martes, 2 de septiembre de 2014

GENERAL EN JEFE FRANCISCO DE ASÍS MEJÍA

EL DÍA HISTÓRICO.

(Como lo nombra  Alberto Sanabria) En esta fecha (2-09-1882) muere en Caracas, este formidable patriota.
El acucioso historiador y maestro Silverio González Varela, escribió un corto  perfil sobre él, dice: “Nació el General en Jefe Francisco Mejía, hijo natural de doña Concepción Mejía, de calidad distinguida, en 1798 en Marigüitar, en esa época parroquia foránea de Cumaná. Se crió y educó al arrimo de su tío presbítero don Francisco Mejía, cura entonces de dicha parroquia. Muy joven en 1813, incorporado como aspirante al ejército del General Santiago Mariño, asistió el 2 de agosto del mismo año, a la toma de la plaza de la ciudad de Cumaná, donde experimentó el 16 de octubre de 1814 en la Sabana del Salado la formidable derrota dada por Boves a Piar. En Juncal fue vencedor. Hallose en más de 36 combates y tres heridas recibió lidiando por la Independencia. Concurrió por Cumaná como Diputado Suplente, al Congreso Constituyente de Venezuela en 1830. Cultivó las letras, ocupó elevados cargos, obtuvo diploma de Libertador de Venezuela en 1819, el Busto del Libertador en 1827, el grado de General en Jefe en 1863 y el título de Ilustre Prócer en 1867. Anciano, pobre y digno murió en El Valle, parroquia foránea de Caracas en 1882, y sin débiles vacilaciones sostuvo en su larga existencia con cívica honradez, los luminosos principios de la bien entendida doctrina liberal. En 1902 publicamos en esta ciudad una noticia biográfica de este notable patriota.”
 EN 1997, ESCRIBÍ, POR ENCARGO DEL CORONEL CARLOS LUIS GRAU GIL, UN PRÓLOGO PARA SU BIOGRAFÍA, ESCRITA POR ILDEFONSO RIERA AGUINAGALDE. NUEVA EDICIÓN DEL MINISTERIO DE LA DEFENSA, QUE DICE:
          Hacer un prólogo para esta edición de la biografía o estudio histórico acerca de la personalidad del General en Jefe Francisco Mejía es una tarea comprometedora, primero porque las notas escritas sobre él, son escasas, y segundo porque hay mucho material que deberíamos estudiar y analizar, y, no lo tenemos en Cumaná; pero compromiso es compromiso, e intentaré, con lo que tengo en mi biblioteca, remontar este caudaloso río.
          Para tener una idea de este ciudadano esclarecido, debemos revisar y fundamentar cualquier juicio, en la obra y notas biográficas escritas por el relevante maestro cumanés Don Silverio González Varela, y tener muy en cuenta la biografía del héroe,  escrita sobre esa base, por  Ildefonso Riera Aginagalde
Dice don Silverio, que Francisco Mejía nació en Marigüitar, parroquia foránea de Cumaná, en el año de 1798, hijo natural de Concepción Mejía, y se educó bajo la protección de su tío materno el presbítero Francisco Mejía, el cual se esmeró para que su sobrino recibiera una buena educación, lo que se verá por los resultados. No se puede extrañar que este guerrero luego se dedicara al periodismo y escalara posiciones como la de Ministro de Guerra y Marina y ostentara el máximo grado militar de General en Jefe, y candidato a la Presidencia de la República.
Francisco Mejía acogió como modelo de su vida la recomendación que daba el Libertador: “Mi sentir es que, la libertad depende de las virtudes, de la moderación y del amor a la gloria del ciudadano que, por sus talentos y grandes acciones, adquiere la confianza de sus compatriotas y una grande influencia sobre ellos, si emplea estas ventajas solo en enseñarlos a ser libres,  dándoles el ejemplo del respeto y obediencia debida a las leyes, que aseguran los derechos de sus conciudadanos para que sean respetadas de todos”.
Aunque suene repetitivo incursionaré en detalles curriculares, que sé muy bien, luego encontraremos en los textos prologados, pero vistos de otra forma; veamos: Mejía entra en acción bajo la égida de Mariño, pundonoroso militar, altivo en exceso, conductor de firme y decidido carácter, que lo lleva a rivalizar con el Libertador. Bajo el mando de este héroe leyendario, participa a los 15 años,  en el bloqueo y toma de Cumaná, en 1813. No hay noticias de su actuación en esa campaña, pero no ha debido ser ignorada, puesto que se queda prestado servicios a la causa en la zona de guerra hasta 1814, y es noticia al participar en la aciaga Batalla de la Sabana del Salado, cuando el General Manuel Piar, en inferioridad de condiciones,  enfrentó a aquel terrible  gladiador que fue el general español José Tomás Rodríguez Boves. Este titán victorioso acuchilló a más de dos mil cumaneses, ríos de sangre vertieron entonces los más inocentes, la Cartago de América, fue llamada nuestra ciudad, al paso del furioso Cesar, que se cebó en las mujeres y los niños, cuenta su propio Vicario, que enturbiaron las cristalinas aguas del Manzanares, y no podemos menos que intuir las pesadillas de aquel soldado superior ante el martirio de su pueblo; pero su coraje no decae, y enseguida, lo encontramos en persecución del Asturiano temible hasta Urica, su  tumba al fin,  del  émulo de Atila; y, continuó luego batallando al lado del invencible “Ayax” venezolano, aquel guerrero inmortal que fue el General en Jefe José Francisco Bermúdez.
Las derrotas de 1814 no hicieron mella en él, pasó a las guerrillas de los llanos de Maturín, en conocimiento de las hazañas de José Tadeo Monagas, Jesús Barreto Ramírez, y otros audaces lanceros, que se batieron en mil escaramuzas contra las partidas realistas que fueron a su encuentro;  y también participa en guerrillas en las intrincadas faldas y montañas del majestuoso Turimiquire, comandadas por el genio guerrero del Coronel Domingo Montes, a quien los españoles llamaban “El Diablo”, y decían que las balas no lo herían, y cuyas hazañas son cantadas por nuestros trovadores. De tal suerte, este guerrero adolecente se destaca en 1816, cuando  forma parte del Estado Mayor de Mariño, acantonado en Catuaro; y después, en 1818, es segundo del General Antonio José de Sucre, Jefe De Estado Mayor de la División de Oriente,  que comanda el General José Francisco Bermúdez, y asedian la Plaza de Cumaná.
Pero su encuentro definitivo con su destino y la historia, lo alcanza después de adquirir una férrea disciplina, tras duro y diario batallar, dándole el frente a la muerte bajo el hálito de la gloria, cuando el 30 de mayo de 1818, el émulo del formidable “Ayax”, el General José Francisco Bermúdez, lo llama para que ocupe el cargo de Secretario de su Estado Mayor, y desde entonces, lo acompaña en las más extraordinarias acciones de guerra, en importantes y peligrosas misiones y en todas las campañas del gran jefe oriental, que es lo mismo que decir que en la biografía de Bermúdez, escrita por él,  se pinta de cuerpo entero.   
          Para conocer el carácter irreductible de Mejía, mencionaremos un pasaje de su actuación contra Páez, cuando el llanero era jefe todopoderoso en tiempos de la Gran Colombia; por aquellos tiempos se murmuraba, se comentaba que algunos partidos intentaban poner una corona en la cabeza de Bolívar, e imponer  a Colombia la Constitución Boliviana, redactada por el Libertador, eran rumores, pero que produjeron mucho malestar y profundas divisiones en el mundo político y militar del Departamento de Venezuela. Todo ello, además de muchos desaciertos de Páez en el gobierno; entonces Mejía inicia una vigorosa campaña de prensa en Cumaná, contra aquel estado de cosas. Páez alarmado y engreído envía al General Francisco Carabaño, otro insigne Cumanés, para arrestar al general Mejía y llevarlo ante Páez en Caracas. Mejía, no acepta ir en calidad de prisionero, pero se trasladó bajo palabra, y se entrevistó con Páez, que le da explicaciones, Mejía  se da cuenta de la terrible situación por la que atraviesa la Gran Nación, obra cumbre del Libertador, que costó tantos años de sacrificio,  y no solo acepta a Páez, sino que también se incorpora al trabajo político de recuperar la confianza en el Libertador, y en la unión de la Gran Patria;  entonces se traslada a Margarita y Cumaná,  para trabajar en favor de concederle al Libertador por tiempo limitado,  el poder total y dictatorial de la Gran Colombia. Cumple al lado del General Bartolomé Salóm, su delicada misión con la dignidad que siempre observó y por la cual fue dignificado. No fue fácil la labor en esta zona oriental que aspiraba la separación del poder central, pero una vez más el egregio soldado supo cumplir con las obligaciones contraídas. 
          Mejía es Bermúdez redivivo. Después de la muerte del gran Jefe cariaqueño, asesinado en Cumaná en 1831, libera su alma y comienza a caminar con el vestido que se había confeccionado al lado del invencible Bermúdez. Llamado el “Ayax” de los Libertadores,  por otro cumanés,  J. A. Cova. Entonces Mejía era representante de la provincia de Cumaná en el Congreso Constituyente de 1830 y se estrena en el campo de las grandes biografías históricas. Este libro, cuyo prólogo me fue encomendado, lo eleva en ese otro campo de la cultura, la historiografía, y nos obliga a su estudio, sin él la pátina del tiempo lo hubiera borrado y perdido el rastro de aquel pulcro soldado que solo aspiró en la vida cumplir con su pueblo dentro de las limitaciones de la jerarquía militar.
J. A. Cova, se pregunta: “¿Dónde está ahora el Áyax oriental? Con su sable va abriendo brechas por las enmarañadas montañas del Tigre. Su esclavina hecha girones es un remedo del desastre que va dejando a sus espaldas.  Por los caños pantanosas de Guiria, en lucha abierta contra la naturaleza inclemente va a salir a las costas de Paria,  para desafiar de nuevo la adversidad  entre los muros humeantes de Cartagena de Indias. Troya de América, que nuevamente lo empuja al mar a pastorear las tormentas que va arrastrando su vida cual si fuera un personaje de Esquilo”.
Para conocer el alma de Francisco Mejía, oigámoslo llorar la muerte de Bermúdez: “Adonde está el héroe con quien deba compararte, invicto Bermúdez? Adonde? Quien sino Marte mismo podrá disputarte la intrepidez y el valor? ¡Oh memoria fatal! Tú bañas mis mejillas con copiosas lágrimas y el más intenso dolor embarga mis sentidos! ¡Oh Bermúdez infortunado! ¡Tú has muerto!  Tú reposas en la mansión eterna pero tú vivirás siempre en el corazón de tus compatriotas y de tus amigos. El mío alimentado con el sentimiento del más puro reconocimiento no te olvidará jamás. Sobre la fría losa en que yaces, allí lo juro secretamente”.

