Octubre y noviembre
recogen las fechas inicial y final de Andrés Bello; de su nacimiento en
Caracas, el 29 de noviembre de 1781, y de su muerte en Santiago de Chile, el 15
de octubre de 1865. Un periplo vital de 84 años, repartido en tres etapas: su
época caraqueña, de 29 años; su época londinense, de 19 años, y su época santiaguina,
de 36 años. Una vida de esfuerzos continuos, con voluntad y dedicación de
aprender y ser útil, para erigirse ante la historia como educador, Libertador Cultural
de América, y Patriarca de las Letras Americanas.
Hasta junio de
1810, en que, de 29 años, sale hacia Londres con Simón Bolívar y Luis López
Méndez, en misión diplomática, a buscar apoyo y reconocimiento ante la Corte
inglesa para la independencia venezolana, cumple su labor venezolana, que es la
de su aprendizaje básico, de sus primeros escarceos en la educación, con
alumnos particulares, tarea que será la fundamental de su vida, y que se inicia
con su primer y más significativo discípulo, Simón Bolívar, el futuro
Libertador, y su labor administrativa como Oficial Segundo en la Capitanía General
de Venezuela, y de sus primeros escritos. Obtuvo en Caracas Bello sus
conocimientos básicos en idiomas, latín, inglés y francés, y en matemáticas, humanidades
y filosofía, y su título de Bachiller en Artes, expedido por la Real y
Pontificia Universidad de Caracas, donde inicia también estudios de derecho y de
medicina, que abandona por razones económicas, pero que le dan bagaje
suficiente, para ser reconocido ya en Caracas como aventajado intelectual, para,
luego, continuar con éxito su formación en Londres, y su tarea docente, que luego
será intensa y provechosa en Chile.
En Londres, además
de su actividad diplomática como representante de Venezuela, y de otros países
americanos continúa sus estudios y realiza profundas investigaciones, fundamentalmente
en el Museo Británico, donde fue asiduo visitante por 17 años, cuyos primeros
resultados publica, entonces y
basamentan, además de las políticas y diplomáticas, sus actividades docentes,
que le permiten su subsistencia. Destaca, entonces su labor periodística, y de
difusión, en sus importantes revistas, Biblioteca
Americana y El Repertorio Americano.
Es la época también de abogar por su regreso a Venezuela, primero y a Colombia,
luego, sin éxito, lo que lo obliga a marcar rumbo hacia Chile. Y la época
también de establecer familia, contrae matrimonio en 1814, con Mary Anne Boyland, y nacen sus primeros hijos, viudo, vuelve a casarse con Isabel Antonia Dunn, en 1824. En su larga vida, Bello ve nacer y crecer sus hijos, tres con Mary Ann
y doce con Isabel, quince en total; pero también ve morir a ocho de ellos, tres
infantes y cinco adultos.
En Chile, la más
amplia y conocida de las etapas de su vida, es su total dedicación a su labor
civilista y educativa, donde se destaca en su tiempo y para la historia, como
jurista, político, consultor, científico, historiador, gramático, filólogo,
lingüista, educador, internacionalista, legislador. Y su labor docente,
enriquecida con su tarea rectoral al frente de la Universidad de Chile, desde la fundación de la
institución en 1843 hasta su muerte en 1865, a lo largo de
22 años, dedicados al desarrollo de una
tarea educativa de gran aliento y significación, que enriquece en sumo grado su
labor pedagógica que contribuye en grande a reconocerlo como “el gran Humanista de América”. Se
proyecta entonces como paradigma intelectual de Hispanoamérica, y Chile lo
ostenta como uno de sus preclaros connacionales.
La obra de Bello en
su amplitud y profundidad comprende: sus poemas y silvas, El análisis
ideológico de los tiempos de la conjugación castellana, Gramática castellana, Gramática
latina, Filosofía del entendimiento, Código civil, Derecho internacional o de
gentes, Derecho romano, Cosmografía, Estudios filológicos, educativos,
históricos, su obra periodística, y su rico epistolario. Su obra, copiosa para “un
solo hombre y una sola vida”, obra profunda, extensa, variada y rica, su
publicación abarca ya 26 tomos, en la edición caraqueña, organizada con
dedicación, disciplina, amor, admiración y sumo cuidado por la Comisión Editora
designada para tal efecto.
Las temáticas,
variadas y ricas, comprenden, además de su valiosa actuación como columnista y
difusor, diversos aspectos del quehacer humano, y de la naturaleza, que unida a su labor entre otras, en el campo jurídico,
administrativo y gubernamental, expresan
su valiosa actuación en los tres países en que le tocó vivir y actuar, para
ser conocido históricamente como hombre de cultura, y para la cultura de un
pueblo, en suma: educador y civilizador, sin parangón en nuestro
ámbito hispanoamericano. Ejemplo fecundo, para las nuevas generaciones.
por: Gilberto J. López