 x4 m, sin embargo no todos los mayoristas del mercado viejo abrieron sus puertas más bien alquilaron sus locales como fueron José Marcano, Elías Benítez, Miguel Boada, Berta de Benítez y Jesús Ortiz, y se retiraron; en cambio Juan Vásquez monto su comercio de mayorista en la recta de 3 picos donde era su casa de habitación, Julio García decidió quedarse en el mercado viejo, dedicándose al ramo de licores; este mercado quedó corto para los nuevos comerciantes bien porque se asignaron locales a personas que no pertenecían al antiguo mercado o bien porque habían nuevos comerciantes, o ambas situaciones, lo cierto es que en el área donde estaba destinado para el estacionamiento se improvisaron locales para la venta de verduras, y otros rubros y lo que estaba bien planificado para que todo estuviera en orden y bien ubicado se volvió un caos fuera de la nave, ya que dentro de esta gran nave se distribuyó con el área para carnicería y charcutería hacia el oeste, hacia el este verduras y frutas al norte y sur los víveres y en el centro pequeños comerciantes variados.
Se construyó dentro de la nave una pequeña mezanina para las oficinas administrativas, pero la radio o el audio interno desapareció, el gran problema de este nuevo mercado son las aguas negras que es un problema de toda la ciudad, pero el mercado está rodeado de aguas negras, al final de la calle Cajigal hay una Avenida para entrar al mercado la carga que fue tomada por vendedores ambulantes que se llama la playita donde los pequeños productores ponen sus artículos en carretillas y puestos improvisados, haciendo más difícil el control de las autoridades y creando mayor caos, en la Avenida El Islote también se venden en carretillas pescados frescos, verduras, productos de limpieza, comidas rápidas como arepas, empanadas, huevos sancochados, mazorcas, y bollos, jugos y agua de coco, lo que no se veía en el mercado viejo y abunda en éste, en el espacio desde la venta de pescado fresco hasta los locales de comidas se encuentran los agachaditos ferreterías ambulantes al aire libre, los camiones de distribuidores de mercancía ya no entran al mercado sino que hacen sus ventas desde las calles aledañas, las mismas mañas viejas del antiguo mercado, en éste nuevo mercado siguen, los camiones de refrescos y licores no tienen el horario de ventas del mercado viejo y los hacen en cualquier horario, este mercado tiene la ventaja que puede cerrar las puertas del estacionamiento después de las 3 pm, al igual que regular las cargas de los camiones distribuidores en la entrada por la calle Cajigal, es decir hay horarios de cierre y apertura del mercado y día de limpieza. Frente a la entrada del estacionamiento y al pasar la avenida se dispusieron ventas de pescado fresco, de forma improvisada, ya que en los puestos hacia la playa donde están algunos locales no los utilizaron estos vendedores. De cierta manera se les dio orden y formalidad a los comerciantes, a diferencia del mercado viejo hay mayor vigilancia se ven muy pocos pescadores en pantalones cortos menos sin camisa, ya poco se escuchan dialogar en lenguaje incomprensible y como preguntaban los Caraqueños y turistas “¿qué dijo?” y había que traducirle, pero al igual que en el mercado viejo, mucha bulla, gritos, discusiones, peleas, chismes, cuentos, ese fue el mercado que conocí, y que añoro al recordarlo. Me gustaría mucho y me agradaría que las autoridades municipales, policiales y de las comunidades entendieran que el mercado es la puerta de entrada de la ciudad y del turismo, al cual se accede por vía terrestre y marítima, es lo que ven los turistas y deberían llevarse la mejor impresión, por lo tanto, los olores nauseabundos y las aguas de cloacas que rodean dicho mercado deberían desaparecer. La revisión y regulación de precios, balanza e inspección sanitaria debe ser permanente, el control policial debería ser interno y externamente dentro del perímetro del mercado municipal, siempre habrá que recordar que Cumaná es una ciudad histórica, con lindas playas, un rio que divide la ciudad y una de las pocas ciudades donde su centro histórico está habitado casi en su totalidad razones por las cuales es muy visitada por propios y extraños.
por: DR. KELVIS CAMPOS
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