En 1835 el incansable soldado participa en la Revolución de las Reformas al lado de Santiago Mariño. Derrotado, elije el exilio. Regresa a su Patria y otra vez va al Congreso representado a Cumaná; pero al poco tiempo vuelve a vestirse de soldado y acompaña como Jefe de Estado Mayor a su antiguo camarada de las guerrillas de 1814, el General en Jefe José Tadeo Monagas, y al triunfar se establece en Caracas en forma definitiva. Se dedica a escribir y es llamado para ejercer cargos importantes como el de Juez de Primera Instancia, Jefe de Estado Mayor y Ministro de Guerra y Marina. Luego de aquella magnífica hoja de servicios, en 1863, a los 66 años, después de rechazar la candidatura a la Presidencia de la Republica, lleno de merecimientos por sus servicios a La Patria, el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, le dio el grado de General en Jefe, grado éste con el cual es reconocido por la historia. 

por: Ramón Badaracco

Noticias Biográficas del patriota cumanés General Don Francisco Mejia - por: Jose Silverio González Varela




Noticias Biográficas del patriota cumanés General Don Francisco Mejia -
por: Jose Silverio González Varela

Fuente original: Harvard University - Collection Development Department, Widener Library, HCL / Gonzalez Varela, Jose Silverio. Noticia biografica del patriota cumanes general don Francisco Mejia. Cumana : Tip. Comercio, C.M. Rodriguez, 1902.

Biblioteca personal: Rommel J. Contrreas G.

GENERAL EN JEFE FRANCISCO DE ASÍS MEJÍA

(Como lo nombra  Alberto Sanabria) En esta fecha muere en Caracas, este formidable patriota.
El acucioso historiador y maestro Silverio González Varela, escribió un corto  perfil sobre él, dice: 
“Nació el General en Jefe Francisco Mejía, hijo natural de doña Concepción Mejía, de calidad distinguida, en 1798 en Marigüitar, en esa época parroquia foránea de Cumaná. Se crió y educó al arrimo de su tío presbítero don Francisco Mejía, cura entonces de dicha parroquia. Muy joven en 1813, incorporado como aspirante al ejército del General Santiago Mariño, asistió el 2 de agosto del mismo año, a la toma de la plaza de la ciudad de Cumaná, donde experimentó el 16 de octubre de 1814 en la Sabana del Salado la formidable derrota dada por Boves a Piar. En Juncal fue vencedor. Hallose en más de 36 combates y tres heridas recibió lidiando por la Independencia. Concurrió por Cumaná como Diputado Suplente, al Congreso Constituyente de Venezuela en 1830. Cultivó las letras, ocupó elevados cargos, obtuvo diploma de Libertador de Venezuela en 1819, el Busto del Libertador en 1827, el grado de General en Jefe en 1863 y el título de Ilustre Prócer en 1867. Anciano, pobre y digno murió en El Valle, parroquia foránea de Caracas en 1882, y sin débiles vacilaciones sostuvo en su larga existencia con cívica honradez, los luminosos principios de la bien entendida doctrina liberal. En 1902 publicamos en esta ciudad una noticia biográfica de este notable patriota.”
          EN 1997, ESCRIBÍ, POR ENCARGO DEL CORONEL CARLOS LUIS GRAU GIL, UN PRÓLOGO PARA SU BIOGRAFÍA, ESCRITA POR ILDEFONSO RIERA AGUINAGALDE. NUEVA EDICIÓN DEL MINISTERIO DE LA DEFENSA, QUE DICE:
          Hacer un prólogo para esta edición de la biografía o estudio histórico acerca de la personalidad del General en Jefe Francisco Mejía es una tarea comprometedora, primero porque las notas escritas sobre él, son escasas, y segundo porque hay mucho material que deberíamos estudiar y analizar, y, no lo tenemos en Cumaná; pero compromiso es compromiso, e intentaré, con lo que tengo en mi biblioteca, remontar este caudaloso río.
          Para tener una idea de este ciudadano esclarecido, debemos revisar y fundamentar cualquier juicio, en la obra y notas biográficas escritas por el relevante maestro cumanés Don Silverio González Varela, y tener muy en cuenta la biografía del héroe,  escrita sobre esa base, por  Ildefonso Riera Aginagalde
Dice don Silverio, que Francisco Mejía nació en Marigüitar, parroquia foránea de Cumaná, en el año de 1798, hijo natural de Concepción Mejía, y se educó bajo la protección de su tío materno el presbítero Francisco Mejía, el cual se esmeró para que su sobrino recibiera una buena educación, lo que se verá por los resultados. No se puede extrañar que este guerrero luego se dedicara al periodismo y escalara posiciones como la de Ministro de Guerra y Marina y ostentara el máximo grado militar de General en Jefe, y candidato a la Presidencia de la República.
Francisco Mejía acogió como modelo de su vida la recomendación que daba el Libertador: “Mi sentir es que, la libertad depende de las virtudes, de la moderación y del amor a la gloria del ciudadano que, por sus talentos y grandes acciones, adquiere la confianza de sus compatriotas y una grande influencia sobre ellos, si emplea estas ventajas solo en enseñarlos a ser libres,  dándoles el ejemplo del respeto y obediencia debida a las leyes, que aseguran los derechos de sus conciudadanos para que sean respetadas de todos”.
Aunque suene repetitivo incursionaré en detalles curriculares, que sé muy bien, luego encontraremos en los textos prologados, pero vistos de otra forma; veamos:  Mejía entra en acción bajo la égida de Mariño, pundonoroso militar, altivo en exceso, conductor de firme y decidido carácter, que lo lleva a rivalizar con el Libertador. Bajo el mando de este héroe leyendario, participa a los 15 años,  en el bloqueo y toma de Cumaná, en 1813. No hay noticias de su actuación en esa campaña, pero no ha debido ser ignorada, puesto que se queda prestado servicios a la causa en la zona de guerra hasta 1814, y es noticia al participar en la aciaga Batalla de la Sabana del Salado, cuando el General Manuel Piar, en inferioridad de condiciones,  enfrentó a aquel terrible  gladiador que fue el general español José Tomás Rodríguez Boves. Este titán victorioso acuchilló a más de dos mil cumaneses, ríos de sangre vertieron entonces los más inocentes, la Cartago de América, fue llamada nuestra ciudad, al paso del furioso Cesar, que se cebó en las mujeres y los niños, cuenta su propio Vicario, que enturbiaron las cristalinas aguas del Manzanares, y no podemos menos que intuir las pesadillas de aquel soldado superior ante el martirio de su pueblo; pero su coraje no decae, y enseguida, lo encontramos en persecución del Asturiano temible hasta Urica, su  tumba al fin,  del  émulo de Atila; y, continuó luego batallando al lado del invencible “Ayax” venezolano, aquel guerrero inmortal que fue el General en Jefe José Francisco Bermúdez.
Las derrotas de 1814 no hicieron mella en él, pasó a las guerrillas de los llanos de Maturín, en conocimiento de las hazañas de José Tadeo Monagas, Jesús Barreto Ramírez, y otros audaces lanceros, que se batieron en mil escaramuzas contra las partidas realistas que fueron a su encuentro;  y también participa en guerrillas en las intrincadas faldas y montañas del majestuoso Turimiquire, comandadas por el genio guerrero del Coronel Domingo Montes, a quien los españoles llamaban “El Diablo”, y decían que las balas no lo herían, y cuyas hazañas son cantadas por nuestros trovadores. De tal suerte, este guerrero adolecente se destaca en 1816, cuando  forma parte del Estado Mayor de Mariño, acantonado en Catuaro; y después, en 1818, es segundo del General Antonio José de Sucre, Jefe De Estado Mayor de la División de Oriente,  que comanda el General José Francisco Bermúdez, y asedian la Plaza de Cumaná.
Pero su encuentro definitivo con su destino y la historia, lo alcanza después de adquirir una férrea disciplina, tras duro y diario batallar, dándole el frente a la muerte bajo el hálito de la gloria, cuando el 30 de mayo de 1818, el émulo del formidable “Ayax”, el General José Francisco Bermúdez, lo llama para que ocupe el cargo de Secretario de su Estado Mayor, y desde entonces, lo acompaña en las más extraordinarias acciones de guerra, en importantes y peligrosas misiones y en todas las campañas del gran jefe oriental, que es lo mismo que decir que en la biografía de Bermúdez, escrita por él,  se pinta de cuerpo entero.   
          Para conocer el carácter irreductible de Mejía, mencionaremos un pasaje de su actuación contra Páez, cuando el llanero era jefe todopoderoso en tiempos de la Gran Colombia; por aquellos tiempos se murmuraba, se comentaba que algunos partidos intentaban poner una corona en la cabeza de Bolívar, e imponer  a Colombia la Constitución Boliviana, redactada por el Libertador, eran rumores, pero que produjeron mucho malestar y profundas divisiones en el mundo político y militar del Departamento de Venezuela. Todo ello, además de muchos desaciertos de Páez en el gobierno; entonces Mejía inicia una vigorosa campaña de prensa en Cumaná, contra aquel estado de cosas. Páez alarmado y engreído envía al General Francisco Carabaño, otro insigne Cumanés, para arrestar al general Mejía y llevarlo ante Páez en Caracas. Mejía, no acepta ir en calidad de prisionero, pero se trasladó bajo palabra, y se entrevistó con Páez, que le da explicaciones, Mejía  se da cuenta de la terrible situación por la que atraviesa la Gran Nación, obra cumbre del Libertador, que costó tantos años de sacrificio,  y no solo acepta a Páez, sino que también se incorpora al trabajo político de recuperar la confianza en el Libertador, y en la unión de la Gran Patria;  entonces se traslada a Margarita y Cumaná,  para trabajar en favor de concederle al Libertador por tiempo limitado,  el poder total y dictatorial de la Gran Colombia. Cumple al lado del General Bartolomé Salóm, su delicada misión con la dignidad que siempre observó y por la cual fue dignificado. No fue fácil la labor en esta zona oriental que aspiraba la separación del poder central, pero una vez más el egregio soldado supo cumplir con las obligaciones contraídas. 
          Mejía es Bermúdez redivivo. Después de la muerte del gran Jefe cariaqueño, asesinado en Cumaná en 1831, libera su alma y comienza a caminar con el vestido que se había confeccionado al lado del invencible Bermúdez. Llamado el “Ayax” de los Libertadores,  por otro cumanés,  J. A. Cova. Entonces Mejía era representante de la provincia de Cumaná en el Congreso Constituyente de 1830 y se estrena en el campo de las grandes biografías históricas. Este libro, cuyo prólogo me fue encomendado, lo eleva en ese otro campo de la cultura, la historiografía, y nos obliga a su estudio, sin él la pátina del tiempo lo hubiera borrado y perdido el rastro de aquel pulcro soldado que solo aspiró en la vida cumplir con su pueblo dentro de las limitaciones de la jerarquía militar.
J. A. Cova, se pregunta: “¿Dónde está ahora el Áyax oriental? Con su sable va abriendo brechas por las enmarañadas montañas del Tigre. Su esclavina hecha girones es un remedo del desastre que va dejando a sus espaldas.  Por los caños pantanosas de Güiria, en lucha abierta contra la naturaleza inclemente va a salir a las costas de Paria,  para desafiar de nuevo la adversidad  entre los muros humeantes de Cartagena de Indias. Troya de América, que nuevamente lo empuja al mar a pastorear las tormentas que va arrastrando su vida cual si fuera un personaje de Esquilo”.
Para conocer el alma de Francisco Mejía, oigámoslo llorar la muerte de Bermúdez: “Adonde está el héroe con quien deba compararte, invicto Bermúdez? Adonde? Quien sino Marte mismo podrá disputarte la intrepidez y el valor? ¡Oh memoria fatal! Tu bañas mis mejillas con copiosas lágrimas y el más intenso dolor embarga mis sentidos! ¡Oh Bermúdez infortunado! ¡Tú has muerto!  Tú reposas en la mansión eterna pero tú vivirás siempre en el corazón de tus compatriotas y de tus amigos. El mío alimentado con el sentimiento del más puro reconocimiento no te olvidará jamás. Sobre la fría losa en que yaces, allí lo juro secretamente”.

En 1835 el incansable soldado participa en la Revolución de las Reformas al lado de Santiago Mariño. Derrotado elije el exilio. Regresa a su Patria y otra vez va al Congreso representado a Cumaná; pero al poco tiempo vuelve a vestirse de soldado y acompaña como Jefe de Estado Mayor a su antiguo camarada de las guerrillas de 1814, el General en Jefe José Tadeo Monagas, y al triunfar se establece en Caracas en forma definitiva. Se dedica a escribir y es llamado para ejercer cargos importantes como el de Juez de Primera Instancia, Jefe de Estado Mayor y Ministro de Guerra y Marina. Luego de aquella magnífica hoja de servicios, en 1863, a los 66 años, después de rechazar la candidatura a la Presidencia de la Republica, lleno de merecimientos por sus servicios a La Patria, el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, le dio el grado de General en Jefe, grado este con el cual es reconocido por la historia. 

por: Hernán Muñoz Villafuerte

martes, 26 de agosto de 2014

Entierro en Cumaná del Capitán de Navío español Don José Guerrero


EL DÍA HISTÓRICO.
26-08-1820. Entierro en Cumaná del Capitán de Navío español Don José Guerrero”. Resalta en la historia colonial de Cumaná este formidable episodio de la guerra de independencia en nuestro mar; probablemente la batalla naval más historiada y notable en los mares de la provincia de Nueva Andalucía.      
El español comandaba el bergantín “Místico Hércules” con el cual se enfrentó al impertérrito cumanés Capitán de Navío Francisco Javier Gutiérrez, que comandaba la invicta flechera “Flor de Mayo”,  la flechera es una nave artillada, ligera, angosta  y alargada, con quilla de poco calado, propulsada por remos y velas, muy utilizada por los patriotas,  más por los portentosos guerreros que por el poder de sus armas.  
Éste  honorable y valiente cumanés, hijo de Don Francisco Javier Gutiérrez,  natural de las Islas Canarias, y la cumanesa doña Bárbara Guerra, ya era muy conocido por sus proezas.
Veamos algunas citas:
En 1817 Gutiérrez se había distinguido al lado del heroico margariteño Cap. de Nav. Antonio Díaz.
El  26 de enero, secundando al Cap. De Nav. Antonio Díaz, cuando la escuadra patriota cumpliendo órdenes del Libertador,   salió en auxilio de Barcelona,  de situarse en la boca del río Neverí, para impedir que los realistas desembarcaran artillería en apoyo del brigadier Pascual Real.
Entre el 12 de febrero y el 4 de marzo de ese año combatió contra la escuadrilla del capitán de Navío realista José María Chacón, y la Escuadrilla sutil realista, al mando del Comandante José Guerrero. En todos estos encuentros Gutiérrez demostró su patriotismo y valor.   
Debemos resaltar esta familia de valientes patriotas, de la cual  ninguno de sus vástagos quedó  con vida; todos sus hermanos murieron heroicamente en la guerra de Independencia, luchando por  la libertad de su patria.  
Pedro Elías Marcano nos  cuenta ésta batalla, dice:
“Don José Guerrero con un esquife y el falucho “Místico Hércules” ataca en Punta Gorda (Golfo de Santa Fe) a la flechera “Flor de Mayo” comandada por el coronel Gutiérrez. En la acción resulta gravemente herido Guerrero y la flechera republicana se lanza al abordaje para completar la victoria; pero, con tan mala suerte, que, desprendiéndose y rodándose su cañón, zozobró. Este conflicto favoreció al enemigo de tal manera que en la lucha murió Gutiérrez, con la mayor parte de sus soldados, huyendo el resto a la isla de Las Caracas, donde sepultaron el cadáver de su Jefe, entre tanto que las embarcaciones realistas regresaron a Cumaná con Guerrero que murió al llegar”.

El entierro del español fue celebrado con la pompa fúnebre acostumbrada, con asistencia de las autoridades y todas las jerarquías. Hubo funerales y misas y los juglares le cantaron sus endechas, en tanto, el mar lamia los restos abandonados del héroe cumanés, en las orillas silenciosas de las islas que tanto amo el guerrero heroico hijo pródigo de la Cumaná irredenta. De él no quedó ni un retrato, para mirarlo y llorar su destierro del corazón de su pueblo.

por: Ramón Badaracco
(Leído por el autor en la reunión de la Academia del 26/08/2014)


martes, 19 de agosto de 2014

1era Ordenanza sobre Aseo Urbano de la Gran Colombia, 1822

República de Colombia
Quito 19 de agosto de 1822-12º
ANTONIO SUCRE
GENERAL DE DIVISION, INTENDENTE DEL DEPARTAMENTO DE QUITO

Considerando que el desaseo en que se haya la Ciudad es una de las causas para las enfermedades que se experimentan, y observando que el deber de los vecinos de asear los frentes de sus casas ha sido olvidado con perjuicio de la salud pública, he dispuesto, mientras se arregle un plan general de policía que se observe lo siguiente:
1º. En la presente semana serán barridas y aseadas las calles, plazas y demás lugares de la Ciudad, y sus Barrios, de manera que el sábado se hayen perfectamente limpias; lo cual lo verificarán los amos de las casas por lo que respecta al 
frente de ellas y la parte de acequia que le corresponde.
2º. Las plazas serán limpias por los Prelados o Curas de los Conventos, o Parroquias a que pertenecen, y serán responsables de hacerlo así.
3º. Los que en contravención a los artículos anteriores, dejasen de asear su frente según lo mandado, pagarán por la primera vez una multa del valor doble a lo que costare hacerlo, de la cual se aplicará, la mitad al trabajo de asear su parte de Calle y, la cuarta parte a los encargados de la policía, y la otra cuarta al Hospicio. Después pagarán un triple, de que se hará la misma aplicación, dejando el exceso al fondo de la policía.
4º. En las casas de dos pisos se pagará la multa entre los que viven en ambos, y en las Casas inhabitadas, los dueños de ellas. Los que no puedan pagar la multa, se destinarán a limpiar los lugares públicos de la Ciudad, en la semana en que hayan faltado.
5º. Nadie podrá a pretexto de la limpieza, echar en las acequias cosa alguna que las empuerque o dañe, porque será sujeto a la pena del artículo anterior
6º. Los miércoles y los sábados se barrerán todas las Calles y Plazas e incurrirán en las penas expresadas los que no lo hicieren.
7º. Las Patrullas, Rondas y Rondines, se arrestarán en el Principal a toda persona que encontraren por la noche ensuciando las Calles o Plazas: y serán también condenadas a la pena del Artículo Cuarto.
8º. A pretexto de la limpieza, ni por ningún motivo, podrán tomarse a los indios por los vecinos, ni por la tropa, sino ajustándose con ellos, y pagándoles legalmente su trabajo. Los contraventores serán castigados discrecionalmente. Si alguno en el día ensuciase alguna Calle con basura el dueño de la Casa a que corresponde, podrá obligarlo a limpiarla.
9º. El Gobierno señalará jueces que conozcan en la observancia de esta disposición, sometiendo siempre los culpables a la Justicia Ordinaria.
10º. Tratando el Gobierno de poner agua corriente en todas las Fuentes o Pilas públicas, invita los rematadores que quieran hacerse cargo de este trabajo, o los Ciudadanos que desenado prestar al público este servicio se encarguen en sus respectivos Barrios de hacerlo lo más breve.


Publíquese y Fíjese- Dado y Firmado


Antonio José de Sucre
El secretario de la Intendencia
Eusebio Borrero G.

Doy Fe que en cumplimiento del superior acuerdo y merecido, lo hice publicar en forma de bando por las calles públicas de la ciudad, con la escolta de tropa necesaria a son de casa y por medio del pregonero público Clemente Cárdenas. A quien pongo por diligencia en junio diez y nueve de agosto de mil ochocientos veinte y dos. Duodécimo.

Juan Antonio Ribadeneyra


Colaboración: Prof. Celestino Flores


miércoles, 27 de febrero de 2013

27 DE FEBRERO DE 1989


Los pueblos son nobles, aguantan hasta más no poder, son los gobernantes de turno que juegan con la nobleza de nuestra gente, utilizando todo su poder para agredir, humillar y reprimir entre otras cosas. Escribir o hablar sobre el 27 de febrero de 1989, es recordar un pasado lleno de lagrimas, sudor y sangre, es interesante a veces recordar lo que vivió un pueblo que se vio agredido, humillado y reprimido a causa de decir que no estaba de acuerdo con un paquetazo económico impuesto por el gobierno nacional, presidido por el Sr. Carlos Andrés Pérez, por instrucciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, organismos tutelados por los Estados Unidos de Norteamérica, lo que vivió Venezuela en 1989, lo está viviendo en estos días Grecia, España, Italia y otros países de la Comunidad Europea, países endeudados, llenos de miseria, ni siquiera podemos hablar de pobreza, su gente así lo expresa y lo podemos ver y oír a través de los medios internacionales; la oposición política venezolana planteo en su plan de gobierno de su candidato Henrique Capriles Radonsky, un paquetazo económico de ese nivel, de carácter neoliberal, donde se le da prioridad al mercantilismo y se olvida del ser humano, ellos lo plantean por que defienden los intereses de grandes capitales, que financian sus campañas políticas a través de Organizaciones no Gubernamentales (ONG), en este día hay que rendir honor a los héroes anónimos que ofrendaron su vida por ver a una Venezuela libre de opresión entre ellos: Richard José, estudiante de 17 años de edad (C.I. 10.533.040), murió el 3 de marzo de 1989, víctima de abuso de autoridad de agentes de la Policía Metropolitana. El caso se encuentra en el Tribunal Décimo Noveno de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas (Nº de expediente: 6581). Fidel Orlando Romero Castro, de 23 años de edad, C.I. 6.210.016, de ocupación obrero, murió el 28 de febrero de 1989. Su caso se encuentra en el Tribunal Segundo Militar Permanente de Caracas/ Juzgado Décimo Sexto de Primera Instancia en lo Penal del Área Metropolitana de Caracas/ (Nº de expediente: Mil 1452/ Ord. 9819/15148). José Miguel, de 21 años de edad, C.I.: 6.312.762, y archivista de ocupación, desapareció de su casa el 28 de febrero de 1989, sin que hasta el momento se conozca su paradero. Su caso se encuentra ante el Tribunal Décimo Noveno de Primera Instancia en lo Penal de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas (Nº expediente: 6581). Gregoria Matilde Castillo, de 20 años de edad, C.I.: 6.693.494, de ocupación secretaria fue víctima de disparos indiscriminados realizados por efectivos militares, el 1 de marzo de 1989, razón por la cual quedó con lesiones permanentes, al perder la pierna izquierda. Su caso se encuentra ante el Tribunal Segundo Militar Permanente de Caracas (Nº expediente: Mil. 1452). Wolfang Waldemar Quintana Vivas, de 20 años de edad, C.I. 10.791.117, fue asesinado dentro de su residencia el 2 de marzo de 1989, a las 6:20 de la tarde. Wolfang se encontraba en la segunda planta de su casa, ubicada en el barrio El Guarataro, Descanso a Claveles Nro. 2, en el oeste de la ciudad de Caracas, sosteniendo a su hija de 3 meses de edad cerca de la ventana de la habitación. Un soldado del ejército que se encontraba ubicado en la estación del metro de Capuchinos, lo apuntó y le disparó. Wolfang Quintana, herido, logró bajar las escaleras de su residencia con la niña en brazos y la colocó en un sillón. Sus familiares lo llevaron inmediatamente a la clínica de la Policía Metropolitana, en donde ingresó muerto; el caso se encuentra en la etapa sumarial desde hace nueve años en la jurisdicción militar. Crisanto Mederos (37 años de edad, C.I. 3.664.735) murió dentro de su casa, el día 3 de marzo de 1989 a las 10 de la noche. 10 efectivos de las Fuerzas Armadas entraron repentinamente a su residencia, ubicada en Santa Ana a Coromoto, Nro. 24, La Pastora, en Caracas, para realizar un operativo de allanamiento domiciliario. Los funcionarios le pidieron a los familiares que se encontraban en la sala de la casa que se acostaran en el piso boca abajo y procedieron a revisar la residencia, llegando a la habitación de Crisanto Mederos. Su madre, Margarita Mederos, testimonia oír un disparo, y se escucharon varios golpes y no se escuchó más la voz de Crisanto Mederos. Transcurrió una hora y se escuchó a uno de los efectivos demandar una tabla, en la cual trasladaron el cuerpo del Sr. Mederos tapado y sin vida. Víctor Hernández y Manuel Urbano Mederos, hermanos de la víctima, fueron detenidos y puestos en libertad posteriormente. Los familiares de Crisanto Mederos dan testimonio de que el cadáver tenía la frente hundida y una herida de bala en el cuello. Solamente no son estos los testimonios son centenares, de acuerdo a la cifra oficial, dejaron un saldo de 277 civiles fallecidos, quedando desvirtuada esta lista, por la aparición de 68 cadáveres inhumados en las fosas comunes de La Peste; y en los cuales se obviaron los procedimientos regulares tanto de carácter administrativo como penal. En un artículo del libro 27 de febrero "Cuando la muerte tomó las calles" editado por el Ateneo de Caracas, Roberto Briceño León, en su artículo titulado "Contabilidad de la muerte" (pág. 103) afirma que según dos listas elaboradas por la Morgue de Caracas - tras cotejarlas, porque en ambas había datos repetidos- se supo de un total de 310 personas muertas. No queremos que esto se repita en Venezuela, ver a nuestro gente asesinada, desaparecida, esto puede volver a ocurrir si a nuestro pueblo le quitan los subsidios de Mercal, Barrio Adentro, de las diferentes Misiones Educativas, de Salud, las pensiones a las personas de la tercera edad, lasa becas a los estudiantes, subsidio de la gasolina y todos los beneficios del Poder Popular. NO PODEMOS OLVIDAR…..HAY QUE RECORDAR….PARA CONSOLIDAR LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA.

por: CNEL (GNB) Hernán Márquez 
EL CORONEL DEL PUEBLO 


martes, 19 de febrero de 2013

EL BAUTIZO DE SUCRE

Parroquial de Cumaná (mediados siglo XVIII),
estaba ubicada en  el sitio donde actualmente
se encuentra  la iglesia Santa Inés.
Era una ciudad de vida apacible, afincada a orillas del imponente golfo de Cariaco, y en las riberas de su río, impulsor fundamental de la dinámica de la vida lugareña: el portador del agua para la diaria faena, para el baño diario de niños y jóvenes, que alegres y bulliciosos corren por sus riberas, y en sus aguas cumplen proezas con habilidad de expertos nadadores, lugar para el ocio y distracción, y para la búsqueda del frescor en las noches calurosas, y admirar la luminosidad del plenilunio, y expresar rápidamente un deseo, al pasar alguna estrella fugaz, rauda por el firmamento. 

Como toda ciudad colonial española, aunque pequeña: 16 mil habitantes le calcula Humboldt, cuando la visita a fines del siglo XVIII, presenta la característica de vivir sus habitantes condicionados por una existencia reglada por el principio fundamental de las diferencias sociales, que se manifiestan en clases y castas, cuyo fundamento es la aristocracia de sangre y la posesión de tierras y esclavos, con el carácter de sociedad rígida y cerrada, donde la primacía radica en los blancos, de superiores designios; y abajo, la población mestiza, los indígenas y los esclavos, pobre y explotada, por el trabajo esclavo y servil, sin privilegios ni prebendas. 

A la aristocracia terrateniente, acomodada y de privilegios pertenece la familia Sucre-Alcalá, de vieja estirpe y lejano arraigo en la ciudad; dueña de haciendas y esclavos, de casas y solares, goza de los reconocimientos y favores que por su condición se merece. Familia de raigambre cristiana, celosa cumplidora de sus deberes religiosos, no habría de faltar en los momentos de atribulaciones e inquietudes familiares, el oportuno consejo y las directrices del padre Alcalá, cercano familiar, cuya labor de sacerdote dedicado y filántropo de valía ya era blasón de orgullo para la familia Sucre-Alcalá. 

El terrateniente y militar don Vicente Sucre y su esposa María Manuela Alcalá conforman un hogar de los respetables de la ciudad, tienen ya cuatro hijos, José María, José Joaquín, Vicente y Pedro cuando nace Antonio José, el 3 de febrero de 1795. La alegría acostumbrada en tales ocasiones hace prontamente arreglos para el bautismo en los días inmediatos, como era uso y costumbre entonces, y a los diecisiete días, el recién nacido es llevado a la Pila bautismal, en la Ermita de la Virgen del Carmen, en el lugar donde se levanta hoy la Iglesia de Santa Inés, al ser destruida aquélla por violento terremoto en 1796. 

El Acta de Bautismo da fe del hecho cumplido, según lo prescrito por el rito católico romano, quedando registrada en los siguientes términos: 

“En veinte días del mes de febrero de mil setecientos noventa y cinco: Yo beneficiado, cura castrense don Francisco Josefh del Águila, certifico que con mi licencia y asistencia del presbítero doctor Josefh Cándido Martínez, secretario de visita, puso óleo y crisma a Antonio Josefh Francisco, hijo legítimo de don Vicente Sucre, Teniente de Infantería, y de doña María Manuela de Alcalá, el cual niño tenía diecisiete días de nacido; fueron padrinos el beneficiado Don Antonio Patricio de Alcalá y doña Juana Jerónima Sánchez, a quienes advertí su obligación y espiritual parentesco; y para que conste, lo firmo, y doy de ello fe. Francisco Jfh. del Águila”. 

En los brazos de su madrina doña Juana Jerónima Sánchez salió, ya bautizado, el recién nacido, de la Ermita de la Virgen del Carmen, mientras la chiquillería, con gritos impacientes solicitaba a las puertas de la Ermita, las menudas monedas que generosamente el padrino lanzaba a la concurrencia. Luego, el concurso se trasladaría al hogar para la celebración, con abundante comida y bebidas, sin faltar lógicamente el alegre y bullicioso baile, para solaz de las parejas entusiasmadas. 

Iniciaba así su vida de cristiano Antonio José, iba a ser un niño, según sus biógrafos, introvertido, tranquilo, circunspecto, y como adulto mesurado, amable, y reflexivo, recto, metódico y rígido, de poco reír y poco dado a ruidosas explosiones de carácter; pero generoso, bondadoso y desprendido. La sencillez y bonhomía de su figura es bienamada en la historia, como el prototipo de la persona buena y humilde, a pesar de sus altos merecimientos. 

Destinado a la tradición militar de su familia, de la mano de su tío abuelo y padrino el Arcediano de la catedral de Caracas Antonio Patricio de Alcalá, eminente sacerdote y filántropo, va a Caracas a cursar estudios de ingeniería militar en la célebre academia del coronel español Tomas Mires. Para luego, a los quince años de su edad, en 1810, incorporarse al ejército patriota, donde inicia su carrera militar, algo lenta de logros al principio, para terminarla fulgurantemente, como el primer teniente de Bolívar, y el gran vencedor del último ejército español en América, en la rutilante batalla de Ayacucho, y proyectarse a la posteridad como Gran Mariscal de Ayacucho, y redentor de los hijos del sol. Ese fue el recién nacido, bautizado en un día como hoy en la Ermita de la Virgen del Carmen, y que ahora rememoramos a los 218 años de tan fausta celebración.

por: Gilberto J. López

domingo, 3 de febrero de 2013

La casa de Sucre

 Casa de Sucre - Oleo de Felipe Meneses / 19973-02-1795.- NATALICIO DE ANTONIO JOSE DE SUCRE. Nació en Cumaná el General en Jefe, ANTONIO JOSE DE SUCRE Y ALCALA, Gran Mariscal de Ayacucho, hijo del Coronel Don Vicente Sucre y García Urbaneja, y doña María Manuela de Alcalá Sánchez y Rendón Sarmiento, ambos de rancias familias cumanesas. 

PARTIDA DE BAUTISMO DEL MARISCAL.“En veinte días del mes de febrero de mil setecientos noventa y cinco años: Yo beneficiado, cura castrense Don Francisco Josef del Águila, certifico que con mi licencia y asistencia el Presbítero, Doctor Josef Cándido Martínez, Secretario de visita, bautizó solemnemente, puso óleo y crisma a Antonio Josef Francisco, hijo legítimo de Don Vicente de Sucre, Teniente de Infantería, y de Doña María Manuela Alcalá, el cual niño tenía diez y siete días de nacido: fueron padrinos el beneficiado Don Patricio de Alcalá y Doña Juana Jerónima Sánchez, a quines advertí su obligación y espiritual parentesco; y para que conste lo firmo y de ello doy fe. (Fdo.) Francisco del Águila. "

El Sucre 11 de octubre 192LA CASA DONDE NACIO EL MARISCAL. Como lo dice don Pedro Elías Marcano, en artículo publicado en el bisemanario “SUCRE” en 1924. 

Nota del editor: “En el actual momento cuando el Continente se pone de pies ante la evocación heroica que levanta la proximidad del Centenario de la Batalla de Ayacucho, cobra particular interés el siguiente artículo. Don Pedro Elías Marcano es un viejo escritor de historia Patria, admirador del Libertador y de los grandes hombres de nuestra epopeya. Actualmente edita en Cumaná un libro que aparecerá en los días centenarios, dice:"


Para el año 1790 habían nacido los que fueron después Generales en Jefe de la Gran Colombia, menos el más joven que, con estruendos heroicos y generoso comportamiento fraternal selló la Independencia de Sur América. Por más de un siglo generalmente se ignoró la casa en que tuvo lugar el nacimiento de Sucre, acaecido en esta ciudad el 3 de febrero de 1795, como que los coterráneos de su época e inmediatos antecedentes se descuidaron en hacer del dominio público éste y otros pormenores históricos que mucha labor ha costado en nuestros días para conocerlos y trasmitirlos a la posteridad. En no lejana ocasión se promovieron solicitudes a este respecto, y de todas ellas no se produjo conclusión favorable, bien por falta de detalles que contribuyeran a dilucidar rotundamente la cuestión, o porque de los datos obtenidos se desconfió en que saliese esclarecida la verdad. Pero revividas hoy a instancia nuestra esas solicitudes y en posesión de los informes suministrados por parientes de Sucre y por personas ancianas, ya fenecidas como Doña Carmen Alcalá de Vigas, Doña Trinidad Bermúdez de Berrizbeitia y Doña María Rosario Sucre de Sucre, hermana del Mariscal, podemos congratularnos de haber alcanzado nuestro propósito demostrándolo con el relato que aquí dejamos consignado. Don Vicente de Sucre contrajo matrimonio con Doña María Manuela Alcalá el 8 de diciembre de 1782 y desde entonces vivieron en la casa que les pertenecía situada al pie de la colina en que se halla el Castillo de San Antonio, que llaman “La Luneta” y en ella nacieron sus hijos José María, Jerónimo, Vicente, Pedro, Antonio José, Francisco, Aguasanta, María Josefa y Magdalena. Muerta Doña María Manuela de Alcalá, en esa misma casa, el 12 de julio de 1802, su marido Don Vicente, deseando mudar de domicilio, la vendió al licenciado Alonso Bruzual, como lo expresa una nota de 1804, inserta en la Instrucción Pública, periódico de esta capital, número 14 de fecha 16 diciembre de 1898; y luego, casado en segundas nupcias con Doña Narcisa Marques de Alcalá en 1803, habitó la de portales que poseía cerca del puente de la parroquia Altagracia, la cual daba hacia el río Manzanares quedando entre las calles de la Marina y El Baño (calles de Mariño y Bermúdez) y le fue arrebatada a la familia por soldados de Boves, cuando tomaron esta ciudad el 16 de octubre de 1814, destinándola a Cuartel, que fortificaron con cañones de pequeño calibre montados en sus balcones. Otra casa que hoy es de la señora Antonia Picornell de Aguirre, tuvo Don Vicente en la Calle de san Carlos (Calle de Sucre) que cambió por la de alto en la calle de Belén (Calle de Montes, en el barrio de Chiclana) Parte de las ruinas de esta última existen alrededor de la vivienda de la señora Carmelita Fuentes, y en ella vivieron su hermano Don José Manuel Sucre y su hija Aguasanta, esposa de don José Antonio Cortegoso. “En medio de la guerra de independencia la casa donde nació Sucre fue destruida por las autoridades españolas, a la par de otras en distintos puntos. Era de alto; su frente de 29 metros y 36 centímetros, miraba al Norte; y por consiguiente, su fondo que tenía 30 metros, se extendía hacia el barrio de San Francisco; a su lado oriental estaba la colina del castillo de San Antonio; y al Oeste la plaza de Armas contigua al castillo de Santa María. En su solar, que es propiedad del señor Ramón Bruzual, no se ha fabricado, como si esperara que la Patria lo trasforme en sitio de venerable recreación, para conservarlo como santuario de gloriosos recuerdos”.
Documento original de Pedro Elías Marcano

Antonio José es uno de los cinco más grandes personajes de todos los tiempos nacidos en Venezuela: junto a Bolívar, Miranda, Andrés Bello y Simón Rodríguez. Sucre fue el brazo ejecutor de los planes de libertad de Simón Bolívar, es un ejemplo incomparable del poder de la virtud del ser humano. Si Bolívar proyectó la Libertad de un mundo, Sucre lo ejecutó.

por: Ramón Badaracco
Complemento  de Rommel Contreras



domingo, 16 de diciembre de 2012

LA MUERTE DE BOLIVAR


El 17 de diciembre de 1830, en Santa Marta, después de penosa enfermedad, muere Simón Bolívar. El diagnóstico exacto de su deceso, se discute hoy, sin que aún se diga la última palabra. Se espera ahora que con la ayuda de los conocimientos de hoy y los novedosos procedimientos científicos actualmente en boga, se pueda llegar a una conclusión definitiva. 

“Ha muerto el sol de Colombia”, se dijo entonces. Había sido llamado el Libertador, después de haber combatido mucho en distintos escenarios: bélicos, humanos, geográficos, intelectuales, ideológicos y de cumplir la proeza de derrotar al más grande imperio de la época. 

Desaparecía con él una figura controversial, que había disfrutado la admiración de los pueblos que entusiasta y amorosamente se la ofrendaba; y al lado del seguimiento ciego y convencido de sus soldados, guiados por los más leales de sus seguidores, la traición e infidelidad de otros, que trabajaron ardorosamente por el derrumbe de su obra. Amor de muchos, aversión de otros tantos, para ensombrecer los años finales de quien lo había dado todo por el fin que perseguía: su historia en pos de la Grandeza y la Gloria, su gloria de Libertador. Y a pesar de las victorias, el ideal de América como una sola Patria se esfumó. Ruborizado dijo Bolívar: “La independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás”.

Rodeado de hombres, pocos de ellos sus verdaderos amigos, disfrutando del favor de las mujeres, sin querer casarse con ninguna por propio juramento, su existencia fue en verdad la de un hombre solitario. Cuando se acercaba la hora del sepulcro, execrado por todos, proscrito, veía crecer a su derredor la soledad, y en esa convicción murió, después de recibir los auxilios religiosos del obispo Estévez y del cura de Mamatoco, Hermegildo Barranco, fallece a la 1 y cinco minutos de la tarde, rodeado de sus más fieles subalternos. Sólo hombres, sin la compañía femenina, quien había recibido el favor y el fervor de distintas mujeres: solteras y casadas. Al pie del lecho mortuorio estaban: Mariano Montilla, José María Carreño, José Laurencio Silva, Manuel Pérez de Recuero, José de la Cruz Paredes, Belford Wilson, Andrés Ibarra, Juan Glen, Lucas Meléndez, José María Molina y Fernando Bolívar, su sobrino. 

Sus restos, inhumados en la catedral de Santa Marta, permanecieron allí hasta 1842, en que, bajo el gobierno de Páez, fueron trasladados a la Catedral de Caracas. En 1873, Guzmán Blanco los depositó en el Panteón Nacional, desde donde sus cenizas proyectan sobre su pueblo el ideal de la grandeza. Y cumpliéndose cada día el célebre apotegma del cura de Pucará Dr. José Domingo Choquehuanca, el más elogioso homenaje, que es permanente como su gloria.”… Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”

Hoy podemos decir: Bolívar fue un hombre versátil, que se ajustaba a todas las circunstancias, y sabía sacar provecho de ellas. No se le considera un gran estratega, un gran militar; pero en medio de dificultades, desastres, limitaciones diversas, no fue hombre sujeto a reglas, prescripciones o preceptivas, porque por encima de todo eso fue un hombre excepcional. Genio y brillo, en sus actos, en su pensamiento y en su proyección. Simón Bolívar, el Libertador, para la historia y para el mundo. Tendía su mirada hacia el futuro, trabaja, además del presente, para la gloria, que era trabajar para los tiempos venideros. Hoy se le considera un símbolo: “El símbolo de la libertad”.

por: Gilberto J. López

domingo, 9 de diciembre de 2012

LA VISIÓN DE AYACUCHO EN UNA ÉPOCA DE CAMBIO

El 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de la Quinua, Antonio José de Sucre, comandante del Ejército Libertador Unido, derrota al último gran ejército español en América, comandado por el virrey La Serna. Se consolidaba así la independencia hispanoamericana. Y Sucre, General en Jefe en la plenitud de sus 29 años fue galardonado con el honroso título de Gran Mariscal de Ayacucho, y Bolívar en su honor escribió portentosamente su biografía. Exaltaba así la figura del primero de sus tenientes y definía la gran trascendencia de la victoria obtenida. 

Sabía Bolívar, que venía ahora la gran tarea de construir, de hacer después de trescientos años de coloniaje español, la América nueva, la América como una sola patria, “una nación de repúblicas”. Era la hora de la integración americana, y se dispuso a hacerla, convocando un Congreso Anfictiónico en Panamá, que era materializar un viejo sueño, y convertir al Istmo de Panamá en el centro del Universo. Ya lo había soñado en la Carta de Jamaica. 

Pero las fuerzas internas y externas, obedeciendo a nefastos intereses, coaligadas para que no se cumplieran los deseos de Bolívar, obstaculizaron su realización, y con malsanas intenciones convirtieron sus principios en letra muerta, y el Congreso Anfictiónico fracasó estrepitosamente, y minó las bases de la obra bolivariana. Fue el primer paso para el derrumbe, que el grande hombre pudo ver acongojado antes de morir y decir lleno de desilusión: “He arado en el mar”. Sin que se lograran los grandes objetivos que el genio grandioso de Bolívar preveía. 

Pero quedó vivo el ideal. Generación tras generación se ha venido sosteniendo la idea bolivariana de la integración latinoamericana. Y el sueño de la América como una sola patria pervive en los ideales de muchos. 

Hoy, en época de interesantes cambios para la América Latina, el ideal de la integración, venciendo casi los mismos viejos obstáculos de las fuerzas regresivas, camina con nuevos bríos por los senderos de América. Pampas y llanos, cordilleras, montes y planicies, ríos y riachuelos, el ulular del viento entre los árboles conducen incesantemente el ideal. Se desparrama el sueño, convertido en inevitable materialización. ALBA, CELAC, UNASUR, MERCOSUR, PETROSUR son los nuevos instrumentos, mensajeros de la paz y fuerzas motrices de los nuevos tiempos; son las nuevas herramientas, que en manos de las masas latinoamericanas construirán sólidamente la nueva realidad. Cada nueva victoria electoral en los distintos procesos populares conducidos y que ahora se conducen es paso inevitable hacia un mismo destino. Las masas latinoamericanas de hoy tienen que cumplir el viejo ideal bolivariano: integración y unidad para que cada batalla electoral bajo la sombra augusta de Ayacucho sea un paso decisivo para que los pueblos puedan materializar todos los sueños que Bolívar legara, y se impulsen las grandes transformaciones que la época de cambio del presente está exigiendo, como meta irrenunciable del destino americano: Como una sola América, como una sola Patria. Venezuela de hoy, en nuevos tiempos bolivarianos, no puede apartarse de ese sino.

por:   Gilberto J. López